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.·~ Bajo la lluvia ~·.
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Estaba frustrado. Sí, muy frustrado. Mi hermano se reía de mí y lo sabía, aunque no entendía la gracia. Sora y Mimi sonreían también y me miraban de forma extraña. Me di cuenta de que también miraban a Kari y me volví hacia ella. Tenía el mismo gesto de incomprensión que tenía yo. Cruzamos una mirada y nos encogimos de hombros, los mayores estaban cogiendo la costumbre de reírse de pronto de algún chiste que nosotros nunca pillábamos.
-No pongas esa cara, no es para tanto -dijo Matt.
-Es que no entiendo de qué te ríes de repente pero sospecho que es de mí.
-Tonterías -repuso solamente él.
Suspiré y puse los ojos en blanco. Me volví hacia Kari y volví a ofrecerle el último trozo del pastel que había hecho mi madre. Entonces me di cuenta de que Tai me miraba bastante mal. Fruncí el ceño sin comprender nada, debería gustarle que tratase bien a su hermana, ¿no?
Sora eligió ese momento para señalar emocionada a la televisión por un partido que acababa de empezar. En realidad creo que lo hizo para distraer al mayor de los Yagami. Funcionó muy bien y al instante la atención de todos se dirigió a la televisión. Nos habíamos reunido en mi casa para ver un partido de fútbol que al parecer era muy importante (a mí me gusta más el baloncesto así que no presté mucha atención a la pantalla). No entendía por qué estaba allí Mimi aunque sospechaba la razón. La que me había dejado algo descolocado era Kari porque a ella tampoco le gustaba el fútbol.
-TK, ¿quieres que te enseñe las fotos que hice ayer? -me preguntó mi mejor amiga sacándome de mis pensamientos.
Yo asentí con la cabeza sonriendo. El día anterior habíamos hecho todos los niños elegidos una excursión al campo, para aprovechar antes de que el frío de octubre entrase. Las fotografías eran muy buenas y sonreí algo sonrojado al ver que había varias que me había sacado sin que me diera cuenta.
-Esta es muy bonita -dije sin pensar al ver una de nosotros dos.
Ella asintió con la cabeza con bastante entusiasmo y siguió pasando las fotos. Pero, sin darme cuenta, me quedé observándola de reojo en vez de prestar atención. ¿Por qué no podía dejar de mirarla? El sonido de las llaves en la cerradura me devolvió a la realidad. Al levantar la cabeza vi que mi hermano me sonreía de forma burlona e intercambiaba una mirada cómplice con Mimi. Fruncí el ceño pero mi madre entró en el salón en ese momento y me distraje saludándola.
Cuando acabó el partido todos se fueron a sus casas porque era bastante tarde y al día siguiente teníamos clase. Los mayores se graduaban ese mismo año y pasaban a la Universidad, todos nos empezábamos a preparar mentalmente porque sabíamos que nos veríamos menos. Esa noche antes de dormir no supe por qué pero lo último que vino a mi mente fue la foto en la que salíamos Kari y yo.
A la mañana siguiente me levanté de muy buen humor. Mi madre me preguntó el resultado del partido de fútbol y me sorprendí al darme cuenta de que no me había enterado siquiera, había estado demasiado distraído charlando con Kari.
-¡Buenos días! -me saludaron Yolei y Cody cuando me los encontré en el ascensor.
-Hola -les devolví el saludo sonriendo.
Fuimos charlando hasta que llegué a mi clase y ellos se fueron a las suyas. Saludé a Ken y a Davis, que estaban enfrascados en una conversación sobre el partido de la noche anterior (todo el mundo con lo mismo y yo ni me acordaba de cómo había acabado). Me senté en mi mesa y miré extrañado a la que estaba a mi lado porque no estaba ocupada. ¿Dónde estaba Kari? Ella siempre llegaba antes que yo.
Cuando sonó el timbre quedó claro que mi amiga no iba a aparecer por clase hoy. Me pasé las primeras tres horas enfrascado en mis pensamientos, bastante preocupado. ¿Qué le habría pasado? Era muy responsable y nunca faltaría sin una buena razón.
-TK... -me llamó Ken en un susurro.
Me di cuenta entonces de que el profesor me había preguntado algo. Me disculpé por no haberle escuchado y traté de concentrarme el resto de la clase aunque con pocos resultados. Cuando por fin llegó el descanso fui corriendo hacia la puerta.
-¡Venga! -apremié a Davis y Ken para que fueran más rápido.
Ellos me miraron extrañados por mi comportamiento y me siguieron por los pasillos, caminando con una lentitud que me exasperaba por momentos. ¿Lo hacían aposta o qué? Normalmente me daría igual llegar pronto al patio pero ese día no. Quería encontrar a Tai y preguntarle por mi mejor amiga. Entonces me extrañé un poco por mi actitud. Siempre había sido muy protector con Kari pero aquello parecía un poco exagerado.
-Oye, ¿dónde está Kari? -me preguntó Davis.
-No lo sé, por eso quiero que os deis prisa, para preguntárselo a Tai -contesté un poco de malas maneras.
Me pareció raro que mi amigo no me replicara algo por mi tono, tal vez él también se había preocupado. Aunque me dio la sensación de que me miraba con algo de pena. Qué extraño.
-Vaya, es raro que tú no lo sepas -dijo Ken.
Me encogí de hombros. En realidad era cierto, normalmente Kari me avisaba si iba a faltar. Tal vez era eso lo que me tenía más preocupado. Aunque sonaba un poco a escusa porque ni siquiera se me había ocurrido hasta ese momento, lo único que había pensado era en mi preocupación por desconocer su paradero. Dejé de darle vueltas al asunto y en cuanto llegamos al patio busqué a Tai. Estaba jugando al fútbol y me dio la sensación de que pagaba algún tipo de frustración con el balón por la fuerza con la que lo golpeó.
-¡Tai! -lo llamé.
Él se acercó a mí en cuanto me vio y acertó en lo que le iba a decir. Sin esperar a que le preguntase nada, ni sin saludarme, comenzó a explicármelo.
-Está enferma. Ha pasado muy mala noche, de pronto le subió mucho la fiebre. Supongo que en realidad cuando estábamos en tu casa ya se encontraba mal pero no quería molestar. Ya sabes cómo es.
Me sentí fatal por no haberme dado cuenta y entonces recordé que sus mejillas estaban algo más sonrojadas de lo normal, había creído que tenía calor y ahora estaba claro que le estaba subiendo la fiebre. Recordé con dolorosa claridad cuando se puso enferma en el Digimundo y todo lo que me contó Tai sobre las gripes tan fuertes que siempre había sufrido. No acerté a contestar nada, solo me mordí el labio con impotencia y cuando me quise dar cuenta todos mis amigos estaban pendientes de la conversación. Tai me puso una mano en el hombro con gesto amable.
-Tranquilo, estará bien, se ha tomado la medicina y solo necesita descansar.
-Claro, claro -susurré.
Sí que debía de tener mala cara para que el mayor de los Yagami me hablase de esa forma. Me di cuenta de mis demás amigos me miraban con el mismo gesto que él y fruncí el ceño. Pasamos el resto del descanso hablando de cosas triviales. Davis desapareció un rato y volvió después con una gran sonrisa, supuse que se debía a alguna nueva "amiguita" con la que había pasado el rato. Ken y Yolei estuvieron más acaramelados de lo normal, ahora que nos habían contado que llevaban juntos un mes ya podían mostrar abiertamente su cariño. Por alguna razón sentía una punzada de envidia. Pero no comprendía por qué.
El resto de la mañana lo pasé igual de ensimismado, al final de la clase mi tutor me pidió que me quedase para charlar conmigo. Yo me dividí entre la frustración, porque quería ir a ver a Kari, y el miedo por una reprimenda.
-Takaishi, has estado toda la mañana distraído por lo que me han comentado tus profesores. ¿Ocurre algo malo? ¿Necesitas hablar sobre algo? -me preguntó con amabilidad.
Vaya, ¿tanta mala pinta tenía que todo el mundo me trataba tan bien hoy? Debía de dar mucha pena. ¿Por qué seguía así si sabía que Kari tenía un simple resfriado? Me dije a mí mismo que se debía a que siempre la había protegido y me frustraba no poder hacer nada en este caso, aunque creo que ni yo mismo me lo creí.
-No... -respondí sin mucha convicción-. No pasa nada, es solo que he pasado mala noche.
-Bueno, espero que haya sido algo puntual, siempre has sido un chico muy aplicado -me dijo mi profesor.
Yo le prometí concentrarme más y después salí a paso rápido del colegio. Llegué a casa de los Yagami resoplando por la carrera que me había dado, no sabía en qué momento me había puesto casi a correr pero no tardé nada en llegar. Cuando iba a llamar al timbre abrió la puerta señora Yagami.
-Oh, TK, qué sorpresa. Me alegro de verte.
-Lo mismo digo. ¿Está Kari?
-Claro, pasa al salón, yo voy un momento a comprar unas cosas y en seguida vuelvo -me dijo sonriendo de manera algo enigmática, como disfrutando de una broma privada que me había perdido.
Yo asentí con la cabeza y me apresuré a entrar. Tenía el corazón encogido aunque no sabía la razón. Entonces la vi echada en el sofá, muy despeinada y tapada con una manta. Sonreía por algo que estaba viendo en la televisión y yo sentí un alivio inmenso recorrerme todo el cuerpo. Estaba bien. Suspiré por fin tranquilo y eso alertó a mi mejor amiga.
-¡TK! -me miró horrorizada y se cubrió la cabeza con la manta-. ¡Tengo pelos de loca y estoy en pijama!
Me eché a reír y me acerqué a ella. Forcejeamos un poco pero conseguí quitarle la manta de la cabeza. Sonreí con ganas al encontrarme con esos ojos cobrizos que me miraban con vergüenza.
-Estás tan adorable como siempre, tonta -le susurré sin darme cuenta.
Un rubor llegó a sus mejillas y sentí que las mías se contagiaron al pensar en lo que había dicho. Pero no me paré mucho a reflexionar en ello porque entonces recordé que estaba enferma. Puse mi mano en su frente y la sentí ardiendo.
-¡Kari! ¡Tienes mucha fiebre! -le dije casi como si la regañara.
Fui a la cocina sin escuchar sus protestas y cogí un trapo, lo mojé un poco en agua fría y volví para ponérselo en la frente.
-Gracias -me susurró ella-. De todas formas ya se me ha pasado la fiebre.
-No mientas, estás ardiendo -repliqué-. Por cierto, ayer deberías haberme avisado cuando te empezaste a encontrar mal.
-No era para tanto... Además de que no tenía ganas de irme, ni tampoco quería estropear el plan a mi hermano.
-Te hubiera traído yo a tu casa o, al menos, te hubiera dado alguna medicina.
Kari sonrió por mi preocupación y me acarició la mejilla. Noté que mi piel ardía allí donde era rozada por la suya aunque no entendía la razón. Era una sensación tan agradable... Entonces se escuchó la puerta cerrarse y un sudoroso Tai hizo su aparición, supongo que había estado jugando al fútbol. Pensé que se enfadaría al encontrarnos en esa situación pero me miró casi con agradecimiento.
-Tienes mejor aspecto -le dijo a su hermana sonriendo.
Ella asintió con la cabeza devolviéndole la sonrisa. Poco después llegó su madre y me insistió para que me quedase pero yo tenía que irme, no había avisado a mi madre y estaría preocupada, además de que quería darme una ducha. No obstante, me costó mucho dejar a Kari allí, viéndola tan frágil, tan vulnerable... Pero reuní toda la fuerza de voluntad que tenía y me despedí de ella. Tai me acompañó a la puerta.
-Gracias -me dijo de pronto.
-¿Por qué? -pregunté extrañado.
-Por venir, sé que a ella le ha animado mucho.
Yo sonreí ante esa afirmación sin saber por qué me alegraba tanto que me dijese eso. Entonces volví a recordar que no la iba a ver el resto del día y la congoja me invadió. Me quedé un poco más tranquilo porque sabía que su hermano estaría pendiente de ella.
-Cuida de ella, por favor -pedí mientras me daba la vuelta.
Me pareció ver una extraña sonrisa en el rostro de mi amigo, entre de resignación y de alegría. Cuando llegué a mi casa me esperaba una pequeña reprimenda por no haber avisado de que no iba a volver a casa nada más salir de la escuela.
-... deberías haberme avisado, me tenías preocupada -me recriminó mi madre.
-Lo siento, es que Kari ha faltado hoy a clase. Tai me dijo que estaba enferma y he ido a verla, no me he acordado de avisarte.
El gesto de mi madre se dulcificó muchísimo y me dio unas palmadas en el hombro. Después me preguntó cómo estaba Kari y yo le conté lo que sabía. Me pasé el resto de la tarde haciendo algunos deberes y escribiendo algunas cosas, era la nueva pasión que había descubierto y la verdad es que me encantaba. Poco antes de cenar la inquietud volvió a invadirme y, casi sin darme cuenta, marqué el número de la casa de los Yagami.
-¿Diga? -contestó Tai.
-Hola, soy TK...
No me dejó continuar porque ya sabía lo que yo quería. Escuché que se dirigía al salón y le decía a su hermana que era para ella, aunque no le dijo que era yo.
-¿Sí?
-Hola, solo quería saber cómo estabas.
-¡Oh! Hola, TK -me saludó ella con entusiasmo-. Estoy muy bien, ya te dije este tarde que la fiebre se me había pasado. Seguramente mañana pueda ir a clase.
-No lo hagas, deberías descansar más -repliqué preocupado.
-Eso dice mi hermano, depende de cómo me levante iré o no -dijo Kari en tono conciliador.
No me engañaba, yo sabía que iba a venir a clase porque no se iba a permitir faltar dos días seguidos. Sonreí para mí mismo al darme cuenta de lo bien que la conocía y, sobretodo, por su siguiente comentario.
-Vale, ya sé qué tú no te vas a creer eso así que nos vemos mañana.
-Te conozco demasiado como para que cuele.
-Pues mi hermano ha quedado muy convencido -replicó ella riendo.
-Eso es porque juegas sucio -rebatí-. Le sonríes y le miras tan inocentemente que no puede atreverse a no confiar en ti.
-Entonces, ¿tú no confías en mí? -me siguió Kari el juego.
-Claro que sí, más que en nadie en el mundo, pero eso no significa que no distinga cuando intentas no preocupar a los demás.
Continuamos un rato charlando entre risas y por fin tuve la fuerza de voluntad de colgar el teléfono. Aún continuaba con una sonrisa en los labios cuando miré a mi derecha y sorprendí a mi madre y Matt mirándome. Mi hermano me dedicó una sonrisa burlona, lo que hizo que yo pusiera los ojos en blanco.
-¿Qué haces aquí?
-He venido a cenar con vosotros, ya te lo he avisado hoy pero como estabas en las nubes ni te has enterado -me respondió él provocando una risa de mi madre.
-Perdona, es que estaba preocupado... quiero decir, que estaba ensimismado hoy.
-Ya, ya -me dijo levantando las cejas.
Comenzaba a cansarme su actitud así que cuando pasé a su lado le di un ligero empujón, para que supiera que estaba molesto con él. No supe por qué pero eso solo hizo que se riesen más de mí. Fui a ponerme el pijama aún molesto por la actitud de Matt pero no me duró mucho. Acabé sonriendo yo solo al recordar a Kari completamente despeinada y sonriendo. Me moría de ganas de verla al día siguiente.
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Me he dado cuenta de que me es más sencillo escribir desde el punto de vista de TK que del de Kari, aunque no sé la razón. Esta historia surgió de una pequeña escena que se me ocurrió pero se ha alargado bastante. Creo que serán cinco capítulos a no ser que se me ocurra algo más.
Sin más que añadir, espero que os haya gustado.
