Recuerdos: la última batalla

Despertó sobresaltada, tan solo su respiración ahora agitada se oía en la habitación. Su cuerpo, perlado de sudor se estremecía sin que pudiera hacer nada por frenar la angustia que le invadía.

Solo era un sueño. Sus músculos se relajaron y la tensión desapareció, pero una latente frustración se abría paso hasta su corazón.

Solo era otro sueño, otro maldito sueño.

Lentamente su mirada comenzó a clarear y su vista se acostumbró a la oscuridad, con ojos vidriosos Hermione recorrió la habitación. Esta se mostraba ordenada e impecable, en un rincón se encontraba un baúl repleto de libros, pergaminos y todos los útiles esclares que utilizaba en Hogwarts. En el armario podían vislumbrarse túnicas de todas clases y colores. Con una tierna sonrisa, Hermione recordó como sólo unos años atrás, su habitación parecía una biblioteca y como, con el paso de estos años se había convertido en una típica habitación de una adolescente de 17 años.

No sólo su habitación había cambiado, ella había cambiado.

Hermione seguía siendo la joven más inteligente de Hogwarts, pero sin embargo, la atención que había capturado antes por eso dio paso a la atención de la que era objeto debido al cambio de su físico.

Su figura se había estilizado dando paso a un esbelto cuerpo, su busto se había desarrollado dejando ver una finísima cintura, y bajo esta, asomaban unas voluptuosas caderas de las que nacían unas piernas largas y firmes. Su rostro había dejado atrás los rasgos infantiles convirtiéndose en un suave rostro a la par que sensual, donde destacaban unos aojos dorados como la miel y unos labios carnosos.

Si, Hermione Granger se había convertido en una exquisita belleza. Pero no todo era bueno. Ahora era más flexible a la hora de transgredir las normas pero por un alto precio.

Las imágenes de sus pesadillas volvían a su mente. Ahora sabia que la vida era efímera y que había que saborear cada momento, que la vida es un regalo, un regalo que ella estuvo a punto de perder.

¡Rápido, los prefectos, llevaos a los niños!¡PRONTO!

Hogwarts era un caos, los niños lloraban y gritaban, todos corrían en busca de un lugar seguro donde poder refugiarse de la cruenta batalla que se libraba en el Gran Comedor del castillo. Albus Dumbledore, junto con Minerva McGonagall y Severus Snape resistían ante los mortifagos dando a los alumnos la oportunidad de escapar.

Voldemort no descansaba, una y otra vez fue abatido desde su renacimiento pero misteriosamente volvía a resurgir de sus cenizas y atacaba de nuevo para saciar su incontrolable sed de poder.

En un acto desesperado, con una última alianza entre mortifagos y dementores, Voldemort, más cruel y despiadado que nunca, atacó al futuro del mundo mágico, los niños.

Mientras los profesores luchaban contra mortifagos y dementores, los alumnos huían y entonces, una voz macabra se elevó en el aire. ¡Dumbledore, entrégame a Potter y todos os podréis ir!- gritó Voldemort, con ojos rojos de ira. ¡No te entregaría ni la más mísera de las ratas Voldemort!- rugió Dumbledore. Ya nada quedaba del amable anciano, ni del simpático guiño de sus ojos, ahora estos, solo brillaban de furia y cólera - Jamás, jamás arriesgare la vida de mis alumnos. ¡Entrégamelo! Por sobre mi cadáver

Harry Potter, Ron Weasley y Hermione Granger eran los encargados de dirigir a los niños más pequeños fuera del alcance de los mortifagos y los dementores. Había querido luchar, querían ser de ayuda, pero sabia que Dumbledore jamás les hubiera dejado - los niños son lo más importante- había dicho, y tenia razón.

Anticipándose a la lucha, todos los profesores buscaron el aula más alejada del castillo y con un potente hechizo la hicieron infranqueable para mortifagos y cualquier mago oscuro con el fin de que sirviera de refugio a los alumnos de Hogwarts en caso de peligro.

¡Ron, Hermione!- gritó Harry, rodeado de chiquillos de caras asustadas- ¡ hay que ir a la parte norte! Bien- gritaron Ron y Hermione para hacerse oír sobre el estruendoso ruido que se producía en esos momentos.

Llegaron corriendo, agitados y sudorosos al aula. Primero entró Harry y tras comprobar que todo estaba en orden fue contando los niños mientras estos pasaban al interior de la clase 27,28,29,30...- "¡ Falta uno !" Hermione - dijo Harry en voz baja para no alarmar a los niños - falta uno.

El rostro de Hermione dejó expresar el miedo que sentía en esos momentos, intentó recomponer su semblante para dirigirse a los niños. Niños, ¿sabéis si falta alguien? ¿Falta algún compañero vuestro?- preguntó Hermione que aun con un hilo de voz intentó, a pesar de la pregunta, inculcar seguridad a los alumnos.

En ese momento Harry y Ron le miraron y pudieron ver que Hermione realizaba muy bien su tarea de prefecta. Una niña rubia, se levantó temblorosa y dijo - si, falta mi amiga Sandra, no está - y acto seguido se deshizo en sollozos mientras sus compañeros trataban de reconfortarla. de acuerdo - suspiró Hermione y dando media vuelta se dirigió a sus amigos - hay que encontrarla. Esta bien, tu quédate aquí, Harry y yo nos encargaremos- dijo Ron De eso nada, yo voy con vosotros- dijo Hermione- estoy a cargo de ellos y es mi deber Hermione, Ron tiene razón, alguien tiene que cuidar al resto- decía Harry en un intento de conseguir que su compañera y amiga no corriera más riesgos. A esto, Hermione sonrió. Susan, se ha perdido una niña, quédate a cargo, nosotros iremos a buscarla De acuerdo, tened cuidado- contestó la prefecta de Hufflepuf. Ya está - dijo Hermione - andando- y se encaminó hacia el pasillo. Grrrrrr - gruñó Ron en un acto de frustración- es más terca que una mula.

Y abandonando la seguridad del aula comenzó una búsqueda frenética, los tres compañeros corrían por los pasillos, atentos a cualquier indicio que pudiera guiarles hasta la niña perdida. Abajo, en el Gran Comedor, se oía como la batalla seguía su curso y el eco de las voces y el reflejo de las luces de los hechizos llenaban la atmósfera del castillo.

Corrían y corrían, pero nada, la niña parecía haberse evaporado. De repente Hermione paró en seco al ver una persona caminar por los pasillos. Malfoy! ¿qué haces?- preguntó Hermione, dirigiéndose al prefecto de Slytherin. Estoy vigilando ¿no lo ves?- respondió con voz afectada el rubio. ¿has visto a una niña por los pasillos?- dijo Hermione dejando entrever en su expresión un rastro de esperanza ¿has perdido a una niña Granger? ¿tan pronto? Vaya, no me esperaba eso de ti - contestó Malfoy con una sonrisa en sus labios. La has visto o no, ahora no es momento para tus estupideces Malfoy - Hermione se reprimía de darle su merecido al Slytherin "la niña es lo primero" se recordaba mentalmente. No- y sin más que decir dio media vuelta y se fue.

El miedo se apoderó de Hermione, si algo le ocurría a la niña no podría perdonárselo nunca. Harry y Ron, ambos con cara de preocupación miraban a su compañera devanarse los sesos pensando en que lugar buscar. "Tiene que estar en alguna parte"- se repetía Hermione- ¡Los baños!- gritó de repente.

Y corriendo, Harry, Ron y Hermione se dirigieron a los baños del segundo piso. Con las varitas apunto y la respiración entrecortada entraron a los baños. Allí, agazapada en un rincón, estaba Sandra, una bonita niña de cabello oscuro y de ojos azules. Los tres dejaron escapar un suspiro de alivio al haber encontrado a Sandra sana y salva. Esta, se levantó corriendo y se echó a los brazos de Hermione, llorando, al ver que por fin la habían encontrado. ya, tranquila....ssshhh - la tranquilizaba Hermione- ya estas a salvo, vamos con tus compañeros. Y cogiéndola de la mano, los cuatro salieron de los baños, pero de pronto oyeron una voz chillona que decía - Petrificus Totalus Antes de que pudieran reaccionar, Hermione, Harry y Ron notaron como sus cuerpos se volvían rígidos como una tabla y caían al suelo. Harry movía frenéticamente los ojos tratando de reconocer a su agresor. Notó como los levantaban del suelo y en el proceso pudo discernir la cara de Colagusano y algunos mortifagos.

En el Gran Comedor la tensión se respiraba en el aire. Muchos mortifagos habían caído, el profesor Flitwick se hallaba inconsciente, con una herida en la pierna, apartado de la batalla. McGonagall luchaba sin descanso contar todo mago oscuro que se le ponía por delante, lanzando hechizos a diestro y siniestro. Todos los profesores se hallaban exhaustos pero si embargo, agarraban con todas su fuerzas sus varitas determinados a luchar hasta el final. Snape luchaba contra todos los mortifagos que podía, que en señal de venganza por su traición le lanzaban las más potentes maldiciones. Mientras tanto, la profesora Sprout y Madame Hooch se encargaban de mantener a raya a los dementores con poderosos patronus.

Y en el medio, en la parte central del Gran Comedor, se hallaban Dumbledore y Voldemort luchaban incasablemente a muerte. Ríndete Albus! No lo conseguirás! Jamás me derrotarás!- gritaba Voldemort, erguido en su orgullo aun con extremas señales de fatiga. Ni lo sueñes! Hogwarts siempre defenderá a los inocentes- gritaba Dumbledore- IMPEDIMENTA!- a la vez que desviaba una maldición lanzada por su contrincante. Dumbledore resistía, aun cuando los músculos de su cuerpo se tensaban casi hasta la extenuación.

De repente todo el comedor quedo en silencio al ver aparecer a cinco mortifagos y a Pettigrew cargando cuatro cuerpos petrificados. ¡ Señor!- gritaba excitado Colagusano- ¡lo tenemos! ¡ tenemos a Potter !

Ante estas palabras todos los presentes abrieron desmesuradamente los ojos, unos de preocupación y otros, como Voldemort, de satisfacción. perfecto - susurro, y aprovechando la confusión que reinaba en ese momento creó una barrera invisible quedando en su interior él junto a los cuerpos. Bueno Albus, ya lo ves, al final gano yo- y resonó en todo el colegio la macabra risa de Voldemort haciendo estremecer a los magos y brujas. Dirigió su varita y anuló el hechizo de los cuerpos. Sandra se acurrucó en los brazos de Hermione buscando protección mientras que Harry y Ron se interponían entre Voldemort y las chicas. Desde fuera todos los profesores intentaban, sin éxito, romper la fuerza invisible que les separaba de sus alumnos.

vaya, vaya, mira lo que tenemos aquí- dijo Voldemort torciendo su boca en una mueca simiesca- si es nada más y nada menos que Harry Potter, y has traído a tus amiguitos, que detalle de tu parte.

Harry notaba como ardía su cicatriz pero no prestaba atención a ella, todo su cuerpo temblaba de cólera, como hiciera daño a sus amigos, acabaría con él, aun le llevara toda una vida conseguirlo. déjales ir Voldemort- intentaba controlar su ira- ya me tienes a mí. Oh! Pero podemos divertirnos un rato no Potter? ¡ CRUCIO !- la varita apuntó a Ron y sus gritos se dejaron oír por todo el salón. NOOO!!! Rooooon ¡!!- Hermione sollozaba a la vez que sujetaba el cuerpo de Ron intentado mitigar su dolor.

Harry sentía como le escocia la cicatriz más y más, tenia que pensar, debía hacer algo. "Ya esta." ¡ EXPELLIARMUS !- gritó

¡ IMPEDIMENTA !

No ocurrió nada, Harry se extrañó. vaya, ¿creías que pasaría otra vez no?, ¿qué te salvarías por la unión de nuestras varitas? JAJAJAJAJA, ¿acaso me crees tan estúpido como para dejar que eso ocurriera?.-decía Voldemort.-si, era una buena opción, pero el Prior Incantatem solo funciona con mi varita, y un fiel sirviente me ha prestado la suya, cierto es que no tengo el mismo poder, pero si el suficiente para derrotarte.

En ese momento Dumbledore comprendió. Voldemort usaba otra varita para evitar que la varita de Harry conectara con la suya, pero al tener que usar la varita de otro, Voldemort debía de utilizar el doble de su poder para realizar los hechizos con el efecto deseado, ¡ cada vez estaba más débil !

¡ MINERVA !- gritó -¡ busca a la Orden, deprisa ! Minerva salió corriendo en busca de los miembros de la orden del fénix, que estaban combatiendo en las puertas del castillo.

Poniendo la atención de nuevo en la barrera vio cómo Ron estaba inconsciente y Harry entre Hermione, que abrazaba a Sandra, y Voldemort. CRUCIO Miles de cuchillos incandescentes parecían clavarse en el cuerpo de Harry, que cayó de rodillas, gritando por el dolor.

fíjate - rió con sorna Voldemort- dos sangres sucia, con vosotras no tendré clemencia.

Mientras tanto, la Orden del Fénix se colocaba alrededor de la barrera mientras los profesores aguantaban contra los pocos mortifagos que quedaban.

Remus Lupin, Arabella Figg, Mundungus Fletcher y Sirius Black se cogían de las manos, mientras Dumbledore daba ordenes. Era su última oportunidad, el pobre Harry no aguantaría más protegiendo a las chicas, pero necesitaban su ayuda. ¡ HARRY ! - gritó Dumbledore - HARRY el hechizo, recuérdalo, haz un esfuerzo, necesitamos tu ayuda!!!

Harry, ignorando el dolor, comenzó a recitar un hechizo, ala par que los magos de la Orden que le había enseñado durante el curso. magos de la Orden, Voldemort está débil, hay que atacar, ahora!!!

Voldemort, sabiendo que no tenia tiempo ya acorralado como estaba, aun con la protección de la barrera intentó, con un último esfuerzo, llevarse la vida de las chiquillas que tenia delante, mientras la voz de Harry y los miembros de la Orden resonaban en las paredes.

Agua, fuego, tierra y aire, Madre naturaleza, Que la sangre de los árboles se derrame, Que el agua de los ríos se desborde, Que tu poder limpie la faz de la Tierra...

AVADA...

¡Que el mal de este mundo perezca!.

KEDAVRA!!!

Una potente luz surgió del centro del círculo, una luz dorada como el sol y potente como el rayo, un estruendo, y de pronto, silencio. Abrieron los ojos, oscuridad, se encendieron las antorchas, silencio, y entonces, un llanto.

Dumbledore, McGonagall y Snape, heridos pero alegres vieron como Voldemort había desaparecido, pero el canalla había realizado su última jugada. Sobre el cuerpo de una niña de 11 años se encontraba el cuerpo inerte de Hermione Granger.

Tras recordar todo esto, Hermione se levantó silenciosamente de su cama, necesitaba una ducha, una larga y reconfortante ducha. Recordó lo que sucedió después. Algo que todavía la sorprende, en brazos de Severus Snape, fue llevada al hospital San Mungo donde los médicos se afanaban por curarla, había tenido suerte. Gracias al poco poder que tenia Voldemort y a la fuerza del hechizo se salvó de la maldición asesina.