¡Hola, hola! Soy AngelGefallen y este es mi primer fic en este fandom. Me enamoré del Katsudeku y me dije que debía escribir un fic sobre ellos. Pensé que si hacía de Deku y Kacchan soulmates en un omegaverse sería increíble, sobretodo teniendo en cuenta la personalidad de Kacchan. Cabe añadir que me tomé la libertad de añadirle un componente dramático a la historia (relacionado con el omegaverse), que intuiréis al final del capítulo.
¡Y ahora sí espero que disfrutéis de esta locura mía!
Todos los derechos reservados a Kohei Horikoshi.
Los créditos de imagen al artista.
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¿Cómo fue que ocurrió? ¿Acaso era una broma pesada del destino? ¿El mundo le odiaba?
Él era un alfa, un alfa que no merecía a ese desgraciado como alma gemela. ¿Cómo era posible que estuvieran unidos aun con todo el odio y repudio que le causaba esa basura? Nadie era digno de él, y mucho menos Deku. Lo detestaba con todas sus fuerzas, le provocaba náuseas el solo imaginárselo, y ahora… su estúpida naturaleza lo reclamaba como suyo.
Todo dio lugar cuando se encontraban aún en secundaria baja. Debido a que el concepto "alma gemela" o "predestinados" se creía una leyenda urbana nadie estaba mentalmente preparado para eso. Deku no pudo describir con palabras como fue que sucedió. Fue algo tan inesperado, desconocido e intenso que los dejó completamente confundidos. Un fuerte sentimiento de atracción nació en sus corazones, aplacando toda racionalidad y cordura. Les llevó tiempo averiguar el significado de esa incomprensible atracción, pero sus propios instintos les dieron la respuesta.
Habían sido víctimas de los caprichos del destino.
Pero Katsuki iría en contra de todo con tal de no aceptar esa mierda a la que llamaban "destino". No solo renegó de sus instintos, sino que además menospreció a Deku más que nunca: un patético omega sin quirk que se la pasaba soñando con ser un gran héroe. Tan débil que, en vez de lástima, le generaba un odio irracional.
Por supuesto Deku también se percató de ese lazo inexplicable que había nacido entre ellos. Cobarde y temeroso, no hizo nada al respecto. Solamente con verle la cara a Kacchan todas las mañanas en el instituto era suficiente como para no acercarse a él. Si antes su carácter era horrible, ahora era mil veces peor. Ni siquiera toleraba que Deku se le aproximara a más de diez metros de distancia.
Nadie excepto él comprendía ese cambio en su persona. Obviamente ni uno ni otro comentaron ni a sus familiares ni amigos aquel suceso. Era un secreto.
Izuku creía que Kacchan le amenazaría con matarlo si se lo decía a alguien, pero al parecer el chico explosivo no aceptaba por sí mismo ese hecho. Seguramente debía negar que tal lazo o unión existiera entre ellos. Analizador y prudente, Izuku opinaba distinto. Negar esa evidencia solo les causaría problemas en un futuro. La aceptación era el primer paso, pero tratándose de Kacchan las cosas no eran tan sencillas.
Intentar hablar con él era como jugarse la vida e Izuku no reunía el valor necesario para hacerlo. Katsuki desprendía un aura tan amenazadora que lo mantenía alejado constantemente.
Era cierto que, a raíz de todo aquello, Kacchan ya no le humillaba en público, tampoco le insultaba ni le amenazaba por el simple hecho de ser Deku. Prácticamente actuaba como si no estuviera, como si fuera una pared. De ser acosado por su "amigo" de infancia pasó literalmente a no existir. No supo si era una mejora o no, pero de una forma u otra le perjudicaba.
Tres meses después, ambos ingresaron en la prestigiosa academia U.A, donde se formaba a los jóvenes para ser héroes profesionales. Ni qué decir que Katsuki estalló en ira cuando vio a Deku entrar en clase el primer día. ¿Qué diablos pretendía demostrarle al mundo? ¡Era un omega! ¡Un omega sin quirk! ¿Tantas ganas tenía de ser humillado por el resto?
Furioso por compartir el mismo espacio y respirar el mismo aire, le ignoró completamente. Pero solo era cuestión de días; muy pronto lo expulsarían de allí por ser un inútil.
No obstante, Katsuki se llevó una desagradable sorpresa al comprobar que Deku sí tenía un quirk.
Aquello fue la gota que colmó el vaso.
Cegado por la ira, se impulsó hacia él con la intención de hacerle todo el daño posible, pero Aizawa-sensei lo detuvo a tiempo. Deku —como era de esperar—, le miraba con esa expresión, con esa maldita expresión temerosa y afligida. Cómo lo odiaba…
Más tarde, se obligó a serenarse y dejarle las cosas bien claras a Deku. Ese fue su primer contacto desde hacía tres meses, pero solo habló Katsuki y sus palabras no fueron precisamente agradables para el omega.
—¡Maldita seas, Deku! ¡Si veo que te entrometes en mi camino te volaré en pedazos! ¡Yo soy el número uno! ¡Tú siempre has sido un pedazo de basura inútil!
Y dicho eso, se fue con una extraña sensación en el cuerpo.
A partir de ese día el lazo que los unía como alfa y omega empezó a deteriorase. Aquella muestra de rechazo tan cruel fue como una cuchillada para Izuku, quien derramó infinitas lágrimas de dolor esa noche encerrado en su habitación.
Nadie les advirtió del peligro que corrían y de las nefastas consecuencias que le acarrearían a Izuku debido al total rechazo por parte de su alfa. Muy lenta pero inexorablemente ambos sufrirían el resultado de las acciones de Katsuki.
En el transcurro de los días, las semanas y los meses Izuku sentía que algo no iba bien con él. Por más que fortalecía su cuerpo y su quirk, su cuerpo se sentía extremadamente débil. No encontraba una razón que explicara el por qué e incapaz de cambiar eso, poco a poco fue sumiéndose en un estado de deterioro imposible de detener.
Recovery Girl no hallaba una respuesta y temió que cuando lo descubriera, ya fuera demasiado tarde. La salud del joven Midoriya Izuku pendía de una cuerda floja.
Por otro lado, Katsuki también notó que algo estaba fuera de lugar. La fuerza de su quirk había disminuido, día y noche cargaba con una opresión en el pecho que se hacía cada vez más pesada. Algo le consumía por dentro pero no sabía el qué. Ponía todo su empeño en ignorarlo, pero tenía el efecto contrario.
Hasta que finalmente sucedió lo inevitable: Izuku perdió el conocimiento en un entrenamiento. No era extraño verlo en la enfermería de la academia por lo menos tres veces en una semana, pues su quirk tenía ciertas peculiaridades, pero esta vez no solamente fue su quirk el causante.
El haber sobrepasado sus límites físicos junto a su desfallecido estado hizo que su cuerpo y mente no pudieran tolerar por más tiempo esa rutina diaria. Cayendo al suelo como un peso muerto, Ochaco, Iida y Todoroki fueron los primeros en correr a su auxilio. Midnight, quien supervisaba esa práctica, también corrió hacia él.
Los demás compañeros se agruparon y cuchichearon acerca de lo que podría haber pasado.
Katsuki de brazos cruzados, se clavaba las uñas; sin darse cuenta se rasgó y sangró producto de la fuerza con que hundió las uñas en su piel. Quería ir allá a socorrer a Deku, apartar esa escoria que le rodeaba y ser él quien lo cargara en brazos para llevarlo a la enfermería.
Pero una vez más, se resistió. Luchó contra ese ridículo impulso y se quedó ahí de pie, estoico sin pretender que le importara. Oía las voces de sus amigos llamándole desesperados.
—¡Deku! ¡Deku! —gritaba Ochaco.
—¡Resiste, Midoriya! —decía Iida.
—¡Midoriya! —exclamó Todoroki.
Katsuki se dio la vuelta. Esa horrible presión en el pecho reapareció más fuerte que nunca.
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