Este es el primer Zelink que publico de Breath of the Wild, en verdad espero que sea de su agrado.

Pero como es un juego reciente, quiero aclarar que todos los sucesos se sitúan después del "fin", por tanto los spoiler no son tan evidentes XD, osea... no agregue recuerdos, ni alguna parte de la trama en especial, ni nada XD, sólo nombre en alguna parte a algunos personajes, algunos hechos que creo todos deben estar por enterados sin haber jugado XD y bueno :S eso.

Advertencia: Me veo en la obligación de advertir que este fic puede contener "spoiler", para aquellos que no deseen spoilearse no lo lean XD, después no acepto quejas al respecto XP

Sin más los dejo con el fic.

.-.-.-. ¿No lo recuerdas? .-.-.-.

Un mundo basto y maravilloso los rodeaba, después de la larga guerra aún había mucho por hacer, reconstruir Hyrule sólo era una de aquellas cosas, pero... necesitaban ayuda, y fue así como comenzaron aquella nueva travesía.

– Este lugar es maravilloso –le comentó al mismo tiempo que bajaba de su corcel, se habían adentrado en un paraje con pequeñas zonas boscosas, al frente podía observar una colina y más adelante el brillo inigualable de un sol menguante, el mismo que dejaba dibujar pequeños haces de luz entre las copas de los árboles trazando sombras en el césped, cubierto de pequeñas flores de colores, aún era de día pero pronto anochecería, debían buscar refugio– el mundo ha cambiado un poco durante estos cien años ¿no?

No respondió, sólo se coartó a seguirla con la mirada como embobado, aún no podía creer que estaban ahí, los dos solos nuevamente después de tanto tiempo. Había seguido su voz por meses y ahora... ahora seguía haciéndolo por irónico que pareciera.

– Tan elocuente como siempre –agregó la chica soltando a reír divertida, había notado que el héroe la miraba fijamente. Pero volteándose de nuevo avanzó un poco más, lenta y pausadamente. Admiraba con ahincó aquel maravilloso lugar.

Link se sonrojó, no sabía porque, pero le costaba actuar con naturalidad estando frente a ella, era una chica especial, siempre lo había sido. La admirada por su perseverancia, por no dejarse vencer, por seguir luchando aún en contra de las circunstancias.

Pero dejando de lado todos esos pensamientos volvió a concentrarse en el paisaje que los rodeaba. En verdad el terreno se ponía algo escarpado, entre el verdor del suelo se erguían firmes rocas, algunas formando montículos elevando el terreno por zonas y haciendo que algunos árboles se irguieran con una majestuosidad especial.

No sabía si era ese tranquilo espacio o el bonito atardecer que adornaba de colores rojizos el cielo o quizás... quizás la gracia que tenía ella al caminar, pero... no podía dejar de mirarla, por más que se esforzara en observar algún otro lugar sus ojos volvían a caer sobre ella, sólo sobre ella.

– Lo siento –dijo al fin, bajando de Epona, en verdad era muy extraño estar con la Princesa, en el pasado habían pasado mucho tiempo juntos, tanto que sin saber como había logrado alcanzar su corazón, algo que evidentemente lo había visto como algo impensado.

– No te preocupes Link –sonrió retrocediendo su propio avance para pararse justo delante de él, sonriéndole tiernamente. Sabía perfectamente que el joven respetaba su espacio, siempre lo había hecho, pero ahora... ahora muy en el fondo deseo que no lo hiciera.

Era cierto que al principio su relación no había sido de lo mejor, ella quiso alejarlo a toda costa, pero el destino se había empeñado en juntar sus vidas, como una ruleta se encontraban una y otra vez.

Aunque en el fondo sabía que no era su culpa, que él, al igual que ella no había buscado ese destino, había nacido bajo el halo de una familia de guerreros y como tal estaba destinado a convertirse en caballero, el mejor... siempre había sido el mejor. El destacado... el increíble... el insuperable.

Y ella...

Ella era sólo la Princesa.

La inútil que no había conseguido despertar su poder por medio de sus plegarias, quizás no rogaba lo suficiente, quizás sus rezos no llegaban a oídos de las Diosas o quizás... quizás simplemente algo había salido mal y no había heredado ese poder sagrado con el que se supone debía haber nacido. Creció con ese pesar, con una responsabilidad que sabía debía cumplir pero no podía, y no había podido, después de todo Hyrule, su Reino, su padre, los campeones, todos habían caído por su culpa.

Era frustrante, pero en aquel entonces y sin querer había terminado culpando a Link de aquello, de eso que sólo ella era responsable. Verlo todos los días le recordaban aquello que ella no tenía, él había nacido con el talento para convertirse en un gran guerrero y ella sólo podía observar.

Sin darse cuenta había perdido el hilo de la conversación que habían mantenido, ya eran semanas la que los separaba de ese día donde al fin habían conseguido derrotar a la bestia, pero a pesar de eso su corazón guardaba mucho dolor, mucha culpa. Había querido ocultarle aquello a su compañero, no quería que el volviera a preocuparse por sus errores, pero no podía, por más que tratara de alejar aquel pasado este insistía en regresar, no habían bastado los cien años de lucha interminable para aplacar su culpa... su dolor.

Y él lo notó. La conocía más de lo que había imaginado.

– Mi Princesa, por favor –con un descaró sin igual tomó una de las manos de la chica llamando su atención. No quería verla sufrir, no soportaría verla llorar nuevamente.

Podía entender la culpa que asediaba el alma de la joven, él compartía esa oscuridad.

– Muchos sacrificaron su vida –ya no podía seguir evitando el tema, sus ojos se habían llenado de lágrimas que no quería dejar escapar– Urbosa, Mipha, Revali y Daruk... todos sacrificaron su vida por mis errores, inclusive tú estuviste al borde de la muerte... yo... yo les fallé a todos.

– Eso no es cierto –la contradijo aprisionando la mano de ella entre las suyas– yo también fallé, caí en medio de la calamidad. Luchaste por cien años completamente sola, en verdad lo lamento... lamento no haber estado ahí.

– ¿Tú crees que decepcione a los campeones?

– Claro que no, ellos... ellos lucharon hasta entregar su último aliento, lo hicieron por Hyrule, por ti –le habían encomendado la vida de la Princesa, todos la querían, inclusive si él hubiera muerto en aquel entonces sabía que su espíritu hubiera vuelto por ella, no habría podido partir.

Había apoyado una de sus manos en el rostro de la muchacha, sólo se estaba dejando llevar, no estaba pensando nada de lo que su cuerpo estaba haciendo, pero aún notando aquello no se detuvo.

– Link –pudo sentir como sus lágrimas, silenciosas, caían lentamente por sus mejillas y también podía sentir como su cuerpo se estremecía al sentir el cálido contacto de la palma de él sobre su rostro.

– Quiero disculparme –en verdad quería hacerlo, en verdad había querido pedirle perdón no sólo a ella, sino a todos su compañeros que habían caído valerosamente en el campo de batalla – quiero disculparme por no haber tenido el poder suficiente.

– Yo también –le dijo respirando profundamente, cerrando sus párpados sólo para sentir ese contacto, esa suave caricia que bajaba de su mejilla a su cuello, haciendo un recorrido lento y tortuoso.

Por alguna extraña razón sentía que ese enorme peso que había estado cargando se aminoraba, aquel dolor que compartían era una de las muchas cosas que ahora los unía.

La observaba embelesado por aquella belleza que ella desprendía aún con su pesar, quería llenar aquel vació que había en su corazón, quería traer de vuelta aquella bonita sonrisa. Y entonces en medio de ese pensamiento acortó aquella distancia que los separaba, sentía que los labios de ella le hacían una silenciosa invitación y sin más junto los suyos con los de ella en un contacto suave y tímido, sus manos temblaron presas de un repentino nerviosismo, pero ella lo calmó al juntar un poco más su cuerpo al suyo.

No podía creer lo que acababa de suceder, un mar de emociones nublaron su razón en el momento en que Link había tomado las riendas de esa situación, pero ese cálido contacto entre sus labios tan sólo duro unos instantes y a pesar de que ella lo correspondió, él no pareció entender el mensaje.

– Perdón –agregó enseguida separándose rápidamente de la muchacha, sintiendo sus mejillas arder y su corazón latir con fuerza. Acababa de hacer algo que no debía.

Ella se limpió el rastro de sus lágrimas y volvió a sonreír, quizás aún podía hacer algo para romper el hielo.

– ¿Estás avergonzado? –Le preguntó acariciando sus propios labios con la yema de sus dedos, aún sin creer aquello que acaba de ocurrir.

En el fondo estaba feliz, se sentía dichosa de saber que ese sentimiento que había despertado en ella en medio de la oscuridad que asecho a Hyrule ahora era correspondido, aquel simple y sublime acto que él había osado concebir había dado sus frutos y ahora ella... ella estaba presa por una sensación nueva y desconocida.

– Este... bueno –aquella era una pregunta indudablemente incómoda.

Aquel dolor que había estado rondando sus pensamientos, y asechando cada uno de sus sueños se estaba desvaneciendo lentamente, nunca había creído que aquello fuera posible, no después de cien años de remordimientos y lucha.

– Oh vamos... ¡No tienes porque ponerte así! –Tampoco supo porque hacia eso, pero de pronto su curiosidad se sobrepuso a su razón, además aún debía tener en cuenta que... estaban solos– Hemos hecho esto antes ¿No lo recuerdas?

Él la observó perplejo, no podía creer lo que la Princesa le estaba diciendo, en verdad ¿Habían hecho "algo" así y el aún no recordaba? Había creído que a esas alturas ya no habían más recuerdos, aunque quizás vivió muchas más cosas de las que aún no podía acordarse, pero ¿en verdad había pasado algo como "eso"? ¡¿No podía ser posible, o si?!

– ¡¿Qué?! –Se sonrojó tanto que hasta sus orejas le ardían. Incómodo con la situación desvió la mirada tratando de evitar la de ella y de paso retrocedió un poco guardando algo de distancia– ¿Cómo era que no recordaba algo como eso?

La chica lo observó divertida, su reacción se le hacía de lo más adorable. Link era un joven especial, siempre lo había admirado, eso tenía que admitirlo, pero esa misma admiración que había sentido en algún momento se había transformado en algo más, en un sentimiento mucho más fuerte, algo que ahora no podía seguir ocultando.

– ¿En verdad olvidaste lo nuestro? –Insistió fingiendo un poco de pesar, arqueando ligeramente sus cejas observándolo fijamente al tiempo que hacia un pequeño "puchero".

– No... yo... –¡Por las Diosas! ¡¿Qué iba a decirle ahora?! Quizás sólo debía admitir que en verdad no lo recordaba, ser sincero al menos una vez podía ser su mejor respuesta– lo lamento –se disculpó bajando su mirada hasta el suelo, ahora el pasto había adquirido otro color, probablemente pronto anochecería– en verdad... no recuerdo algo como eso.

Y entonces paso lo impensado, la chica que hasta el momento había mantenido una implacable prudencia soltó a reír de buena gana, inclinándose hacia adelante abrazando su vientre y Link quien ahora había vuelto a clavar su mirada en ella, parecía más confundido que antes.

– ¿En verdad... en verdad... te creíste... algo como... eso? –Casi no podía hablar porque aún se estaba riendo, ver al chico en aprietos había sido todo un deleite, siempre había deseado ponerlo en apuros, él había estado presente en muchas situaciones vergonzosas en su vida y ahora... ahora esto simplemente era una devuelta de mano.

– ¡Cielos, no juegues con algo como eso! –Se quejó molestó, dándole la espalda, más rojo aún de lo que ya estaba, si es que eso podía ser posible. En verdad se había creído aquello, ¿y cómo no? Si más que mal, estuvo gran parte del tiempo antes de enfrentar a Ganon recuperando recuerdos– No le veo el chiste.

– Lo siento... en verdad –pero aún se reía, no podía dejar de hacerlo, la cara que él había puesto cuando ella le había "confesado" que ya se habían besado antes había sido... notable. Le hubiera encantado usar su tableta Sheikah y sacar una foto o grabar un pequeño video en ese preciso instante, pero lamentablemente ahora Link cargaba momentáneamente con ella.

Pero el Hylian volvió a enmudecer.

Ella suspiró aún divertida, y respirando con más normalidad se acercó sigilosamente al joven, quien aún le daba la espalda.

– ¿Estas molesto? –Le preguntó curiosa, sin saber si había ido demasiado lejos con esa broma. Ahora estaba mucho más cerca, había levantado una de sus manos para acercarla al hombro del joven, queriendo llamar su atención, pero antes de tocar al chico se había detenido, avergonzada. Y sujetando su propia mano con la otra, la alejó, como obligándose mentalmente a hacerlo.

Pero nuevamente sólo silencio fue la respuesta del rubio.

– Bueno... si quieres me hablas, después de todo... –cruzó sus brazos sobre su pecho y se volteó, tampoco era que pensara rogarle– tarde o temprano te verás obligado a hablarme, después de todo no hay nadie en millas a la redonda –había sacado sus conclusiones apresuradamente, definitivamente ella no era una mujer de un carácter fácil de domar.

Link sonrió al escuchar ese conocido "tonito" en sus palabras, la había oído más de una vez reclamarle de aquella forma, pero a él no podía más que parecerle tierno ese vano intento de ella por hacerse la "indiferente". Y sin que la sacerdotisa lo notara se había girado y con un rápido y certero movimiento la atrapó entre sus brazos, iniciando un juego infantil, algo que sentía que ahora que habían "roto" el hielo, podía atreverse a hacer.

– ¡¿Qué haces?! –Le alegó alarmada al verse atrapada por los brazos del joven, quien inmediatamente había apoyado su mentón en el hombro de ella– ¡Link para... me haces cosquillas! –Se quejó tratando de quitárselo de encima.

– Me gusta como hueles –Le confesó de pronto, hundiendo su rostro en el cuello de la muchacha. ¿Qué demonios estaba haciendo? ¿Por qué de pronto se comportaba de esa manera? Pero no podía detenerse, algo en él le impedía hacerlo.

La chica se sonrojó notoriamente al escuchar sus palabras, su corazón dio un brinco fuerte y rápido y pronto el nerviosismo se apoderó totalmente de ella recordando el hecho de que de verdad estaban solos.

Completamente solos.

– Lo siento –se disculpó sintiendo como la cálida respiración del joven chocaba contra la piel desnuda de su cuello, haciéndola estremecer– era una broma.

– Lo sé –le dijo depositando un dulce beso sobre la sonrojada mejilla de la muchacha. En verdad ella no se imaginaba todo lo que sentía en ese momento, pero quería que ella compartiera este sentimiento con él, anhelaba que su corazón llegara a tocar el suyo.– Pero debo admitir que me hubiera gustado que fuera cierto.

– ¡No seas mentiroso! –Alegó ella tratando de salir ilesa de esa situación, quería buscar la manera de escapar de aquel descontrol hormonal que sabía se estaba apoderando del cuerpo de ambos.

– ¡Oye lo digo en serio! –Le contradijo entrando en el juego de ella, era evidente que se estaba tratando de escapar, pero no le estaba dando resultado y para demostrarlo la abrazó con más fuerza, sintiendo como ella recargaba su cabeza en su torso, sin oponer mucha resistencia. Y entonces, sonrió.

Las primeras estrellas comenzaban a adornar el cielo, mientras los colores cambiaban como en un lienzo bañado por acuarelas, mezclándose unos con otros en una lucha de poder, una que por la hora del día estaba siendo ganada por tonos azulados y grisáceos, dándole una lenta bienvenida a la noche.

Ella suspiró, sintiéndose plenamente reconfortada por los brazos de él, no quería que se alejara, no de nuevo, no mientras el ímpetu del tiempo hacia que la noche fuera acompañada por una fresca brisa.

– Demuéstralo –lo desafió, sabiendo que aquello daba pie para algo que ella había querido evitar, quizás no estaban listos, quizás no era el mejor lugar o quizás... quizás simplemente no existía un lugar ni una hora adecuada para demostrar lo que esa tarde se había hecho una realidad.

– ¿Lo dices en serio? –Se había separado un poco para voltearla, para enfrentar cara a cara su mirada, algo en él no podía creer lo que acaba de escuchar.

– Muy en serio –Respondió clavando su clara mirada en los sinceros ojos del guerrero, aquellos bonitos orbes que habían terminado de una forma extraña e inesperada, enamorándola.

La observó y ante la suplica que parecía ver en su mirada, sonrió. Poco después apoyó sus manos sobre las mejillas sonrosadas de la Princesa y lentamente acercó su rostro, sintiendo como su corazón volvía a latir con fuerza, ahora sabía perfectamente lo que estaba haciendo y a pesar de ello... a pesar de ello no quería detenerse.

Sus cálidas respiraciones se mezclaron ante aquella repentina cercanía, ella entrecerró sus párpados suspirando suavemente y él aún admirando aquellos bonitos y tentadores labios entreabiertos mordió los suyos, deseaba besarla, deseaba sentir nuevamente ese suave contacto entre sus bocas.

Y sin más reparos la beso.

Esta vez abrió ligeramente sus labios para poder acoplarlos de mejor manera a los de ella, y con suavidad comenzó a besarla lenta y pausadamente, sintiendo como un cosquilleo comenzaba a recorrer su espalda, una sensación increíble y maravillosa lo embargo y sin poder evitarlo suspiró aún sin dejar de besarla. Ella correspondió aquella caricia con dulzura, pasando sus dedos entre el desordenado cabello del guerrero, buscando un lugar para jalarlo suavemente y acercarlo más a ella, si eso era posible.

Pero aquel encanto no podía durar para siempre y después de esos minutos que parecieron una eternidad sus ojos volvieron a encontrarse, contemplándose en medio de esa magnífica quietud crepuscular. Ella sonrió con indudable ternura y él correspondió ese gesto de forma tímida y conmovedora.

Ahora podían escuchar el eco del bosque, los sonidos que se elevaban como un armónico canto en medio de la insinuante oscuridad.

– ¿Ahora me crees? –Le preguntó bromeando deslizando sus dedos suavemente desde la mejilla de ella hasta sus orejas, admirando cada gesto en el rostro de su doncella.

– No estoy tan segura –Bromeó con un tono coqueto, sin dejar de sonreírle, a pesar de que la oscuridad se cernía sobre ellos de forma implacable, ahora podía ver con claridad, aquella sombra que subyugaba su corazón estaba desapareciendo lentamente.

– Quizás... –sonrió insinuantemente mientras volvía a acercar su rostro al de ella, juntando sus frentes en un acto reticente y quizás algo travieso.

– Quizás deba ayudarte a recordar –bromeó ella volviendo a atrapar los labios del joven en un renovado beso, ahora más ansioso, tan inexperto como los otros, pero con un tinte nuevo y afanoso.

Aquel juego infantil se estaba tornando en algo más, pero sus bocas acallaban aquella anhelante suplica que ahora enardecía sus cuerpos en un asfixiante deseo.

Pero la noche era joven y ahora el par de enamorados estaba descubriendo en medio de esa quieta soledad aquel recóndito sentimiento que habían escondido por tanto tiempo.

Hace mucho creyeron que esto era sólo una ilusión, algo que perdería su sendero con el paso de los años, tranquila y lentamente caería en el olvido, al igual que sus dañados corazones. Ninguno pensó que aquellos años agónicos en soledad habían sembrado más que simples recuerdos, pero...

Quizás...

Quizás ya no hacía falta recordar.

¿Fin?

XD ok ok XD se que lo corte en la mejor parte 9-9 se estaba recién poniendo bueno jajajaja XD, pero otra pequeña parte de mi pensó "¿qué edad tengo?" "¿Qué edad tienen los lectores que frecuentan este fandom?" y entonces pensé que mi loca mente pervertida no podía dejar que más pequeñas e inocentes mentes cayeran ante el poder del lado oscuro de la fuerza XD, nah mentira XD, la verdad es que... escribí otro fic parecido a este con una escena subida de tono y pensé que sería mucho subir dos lemon a penas volviendo. Así que dejaré la "segunda parte de este" XD para una nueva ocasión, quizás lo suba aquí mismo como una continuación o quizás como otro fic, no se :S porque aún no se me ocurre un buen título, en verdad soy un desastre para ponerle "nombre" a los fics XD así que no se esperen algo muy motivador jajaja.

Les deseo un feliz fin de semana a todos los que lean esta historia y a los que no... pues también XD, hoy estoy generosa.

¡Saludos!

Zilia-K