Dos pares de brazos, se encontraban enroscados en el cuello de Sesshomaru, aferrándose. Eran Jaken y Rin que estuvieron a punto de morir por una caída.
Por suerte, Sesshomaru se dio cuenta y los rescato a tiempo. Estuvieron un rato viajando en el aire, hasta que lo dejo en el suelo. Pero, a pesar de que paso unos minutos, estos no lo soltaban.
— ¡Estaba tan asustada! —Exclamó Rin, con el temor palpable de su voz— ¡Gracias por salvarme, Sesshomaru_sama!
— ¡Pensé que iba a morir! —Lloriqueó Jaken— ¡Me has salvado, estoy agradecido! —Aferrándose con más fuerza, mientras sus lagrimas fluían como cataratas.
— Gracias —De nuevo expreso Rin y estirando sus labios, le dio un beso casto en la mejilla de su salvador.
No obstante, antes de que un sonrojo se instale en las mejillas de Sesshomaru por esa inesperada y desconcertante acción. Otra inesperada y desconcertante, y también asquerosa acción. Se realiza en la otra mejilla del demonio, esta vez, hecho por Jaken, quien estiro sus labios y se atrevió a besarlo.
Algo, que únicamente realizo porque Rin lo había hecho. ¡Grave error! Rin puede besar a Sesshomaru en la sien, en la mejilla, en la frente o a donde quiera. Jaken no puede besarlo ¡Nunca! ¡En ningún lugar! Eso ya debía saberlo, debía suponerlo.
No saberlo, no imaginarlo, no suponerlo. Le provocó que sin previo aviso, Sesshomaru se levante bruscamente y busque con la mirada a ser que se atrevió a realizar aquello.
Los individuos se soltaron por el movimiento y parpadearon en su dirección. Más Jaken que no puede creer que su amo bonito lo esté mirando de esa manera tan fría.
"¿Por qué esa mirada?" "¿Hice algo malo?"
Se preguntó en su mente, sin que la voz pueda salir, al seguir observando su reflejo en los ojos ambarinos de su amo, quien, después de varios segundos, un estremecimiento recorrió su piel y su corazón latió deprisa, quien no comprendía porque en ese momento, volvía, a tener la sensación de que iba a morir, esta vez, no por una caída de muchos metros. Sino por las propias manos de su amo.
Ese, que aun sentía repugnancia por lo que su sirviente -sin permiso- había hecho.
