¡Feliz 2016 a todos!
Eso para empezar, espero que os lo hayáis pasado muy bien estas fiestas con vuestras familia, amigos o con quien quisierais pasarlas en paz y armonía.

Regreso con la saga cómica. Este fic sería la continuación oficial de "El castigo de Poseidón Vol.2", tal y como prometí.
Pero no voy a hablar de la confrontación entre Hades y Poseidón, ya que quería centrarme de nuevo en las vicisitudes de los habitantes del Santuario. Sí que tengo escrito un pequeño fic sobre qué sucedió tras la marcha de los caballeros de Atenea del reino marino, pero ya lo subiré cuando considere, cuando retoque ciertos puntos y esté un poco más convencida.

Sin más, os dejo con este fic donde Shaina y, en menor medida pero ahí está, Marin urden una trama para…bueno, ya iréis leyendo.

**ADVERTENCIA: fic sin ánimo de lucro. Todos los personajes pertenecen a Masami Kurumada, TOEI Animation y todos los accionistas y demás gente que esté metida en el ajo.**
**Personajes adaptados para una historia en tono humorístico, sin más pretensiones que las de divertir al personal**
**Amazona, Koré, Caballero Femenino...llamadlas como os salga de la brenca, porque todas son válidas. Me decanto por amazona porque es lo más utilizado en el fandom para referirse a ellas**

Imagen de la portada: Marin and Shina, por Aottonicar.


Un caballero para una amazona

1. Las lágrimas de una amazona

Tras los acontecimientos sucedidos en cabo Sunión, los caballeros de Atenea regresaron a sus quehaceres rutinarios dentro de la orden.

Deathmask, después de pillarse una monumental cogorza, fue corriendo a incordiar a Afrodita, quien lamentó haber dicho en voz alta que le echaba de menos. Ahora le tenía de nuevo dando la brasa día y noche en su templo o dondequiera que fuera.

Por su parte, Milo prefirió enclaustrarse en su templo con el propósito de dormir todas aquellas horas que había perdido mientras estaba en la cárcel. Claramente fue un propósito, porque no tardaron en llamar a su puerta todos sus amigos para preguntarle por sus aventuras, especialmente Jabu, quien se moría de ganas de escuchar todo lo que su ex maestro tuviera que contarle.

Seiya marchó a Japón a avisar a Saori del problema con los dioses Poseidón y Hades, y claro, todo lo que supusiera poder verla, le llenaba de alegría.

Sin embargo, no todos regresaron tan contentos de aquel lugar. A pesar de que todo se había resuelto y ahora los que tenían un papelón desagradable eran los generales de Poseidón, Shaina se sentía mal consigo misma.

Aquel encierro con sus compañeros y sobre todo, gracias a la conversación que mantuvo con Milo donde todas sus esperanzas puestas en el caballero de Pegaso quedaron hechas trizas, le había mostrado una faceta de su personalidad de la cual ella nunca se había percatado o no había querido darse cuenta.

Aún dolida con todo, la rabia dio paso a la tristeza, al ser consciente de que sus compañeros la respetaban, pero no la querían. Especialmente le dolía saber que era miedo lo que provocaba entre sus allegados y que consecuentemente conseguía su respeto. Pero tal y como le hicieron ver, no era esa la manera adecuada de hacerse respetar ante los demás, ya que aquello rayaba en la coacción e intimidación.

Una tarde, al regresar al recinto de las amazonas después de entrenar, Shaina se metió en su cabaña, pasando de largo del saludo que le dirigió Marin. Se tumbó en la cama, mirando al techo, hasta que comenzó a notar una fuerte presión en el pecho que le impedía respirar adecuadamente. Por ello, retiró la máscara de su rostro y sintió un nudo en la garganta que no terminaba de desaparecer por mucho que quisiera. Finalmente, la muchacha rompió a llorar desconsoladamente.

Pasaron unos minutos hasta que escuchó unos golpes en su puerta.
—¿Puedo pasar?— preguntó la amazona de Águila, sin atreverse a girar el pomo.
Marin escuchó el ruido de los muelles de la cama de su compañera y tras unos pasos, abrió la puerta.
Nunca la había visto tan cabizbaja y mucho menos con los ojos enrojecidos e hinchados.
—¿Qué quieres?— dijo Shaina, tratando de recuperar su habitual estado de ánimo.

Al percibir su voz trémula y congestionada, Marin entró en la cabaña y cerró la puerta tras de sí. Una vez a solas, se retiró la máscara y sujetó a su compañera por los hombros.
—¿Qué ha pasado?— dijo tratando de levantarle el rostro a su amiga—. ¿Sigues dolida?¿Tan mal te fue en cabo Sunión?
Y tras decir esto, la japonesa fue al cuarto de baño y cortó un pedazo de papel, tendiéndoselo a la amazona de Ofiuco, quien lo recogió entre sus manos con cierto titubeo.
—¿Y esto para qué?— preguntó italiana, no queriendo reconocer los hechos.
Marin alzó una ceja y chasqueó la lengua.
—Para que te seques los ojos y la nariz, que has estado llorando.
—Yo no lloro— soltó de improviso su compañera, sonándose la nariz—, es alergia.
—Claro…¿a qué, si puede saberse?— preguntó siguiéndole la corriente Marin.
Shaina se encogió de hombros.
—A los crustáceos, los arácnidos, los caballos y a toda criatura marina— respondió con dureza, arrojando el papel a la basura—; así que nada de comer pescado ni marisco en una larga temporada.

La japonesa sacudió la cabeza y agarró a su amiga de la mano, obligándola a sentarse en el camastro junto a ella.
—Cuélale esa mentira a los demás, pero a mí no me engañas. ¿Qué es lo que te pasa realmente?
Sin poder mirarla a la cara, la amazona de Ofiuco se hallaba ensimismada mirándose las largas uñas y pensando en que debía darles una buena capa de esmalte.
—No me ignores, dime por qué estabas llorando— volvió a la carga Marin, esta vez con un tono autoritario.
Shaina alzó al fin la cabeza al frente, aún sin mirar a su amiga a los ojos y notó de nuevo el nudo en la garganta y el ardor de las lágrimas brotando sin querer.
—Que estoy harta, simplemente eso— susurró con la voz quebrándose por segundos.
La amazona de Águila agarró las manos de la italiana y le preguntó de qué estaba harta.
—Pues de todos— respondió, retirando una mano para tratar de secar las lágrimas—; nadie me quiere. Provoco miedo en los hombres y huyen de mí.
—¿Qué tonterías dices?— exclamó su amiga— Claro que la gente aquí te quiere y te respeta, ¿de dónde has sacado semejante idea?
La italiana negó con la cabeza.
—No Marin— prosiguió sorbiendo por la nariz—, es verdad. Me lo han dicho todos. Soy insoportable, me paso el día regañando, gritando…estoy siempre enfadada y eso no les agrada.

Sin quererlo, la japonesa dejó escapar una risa.
—Shaina, es que tú tienes un carácter muy fuerte y eres aguerrida— dijo incorporándose para ir al baño y traer el rollo entero de papel—, pero te aseguro que te aprecian. Todos. Cada uno a su manera pero te aprecian. Has ayudado a mucha gente, especialmente a los caballeros de bronce y a mi alumno. Y te aseguro que Seiya no te odia, es más, te tiene gran estima. Para él, eres una gran amiga y una excelente compañera de armas. Siempre dice que te debe la vida.

Estas palabras provocaron de nuevo el sollozo de su amiga y Marin le preguntó que qué era lo que había dicho que era malo.
—Es que es precisamente eso lo que me duele— gimoteó Shaina, una vez que pudo recomponerse de nuevo—, que todos me ven como amiga, como compañera…pero ninguno me ve como algo más.
La amazona de Águila se sorprendió ante esto.
—Pero Shaina, si ya hablamos en su momento de eso…creí que tenías superado lo de Seiya…no entiendo…
Tragando saliva, la italiana asintió.
—Y lo tengo superado…o eso creía. Osea…es que no sé explicarlo— musitó confusa la joven.
—¿Lo has superado o no?— preguntó Marin, inquieta ante estas palabras.
—Sí, lo de Seiya sí lo tengo superado. Es simplemente que recordar todo y verme rechazada, pero no por él, sino por los demás que comparten esa misma visión de que soy sólo una amiga o compañera de armas es lo que me ha sentado mal.
—¿Y qué es exactamente lo que quieres?— la japonesa sabía perfectamente lo que su amiga quería, pero deseaba que fuera ella quien pudiera expresarlo con palabras.
Para su sorpresa, la amazona de Ofiuco recuperó su compostura y la miró a los ojos con decisión.
—Quiero ser algo más que una amiga. Quiero tener novio.

La amazona de Águila sonrió y observó a su compañera, quien recobraba su carácter decidido.
—Pero para ello, tengo que cambiar cosas de mi carácter— siguió hablando la italiana, pensativa—. ¿Pero el qué y cómo lo hago?
Al sentir los ojos verdes de su amiga interrogándola, Marin se encogió de hombros y comenzó a pensar también, hasta que tuvo una idea.
—¡Lo tengo!— exclamó la japonesa—. ¿Por qué no pides una cita a los caballeros de oro?
Shaina emitió un grito de pánico y se incorporó de la cama de un salto.
—¿Estás loca?— dijo enfadada—. Ni de broma salgo con ellos. Quiero a alguien normal a mi lado.
Su amiga comenzó a reírse por aquella reacción.
—No me has entendido. Dije pedir una cita a los caballeros de oro, no que les pidas que alguno pueda ser tu novio. Y cuando digo una cita, es que pidas a todos pasar unas horas con ellos, pero para saber qué es lo que buscan los hombres en una mujer. Es una cita para que te aconsejen, no para que te enrolles con ellos.

La amazona de Ofiuco no estaba muy convencida de ello.
—Además, quién sabe— insinuó Marin—, quizás en ese ambiente más distendido con ellos encuentres a uno que encaje contigo a la perfección. Todo puede ser…
La cara de pánico de Shaina era aún más patente si cabe tras esas últimas palabras, pero finalmente pensó que quizás estaría bien el plan.
—Está bien, haremos eso— resolvió la italiana—. Pediré una cita a esa panda de idiotas a ver si pueden ayudarme a mejorar y poder encontrar pareja.
—Hombre, ayudaría mucho que no les insultaras de buenas a primeras— indicó Marin, frunciendo el ceño—; te recuerdo que uno de esos idiotas es mi pareja. Y si finalmente uno de ellos te encuentra de su agrado, ya podríamos salir en plan parejitas— dijo ilusionada la japonesa.

Shaina miró a su amiga con cara de incredulidad y resopló.
—No sé por qué me da que esto lo haces más por ti que por mi…


Nota: A 4 de enero de 2016, por alguna razón que desconozco (no sé si es porque Fanfiction anda haciendo cosas raras o porque es una nueva ley que han implantado), no se pueden leer los comentarios que se dejan en las historias. Ni siquiera los dueños de las historias podemos leerlos, sólo puedo leerlos mediante el email que envían a la cuenta vinculada. Y aún así, los que son extensos, aparecen cortados (te obligan a ir a la cuenta a leerlo, pero claro, no puedo porque no me deja).
Así que hasta nuevo aviso, veremos si puedo responderos por privado adecuadamente. A ver si dan alguna información al respecto, porque en el principal no dicen ni pío.