Draco POV. Nada que advertir excepto que esto es SLASH, como el 99% de lo que escribo. Asi que como siempre, si no te gusta, no lo leas.
Disclaimer: personajes son obra de JKR, yo solo juego con ellos por pura diversión.
Es más fácil decir que hacer.
Potter se ríe desde su sitio en la mesa de Gryffindor y no puedes dejar de notar lo adorable que parece. Lo perfecto que sería el mundo si pudierais ser del mismo bando. Pero al igual que él nació siendo bueno, destinado a ganar la guerra contra Voldemort, tú naciste para estar en el bando de los perdedores. Y nada puede hacer para cambiarse. Por mucho que quisieras levantarte de la mesa y ofrecer tus servicios a la Orden, ofrecer tu corazón a Potter… sabes que no serviría de nada.
Tienes miedo, miedo de sentir…y ese miedo se volverá contra ti. Tarde o temprano. Y les traicionaras, y Potter morirá por haberse fijado en ti. Porque eso es lo peor de todo, saberlo. Potter está enamorado de ti, como un auténtico imbécil. Y tú de él, como otro imbécil aún mayor. Pero aunque también estás idiotizado, eres capaz de usar tu raciocinio y de entender que Potter y tú jamás podréis estar juntos. Es tan fácil prometer amor eterno que no lo harás hasta que no sepas que lo puedes cumplir.
Te levantas de la mesa e ignoras a tus amigos. Solo quieres estar solo, cerrar los ojos y que el mundo sea distinto cuando los abras. Pero sabes que no pasara. Y lo sabes porque ya lo has intentado muchas veces, y nunca funciona. Siempre sigues estando aquí.
Una vez estas solo, lloras. Lloras, y te sientes un poco mejor. Porque eso es algo que puedes hacer, algo que no son solo palabras que explotan en tu mente deseando desatarse y conquistar el mundo o conquistar a Potter, conceptos que con el paso del tiempo se han vuelto uno solo.
Pero entonces ocurre. Aparece Potter, el héroe. El experto en hacer antes que decir. Y él te mira, mira tus lágrimas y no se burla de ellas. Se sienta a tu lado y coge tu mano. Aprieta tus dedos y tú, casi por inercia, aprietas los suyos. Y eso es fácil, lo haces y es fácil. Tan fácil que te arriesgas a ponerte de rodillas y colocar tu otra mano detrás de su cuello. El imita tu posición y tú te ves lo suficientemente fuerte como atraerle más hacia ti.
Él quiere soltar tu mano, pero no le dejas. Todo empezó con ese apretón, que mínimo que hacer que dure toda la eternidad. Sus labios están a milímetros de los suyos y él, siempre el héroe, te besa. Es un beso torpe, con mucha saliva y poca lengua, un beso de principiantes. Un beso lleno de futuros brillantes, un beso lleno de hechos y no de palabras.
Os separáis y notas el latido de su corazón junto a tu pecho. Vivís, sentís, hacéis. Sois jóvenes, niños obligados a vivir una guerra que no es suya. Pero mirando los ojos brillantes de Potter sientes que de verdad podrías llegar a hacerlo. Podrías aparcar el miedo para poder ver sus ojos brillar así. Claro que podrías hacerlo. Mientras sea su mano quien sujeta la tuya, podrías llegar a hacer cualquier cosa, porque con él, todo es fácil.
