Colocó un gesto de molestia, no necesitaba seguir escuchando lo que venía, sin embargo, se mantuvo callado tratando de no soltar las ya acostumbradas palabrotas que dejaba salir cuando se cabreaba o pasaba por un momento incomodo, y este era exactamente uno de ellos.
—Entonces… Yuri —prosiguió la muchacha frente a él, con la cual había mantenido una relación de una semana—. Es mejor que dejemos todo hasta acá.
Yuri se mantuvo en silencio mientras jugaba con la pajita de su refresco, no sentía nada en ese instante, lamentablemente ya se había acostumbrado a que sus relaciones fueran cortas y estar con esa chica, la más linda del instituto, no fue ninguna excepción.
—Está bien —respondió a secas— ¿Por qué? —preguntó ya viendo venir la respuesta y pensar en ello le irritaba. Esta vez tenía la leve esperanza de que ella le dijera otra cosa a lo que estaba acostumbrado, no obstante sabía que no debía hacerse grandes expectativas.
—Esto… eh —la chica pareció bastante incomoda. Yuri chasqueó la lengua y le insistió volviendo a preguntarle de forma más brusca, provocando que su contraria se decidiera—. ¡Es porque no puedo salir con alguien que es más lindo que yo! —contestó su ex-novia sulfurando todo su ser.
La esperanza que había albergado se esfumó por completo, ella estaba diciendo lo mismo que las demás, no había ninguna palabra distinta.
—Lo siento, pero no soporto que tú atraigas más miradas que yo; eres alguien muy lindo y al estar contigo sentía que salía con una chica… es molesto, no tienes nada masculino, tu apariencia delicada, tu cabello, tu estatura… pareces toda una mujer —la muchacha se levantó con cara roja de enojo, y tomando sus cosas de forma brusca se fue sin decir más dejando un pesado silencio en la mesa.
Apretó entre sus manos el vaso de vidrio que estaba hasta la mitad con el jugo que había pedido. Sentía que quería explotar, matar a quien se le cruzara y no era por el rompimiento, era por lo que le dijo ella, por la razón que cortó con él ¡Ya estaba cansado de eso! ¡Ya no quería seguir escuchando que parecía una chica! ¡Él era todo un hombre! Y odiaba que todos lo confundieran por su apariencia andrógina. Yuri no tenía la culpa de ser más lindo que muchas mujeres, tampoco lo había pedido. Encontraba todo lo que le pasaba como una maldición, una pésima y horrible maldición.
Soltando un suspiro cansino dejó de apretar el vaso o lo llegaría a romper, giró su cabeza a su izquierda y vio su reflejo en el ancho ventanal de la cafetería donde habían quedado ellos para hablar. No miró el exterior, se vio a él, a su cabello rubio que llegaba casi hasta sus hombros, sus ojos grandes, verdes que de vez en cuando y de forma extraña cambiaban a azules mar; miró su nariz respingada, sus labios rosados muy llamativos, pestañas largas y una expresión filosa que le daba cierto encanto a todo su rostro delgado. Odiaba su imagen, odiaba su reflejo… odiaba todo de él.
Sacando su billetera que encontró en la mochila entre medio de todos sus cuadernos y libros de estudio, Yuri Plisetsky obtuvo dinero para su pedido y para el de ella, el cual su ex no se había preocupado en pagar.
Saliendo de la cafetería se colgó la mochila en su hombro y comenzó a caminar lentamente hasta la estación de tren cercana. Ya se había hecho algo tarde y el sol estaba ocultándose tímidamente en el horizonte, las personas a su alrededor caminaban con apresura pues era hora de que muchos dejaran sus trabajos para volver a casa. Él también debía volver, su abuelo estaría esperándolo con un rico platillo para terminar el maldito día.
Cuando llegó a la estación de tren se paró tras la línea marcada en el suelo que indicaba seguridad. Miró su celular sin mucho interés pero prefería fingir estar ocupado en algo a tener que ver a los desconocidos que lo veían con curiosidad nada disimulada. Siempre en su vida había sido así, desde que él recordaba las personas siempre se le quedaban observando con miradas extrañas. La gente que se le atrevía a acercarse y hablarle siempre lo confundían con una chica y él le respondía de la peor forma ya que le molestaba demasiado eso, si él no le dejaba en claro a los demás que era un hombre, la gente ni se enteraba.
Tratando de despejar su mente de recuerdos fastidiosos. Yuri en el momento que su tren llegaba a la estación y abría las puertas frente a él, se apresuró y ganó un asiento al lado de la ventana. Estaba de mal humor, no quería ver la cara de nadie y no deseaba concederle el asiento a nadie; sólo le apetecía ver el paisaje de invierno para perderse de la realidad. Acomodado y esperando que el tren partiera, Yuri se puso sus audífonos y reprodujo su playlist favorito, era una mezcla de rock, punk, heavy metal entre otras cosas que siempre lograban relajarlo. Sintió que a su lado se sentaba una persona pero no quiso mirarla, no le interesaba. Fijó sus ojos en el exterior dejándose envolver por la música y en ese instante su mente quedó en blanco, sin preocupaciones, se le olvidaron todos sus malos pasares. Era un momento exclusivamente para él.
Pasaron unos minutos, después de eso el tren comenzó a moverse teniendo sus vagones llenos. Yuri soltó un suspiro agradecido de que al fin el transporte se moviera ya que quería estar luego en casa, tenía mucha hambre. En el trascurso del recorrido, Yuri comenzó a mover fantasmalmente sus labios siguiendo la letra de la canción que escuchaba mientras sus ojos veían cada detalle de la ciudad cubierta de nieve, y las luces de la tarde prendiéndose para darle un toque mágico al paisaje.
Acostumbraba a botar un resoplido cuando el tren se paraba en las estaciones por unos minutos ya que retrasaba su llegada, pero como sabía que no había forma de obligar al maquinista a que no se detuviera en otras estaciones hasta llegar a la suya, no le quedaba más remedio que aguantarse, aunque las ganas de ir a regañar al conductor eran muchas.
Cuando el tren se introdujo bajo los túneles Yuri apartó su mirada de la ventana, ya no había motivo para seguir viendo por ella si solamente se encontraría con su desagradable reflejo y el de otras personas. Desbloqueando su móvil entró a las redes sociales a ver qué pasaba por ellas. Sus compañeros de clases compartían imágenes y cosas de su vida, algo sin sentido para él, por ese motivo prefirió salirse de ella y solamente oír su música tratando de inventarse una vida en la que toda fuera perfecto para él.
Le encantaba los cuentos de magia, donde salían caballeros y seres mitológicos que peleaban en una guerra contra la humanidad. Le encantaba imaginarse esos mundos ya que la fantasía era lo suyo. Siempre se veía con una armadura dorada brillante y con una gran espada colgada en su cintura para derrotar a los enemigos sin piedad, en sus pensamientos eternamente tenía un tigre enorme a su lado que le era fiel compañero y a una dama hermosa que lo amaba y lo adoraba pese a todo. Sonrió al imaginarse nuevamente aquello, era inevitable no hacerlo cada día, ya que su abuelo de pequeño le había leído miles de libros de fantasía, por eso nació su gran amor a ese género. De alguna forma sumergirse en su mundo lo aliviaba demasiado. Olvidaba todo lo malo por minutos.
Cuando la persona a su lado le dio un codazo sin querer ya que se paraba para bajarse, Yuri abrió los ojos con el ceño fruncido dispuesto a reclamar por eso, si alguien te pega o empuja por la calle o en un transporte público lo normal era disculparse, pero antes de poder trasmitir su disgusto la persona que estaba recientemente a su lado se disculpó y se fue del asiento para llegar a las puertas.
Aún molesto por la interrupción de ese viejo, Yuri decidió mirar un poco a los demás, pues ya no podría volver tan fácilmente a su fantasía por lo sucedido, estaba nuevamente de mal humor a pesar de haber recibido las disculpas correctas. Matando con su filosa mirada a cada una de las personas que se encontraban en el lugar, sus ojos se quedaron viendo a un muchacho con chaqueta de cuero que se paraba para cederle su lugar a una anciana, pensó que eso era un buen gesto ya que Yuri siempre solía ayudar a la gente de edad.
La señora agradecida se sentó y luego el muchacho se fue hasta uno de los extremos del tren. Yuri no sabía por qué, pero no podía apartar sus ojos de él, era como un hechizo, algo le decía que debía acercarse a ese misterioso sujeto de expresión seria, no perderse nada de él. Dándose cuenta de su estúpida actitud, movió su cabeza para desatontarse ¿Qué rayos le había pasado? No era la primera vez que veía a un tipo con pinta de rudo, de chico cool. Volviendo a acomodarse en su asiento, del cual se había parado un poco para seguir con la vista a ese hombre, Yuri vio la hora en su móvil dándose cuenta que eran cerca de las nueve de la noche, observó por la ventanilla en que estación iba y arrugó su frente al darse cuenta que aún faltaban unas cuantas estaciones para su destino. Trató de serenarse un poco sin moverse de su lugar, pero la curiosidad que le había nacido por aquel tipo misterioso lo obligó a sentarse en el asiento de su lado que aún permanecía vacío, y con sus ojos buscó a su objetivo.
"Ahí" pensó al visualizarlo nuevamente.
El chico de estatura media, aunque considerablemente más alto que él, mantenía una de sus manos en su bolsillo y con la otra se sujetaba de una manilla alzando su brazo. Su tez era cercana al color canela. Su cabellera era de tonalidad negra y poseía un corte de pelo extravagante, si no se equivocaba era el estilo Undercut que ayudaba a marcar más su duro rostro sin expresión. Sus ojos marrones eran comunes, pero por alguna extraña razón creía que eran los ojos más exóticos que había visto en su vida. Sus cejas estaban bien definidas y sus labios, quizás algo pálidos por el frío del día, tenían una buena forma y volumen. Estaba vestido con unos pantalones negros y se abrigaba la parte superior con una chaqueta de cuero del mismo color. Era delgado pero se veía a kilómetros que poseía un cuerpo bien trabajado. Yuri creyó que él era el chico más masculino que había visto en toda su existencia, era como el modelo ideal de lo que a él gustaría llegar a ser.
Era el chico más jodidamente caliente y sexy que habían apreciado sus ojos.
Apreció que el muchacho era mirado por muchos ojos indiscretos aparte de los suyos. Las mujeres a su alrededor se devoraban con la mirada al moreno y con eso la sensación de querer acercarse a él, de poder llegar a obtener aunque sea un poco de su imagen, de su estilo, brotó de su pecho.
Su atención hacia él se vio afectada cuando notó que el muchacho se encaminaba a las puertas del tren cuando este se detenía en una nueva estación. "¿Se va a bajar?", se preguntó comenzando a sentir la adrenalina en su cuerpo, no debía dejar que se marchara sin saber algo de él, sentía que si no hacía nada no lo volvería a ver jamás. Sin saber qué hacía y sin pararse en pensar en nada, Yuri se despegó de su asiento tomando con seguridad todas sus pertenencias y observando con pánico como aquel chico descendía del tren junto a más gente. Yuri se apresuró en llegar a las puertas para alcanzarlo, empujó a medio mundo pero no le importó, debía llegar. Cuando las puertas sonaron avisando que prontamente se cerrarían, apretó su mandíbula y rápidamente recorrió los últimos metros que le faltaban y salió del tren justo cuando las puertas se sellaron tras él. Con el corazón en la garganta ya que había creído que moriría apretujado entre ellas, Yuri tomó un respiro y luego se giró en busca de su objetivo sin perder segundo alguno. Lo visualizo yendo a las escaleras y dejándose llevar por sus instintos corrió en esa dirección.
A cada paso que daba se decía que abortara la misión ya que no había motivo para hablarle, no tenía ninguna excusa, nada que devolverle para iniciar una interacción, pero rápidamente, al ver su espalda ancha y masculina, borró esos pensamientos y siguió moviendo sus piernas.
—¡Hey! ¡Tú, detente! —demandó corriendo precipitadamente llamando la atención de todos, menos de la persona que quería que voltease.
Sin rendirse siguió avanzando hasta llegar cerca de él, y para que no se le escapara, antes de que el moreno pusiera un pie sobre la escalera, Yuri alzó su mano y lo agarró de la chaqueta bruscamente. En el momento en que lo detuvo y en que el moreno volteaba a verlo, las palabras surgieron solas en la boca de Yuri.
—¡Hazme un hombre! —soltó elevando su voz, sonado muy decidido.
Después de unos cortos segundos en los cuales los dos se miraban sin decir nada, Yuri se dio cuenta de sus palabras. Percibió que el mundo se achicaba y que todo se estancaba provocando que sus oídos no permitieran el sonido entrar y que todas las miradas de las personas alrededor cayeran sobre ellos, en especial sobre él. Sus mejillas se colorearon en un rojo intenso hasta llegar a sus orejas, las cuales le ardían y creía que en cualquier momento su cabeza iba a comenzar a estallar. No podía creer lo que hizo, estaba en trance que no podía hacer nada más que regañarse mentalmente y permanecer inmóvil como una estatua.
Los ojos del moreno seguían sobre su persona y la sensación de querer enterrarse bajo la tierra aumentaba. Él poseía una mirada fuerte que provocaba muchos temblores en su cuerpo.
—¿Acaso ya no eres uno? —habló después de agobiantes segundos el extraño y Yuri se estremeció por tan grave y varonil voz. No había una mejor para él.
—Ah… —Al percatarse en lo que pensaba se sonrojó más y frunció su ceño. Debía centrarse y arreglar lo que había ocasionado—. ¡Cla-Claro que soy uno! —soltó víctima de la vergüenza que sentía. Estaba acabado, cada cosa que decía lo hacían sentir más diminuto, más idiota.
El chico que parecía mayor que él, elevó una ceja y después miró para los lados, en eso la gente que se había quedado viendo retomó sus pasos y así quedando ellos un poco más solitarios. Yuri agradeció que las personas que lo escucharon se hubieran marchado.
—¿Entonces?, no comprendo —le dijo el extraño y Yuri evitó su mirada sin saber que hacer o responder.
Pasaron unos largos segundos. La presión en sus mejillas aumentaba como la que sentía en el pecho. Normalmente para acabar con la situación incómoda, Yuri gritaría e insultaría al otro individuo para luego marcharse, pero por algún motivo desconocido no le nacía comenzar a gritarle a él. Ya no recordaba la última vez que se sintió tan indefenso ante alguna persona.
—Disculpa —habló nuevamente el chico misterioso y Yuri descansó sus ojos en él—. Estoy algo atrasado, si no me dirás nada… hm ¿Podrías dejarme ir? —preguntó dirigiendo sus ojos al agarre de su chaqueta. Yuri todavía lo sostenía y al darse cuenta lo liberó de inmediato, poseyendo las mejillas mucho más sulfuradas, sentía que su piel se quemaba.
No se atrevió a verlo nuevamente a los ojos ¿Qué le estaba pasando? Se notaba muy diminuto frente a él.
—Entonces… Si no necesitas nada, creo que me iré —dijo el moreno señalando con su pulgar la escalera próxima.
Yuri no queriendo parecer más idiota de lo que ya parecía, asintió mirando el suelo, aunque por dentro pedía a gritos que no se marchara, debía explicarle la situación para que no siguieran los malos entendidos, sin embargo nada salía de su garganta. Se estaba odiando así mismo por ser tan estúpido. No comprendía que le pasaba.
—Bien… adiós —se despidió el extraño dándose la vuelta y en eso la ansiedad y el miedo de no volverlo a ver nuevamente o de no haber sacado nada con su estupidez apareció en su interior.
No podía dejarlo así como así, debía saber aunque sea algo de él. Era una completa necesidad.
—¡E-espera! —gritó avanzando unos pasos. Cuando el moreno giró con gesto confundido, Yuri dejó de avanzar—. Ehh —dudó un segundo, pero de inmediato se aclaró la garganta y recuperó su confianza natural—. ¿Cuál es tu nombre?
El chico lo quedó observando pensativo, en eso sus mejillas volvieron a encenderse por la vergüenza, pensó que había sido un error el detenerlo y preguntarle cómo se llamaba… después de todo ¿Qué ganaba con eso? No es como si fuera a verlo otra vez, no tenía tanta suerte.
—Otabek —respondió después de unos tortuosos instantes para Yuri, sorprendiéndolo por completo —. Otabek Altin —añadió de manera calmada.
Su corazón dio un vuelco y una sonrisa quiso apoderarse de su rostro al obtener la respuesta. Tratando de disimular su repentina y extraña, completamente extraña felicidad, Yuri asintió fijando nuevamente sus ojos en el suelo. Sentía que moría de felicidad como de cohibimiento.
—Bien… ¡Adiós! —soltó sin poder contenerse más y se dio media vuelta para volver a la estación y esperar el otro tren que lo llevaría a casa.
No supo si el chico lo quedó viéndolo o se fue de inmediato, pero en ese instante se sentía tan extraño que la necesidad de escapar y alejarse para poder sonreír era bastante grande.
Al llegar tras la línea marcada que indicaba seguridad, Yuri dibujó en sus labios una sonrisa. Se sentía muy feliz, su corazón latía rápidamente en su pecho y eso lo encontraba extraño… Sinceramente no sabía de qué sonreía, pero jamás en la vida se había sentido tan dichoso.
—Otabek… Altin —repitió recordando el momento donde el moreno le decía su nombre.
Por alguna razón encontraba que ese nombre le calzaba perfecto a Otabek, cosa extraña ya que ni siquiera sabía que significaba.
Después de esperar unos minutos llegó el tren a la estación, se subió y esta vez no alcanzó ningún asiento, pero poco le importo ya que estaba por las nubes, en su mente repetía una y otra vez el nombre de aquel chico. Creía que no se cansaría nunca de hacerlo.
Se sentía completamente atontado con ese encuentro que ya no estaba enojado o irritado por el día de mierda que había pasado.
Otabek Altin. Tenía la fuerte necesidad de verlo una vez más.
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¡Hola!
Estoy feliz de traer esta historia a esta plataforma. Si son nuevos lectores les diré que este fic está siendo publicado en Wattpad y va más avanzado; sin embargo por aquí subiré los capítulos de forma editada.
Serán lentas las actualizaciones pero seguras.
Un punto por aclarar antes de dejarlos. Es importante.
Este Fic tiene un avance lento hablando de evolución de hechos, ya que quiero centrarme en cada detalle y en los progresos de los personajes. Se tratará de amistad, familia, romance, miedos, etc… Por lo que no esperen que de un día para otro los protagonistas se enamoren y sean felices por siempre, no, aquí todo tomará su tiempo.
(Pasos de tortuga)
Es un intento de comedia romance, sin embargo también tendrá su cuota de angst, que dará sazón a los hechos.
Ya teniendo esto claro les doy la bienvenida y agradezco si has llegado hasta aquí.
Todas sus opiniones serán bien recibidas.
Besitos.
Bye!
