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.•. SERENITY .•.
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• Capítulo •
• I •
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:•: Oscilación :•:
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Su vida es un vaivén. Esa enseñanza deja huellas imborrables. Es impredecible. Es complicada, misteriosa y esta llena de baches. Es tan comparable a un largo camino lleno de curvas peligrosas. Pero lamentablemente ahora que esa realización le golpea con la peor de las bofetadas. Él deseaba sentirse culpable, pero su corazón le suplicaba no sufrir más. El que ella aun no abriera los ojos le tranquilizaba. No deseaba que lo viera de esa manera. Peor aun, no estaba seguro de tener las palabras para cuando ella preguntara. Existía la razón por la cual su corazón lloraba, pero será la manera en la que de sus labios parta la noticia lo que la destruya.
Los ojos que muchas veces ella ha dicho que la hipnotizan ahora no son más que unos zafiros sin razón. Las más de dieciséis horas de insomnio comienzan a repercutir. Su propia mente lo tortura haciéndole escuchar aquella voz llamándolo.
Cedió.
Se dejo engañar al cerrar los ojos y verse a él mismo entrando por la puerta de su hogar. Hubo quien corrió hacia él a abrazarlo con devoción. "¿Darién?" El sueño termino. Ella busco su mano queriendo comprobar su presencia. Él la sostuvo con ambas manos y de inmediato beso su palma, ignorando sus propias lágrimas de felicidad. Había temido tanto. "¿Qué – que paso? ¿Dónde estoy?"
"No importa, no importa." Continúo besando su mano afectuosamente. "Lo importante es que estas bien. Temí tanto…tanto por ti, mi Serena." Ella intento moverse, pero él se lo impidió sosteniendo su mano. "No lo hagas, te lastimaras."
Serena llevo su otra mano a la cabeza. "No recuerdo mucho."
"No importa, será mejor. Habrá tiempo para lo demás, ahora lo importante eres tú." A pesar de intentarlo, él sabía que ella seria persistente.
Y así fue. "Fui de compras. Si. Lo recuerdo." Intento retroceder los vendajes de su frente. Él una vez más se lo impidió tomando su mano. "No sé que sucedió…perdí el control por unos segundos. No lo recuerdo bien." Cerró los ojos intentando descansar su agotada mente. Pero en esos pocos segundos llego a ella aquella escena. "¡El cinturón!" Salto de la cama quedando sentada. "¡El cinturón, Darién! Ella se quito el cinturón." Darién la tomo por las muñecas cuando ella comenzó a quitar las sabanas de su camino. "Quiero verla. ¡Suéltame! ¡Suéltame, Darién!" Comenzó a forcejear y a golpearlo para poder liberarse. Minuto después, el doctor entro seguido por dos enfermeras. "¡Suéltenme! ¡Darién! No puedes prohibírmelo, esto no, necesito verla." Su pelea continúo hasta que sintió un piquete en su brazo izquierdo, pero quiso continuar dando su mejor esfuerzo. "¡Necesito verla! ¡Quiero ver a mi hija! ¡¡Suéltame!!" Sus gritos desgarraban su corazón.
"¡Ella murió, Serena!"
La joven madre desmayo.
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"¿Desea algo mas, mi pequeña Serena?" Serena se esforzó por sonreír. "¿Lo ves? No es difícil. Tus sonrisas llenaban de vida esta casa." La única mujer que la conoce desde pequeña se sentó a su costado, acto que solo le permitía a ella. Solo con ella podía ser. "Han pasado tres meses desde que no sales de esta habitación. Te haces daño. Dime que puedo hacer para ayudarte."
"Regresarla, Luna. Me siento tan culpable. Me siento destrozada. ¿Por qué no fui yo? Era tan pequeña." Comenzó a sollozar una vez más. "No pude ser una buena madre." Era sentido a su dolor. "¿Por qué no pude ser expresiva? ¿Por qué mis padres no fueron diferentes?"
"Serena. ¿A que viene eso ahora?" Ella ocultaba tanto y la vez deseaba expresar mucho al tomar la mano de quien ha llegado a querer como hija propia. "No los culpes. Ellos te amaron por sobre todo y yo fui testigo de eso."
Serena soltó su mano. "Eso no me importa ahora. Tengo a Darién y es todo lo que necesito."
"¿Escuche mi nombre?" Ambas voltearon hacia la puerta. Ocultando ambas manos tras su espalda y recargado en el marco de la puerta, el recién llamado sonreía hacia el interior de la habitación. Luna enseguida se puso de pie y salió de la habitación. Darién entró cerrando la puerta tras de él. "¡Para ti!" Reveló sonrojado el ramo de rosas que ocultaba a su espalda. Serena lo tomo y solo pudo curvear un poco su labio.
"Gracias." Las dejo sobre la cama sin prestarles el menor interés. "¿Y por qué?"
"Porque te extraño." Se sentó junto a ella en aquel lugar que Luna desocupo segundos atrás. "Extraño tu alegría, tus caricias, tus besos, tus caprichos, tus enojos. Dime que puedo hacer para complacerte. Me encanta complacerte."
"No estoy lista aun, Darién." Se dejo manipular cuando él la abrazo para recostarla sobre su pecho. "No quiero nada, solo deseo descansar."
"¿Y quedarme sentado viendo como te haces daño? No, no podría permitir algo así. Por esta razón ya tome cartas en el asunto."
"¿De que hablas?"
"Desean que regrese." Serena se sentó a encararlo. "No me veas de esa manera, sabias que en cualquier momento me lo pedirían. Solo me concedieron dos meses, pero insististe tanto que rogué para que me pudiese ausentar un mes más. No puedo faltar a mi palabra."
"¿Me quedare sola de nuevo?" Lo último lo enfatizo para que él recordara que el accidente sucedió por él haber estado ausente. Esa fue una de las estrategias que ha usado para aliviar su propia culpa. Era él. Todo lo que en su vida sucedía, bueno y malo, era por él. "Siempre te he complacido en todo. He sido esposa fiel, amante única, amiga sin igual y hasta hace poco…madre ejemplar. ¿Por qué no puedes complacerme tú igual?"
"Lo hice, Serena. Estuve un mes de más. Vivo para complacerte. No hago más que escuchar tus peticiones. Sabes que te adoro. Pídeme lo que desees y lo tendrás, pero no me pidas que falte a mi palabra. Lo que desees, lo que tú desees para ser feliz."
"Sabes que no puedo ser feliz. Me quedare sola, Darién, completamente sola. No estoy lista para estar sola sin ti…y sin ella."
"Pensé en eso." Del bolcillo trasero de su pantalón sacó un pequeño sobre. "Para ti." Ella lo tomo incrédula. Lo abrió. Al ver su contenido, Serena levanto el rostro hacia él. "¿Qué te parece?"
"Acabo de decir que no estoy lista, ¿Y tú ya quieres que viaje?"
"Tú amabas viajar. Disfrutabas tus viajes exóticos. Incluso llegaste a quejarte de no haber tenido tiempo después del nacimiento de –"
"¡Calla! Intento sanar mi corazón y tú pareces disfrutar mi dolor." Él enseguida la abrazo. "¡Déjame y vete!" Le señalo la puerta. Sin nada más que poder decir y apenado por haber arruinado el momento, Darién decidió dejarla sola.
Al verlo salir, Serena bajo la mano y sin notar que continuaba ahí, tomo el sobre que se le había dado. De el sacó completamente aquel boleto. Lo leyó. Su nombre, siempre tan hermoso, estaba editado en cursiva y su edad le seguía imborrable.
23
Aquel número le recordó por alguna razón todos los sacrificios que a su joven edad se ha tenido que demandar. Al voltear hacia la puerta nuevamente se pregunto si realmente los podría llamar así.
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"¡Argh!" Podría tratarse de un dolor cualquiera, pero esta vez estaba seguro que trascendía una de esas tantas noches amigables. Esta vez su alrededor giraba con cierta pesadez. No se trataba de una molestia a las que esta acostumbrado. Quería adivinar que esta era especial. Y la evidencia a su afamada teoría la encontró justo en el momento en el que estiro el brazo y su mano toco un suave rostro.
Sonriendo y sentándose en su mismo lugar, recorrió plácidamente cada espacio que bien estaba seguro había disfrutado la noche anterior, antes de tener que dejar el lugar como ya es costumbre. "Es una lastima, tan linda que eres." Musito acariciando el rostro de la dama a su costado.
Una vez mas, como ya es costumbre, se levanto de la cama descubriendo a su paso la desnudez de su acompañante y enseguida volviéndola a cubrir sabiendo que su trabajo ahí había terminado. Con un poco de pesadez recorrió la suite colectando su ropa en el camino. Pero plácidamente sonreía sabiendo que ese era solo significado a la maravillosa noche después de una muy buena celebración.
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Día 1
"Aun continuo preguntándome que hago aquí." Los brazos tan conocidos de su pareja la rodearon protectoramente.
"¿Alguna vez te he dicho lo importante que eres para mi y lo que has creado en mi vida?" Susurro a su oído. "He escuchado compañeros decir que no existe una mujer perfecta pero eso es porque no te han conocido." Serena rio. "¿Te dije que te extrañare? Perdóname por no poder estar contigo en estas fechas importantes."
"Lo dijiste anoche, saliendo de la habitación, subiendo al coche y lo has repetido en todo el camino." Él sonrió. "Creo que tienes razón; necesito volver a ser yo." Intentó sonreír solo para complacerlo. "Gracias." Correspondió al abrazo. "Tomare esto como la relajación que necesito en este momento."
"Recuerda no estar cerca del humo del tabaco, te puede hacer daño. No olvides tu alergia a las nueces y asegúrate de tener el descanso que necesitas cada noche. Te llamare todos los días porque eso nadie me lo puede prohibir."
Serena levanto la mano derecha. "Sera como tu digas. También limitare los pastelillos. Lo ultimo que quisiera es que a mi regreso no te sea interesante."
"Eso será imposible." Beso sus labios como todas las noches suele hacerlo antes de dormir. "Sabes que te adoro." Ella sonrió y salió de sus brazos. "Nos veremos a tu regreso." Ella asintió tomando su pequeña maleta y saliendo del vehículo.
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La multitud que se había formado a su alrededor fue impedimento a su paso. A pesar de continuamente batallar para dase paso, le era imposible avanzar. Seria totalmente inaceptable que él, él, quedase fuera. ¿Cómo rayos pudo llegar tarde? Él tuvo que ser el primero en haber estado ahí. Pero no, y como bien sabia que escucharía a más de una voz reclamándole esa peripecia comenzó a desesperar aun más. Girando a su alrededor, encontró una puerta a la que se dirigió sabiendo que lo llevaría al interior de su destino.
Corrió tan rápido como pudo por uno de los pasillos. Inesperadamente se detuvo. Giro. Realmente no le importaba encontrarse solo ya que la soledad es algo que a él le favorece, pero el gran problema fue encontrarse perdido. ¿Cómo podía ser posible que él estuviese perdido? El lugar era inmenso tanto como hermoso. Hasta ahora es que puede admirar la maravilla.
Optando por dejarse guiar por su intuición, el pasillo de la izquierda pareció más corto y al final le esperaban unas escaleras cortas. Estaba seguro que lo llevaría a algún lugar importante. A su paso encontraba maravillosas historias plasmadas detrás de frágiles cristales que les protegían. Hubo una que capto su atención notoriamente al hacerlo detenerse. Se trataba de una mujer de pie frente un espejo; se admiraba a si misma detrás de la densa nube de lo que él pudo interpretar como soledad al observar detalladamente sus ojos.
Sonrió al tener uno de sus tantos pensamientos señeros. Y con ese mismo pensamiento continuo su esforzado camino.
"¿Qué haces aquí?" La voz detrás de él lo hizo sobresaltar. Lenta y decisivamente volteó sosteniendo una enorme sonrisa solo para que sus ojos no delataran su trasnochar. "¿Qué voy a hacer contigo?" Su sonrisa insegura se expandió aun más, haciendo que el hombre delante de él dejara lo que llevaba en los brazos en el piso y se cruzara de brazos. "Eres un irresponsable."
"No, no, espera." Escuchando aquello, la sonrisa que se había forjado desapareció. "No ahora. Veras, tuve un pequeño percance y por eso no pude llegar a tie –"
"¿Cuál?"
"¿Cuál que?" Aquello lo tomo por sorpresa. Realmente no esperaba que le pidieran una explicación.
"Tú siempre tienes un percance, o un incidente, o un problema, o algo que te impida llegar a tiempo. Creo que tienes un problema serio. Dijiste que llegarías a tiempo." Masajeando suavemente su sien, aquel hombre parecía llegar a su límite. "¿Por qué continuas actuando como si fueras un adolecente, Seiya? ¿Cuánto te falta para madurar?"
"Y vuelves con lo mismo. No se trata de madurez. Yo soy muy maduro." Eso lo expuso junto con una sonrisa precaria. "Solo que todo lo que exiges lo haces como si yo fuera responsable de –"
"¡Exacto! Responsable. Responsabilidad es algo que no conoces y no sé en que momento te desviaste. Ibas por buen camino. Parecías cumplir las expectativas que todos teníamos en ti. Te pedí que estuvieras aquí para la junta de personal y no estuviste. Te pedí que fueras responsable aunque sea en eso. No es difícil, Seiya. ¿Cuándo maduraras, hermano?"
"Esta bien, cometí un error, Taiki, pero no es el fin del mundo. No sé por qué quieres que yo forme parte de esto cuando sabes que no me interesa en lo mas mínimo."
"Porque eres accionista, necio. ¿O es que nunca pensaras responsabilizarte por lo que te pertenece?"
"No me preocupo por eso. Sabes que confió en todo lo que tú quieras hacer y sé que nunca me defraudarías."
"Mantienes grandes esperanzas en mi, Seiya. ¿Pero que esperanza puedo tener yo contigo? Dejas caer todo sobre mí y tú placenteramente solo disfrutas de las ganancias de mi trabajo. Estoy cansado de lo mismo. Y como sé que algún día tendrás que madurar, me tome la pequeña libertad de impulsar ese día." De nuevo tomo la caja a sus pies e hizo entrega de ella. "Desde hoy dejaras de disfrutar solamente. Desde hoy conocerás lo que es vivir sin nada. Y no te esfuerces en decir que cambiaras, ya conozco esa rutina. Tampoco te molestes por tus tarjetas ni por tus gastos porque no tendrás ni uno solo. Lo que desees lo obtendrás solo con esto." Le señalo la caja que Seiya perplejamente no dejaba de observar. "Estoy seguro que aprenderás una gran lección, hermanito." Con dos palmadas en el hombro, Taiki dejo atrás a su atónito hermano.
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"Doscientos tres. Doscientos cuatro. Doscientos cin – ¡Aquí!" Cansada de haber caminado tanto y contenta por finalmente haber encontrado el número de su suite, Serena deslizo la tarjeta para poder entrar. "¡Uhh!" Sus labios se circularon ante la expresión encantadora. El lugar era una maravilla desde que puso un pie en el. Tiro su bolsa sobre la cama y corrió hacia el balcón. Sus labios nuevamente se partieron, pero esta vez fue imposible expresar algo. Los últimos rayos del sol en el lejano horizonte era lo más hermoso que se le estaba regalando.
Sin haber soltado el folleto, lo leyó por primera vez para enterarse que a las 19:40 hrs. se llevaría acabo la inauguración. Al voltear hacia el reloj de pared, se dio cuenta que faltaban solo diez minutos para tal acontecimiento.
Tomando la tarjeta de su habitación, Serena corrió hacia la puerta para cerrarla tras de ella.
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El suave susurro del violín fue señal para captar inmediata atención hacia la mujer que inicio la celebración. Segundos después, la melodía de la orquesta comienzo a tocar al compás del violín. En menos de lo que esperaba, la barcaza de fuegos artificiales fue maniobrada entre el dique y el galeón frente a ellos, dándoles una visión exquisita a los más de tres mil pasajeros. Los pequeños botes patrulleros mantenían su distancia mientas al mismo tiempo su tripulación igualmente disfrutaba del espectáculo.
A las 19:44 hrs., uno de los espectáculos más esplendidos de fuegos artificiales que jamás se haya visto en la historia dio comienzo. Las luces parecían estar muy cerca. Serena se podía sentir estar en medio de ellas. La tonalidad predominante que mostraba la antena era roja. Era un emocionante e inspirante espectáculo.
Al las luces continuar inundándoles y con varios oohs y awws, una voz sonora sobresalió de entre tantas. "Bienvenidos a bordo del trasatlántico más grande del mundo. El más lujoso. El perfecto. El barco más largo, alto, ancho y costoso nunca antes construido en la historia marítima." Las expresiones de asombro cesaron, pero nadie dejaba de ver el despliegue de luces. "Solo aquí encontraran reunidos todos los lugares para vuestra satisfacción y relajación personal; Cinco piscinas diferentes. Cancha de golf, tenis, baloncesto y pádel. Pista de hielo. Jardín interior. Club nocturno. Salón de baile. Teatro. Spa. Bar-discoteca. Biblioteca. Casino. Museo. Observatorio. Cine. Gimnasio. Salón de baile. Así como también una extensa variedad de restaurantes."
Una vez que los fuegos artificiales terminaron, el trasatlántico continúo su camino para entrar a mar abierto. La música de la orquesta continúo. Fue una apertura memorable.
"Será un placer tenerles a bordo a ustedes; los primeros afortunados. Su satisfacción será la nuestra. Este es todo el propósito de esta majestuosidad; de quien será llamado el nuevo monarca del océano." Tras una breve pausa concluyó. "¡Bienvenidos a Serenity!"
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¡Hola!
Sé que ha sido mucho el tiempo que me he ausentado, seis meses para ser exactos, pero es difícil aprender a vivir con cicatrices. He encontrado la paz que necesitaba para continuar y confesare que todas esas palabras de aliento que ustedes me brindaron seguirán por siempre conmigo a donde quiera que vaya. Por eso y más… ¡Gracias! Gracias por ayudarme a salir a delante.
• ¡Con mucho cariño para ustedes! •
¡Y para mí!
n.n
Bueno, aquí la tienen. Una historia que quise escribir desde hace mucho tiempo, pero que en su lugar termine escribiendo otras.
Lo único que puedo esperar es que les guste a ustedes también y puedan acompañarme una vez más. Y no, no es Titanic.
•• Solo para el record; Sailor Moon no me pertenece, ni sus personajes ••
¡Gracias! n.n
.•. Serenity Kou .•.
