Y después de tanto tiempo vuelvo a aparecer. Siento mucho no haber subido nuevos capítulos de "Sin miedo a nada" pero debo decir que no se como continuar la historia aunque si tengo un final para ella. Mientras tanto aquí mi nueva historia, un tanto diferente a las demás. Espero que os guste, un abrazo.
In the darkness there is always light.
-I-
"El tiempo es una cierta parte de la eternidad." (Cicerón)
-Es la última vez que te lo pregunto, ¿estás segura de esto? –preguntó un preocupado Tai de diecisiete años.
-Completamente – contestó asintiendo su pequeña hermana.
-Entonces solo me queda decirte que te cuides mucho.
La joven sonreía ante todas las personas que se encontraban en frente de ella.
Con catorce años, Hikari Yagami había conseguido una beca para estudiar en una prestigiosa academia de baile en Nueva York. Tras muchos debates sus padres habían decidido que era una gran oportunidad para ella y si su hija quería podía ir.
Tras muchos días de duda, la castaña finalmente aceptó ya que sabía que era una gran oportunidad, a pesar de que su hermano, Taichi, se negase rotundamente.
Y allí estaba en aquel momento, despidiéndose de sus padres, de su hermano y de sus amigos, la mayoría de ellos de la infancia, unidos por el mundo digital.
-Le rogamos a los pasajeros del vuelo 104 que aborden en el correspondiente avión.
Aquella voz suponía el definitivo adiós a aquel lugar. Bueno, Kari lo consideraba un 'hasta pronto' porque estaba completamente segura de que acabaría regresando.
Se despidió una última vez de todos y se dirigió hacia el túnel que comunicaba con el avión sintiendo las miradas de todos en su espalda. Se volvió una vez más y observó a su madre y a su amiga Yoley llorando por su partida. La joven sonrió y movió su mano en símbolo de despedida, se giró y abordó el avión que le llevaría a una nueva vida.
(3 años después)
Estaba atardeciendo en Odaiba y el cielo había tomado un color rosado anaranjado. Una joven observaba el cielo y las calles con una gran sonrisa y alegría.
De repente, el taxi paró y la joven salió del vehículo con sus maletas. Pagó al taxista y se quedó observando el edificio que se alzaba en frente de ella.
-Cuanto tiempo. Esto parece no hacer cambiado en tres años –se dijo así misma.
Continuó andando y subió en ascensor hasta el quinto piso. Todo aquello había cambiado poco, hasta los mismos vecinos seguían residiendo allí. Se acercó hacia la puerta de la residencia Yagami y llamó al timbre.
Unos pasos se escucharon dentro en dirección de la puerta y fue Susumu quien abrió la puerta. Sus ojos se abrieron como respuesta de la sorpresa que se había llevado.
-Hikari… -susurró sin creer que la estaba viendo delante de ella.
-¡Hola mamá! – ambas se abrazaron mostrando una gran alegría y, pronto, su padre fue a ver quien era.
-¡Kari! –la abrazó con un gran entusiasmo -. ¿Por qué no nos has avisado de qué volvías?
-Quería que fuese una sorpresa, y creo que lo he conseguido –afirmó la joven sonriendo -. ¿Y Tai?
-Todavía no ha regresado de la universidad, pero pronto llegará. Venga entra.
Hikari tomó sus maletas y entró en el apartamento.
Fue sometida a millones de preguntas. Hacía meses que no la veían y estaban completamente felices de tenerla con ellos.
-¿Cuánto tiempo te quedarás, hija? –preguntó su padre que se encontraba sentado junto a su pequeña.
-Me quedaré aquí –respondió tomando su refresco.
-¿De verdad? –la señora Yagami comenzó a llorar de alegría. Había echado mucho de menos a su pequeña hija que como podía comprobar había crecido mucho. Lo que más había echado de menos era ayudarle con los típicos problemas de la adolescencia, pero durante sus últimos años, Kari había seguido hacia delante sola.
En ese instante la conversación fue cortada por el sonido de unas llaves en la cerradura que indicaban que Tai había regresado.
-¡Hola mamá! ¡Hola papá! –gritó desde la puerta.
Tras descalzarse entró en el salón encontrándose con toda su familia. TODA. El castaño no sabía si de verdad estaba viendo aquello, pero tras parpadear varias veces se dio cuenta de que era muy real.
Se dirigió hacia su hermana, la cual se había levantado, y la abrazó con gran ímpetu. Sin duda, la había echado mucho de menos, tal vez el que más. Durante aquellos años no había tenido a quien sobreproteger.
-Te he echado de menos, pequeñaja.
-Tampoco es para tanto, me viste hace tres meses.
-Eso es mucho tiempo –dijo mientras sonreía-. Papá y mamá no me avisaron de que vendrías, ¿qué te trae por aquí?
-Ellos tampoco lo saben. He vuelto hermano, me quedo con vosotros.
Una gran sonrisa se plasmó en el rostro del mayor quien volvió a abrazar a su hermana. A pesar de todo, el joven sentía que algo no iba bien. Sabía que la joven estaba feliz de regresar, pero había algo que en la inquietaba.
Tras una cena en familia y montar la cama antigua de Kari, la castaña decidió irse a descansar tras el largo viaje.
Antes de irse a dormir miró por la ventana. Si, Odaiba era muchísimo más tranquila que Nueva York. No atascos, no ruidos continuos, no contaminación.
-¡Bienvenida nuevamente a Odaiba, Hikari! –se dijo mientras echaba un último vistazo a la ciudad antes de irse a dormir.
En otro lugar de la ciudad un joven observaba desde el balcón de su residencia todo el entorno con su mirada azul. La fresca brisa soplaba y el chico dejó escapar un suspiro. Apretó los puños, cerró los ojos, comenzó a recordar y se llamó tonto a sí mismo.
Espero subir capítulos con regularidad, pero no prometo nada. Muchas gracias a aquellos que lean esta historia y dejen su review :)
Cuidense! ^^
