Aviso: Spin Off del fic Life Unexpected. Todos los personajes y lo que reconozcan pertenece a JK Rowling.
Tres de Noviembre.
— ¡Papi! ¡Papi, despiértate! ¡Ya salió el sol! ¡Arriba!
Seis años después, para Sirius seguía siendo inexplicable como los golpes de un par de manos tan diminutas podían doler tanto, pero lo hacían, y bastante, especialmente a esas horas de la mañana.
— ¡Papi, ya no duermas más! ¡Tenemos muchas cosas que hacer!
—No... Tenemos que dormir. —Murmuró él, de cara a la almohada— Anda, acuéstate...
— ¡Nooo! ¡Se va a hacer más tarde! —Insistió ella, acomodándose en su espalda y tratando de sacudirlo— ¡Mira la hora que es, ya son las siete!
Sirius gruñó y enterró más el rostro en su almohada, preguntándose qué había hecho para merecer aquella tortura.
—Ophelia, por amor a Merlín...
—Papi... —Volvió a llamarlo la niña, con su mejor y perfeccionado tono de súplica— Por favor...
No tenía idea de en que momento aquella mocosa había entendido que usando esa voz podía conseguir prácticamente todo lo que quería, pero lo había hecho y ya no había vuelta atrás.
Resignado a que sus horas de sueño habían llegado a su fin, suspiró con pesadez y se dio la vuelta, con cuidado para no hacerla caer. Finalmente abrió los ojos, los cuales ardieron ante el contacto con el sol, y lo primero que vio fue su expresión despierta, sonriente y llena de emoción.
— ¿Alguna vez te he dicho la inmensa molestia que eres? —Le preguntó él, aún con el sueño impregnándole la voz, pero no tan enfadado como habría querido.
—Sí, pero nunca lo dices en serio. —Respondió Ophelia, soltando una risita divertida— Porque te gusta que te despierte.
—Esas son mentiras que te dice tu madre, no le creas. —Sirius bostezó y se estiró un poco, aún con su hija subida a su abdomen— A nadie le gusta que lo despierten a esta hora.
— ¡Pero si no es tan temprano! —Replicó ella, posando la mirada en la ventana y frunciendo el entrecejo— ¡El sol salió hace muchísimo tiempo!
—Sí, prácticamente estuve ahí. —Chasqueó la lengua y se frotó los ojos con las manos— ¿Qué hemos hablado sobre despertarme tan temprano?
—Que no lo haga si no es una emergencia, porque trabajas tarde y tienes que descansar. —Repitió ella, palabra por palabra como él se lo había enseñado, aunque al parecer la información no había sido del todo captada— ¡Papi, pero sí es una emergencia! ¡Es un día especial y no puedes seguir durmiendo!
A pesar de que quería seguir enfadado, porque seguía teniendo sueño, no pudo reprimir la sonrisa que se extendió en su rostro al escucharla decir eso.
La costumbre era que el cumpleañero fuera quien más se emocionara ese día, pero ver a alguien que compartía con él, incluso en mayor medida, esa emoción, era fantástico.
—Nah, no creo que tan especial. —Mintió él, enderezándose para poderse sentarse, haciéndola rodar hacia su regazo— Es un día como cualquier otro.
—No mientas. —Le dijo la niña, sonriendo con complicidad— Amas tu cumpleaños.
Al principio, Sirius la miró con confusión, pero no tardó mucho para que la sonrisa volviera a adueñarse de su rostro.
—Tienes razón.
Ophelia se rió para luego arrojarse sobre él y echarle sus pequeños brazos al cuello para abrazarlo con fuerza.
—Feliz cumpleaños, papi. —La escuchó decir cerca de su oído.
—Gracias, peque… ¿Ya puedo volver a dormir?
— ¡Pero claro que no! —Se separó de él rápidamente, dedicándole una mirada ofendida e incrédula— ¡Si aún falta que te de tu regalo!
Él suspiró con fuerza, sonriendo con cansancio. En serio le hubiera gustado poder dormir un rato más y luego unirse a cualquier locura que ella hubiera planeado, pero no tenía fuerza para decirle que no a su idea.
—A ver, ¿y me trajiste lo que te pedí?
—No pude, se lo dije al tío James, pero la tía Lily dijo que no necesitabas otra motocicleta. —Explicó con una expresión de decepción, haciéndolo soltar una carcajada— ¡Pero te hice algo! Mira…
Se giró hacia atrás para recoger algo que, aparentemente, había dejado sobre la cama antes de despertarlo. Sonreía emocionada cuando se volvió nuevamente hacia él, con dos obsequios en la mano.
—Este es un dibujo que hice… —Le dijo Ophelia, entregándole una hoja— ¿Verdad que me quedó bonito?
—Pues primero tengo que verlo para responderte. —Respondió Sirius, fingiendo examinar el dibujo con mucha seriedad.
—Mira, este eres tú, y esta soy yo, y esta es mami. —Fue indicándole, señalando a las figuras, aparentemente humanas, que había dibujado y coloreado— Estos son los tíos, esta es Kitty…
—Ya, a ella la identifiqué. —Torció la boca en una mueca de desagrado al ver que había agregado a su asquerosa gata al dibujo— ¿No podías dejarla afuera?
— ¡Papi! ¡Ella es parte de la familia!
—No lo es.
— ¡Sí! Es como tu otra hijita.
—Créeme que no.
—Bueno, pero es mi mascota así que por eso la dibuje. —La pequeña se encogió de hombros, decidida a no dar más explicaciones.
—Y más bonita de lo que en verdad es. —Murmuró Sirius, ganándose una mirada enfurruñada demasiado conocida— ¿Y eso de atrás que es?
—El castillo de las películas que vemos en el cine. —Explicó Ophelia, volviendo a sonreír con mucha ilusión— Porque vamos a ir, ¿verdad, papi? Me prometiste que iríamos pronto.
—Pensé que era mi cumpleaños, no el tuyo. —Señaló él, enarcando una ceja con diversión— No se supone que pidas regalos.
— ¡Pero eso sería un regalo para todos! ¿A quien no le gustaría ir a un castillo?
—Sí, en eso tienes razón. —Asintió él, antes de guiñarle un ojo— Te quedó genial, pequeña. Lo vamos a pegar en la puerta.
—Pero en la de la entrada, así todo el mundo lo ve. —Decidió la niña, haciéndolo reír nuevamente— Y aquí hay otra cosa, esto también lo hice yo…
Acto seguido le entregó lo que parecía ser una muñeca, hecha con paletas de helado y pedazos de estambre amarillo que parecían ser cabello.
—Viste, ¡soy yo! —Exclamó, abriendo los brazos, con una enorme sonrisa.
—O sea… Me estás regalando una tú en versión más miniatura, ¿es eso?
—Yo no soy miniatura. —Replicó, cruzándose de brazos, enfurruñada— Y sí, te la regale para que andes conmigo todo el día.
—Pero si ya ando contigo para todos lados. —Puso los ojos en blanco, sonriendo— Estás peor que tu mamá.
—A mami no le gusta andar contigo todo el día. —Respondió Ophelia con simpleza, ojeando la muñeca como quien no quiere la cosa— Papi, y… Cuando estés aquí en la casa, ¿puedo jugar con ella?
— ¿Quieres jugar con mi regalo? —Le preguntó Sirius, abriendo mucho los ojos, fingiendo sorpresa— ¿Pero lo hiciste para ti o para mí?
—Bueno… Para los dos, ¿no?
Llegó a pensar en la posibilidad de mostrarse molesto, solo para jugar con ella un rato, pero al final no pudo contener la escandalosa carcajada que terminó ganándole.
— ¡No te rías! ¿Me la vas a prestar o no?
Sirius logró calmarse lo suficiente para responderle, pero justo en ese momento se abrió la puerta del baño, del cual salió Mar, ya vestida para irse y secándose el cabello con una toalla.
— ¡Mami! ¡Adivina, ya…!
—Ophi, ahora no tengo tiempo. —Le respondió ella de manera atropellada, sin molestarse en detenerse y mirarlos— Voy tardísimo ya…
Padre e hija se dedicaron una mirada igual de confusa, tratando de entender lo que estaba pasando.
—Mami, ¿estás bien?
—No, porque voy tarde y… Agh, esto no sirve. —Lanzó lejos la toalla de baño y tomó su varita para secarse el cabello con ella— No me desperté a la hora y tendré que salir corriendo.
—Pero…
—Ni me dio tiempo de hacerle el desayuno, así que te toca. —Le dijo a Sirius, finalmente volteándose para verlo— Y no se cuantas veces te diré que no hagas tanto ruido al llegar.
Él no supo que responder ante eso, simplemente se dedicó a mirarla, totalmente atónito.
Mar tenía la molesta costumbre de fingir no recordar su cumpleaños, lo hacía todos los años a pesar de ser solo ella quien lo encontrara divertido… Pero esta vez, algo le decía que no estaba fingiendo.
— ¿Me estás hablando en serio? —Le soltó de golpe, verdaderamente incrédulo.
—Pero claro que te hablo en serio, haces un escándalo, me despiertas y después duermo de más. —Resopló ella, guardando la varita cuando terminó con su cabello y sentándose en la esquina de la cama para ponerse los zapatos— ¡Y no me mires así! Que sabes que tengo razón.
—No te miro así por eso…
— ¿Entonces por que? No me digas que es por tener que cocinar. —Se puso de pie y empezó a arrojar sus cosas dentro de su bolso— Le hago el desayuno todos los días, por uno no vas a morirte.
—Marlene…
—Tampoco hay almuerzo, así que salgan y compren algo por ahí. —Lo ignoró totalmente, tomando su abrigo y poniéndoselo— Si es pizza me guardan…
—Mami, pero aún no te vayas. —Intentó decirle Ophelia, viéndola incluso más sorprendida que él— Si desperté a papi porque…
—Sí, porque querías que viera el amanecer, ya me lo imagino. —Mar le dedicó una rápida sonrisa a la vez que caminaba hacia la puerta— Y te he dicho que no lo despiertes tan temprano en días de semana.
— ¡Mamá, se te está olvidando…!
—Ay sí, lo siento. —Se acercó hacia la cama para abrazarla con un brazo y darle un rápido beso en la frente— Que tengas un bonito día, cariño. No hagas demasiado desastre. —Se alejó y le dedicó una mirada significativa a Sirius— No se te ocurra dejarla sin comer hasta tan tarde.
—Como ordene, su majestad. —Asintió él, con una mirada impasible.
—No seas idiota. Ya me voy, los veo en la noche.
Ophelia volvió a abrir la boca, posiblemente para protestar nuevamente y tratar de recordarle la fecha, pero Mar ya había salido de la habitación y unos segundos después escucharon la puerta de la entrada cerrarse.
—Se le olvidó. —Soltó la niña, con una expresión totalmente perdida.
Sirius frunció el ceño, tratando de comprender lo que acababa de pasar.
En el fondo sabía que Mar no lo había hecho intencionalmente, era evidente que se había levantado con un millón de cosas en la cabeza y por todo el trajín simplemente se le había pasado. Una persona consciente habría entendido que no tenía porque enfadarse por algo como eso, era una tontería.
Pero él no era precisamente una persona consciente.
—Sip. Se le olvidó. —Le confirmó a su hija, tratando de que en la voz no delatara lo dolido que estaba.
Era uno de esos días en los que todo estaba saliendo mal y a los golpes, esos días que Mar odiaba.
Todo era culpa de Sirius, por supuesto. Porque al parecer, el idiota era incapaz de llegar a una hora tan indecente de la madrugada y tener la consideración de ser silencioso.
Sabía que era pedir demasiado.
Impaciente como era, siguió tocando el timbre de manera insistente, a pesar de saber que en esa casa era imposible atender al primer llamado.
—No puede ser que te tardes tanto. —Soltó a modo de saludo cuando le abrieron la puerta— Si tengo una emergencia me muero esperando.
—No son ni las ocho de la mañana. —Le informó Lily, sorprendida por su repentina presencia— Y tu actitud me demuestra que no tienes una emergencia.
—Pues te equivocas. —Bufó Mar, entrando a la casa— Necesito que me des un postre.
— ¿Ah? —Su mejor amiga la miró sin entender, posiblemente aún medio dormida— ¿Para que necesitas…?
—Tengo que ir a un estúpido desayuno y lo olvidé por completo. —Gruñó ella, irritada— Prometí que llevaría algo dulce, así que…
— ¿Y crees que mi casa es una pastelería o algo así?
—Sí, porque siempre tienes pasteles o algo por el estilo. Y prometí que sería hecho a mano, por ende, no puedo ir a comprarlo.
— ¿Por qué prometiste algo así? —Quiso saber Lily, haciéndole una seña para que caminaran a la cocina— Si tú no tienes idea de cómo hornear nada.
— ¡Eso no es cierto! —Se defendió Mar, ofendida— Yo hago mucha comida horneada.
—Comida sí, con los postres eres un desastre. —Se mofó Lily, sonriendo de manera burlona— Y no trates de negarlo, todo se te quema.
—Ya, no hay necesidad de que lo repitas. —Chasqueó con la lengua, odiando que tuviera la razón— Iba a pedirte que me hicieras algo, pero lo olvidé.
—Últimamente todo se te olvida, me recuerda a cuando estabas embarazada…
—Lily, no se porque tú y Sirius consideran que recordar esa época es divertido, pero no lo es. —Le dedicó una mirada significativa, sentándose en la barra del desayuno— Y no quiero ser molesta, pero voy tarde así que…
—Acabas de tocar el timbre a primera hora de la mañana para pedirme un postre, ya eres una molestia. —No supo si lo había dicho en serio o en broma, y prefirió no enterarse— Por cierto, ¿Cuál es el plan para hoy?
—Ya te dije, tengo que ir a un...
—No hablaba de eso, preguntaba por esta noche. —Se explicó la pelirroja, buscando dentro de su nevera por lo que Mar le había pedido— ¿Qué haremos? ¿Ustedes vienen aquí o vamos a su casa?
— ¿Qué?
—Que en donde vamos a vernos, es para decirle a James que…
— ¿De que demonios estás hablando, Lily? —Le dedicó una mirada confundida— No me digas que quedamos para cenar y lo olvidé…
—Ja, ja, que chistosa. —Lily le puso los ojos en blanco, sacando una caja blanca que adentro debía contener el postre— Ya en serio, ¿Qué vamos a hacer?
— ¿Pero hacer de que? ¡Si no tengo idea de lo que me estás hablando!
—Mar.
— ¿Lily? De verdad, ubícame porque no se a donde quieres llegar.
Su amiga le mantuvo la mirada, mitad divertida y fastidiada a la vez, como instándola a que dejara de bromear, pero Mar no lo estaba haciendo, honestamente no tenía idea de lo que estaba pasando.
Y de repente, Lily lo comprendió.
—Ay no… —Murmuró, sorprendida, y un tanto horrorizada— En serio se te olvido, ¿cierto?
— ¡¿Qué mierda se me olvidó?! Lily, en serio, si todo esto es por una tonta cena…
—Mar, ¿te has molestado en ver el calendario?
— ¿Y por que haría eso?
—Para que sepas que fecha es hoy.
—Yo se la fecha, es noviembre… Algo.
—Noviembre tres. —Le recordó Lily con un suspiro— ¿Te suena?
Mar gruñó irritada y entornó los ojos, no entendiendo porque tenía que escoger ese día, cuando ya iba bastante atrasada, para ponerse con tanto misterio. Era ridículo, solo tenía que decirle cual era el gran escándalo acerca del tres…
— ¡No! —Exclamó de repente, sobresaltándose cuando se acordó de golpe— ¡No, no, no, no…!
—No puede ser, Mar. —Le dijo Lily, sacudiendo la cabeza con incredulidad— ¿Cómo se te pudo olvidar?
— ¡Lily, cállate! ¡Que ya me siento demasiado culpable! —Gimió afligida y enterró el rostro entre sus palmas— ¡Maldita sea, no puede ser que se me haya olvidado!
—Por favor, dime que no se había despertado cuando te fuiste.
— ¡Obvio que se había despertado! ¡Si la niña es igual de intensa que él con los cumpleaños! —De repente el comportamiento de ambos cobraba mucho sentido, haciendo que la culpa la ahogara— Merlín, soy una maldita sin corazón. Es lo que soy, dímelo, me lo merezco.
—Por favor, estás dramatizando. —Le aseguró Lily con un bufido— Solo estás increíblemente despistada.
—Una maldita despistada es lo que soy. —Una idea fugaz atravesó su mente, haciéndola gruñir— No va a permitir que olvide esto jamás.
—Pues creo que mal no va a hacerte.
Mar le dedicó una mirada asesina. No necesitaba que la siguiera juzgando ni burlándose, sino que la ayudara a solucionar ese desastre que había hecho.
— ¡No puedes hacerme escoger!
—Claro que sí, dijiste que preguntara lo que quisiera.
— ¡Pero no me refería a eso!
—Entonces no es lo que quisiera. —Rió Sirius— Y respóndeme, es tu turno.
—No es justo. —Dijo Ophelia, sacando el labio inferior— ¡No puedes hacerme escoger entre salvarte a ti o a Kitty de un incendio!
—El juego se llama qué prefieres, claro que puedo.
— ¡Pero yo no te hice preguntas tan difíciles!
— ¿Estás diciéndome que prefieres salvar a esa gata fea antes que a mí? —Se llevó una mano al pecho, fingiendo estar dolido— Tú y tu madre tuvieron que escoger justo este día para mostrar sus verdaderas identidades…
—No seas malo, Kitty no es fea y no la prefiero, pero ella está chiquita. ¡Y no podría salir sola! Tú si. —Razonó la niña, orgullosa de ella misma al haber dado una respuesta que la salvaba de compromisos— Y mami no lo hizo en serio, seguro solo estaba jugando.
—Sabes que sí se le olvidó. —Le dijo Sirius con una mirada significativa— Así que no trates de defenderla.
—Bueno, pero… —Se removió incómoda y la miró por debajo de sus pestañas— No vayas a pelear con ella, es tu cumpleaños.
No le respondió, se limitó a seguir limpiando la herramienta que tenía en la mano en ese momento, tratando de no sentirse culpable ante la obvia razón de que la niña le pidiera una cosa así.
—No vamos a pelear. —Le prometió, como quien no quiere la cosa, esperando poder cumplir— Lo dices como si fuera todos los días.
—Casi. —Respondió Ophelia, entregándole la llave que ella había estado limpiando— Ya me aburrí de esto, quiero ir a la piscina.
—Acabas de comer, vas a vomitar como el otro día. —Se estremeció solo de recordar y de imaginarse teniendo que volver a limpiar algo así— Te dije que íbamos en un rato.
— ¡Pero ya pasó un rato! Anda, no quiero que pases tu cumpleaños aquí aburrido.
—Yo no estoy aburrido. —Respondió él con un encogimiento de hombros— Me gusta limpiar el garaje con mi pequeña lacaya.
— ¡Oye! ¡Yo no soy eso!
—Es mi cumpleaños, eres lo que yo decida.
— ¡Pero no lacaya! El tío James dice que soy una princesa.
Sirius no alcanzó a responder, ya que fueron interrumpidos por la misma persona que lo había hecho más temprano.
Se volteó hacia la puerta que conectaba con la casa y tuvo que hacer un esfuerzo sobrehumano para no echarse reír cuando la vio aparecer, el rostro bañado en culpa y cargando una caja cuyo contenido no le costó reconocer.
— ¡Mami, llegaste temprano!
—Eh, sí, yo…—Caminó hacia ellos, nerviosamente y le dedicó una pequeña sonrisa— Bueno, salí antes.
—Nos damos cuenta —Respondió Sirius, observando la caja con excesivo interés— ¿Y eso que traes? ¿Qué es?
Mar lo conocía demasiado bien como para no entender que ya sabía lo que estaba haciendo ahí y que ahora simplemente quería fastidiarla.
Ella le dedicó una mirada suplicante, deseando poder evitarse aquello, pero no era tan ingenua para pensar que la dejaría salirse con tanta facilidad.
—Es… Bueno… —Suspiró con fuerza y sonrió con timidez, y arrepentimiento— Un pastel… Para el cumpleañero.
— ¿Cumpleañero? —Frunció el ceño, fingiendo confusión— Ophelia, ¿tú sabías que había alguien cumpliendo años?
—Nop. Ni idea. —Ella le siguió el juego, como hacía siempre, aguantando su risa de una manera muy evidente— Yo cumplo en mayo. Y Kitty en abril.
—Ella no cuenta.
— ¡Ya te dije que sí!
—Basta. —Les pidió Mar con un bufido, colocando la torta en la mesa grande que había en el garaje— No es necesario que hagan este teatro.
—Es que seguimos sin entender. —Insistió Sirius, aún metido en su papel pero empezando a sonreír— ¿Quién está cumpliendo años, Mar?
—Sirius… Por favor.
— ¿Por favor que?
—Mald… ¡Agh, ya se que se me olvidó! —Exclamó, exasperada y afligida— ¡Ya lo se, así que déjense de tonterías!
Sirius y Ophelia mantuvieron sus expresiones de extrañeza durante unos segundos más, hasta que finalmente decidieron que ya había sido suficiente.
—Se te olvidó el cumpleaños de papi.
—Sí, ya les dije que lo se. —Mar suspiró y los miró con mortificación— ¿Por qué no me lo recordaron? ¡Dejaron que me fuera solo así!
— ¡Si ni me dejaste hablar! —Le reclamó su hija, notablemente disgustada al respecto— ¡Solo seguías repitiendo que tenías que irte!
—Porque iba a llegar a tarde a… Ya, ese no es el punto. —Se frotó las sienes con los dedos— Debieron recordarme.
—Mar, era evidente que tenías cosas que hacer. —Sirius se encogió de hombros, fingiendo desinterés— No íbamos a atrasarte más por una insignificancia como esta.
Ella lo miró prácticamente rogándole que lo dejara hasta ahí, pero él no iba a ceder solo así.
No porque estuviera enfadado, eso se le había pasado hacía ya rato, sino porque era hilarante verla aceptar que la había cagado. Casi un milagro.
—No lo hice intencionalmente. —Empezó a decirles Mar, mirándolos a ambos porque obviamente no era solo él quien quería una explicación— Y no es como si no me lo supiera, por supuesto que sabía que era hoy…
—Claro, pero no sirve que lo sepas el resto del año y no el día que es. —Intervino él, soltando un largo suspiro lleno de dramatismo— Pero está bien, hay cosas que se olvidan con facilidad…
—Mami, heriste sus sentimientos. —Le dijo Ophi con una mirada reprobatoria— Eso estuvo muy mal.
—Ya lo se, Ophelia. —Le respondió Mar, con esa paciencia casi inexistente que tenía y que solo estiraba por su hija— Pero tu padre sabe que no fue intencional y va a disculparme, ¿verdad, Sirius?
— ¿Pero como voy a disculparte? —Esbozó una sonrisa que debía ser triste, pero resultó simplemente malévola— Si no me has dicho que lo sientes.
Pensó que tal vez estaba tentando demasiado su suerte en el momento que la miró tensarse de pies a cabeza, ella parecía dispuesta a olvidar todo eso y largarse.
— ¡Tienes que decir lo siento, mami! —Exclamó Ophelia, como siempre saliendo a salvarlo— Es lo correcto.
—Yo… —Mar dudó por un momento, bastante largo, pero al final tomó aire y tragó grueso, como si se hubiera tomado un vaso de vinagre— No debí haberme olvidado de tu cumpleaños, Sirius… Lo siento.
—Es muy tierno escuchar eso. —Él asintió, sin abandonar su expresión teatral en ningún momento— ¿Tú que dices, peque? ¿Así está bien o tiene que hacer algo más?
—Sirius….
— ¡No, mami, no es suficiente! —Estuvo de acuerdo Ophelia— Tienes que demostrar que lo sientes.
— ¿Y como hago eso, según ustedes? —Ya estaban empezando a colmarle la paciencia, Sirius lo sabía perfectamente.
— ¡Ya se! Como es el cumpleaños de papi hay que hacerlo feliz. —Empezó a decir la pequeña con una sonrisa entusiasmada— Así que tienes que usar el vestido verde que le gusta, es su color favorito.
Mar entornó los ojos y Sirius se echó a reír, recordando perfectamente de que vestido hablaba.
No era su color favorito, era un verde oscuro bastante horrible, pero nunca reparaba en eso ya que estaba muy ocupado perdiéndose en el escote de infarto que tenía el maldito vestido.
Sí, definitivamente era su favorito.
—Mocosa, eres la mejor. —Siguió riendo, pasándole una mano por el cabello de manera juguetona— Ajá, Mar, ya la escuchaste.
—Está bien, puedo hacer eso. —Aceptó Mar, entre dientes, al parecer no le fascinaba la idea, pero podía ser peor— ¿Algo más?
—Umm… ¡Sí! ¡Tienes que dejarnos desayunar chocolate por una semana!
—Siempre los dejo hacer eso.
—Cierto, pero no puedes permitir que la tía Lily nos diga nada. —Añadió Ophelia, frunciendo el entrecejo— Siempre nos regaña.
—Eso parece más algo para ti que para él, pero de acuerdo. —Volvió a acceder su madre, relajándose un poco— Otra cosa y ya, no se emocionen.
—Yo quiero proponer algo. —Intervino Sirius, finalmente, amando la idea que había tenido— Como sabes, pequeña, mami hizo algo que está muy mal, eso vamos a tener que hablarlo y necesitaremos que te quedes con los tíos. —Se volteó hacia Mar y le sonrió, las dobles intenciones escondidas tras inocencia pura— Porque tenemos mucho que hablar y eso nos va a llevar toda la noche.
— ¿Van a pelear? —Preguntó la niña, preocupada por una respuesta positiva.
—Nah, te aseguro que no. —Sirius lo desestimó con una mano, y lo hizo con tanta seguridad que ella no lo puso en duda— Solo hablaremos, largo y tendido, toda la noche…
—Ya entendí, Sirius. —Lo calló Mar, obligándolo a callar con la mirada— Está bien, en la noche… Hablamos.
— ¿Pero que tanto tienen que hablar que no puedo dormir en casa?
—Es que a tu mamá le gusta hablar muchísimo…
—Son cosas de adultos que no entiendes, Ophi. —Se metió Mar, frenando cualquier desubicada explicación que él fuera a darle— Y ya, listo, ya accedí a todas sus tonterías, ¿estoy perdonada?
—Perdonada estás, Mar. —Sirius volvió a suspirar de manera teatral— Pero el daño sigue ahí…
—Cállate la boca ya. —Espetó ella, encontrando la forma perfecta de hacerlo por si misma, acercándose a él y dándole un beso rápido en los labios— Feliz cumpleaños, imbécil.
— ¡Mami! ¡Debes un galeón en el tarro de las malas palabras!
—Debo varios de hecho. —Murmuró Mar, volviéndose a enderezar para sonreírles— Así que puedo ir a saldar mi deuda mientras comemos pastel, ¿les parece? Igual Lily, traerá otro después.
— ¿Voy a tener dos pasteles? Ojala y te olvides más seguido de mi cumpleaños…
—Aún puedo de cancelar cualquiera de los dos…
— ¡No lo hagas! ¡Iremos de inmediato! —Le aseguró Ophelia, poniéndose de pie de manera apresurada— ¡Yo quiero comer pastel! ¡Y después papi prometió que iríamos a la piscina! ¿Irás con nosotros, mami?
—Seguro, cielo. —Le sonrió con ternura, ella tampoco podía negarse a nada de esa niña.
— ¡Genial! ¡Este será el mejor cumpleaños de papi! —Empezó a correr hacia la puerta, sin siquiera darles tiempo de caminar— ¡Esperen en la cocina, iré por mi bañador!
—Ya se fue, así que deja de actuar como si te hubiera echado de la casa. —Le pidió Mar a Sirius una vez estuvieron solos.
—Bueno, así al menos habrías reparado en mi existencia.
—Ya me disculpé, no me hagas hacerlo de nuevo. —Le suplicó ella, estremeciéndose ante la idea de decirlo dos veces en un solo día— Y voy a acceder a todas sus tonterías, así que basta.
—No son tonterías, son las cláusulas que tienes que pagar por haber olvidado del evento más grande del año. —Sonrió con sugerencia y dio un paso hacia delante para quedar más cerca de ella— Además que nuestra conversación de la noche no puede considerarse una tontería.
—Te lo estás tomando muy en serio. —La conocía demasiado bien como para saber que la idea la calentaba tanto como a él.
—Pero por supuesto que sí. —La tomó por la cintura y la pegó a su cuerpo, respirando en su cuello antes de mordisquear ligeramente el lóbulo de su oreja, provocándole un escalofrío— Se te olvidó mi cumpleaños, pero créeme que eso no se te va a olvidar.
¡Hola, mis amores!
Los saludo desde esta historia totalmente nueva, pero que al igual que varias que ya he compartido con ustedes está relacionado con el universo de Life Unexpected.
Se que no les avisé sobre esto y es porque fue totalmente inesperado. La primer razón para escribirlo fue, obviamente, el cumpleaños canon de Sirius que fue el día de ayer, tres de noviembre, y no quería dejarlo pasar sin darle un poquito de protagonismo (ya sabemos como le gusta), es como mi forma de regalarle algo, porque lo amo y así de ñoña soy.
Otra razón fue que, como es bien sabido, aún no he podido subir el último capítulo de LU y ya casi se cumplen las dos semanas. Lamento mucho tenerlos en tanta espera, pero no he tenido nada de tiempo y no quiero escribir cualquier cochinada porque ya es el final y debo darle la importancia que merece. Ya lo tengo empezado, y si todo sale bien debería llegar el martes, pero no quería dejarlos sin nada hasta entonces así que les traje esta viñeta para que no me extrañen tanto.
Como vieron, aún faltan unos años para que la historia llegue a este punto así que en el algún momento puede que cosas que escribí aquí cambien, pero hasta entonces, esto es un vistazo de cómo será el futuro para esta familia desastrosa que tiene una porción demasiado grande de mi corazón.
Por último quiero agradecer a mis niñas, Ceci, Naza, Luna y a mi beta prestada, Vero, por aguantar todo mi fangirleo por estos tres y por haberme inspirado a escribir esto que acaban de leer. Las amo, bellezas(L)
Y gracias a ustedes, como siempre, por pasarse por aquí y leer otra de las locuras que se le ocurren a mi cabeza. Ojala les haya gustado este regalito, amaría leer sus opiniones así que si pueden por fa déjenme un review diciéndome que les pareció.
Prometo que pronto tendrán el último capítulo de LU, ya los he hecho esperar demasiado. ¡Los amo muchísimo! Gracias por todo, les mando un beso enorme y nos seguimos leyendo(L)
