Capítulo beteado por Marta Salazar, Beta FFAD: www facebook com / groups / betasffaddiction

Noche de brujas

El 31 de octubre es el día en que las brujas vienen al mundo humano. ¿Para qué? Inuyasha lo descubre cuando Kagome lo visita en su habitación. POR NINA S/E

Noche de brujas

Sumary: el 31 de octubre es el día en que las brujas vienen al mundo humano ¿para qué? Inuyasha lo descubre cuando Kagome le hace una visita… en su habitación.

ADVERTENCIA: LEMON EXPLÍCITO

30 de octubre: víspera del día de brujas

Las brujas están preparadas, oyendo las últimas instrucciones de sus superiores. Todas las brujas se están preparando para su ritual. Las brujas más jóvenes -las de 15 años- se iniciarían el 31 y se convertirían en brujas como la ley se los decía.

Kagome era una de las que se iniciaría.

Los hombres de su pueblo iban al mundo humano a hacer travesuras y a provocar caos. Las mujeres iban al mundo humano a prolongar la especie.

Las brujas -todas ellas- a sus quince años iban con un humano escogido por sus capacidades para que una de las brujas le hiciera una visita. De esa unión debía nacer una criatura que fuera lo mejor de los humanos mezclado con las capacidades y la magia de las brujas. Los hombres no podían hacer lo mismo con las humanas, ya que la magia y la fuerza se perdían si era el hombre el que se mezclaba con una humana.

El bebé que naciera de esa unión no tenía ninguna relación con sus padres originales, ya que pasaban toda su infancia desarrollando sus habilidades, como si fueran ratones de experimentación. Querían solo a los mejores magos.

Kagome tenía la suerte de ser una de las pocas sangre pura que habían. Sus padres eran unos de los mejores hechiceros y ella era igual, sólo que tenía que iniciarse.

Era extraña toda su cultura, debido a que era muy difícil que entre magos naciera un bebé, ya que por lo general los hombres eran estériles -nadie sabía la razón- y las mujeres eran demasiado fértiles. Ella era uno de esos casos excepcionales y por la misma razón le habían dado un humano que era diferente al resto.

Lo había estado estudiando desde su casa, podía verlo a través de una copa de agua llena de su sangre. Según lo que sabía se llamaba Inuyasha Taisho y tenía su edad. Era muy serio e inteligente. Era fuerte y era muy valiente a la hora de defender lo que quería. Había estudiado el aura que tenía y era fuerte y mezclada con la suya propia sería un maravilloso experimento. Sentía ansias de absorber su fuerza vital, ya que el ritual no solo servía para prolongar su especie… si no que también para obtener más energía.

Una vez que ella se iniciara y quedara embarazada, cada año iría al mundo humano a fortalecer sus poderes y cuando tuviera los veinte tendría que embarazarse otra vez.

Al contrario de las mujeres humanas, a ellas no les dolía dar a luz y no experimentaban lo que las humanas llamaban emoción. Para ellas era algo demasiado importante y común que no sentían nada más.

Lo miró por última vez y se relamió los labios. Ya la habían instruido en lo que tenía que hacer para conseguir que todo saliera bien y que su víctima ayudara, ya que tenía que hacerlo igual por voluntad. Además los sabios habían sido generosos con ella por ser una de las pocas pura sangre… le habían dado un chico virgen y era más fácil hacerlo cooperar si usaba bien las técnicas que había aprendido.

—Bien muchachas —Le dijo su maestra de artes oscuras a todas las chicas que miraban fijamente a la mujer—, es hora de que se pongan a descansar, mañana en la noche deben estar con todas sus energías… recuerden que la prolongación de las brujas depende de ustedes… —Todas las chicas asintieron. Kagome sonrió con malicia. Su elegido el día de hoy sentiría el pinchazo de la elección de una bruja.

— ¡Mierda! —exclamó un chico de cabellos plateados y ojos dorados. Había sentido un agudo dolor en el cuello, como si lo hubieran quemado con un fierro caliente. No sabía lo acertado que estaba con su deducción. Desde la dimensión de los brujos los sabios usaron su magia para marcarlo, así Kagome sabría dónde encontrarlo y este no podría ser ayudado en algún caso de problemas, estaría así como subyugado a su dueña. Se masajeó la zona sin dejar de sentir la quemazón. Fue al baño de su escuela y se miró en el espejo descubriendo una marca roja sangre en la unión de su cuello y hombro. Frunció el ceño y vio que tenía la forma de una luna y una estrella. La miró mejor y pensó que era afeminada en cierto punto—. Diablos… pensarán que me hice un tatuaje —Se dijo al mirar que le quedaba de color negro. Se cubrió con la camisa de su uniforme y se fue del baño.

— ¡Taisho! —Lo llamó una muchacha de cabellos negros ébanos y unos ojos cafés fríos—. ¿Vendrás a la fiesta de mañana por la celebración de Halloween? —Le preguntó. Ella estaba interesada en él. Pero éste jamás le prestaba atención.

—Lo siento, me comprometí a otra cosa —Le dijo con educación pero de manera cortante. No le agradaba esa chica. Ninguna de sus compañeras en realidad, eran tan… poca cosa, no es que se encontrara genial, pero ninguna era lo que él buscaba. Así como las chicas querían a un príncipe azul, él quería a una chica perfecta, pero no la encontraba—. Otro día será…

—Oh bueno… —Le dijo desilusionada—, nos vemos. —No esperó respuesta y se fue.

—Inuyasha —Lo llamó Miroku. Era su mejor amigo. El único la verdad—. Tus padres te están esperando…

—Ok —Le dijo, chocaron sus manos y se despidieron—, hasta el lunes.

—Hasta el lunes campeón —Le dijo burlón y se fue.

31 de octubre: noche de brujas

—Mira hermanito lo que me dieron —Le dijo su hermana Shiori de 6 años mostrando su canastita en forma de calabaza—, muchos dulces…

—Wow —Le dijo—, me darás verdad —Le dijo con una sonrisa encantadora.

— ¡Claro! —Le dijo sonriendo sacando de su canasta muchos dulces—. Maru no vendrá hoy así que comeremos dulces entre los dos- le dijo la niña con una sonrisa traviesa.

— ¡Shiori! —llamó su madre—, no comas dulces tan tarde, te dará dolor de estómago después…

—Bueno mamá —Le dijo la niña decepcionada.

— ¿Pero mañana nos los comemos bueno? —Le ofreció su hermano tocando su cabeza.

—Ok —La niña le dio un beso en la mejilla y se fue a su habitación. Eran ya casi las 11:40 y tenía mucho sueño.

— ¡Inuyasha! Solo un rato más en la televisión y te duermes —Le dijo su madre. Lo besó en la frente y se fue a dormir. Inuyasha se quedó mirando una película de miedo y después se aburrió. Se fue a su habitación y comenzó a desvestirse. Se tocó el cuello cuando la marca le ardió pero la ignoró y se acostó. Solo vestía una playera y unos shorts como pijama ya que no era friolento.

— ¡Ahhhh! —Suspiró mirando al techo—. Cómo me gustaría encontrar a una muchacha bonita solo para mí…

— ¿Están listas? —gritó uno de los brujos en la entrada del portal. Exactamente a las 12:00 pm el portal se abría y estaría abierto hasta las 12:00 pm del día siguiente, o sea 1 de noviembre. Todas las brujas asintieron. Kagome no quitaba de su cara la sonrisa maliciosa. Entre sus compañeras, ella no solo era la mejor, si no una de las más… traviesas por decirlo de forma suave—. 5…4… 3… 2…1… ¡listo! —El portal se abrió y todas las brujas se fueron a buscar "presas". Kagome siguió el llamado de la marca y llegó a una cómoda casa.

—Por fin —dijo Kagome cuando llegó al balcón de la habitación de Inuyasha—. Hoy sabrás lo que es una mujer…

Inuyasha se movía inquieto en la cama. Sentía ardor en el cuello y no lo dejaba dormir a gusto. De repente sintió un peso extra sobre su abdomen y de forma adormilada abrió los ojos encontrándose con unos ojos de color escarlata brillante que lo miraban fijamente. Inuyasha se sonrojó. La miró de la cabeza hasta las piernas que estaban a cada lado de su cadera. ¡Era bellísima! Pensó él al mirarla. Tenía el cabello muy largo hasta los glúteos y de color negro azabache. La piel blanca como la porcelana más fina, los labios carnosos como para pecar. Se fijó en sus pechos y sintió que se le paraba el corazón y algo más. Eran mucho más grandes que los de su madre que ya había tenido tres hijos pero se veían firmes y redondos. Su cintura estrecha, caderas anchas y piernas torneadas y suaves a la vista. Tragó duro sintiendo la potencia de su erección. Esa mujer debía ser un sueño. Era perfecta, demasiado perfecta.

— ¿Te gusta lo que ves? ¿Eh? —Le dijo como afirmación. Bajó lentamente por su abdomen sin dejar de mirarlo a los ojos—. Por esta noche… —Le dijo en tono sensual—, seré toda tuya… —Inuyasha sintió dolor en su miembro ante semejantes palabras. Kagome se sentó en el bulto de sus pantalones y comenzó a mecerse sobre él—. ¿Te gusta? —le preguntó mientras provocaba una fricción en sus cuerpos. Inuyasha apretó las sábanas, asintiendo con los ojos cerrados—. No te escucho… —Le dijo en el mismo tono haciendo círculos con sus caderas.

—Me gusta, me gusta… —dijo levantando sus caderas en una envestida inconsciente—. Quiero… —dijo en un jadeo cuando ella comenzó a besar su cuello—. Verte…

—Si es lo que quieres… —Le dijo con una sonrisa despegándose de su cuello. Soltó las tiras que sostenían su vestido azul casi transparente y se quedó con un sujetador de encaje straple y unas bragas del mismo color muy sexys. Kagome sonrió al ver la mirada hambrienta de su hombre. Sabía que no necesitaría del poder de la marca para subyugarlo, mirándolo y viendo como la veía con hambre se dio cuenta que su cuerpo era más que suficiente—, no solo puedes mirar… —Le dijo de manera burlona. Tomó la mano de él y la puso entre sus senos para que la tocara. Inuyasha se levantó de la cama y sacó su sujetador de forma desesperada. Kagome con una sonrisa tomó la cabeza de Inuyasha y la llevó a sus pechos donde él sin saber lo que hacía comenzó a lamerlos. Kagome no se quedó atrás y llevó sus manos a su pantalón corto donde metió las manos dentro de este para acariciarlo—. Desvístete —Le ordenó de forma sensual. Inuyasha reaccionó en ese momento.

— ¿Quién? —dijo jadeando. Sintió a su miembro palpitar y no pudo evitar mirarla. Todavía tenía las bragas, era lo único que la cubría—. ¿Quién eres? ¿Cómo te llamas? ¿Qué haces aquí? —preguntó precipitadamente preso de los nervios. Nunca había estado con ninguna mujer. ¡Dios solo tenía 15 años! Y ahora que venía una chica desconocida, y ¡que chica! Se calentaba de inmediato.

—Muchas preguntas… —Le dijo cruzándose de piernas de manera provocativa. Comenzó a masajear sus pechos bajo la ardiente y atenta mirada de Inuyasha—. ¿No te bastaría saber que esta noche podemos hacer muchas cosas juntos? —Bajó una de sus manos y apartó su ropa interior metiéndose un dedo en su interior. Inuyasha se levantó de la cama y dio un gemido. ¡Dios! Era tan perfecta y lo ponía tan caliente y duro que quería morir.

— ¿Cómo te llamas? —Le preguntó en un hilo de voz. Kagome soltó un bufido aburrida de sus preguntas. Pero Inuyasha no quería acostarse con alguien en su primera vez sin saber con quién lo haría.

—Soy Kagome y tú eres Inuyasha —Inuyasha la miró sorprendido—. Y basta de charlas tontas… —Se puso de pie y quedó a su altura, era bastante alta—, quiero que tengamos sexo y que sea tan increíble que cuando despiertes solo puedas recordar eso y nada más. —Inuyasha asintió como un idiota y la apresó de la cintura queriendo besarla. Su corazón latía tan rápido. Le gustaba Kagome, era tan osada, tan segura de sí misma y tan despampanantemente hermosa que quería gritar de lo afortunado que se sentía. Kagome esquivó sus besos y fue besando su cuello. Ella mandaba, no un tonto humano inseguro. Apretó sus hombros y lo guio a la cama. Cuando quedaron extendidos ella comenzó a bajar. Inuyasha se sacó la playera de manera rápida. ¡Estaba ardiendo y quería estar dentro de ella ya! Kagome sonrió al sentir la desesperación de su amante, pero ella mandaba y haría las cosas a su modo. Le sacó los pantalones y sus bóxers de una sola vez y sin pensarlo mucho se metió el miembro de él en la boca. Inuyasha soltó un gemido ronco y llevó sus manos a la cabeza de Kagome apretándola contra él. ¡Se sentía tan bien! ¡Ella era genial! Lo mordía con suavidad, lo succionaba, lo lamía como si fuera un helado y lo miraba con sus ojos escarlata ardiendo en deseo. Ella aumentó el ritmo sin perder de vista a su amante, quien cerraba los ojos de vez en cuando, cada vez que las sensaciones se hacían más intensas. Kagome sonrió con malicia al verlo apretar la mandíbula. Lo que hacía solo era para estimularlo, cuando se unieran debía ser algo poderoso y salvaje. Inuyasha comenzó a elevar sus caderas acelerando el ritmo, ella lo permitió apretando la base entre sus manos causando que él gimiera como un loco poseído por el placer. Cuando ella supo que se vendría se apartó de él y comenzó a lamer sus pezones con sensualidad, para que siguiera excitado. Inuyasha no sabía si sentirse frustrado o más caliente. Ella lo hacía sentir tan condenadamente excitado y bien, que no sabía qué decir. Ella se sentó a horcajadas sobre él y llevó una de las manos de Inuyasha a su entrada para que la sintiera. Lo demás sucedió solo. Inuyasha estaba ahora lamiendo su intimidad que le parecía deliciosa, Kagome lo acariciaba por todas partes y se movía contra la boca de él. Cuando sintió que estaba lista lo separó de ella antes de que llegara al clímax.

—Pero… —Se quiso quejar—, quiero verte… —Le dijo mirándola a los ojos sintiendo cómo se acomodaba sobre él.

—Y lo harás —afirmó ella lamiendo con lujuria sus labios, para después hacer lo mismo con sus orejas—. Pero cuando yo lo diga… —Inuyasha se excitó más con su tono de voz. Él siempre acostumbraba a ser el que mandaba, y que otro lo hiciera, mas una mujer hermosa que lo hiciera en esas circunstancias lo calentaba más. Ella tomó el miembro hinchado de él entre sus manos y lo frotó con su centro. Lo quería desesperado por ella, que le suplicara, él era su esclavo por ese día y debía rogar su liberación.

—Kagome —Gimió tratando de entrar, pero ella apretó su miembro con fuerza causándole un placentero dolor—, déjame entrar… —pidió lamiendo sus pechos para que le hiciera caso.

—No escucho —Le dijo maliciosa meciéndose con más fuerza, provocando que su humedad mojara la punta de la hombría de Inuyasha.

—Quiero entrar y hacerte mía —Gimió más fuerte mordiendo los pezones de Kagome quien gimió con gusto por las caricias.

—Primero tócame y dame placer… si te portas bien te dejaré entrar en mí… —Inuyasha asintió desesperado y paseó sus manos por el cuerpo de Kagome. Era suave y condenadamente perfecta. Pensó mientras tocaba sus caderas. Llevó sus manos a su trasero y lo apretó, paseó las manos por ahí mucho rato sintiéndose más al límite.

—Perfecta, perfecta —decía contra sus pechos donde lamía y succionaba a gusto, los mordió y jaló de ellos haciendo que Kagome gimiera con fuerza y se frotara más contra él. Inuyasha no dejaba de tocar su trasero masajeándolo en círculos, apretándolo. Subió las manos y las dejó en sus pechos masajeándolos en círculos, jalando los pezones, mientras su boca besaba todo lo que podía, su cuello, su clavícula, todo—. Quiero entrar… déjame entrar en ti… quiero sentirte… —Kagome volvió a lamer su lóbulo con lujuria y le dijo en su oído.

—Buen chico —Sonrió y lo hizo mirarla a los ojos—. Eres mi esclavo —Le dijo irguiéndose frente a él—. Repítelo…

—Soy tu esclavo… —Le dijo en un gemido mientras ella movía la mano sobre su miembro. Lo dejó entrar un poco para que sintiera lo estrecha y húmeda que estaba y salió—. Soy tu esclavo… —Repitió levantando las caderas.

—Y eres mío… —Sonrió. Era un pobre humano. Los hombres de su especie se dejaban llevar por la lujuria, el deseo, la pasión y también el amor… se rió ante el pensamiento, los humanos eran tan fáciles de manipular—, dilo esclavo… —Exigió dejándolo entrar otro poco. Inuyasha sintió el calor del interior de Kagome y gimió extasiado.

—Soy tuyo Kagome, solo tuyo, tuyo… —Le lamió entremedio de los pechos y volvió a tratar de entrar—. ¡Por favor… quiero entrar en tu interior! —Pidió con la frente perlada en sudor.

—Tus deseos son órdenes… pero —Le advirtió. Inuyasha la miró con los ojos nublados de pasión—, dame placer y disfrútalo… —Lo dejó entrar completamente. Inuyasha sintió como rompía una barrera y se asustó, pero el gemido de placer de Kagome le dijo que no había pasado nada. Él mismo sintió como un gemido se le escapaba al estar atrapado en su interior. Era muy apretada, demasiado, tanto que le dolía y al mismo tiempo le causaba más placer. Ella se movió contra Inuyasha, quien enseguida comenzó a levantar las caderas. La envistió con fuerza, aunque quiso ser delicado, pero ella no lo permitía, lo excitaba tanto, lo lamía, se movía rápidamente contra él, en círculos, brincando casi. Él no podía pensar, solo podía sentir y mirarla. Era hermosa y era de él, solo de él.

—Kagome —Quiso darle vuelta para envestirla a su gusto, pero Kagome con una sonrisa burlona lo tomó de los hombros y lo apresó entre el colchón y su cuerpo—. Pero… Kagome —Quiso reclamar pero un movimiento de ella hizo que su interior se volviera más estrecho y él gimió dando también un grito de placer.

—Yo mando aquí cachorro… —Lamió sus labios y se movió más rápidamente llevándolos a un movimiento frenético. Inuyasha dejó sus manos en sus caderas para que se estrellara con fuerza contra él. Ambos gemían con descontrol. Su entrega era salvaje, ardiente. Inuyasha quería besarla con todas sus fuerzas y quitarle el aire en el camino. Kagome sintió como la energía entre los dos se incrementaba y supo que el ritual estaba casi completo—. La magia fluye entre nuestros cuerpos… tu vida me pertenecerá… la energía que recorre nuestra piel fecundará dentro de mí…—Inuyasha sentía una presión en su vientre y podía sentir cómo su miembro palpitaba y el interior de Kagome igual, apretándolo—. Cada parte de tu cuerpo clama por mí… y la vida se concentrará en el centro de mi ser… la magia más poderosa será para mí… —recitó Kagome el conjuro que le daría poder. Se acercó a los labios de Inuyasha quien la miró con adoración. Ella lo besó en los labios de forma salvaje y pasional. Inuyasha correspondió de la misma forma. Una luz brilló alrededor de ambos y Kagome con su beso absorbió la energía vital de Inuyasha, mientras este ahogaba un gemido ronco al llegar al clímax siendo apretado por el interior de Kagome. Kagome seguía besándolo recitando las mismas palabras en su mente, tenía que quedarse con toda la energía de ese acto y de la energía que Inuyasha sin saberlo sacó y le permitió tomar. Sintieron los últimos espasmos de su clímax antes de caer derrotados en la cama. Kagome lo seguía besando e Inuyasha, aunque se sentía débil y muy cansado, le contestaba igual. Amaba sus labios eran tan suaves y dulces, no se equivocaba esa mujer era perfecta, y además se había entregado a él, su inocencia era de él, le pertenecía y él a ella igual. Dejaron de besarse y la miró a los ojos. Durante el acto había podido apreciar por un momento los ojos escarlata de ella volverse más oscuros, pero ahora su mirada era como un rubí, precioso y brillante. La abrazó pegándola a su pecho y ella se dejó abrazar acariciando su cabeza con un fingido cariño, mientras con su cara oculta en el hombro de él sonreía con burla—. "Pobre ingenuo" —Pensó. Sabía lo que pensaba, como ella robó su energía sabía todo de él, hasta sus pensamientos. Y como él no era mago y no pudo quitar energía de la suya, no podría saber lo que ella pensaba. Era una ventaja de las brujas. Besó su pecho y lo lamió sintiendo cómo él se estremecía. Sonrió. Él no dejaba de pensar en ella, de alagarla y de desearla, pero estaba tan débil que no podía hacer nada—. ¿Solo podrás pensar en mí? ¿Eh? —Le dijo mirando sus ojos dorados.

—Nunca podría olvidarte —Le dijo tranquilamente—. Espero que mis padres no hayan escuchado nada… —dijo recordando los gemidos altos y los gritos.

—No te preocupes… —Sonrió más. Ella había puesto un hechizo y así nadie sabría lo que pasó en esa habitación—, se encargué de eso…

—Gracias Kagome… —Le dijo levantando su mentón y besándola con amor. Kagome abrió los ojos y parpadeó. No lo había visto venir.

—Bien, tengo que irme —Le dijo saliendo de la cama sin importarle su desnudez. Sabía que ahora estaba embarazada y en 5 meses daría a luz, otra ventaja de ser bruja, no solo no sentían dolor, sino que también no duraban mucho sus embarazos—, fue un placer…

— ¿Qué? —le dijo precipitadamente saliendo también de la cama. Se puso los pantalones y la vio con el vestido azul puesto otra vez—. ¿Te vas? —Ella asintió sin mirarlo. Estaba sonriendo. Sabía muy bien que él tenía miedo de no verla más, sonrió más, se había enamorado de ella—. ¡No puedes! ¿Cuándo nos veremos de nuevo? —Le preguntó abrazándola. No quería perderla, había encontrado lo que deseaba y ¿ahora después de todo lo que habían hecho ella se iba de su lado como si nada?

—Cada noche de brujas nos veremos cachorro —Le dijo mirándolo a los ojos.

— ¡No! ¡No quiero verte solo una vez al año! —La apretó contra su cuerpo y besó su cuello con vehemencia—. No te vayas… no me dejes Kagome, por favor. —Kagome suspiró. Se había metido con un posesivo. Sonrió con malicia. ¿Tenía hasta las 12:00 pm del primero de noviembre no? Le haría un favor a este chico por dejarla robar su energía.

—De acuerdo… Inuyasha —Le dijo en el oído con tono sensual. Inuyasha sonrió y la besó. Se fueron a la cama otra vez donde comenzaron otro ritual…

Inuyasha se despertó con los músculos adoloridos, pero muy feliz y satisfecho. Había sido una noche increíble y de solo recordarlo se ponía duro otra vez. Aunque cuando terminaron la tercera vez ya no se pudo ni mover, había quedado demasiado cansado y saciado. Sonrió lleno de felicidad y palpó el otro lado de la cama buscando el cuerpo de Kagome… pero no estaba.

— ¿Kagome? —La llamó. Se levantó de golpe y vio que su ventana estaba abierta de par en par. Debían ser las 11:00 de la mañana. Miró toda la habitación buscando un rastro de ella y solo encontró una cadena de oro con un relicario y una nota escrita en un papel dorado. Decía Inuyasha con letras plateadas. Sintió su corazón acelerarse sabiendo que lo que había vivido fue real y no un sueño como llegó a pensar al no ver rastro de ella. Tomó la nota y lo leyó:

Inuyasha:

Lo que pasó entre nosotros fue increíble…

Pero no voy a estar contigo cuando despiertes…

Lo que vivimos anoche será parte de tus recuerdos eternos…

Recuerdos que no te dejarán nunca en toda tu vida…

La marca en tu cuello dice que me perteneces…

Y eso es algo eterno y sin solución…

Si quieres verme otra vez…

Deja tu ventana abierta cada noche de brujas…

Y me tendrás para ti toda la noche…

Se despide:

Kagome…

Pd: gracias por darme todo… tu energía y tu vida ahora son solo para mí…

Inuyasha sintió cómo su corazón se rompía…

Solo podría verla una vez al año…

—Kagome… —Soltó en un lamento. Sus ojos se empañaron en lágrimas y comenzó a llorar dirigiéndose a la ventana—. ¿Por qué te fuiste? —preguntó mirando hacia todas partes sin dejar de llorar—. Te amo…

En el aire se escuchó la risa traviesa de una bruja de ojos escarlata y cabello azabache, quien desde su mundo contemplaba con una sonrisa a su esclavo sin dejar de reír.

Ahora él le pertenecía para toda la eternidad…