Muy pocas veces, Rin ha besado a Sesshomaru. Eran pequeños besos que con sus labios depositaba en la sien, en la mejilla o en la frente del demonio, en demostración de agradecimiento, cariño o afecto.
Esos, que Rin lo realizaba con los ojos cerrados para el alivio de Sesshomaru, que sin poder evitarlo cada vez que ella realizaba aquella acción, el demonio sentía como su propio cuerpo ardía para luego sentir como sus mejillas se calentaban con más intensidad. Provocándole, en efecto, un sonrojo.
Uno, dos...
Dos segundos duraba. Lo suficiente para que su protegida no se dé cuenta, ya que el primer segundo era el tiempo en que Rin depositaba sus labios en la piel de su señor y el segundo era el tiempo que la niña los separaba y abría los ojos.
Y ahí estaba.
Sesshomaru con su rostro sereno, sin ningún rastro de que hubo un sonrojo. Como si ese gesto no le afectara en lo más mínimo. Sin embargo lo hacía.
Una humana podía ponerlo ese estado ¿Quién lo diría?
— Gracias.
Expresó, de nuevo Rin, por el hecho de salvarla de caer de un acantilado. El no dijo nada, tampoco esbozo una sonrisa de que estuviera feliz, pero aunque no lo demostraba, le alegraba el hecho de que estuviera bien. Por eso acunó su mano en la mejilla de Rin y dijo las siguientes palabras: "No te haz hecho daño"
Rin sonrió.
— Gracias a usted.
Sesshomaru la miró cálidamente.
...
No obstante había otros momentos que tenían compañía, esos, que se trataban cuando Rin se le ocurría agradecerle, o demostrar su cariño en presencia de su sirviente Jaken. (Ah-Uh no molestaba)
Como ahora.
— ¡Lo quiero mucho!
Espetó Rin, al demonio que le ha dado un lugar al que pertenecer, la ha protegido y salvado incontables de veces. Sesshomaru como viene haciendo, se sonroja, pero para evitar que Jaken se percate, quien, con esa palabra y esa acción tiene al máximo los ojos abiertos. Le tapa los mismos con una mano y lo atrae hacia él.
— ¿Qué? —Preguntó sin entender su sirviente— Esta oscuro —Espetó— ¡No veo! ¡Veo, solo oscuridad!
Jaken forcejea sin comprender lo que está sucediendo. Por uno, dos segundos. Hasta que Sesshomaru lo libera.
— ¿Por qué hizo eso? —Cuestionó Jaken.
Su amo no contesta. "¿Qué hizo?" Nada, pero nadie debía darse cuenta lo que sucedía al ser besado por la niña. Por lo tanto, ningun ser vivo -que hable- podía verlo en ese estado. Nadie debía saberlo, inclusive la propia Rin.
