xD enserio lo siento pero no me pude resistir, esta es la "nueva idea" tranquilos, no dejaré el otro fic disculpen las faltas. Bueno ya saben no? OUAT no me pertenece, yo solo juego con el destino de sus personajes.

well well well a leer, disfruten...

Prólogo

-¡Qué te dijo Rumplestilskin¡ ¡¿Qué es lo que necesitas para que tu maldición funcione?¡ ¡dime¡- gritó Henry, el padre de la Reina Malvada, ella ya había amenazado a Blanca nieves, es más, ya había intentado lanzar, la maldición, pero algo falló, por eso tuvo que ir a por Rumplestilskin, él le diría lo que había hecho mal, y aunque, todavía no estaba de acuerdo con lo que su joven hija estaba haciendo, él la apoyaría hasta el final, pero, ¿Él quería hacerlo?.

-Yo… e…estoy confundida, ahora mismo, él me ha dicho lo que necesito, pero no estoy segura, de querer, ha...hacerlo- tragó fuerte, ya se imaginaba lo que venía.

-¿Dímelo hija, que te ha dicho ese hechicero?- preguntaba, con aún temor, por lo que se aproximaba.

Ella estaba indecisa, el corazón de lo que más amas, ya sabes lo que más amas, mátalo, esa vocecita retumbaba en su cabeza, ella sabía que era lo que más amaba, pero… se atrevería a matarlo, él ha sido el único, que ha estado con ella, después de todo lo que había hecho, no, no, no, no, no, no podía, no quería… -¿sabes lo que es un secreto?- preguntó esperando que la pequeña entendiera lo que quería decirle.

-si- respondió Blanca Nieves, aún sollozando por lo que había pasado.

-bien, necesito que esto sea un secreto, solo entre las dos, me entiendes, por nada del mundo debes contarlo, y mucho menos a mi madre, ¿Lo prometes?- preguntó, esperanzada.

-sí, lo prometo- dijo la pequeña, instintivamente Regina abrazó a la pequeña, soltando el aire que había estado conteniendo desde que ella, la encontró con Daniel en los establos. (…)

-Daniel, debes saber que como padre, uno siempre quiere lo mejor para sus hijos- decía Cora, aconsejando a Daniel, todo estaría bien, su madre había aceptado que ella amaba a Daniel, y ella, iba a ser fel… -y por eso, debo hacer esto- dijo mientras metía la mano en el pecho del joven y le arrancaba el corazón, aplastándolo, hasta reducirlo a cenizas, apenas lo vio fuera de su pecho.

-n...n...no...- Regina solo pudo alcanzarlo en el piso, ya sin aliento, solo podía repetirse, una y mil veces, que era su culpa.

-Será lo mejor, ve y vístete, el Rey y tu boda aguardan- dijo Cora, antes de desaparecer en su característica nube de humo, de color morado. (…)

Ella estaba hermosa, radiante, por fuera, por dentro, estaba destrozada, mentiría si dijera, que estaba bien, sonreía, pero dentro de sí solo podía llorar, pero ¿qué podía hacer ella? Su madre tenía magia, ella no.

-¡Estas hermosa¡- dijo un pequeña pero reconocible voz, sobresaltándola -¿no estás feliz?, por fin te vas a casar con Daniel- dijo la pequeña Blanca Nieves con alegría.

-¿¡Qué?¡ no, yo no me voy a casar con Daniel- dijo Regina, tratando de calmarse ella misma –voy a casarme con tu padre- dijo

-Pero... y ¿Daniel?- dijo confundida la pequeña –creí que…- se detuvo a pensar –pero tú no amas a mi padre, amas a Daniel- soltó de repente –tu madre dijo que iba a hacer lo que fuera por ti, ¿Por qué irías a casarte con mi padre?- dijo Blanca Nieves, logrando que Regina se quedase atónita.

-¿Co...co...cómo que mi madre ha dicho eso?, Blanca Nieves, ¿tu le contaste a mi madre, sobre Daniel?- preguntó Regina tomando a la niña por los hombros.

-S…s...si- dijo Blanca en un sollozo –no quería que perdieras a tu madre, como yo lo hice con la mía, solo quería que seas feliz, sin tener que separarte de tu madre- dijo con lágrimas la pequeña.

Regina retomando la compostura, acomodó las facciones de su rostro que se habían desencajado momentos antes, y soltó a la muchacha –Pero, era un secreto… …lo prometiste…- dijo lo último en un suspiro, tan tenue, que solo ella pudo escucharlo, pronto, comprendió todo, y puso una sonrisa en su rostro –está bien pequeña, me equivoqué con Daniel, no era la persona que yo pensaba, y ha escapado, voy a casarme con tu padre, me he dado cuenta de que si lo puedo amar- dijo esto, tragando fuerte –ahora seré tu nueva madre- dijo ahora con una tierna sonrisa.

El rostro de la pequeña, no podía con más felicidad -¿e...e...e...en …se...erio?- le dio miedo preguntar, después de todo, Regina, podía enojarse por su promesa rota.

-Sí pequeña- ahora fue Cora quién las interrumpió –vete a la habitación, necesitas descansar, para mañana, ir a tu palacio, y yo tengo que hablar con mi hija –dijo mientras llegaba tras de Regina, y le daba un apretón en sus hombros.

Blanca solo sonrió como despedida, dio una pequeña reverencia, digna de una princesa, y se fue a sus aposentos.

-Bien hecho, querida- felicitó Cora a su hija, una vez solas.

Regina, le dio la mejor sonrisa que pudo fingir –Claro, madre, ahora iré a quitarme el vestido, no quiero que se ensucie para la boda- dijo mientras, se iba dejando sola a su madre. ¡Ni hablar¡ esa muchachita iba a pagar muy caro, todo valía la pena, ¡todo¡–Tengo que utilizar el corazón de lo que más amo- dijo a su viejo padre.

-Yo…- dijo ahora el viejo Rey- no lo hagas Regina, todavía podemos ser feli…- todo lo tomó desprevenido, la mano de su hija ya había atravesado su pecho, y tomado su corazón.

-Lo siento, padre, seré feliz, pero no aquí- y eso fue lo último que escuchó antes de que todo se volviera negro. (…)

Las Hogueras, se solían usar, para quemar a las brujas, quien diría que ahora mismo, una bruja, la estaba utilizando, para lanzar la peor maldición que el Bosque Encantado haya soportado. Mientras la Reina Malvada, iba echando, los ingredientes uno a uno, y recitaba, el conjuro de la maldición, no se dio cuenta, de que inconscientemente, una lágrima, de dolor, y arrepentimiento se escapaba, de una de sus orbes color avellana, rodando lentamente por su mejilla, bañando esa cicatriz, que adornaba la parte derecha de su labio superior, y en cámara lenta, era soltada, a la Hoguera, a juntarse con los demás ingredientes de la maldición; mientras tanto al otro lado del bosque, una Reina, de largos cabellos negros, labios tan rojos como la sangre, y piel tan blanca como la nieve, gritaba al son de las últimas contracciones de su parto.

-¡Ya Viene¡- se escuchó el grito de Gruñón, la maldición había sido conjurada, y Emma estaba a punto de nacer.

dejenme sus reviews no sean malos :'(