Los personajes principales pertenecen a Stephanie Meyer, la historia es mía queda totalmente prohibida la reproducción total o parcial de la historia sin mi autorización sin mas que decir Bienvenidos esto es:
La maestra de mi hijo
Prefacio:
Después de muchos golpes dolorosos y a pesar de ver morir a las personas que amas ¿Aun podrías sonreír o pensar en querer respirar? Aquella joven de niña perdió a su madre por una insuficiencia cardiaca, luego perdió a su padre, por un cáncer agresivo, luego perdió a su prometido en un accidente de auto, cayó al suelo y se empolvo de dolor , su corazón por un momento dejo de tener fe, pero aquella joven decidió levantarse y enseñar a los demás, convirtiéndose en la mejor maestra de la mejor academia de los Ángeles, California, y al darse cuenta que podía lograr inculcar aquel amor que le habían quitado, volvió a sonreír ante los retos.
Aquel hombre perdió a su esposa porque, con todo el dolor de su alma ella prefirió tener a su hijo que sanar su enfermedad, abortando al pequeño fruto de su amor. Cuando quisieron salvarla, ya era demasiado tarde. Edward se enfrasco en el trabajo y se olvido de su pequeño, que a sus 12 años aún tenía la esperanza de recuperar a su padre.
Isabella Swan comienza un nuevo año en la academia de Bellas Artes y Talentos MC Coy, en donde descubre a un pequeño que le roba el corazón. Anthony Cullen, con tan solo 12 años es un niño maduro y dulce que solo necesita atención. Bella derriba un muro de inseguridades que el pequeño crea gracias a que su padre ni siquiera lo mira y porque su tía Alice se ha encargado de él. Bella se da cuenta de lo maravilloso que es Anthony y en un intento para acercarlo a su padre se enamora de Edward, un hombre que se había jurado no volver a sentir ¿Podrán superarlo todo? ¿Incluyendo las calumnias, las mentiras, el dolor, el tiempo y la distancia que denota los sentimientos a través de los años?
CAPITULO 1
Anthony
Londres-marzo 1995
-¡Mama! Tenemos que tomar muchas fotos ¡Mami! Mira ese Tiranosaurio Rex es enooormeee- dijo la pequeña Bella, de 6 años, mirando tolo lo que podía, cual niña pequeña, en el museo de Oxford.
Bella era una niña de cabello castaño, con unos dulces bucles adornando su cabecita. Tenía unos preciosos ojos color chocolate que destilaban dulzura e inocencia pero a la vez en ellos había fortaleza –La fortaleza de un Swan-. Era pequeñita para su edad pero sus padres no se preocupaban ya que ya crecería. Su madre una mujer alta e imponente con su cabello rubio, casi tan dorado como el sol, pero era corto le llegaba hasta los hombros, delgada y cansada por su enfermedad, que la estaba agotando, le dijo casi sin aire, pues intentaba alcanzar a su hija quién corría emocionada por todo el museo.
-Se prudente Pequeña-
Mientras Bella corría, observó como a lo lejos un niño, un poco mayor que ella, de cabellos cobrizos y ojitos esmeralda, lloraba abrazándose a su madre. "Se había perdido" pensó la pequeña. Cuando su madre llego a alcanzarla, Bella le tomo la mano con miedo. Un miedo que entendía a la perfección, el miedo de perder a su madre, quién observo a su hija extrañamente. Bella le tomaba la mano, ella era su niña grande en muchos aspectos y extrañamente mostraba sus sentimientos.
-¿Estás bien?- preguntó inclinándose hasta la altura de la pequeña de ojos chocolates, quién sonrióy con sus ojos brillosos preguntó:
-¿Mami, tú siempre estarás conmigo?-
A René se le estrujo el corazón. Sabía que esa era una promesa que no podía cumplir. El doctor había sido claro, ella no resistiría una operación más. Lo habían intentado durante demasiado tiempo, pero los tratamientos no habían funcionado y ahora era demasiado tarde para una operación. Abrazo a su pequeña, como si la vida le fuese en ello y luego le susurro en perfecto griego:
- εναι πάντα στην καρδιά μου, εναι πάντα μαζί σας -
La niña frunció el ceño al no entender las palabras de su madre, a quién le gustaban los idiomas, y sacándole una sonrisa a René, quién le dijo:
–Asterias*, esto significa 'Siempre estarás en mi corazón, yo siempre estaré contigo'-
Una enorme sonrisa cruzó el rostro de la pequeña, pero la vida no les sonreía a los Swan, ya que 2 meses después Bella dejaba rosas color lila en la tumba de su madre. Se había ido, la había dejado con un triste hombre, su padre un hombre de 1.9m de altura, ojos color chocolate igual a los de su hija, delgado y casi sin pelo debido a la edad. Su mirada, anteriormente dulce y brillante, ahora lo único que transmitía era el gran dolor que sentía quién estaba tan destrozado, como lo estaba ella. Su corazoncito le dolía de solo pensar que ella ya no estaba, ya no sería igual, no podría serlo.
Charlie Swan cuidó de su hija como pudo durante años, ya que por ser un compositor famoso, la casa que un día había brillado con la alegría de René, ahora estaba constantemente llena de instrumentos todo tipo, de instrumentos que Bella aprendió a tocar. Su padre al notar lo inteligente que era, contrato a los mejores maestros y la pequeña aprendió todo tipo de idiomas. Se divirtió y vivió su niñez de concierto en concierto, conociendo todo tipo de artistas nuevos y famosos para los que su padre componía, pero la alegría duro poco. Charlie enfermó de cáncer y también murió.
-PROMETISTE QUEDARTE, PROMETISTE CUIDARME NO TIENES PALABRA-
Las lagrimas caían de sus ojos, de manera incontrolable, ante la tumba de su padre, mientras le gritaba por dejarla sola. Jasón Jenks suspiró pesadamente antes de acercarse a la chica destrozada, que sería su responsabilidad. Con apenas 13 años, Bella fue internada por su madrina, junto con sus primas, las gemelas, en el internado de Bellas Artes y Talentos MC Coy, en Londres, conociendo allí al que sería el amor de su vida, un joven estudioso con el toque rebelde, que a toda chica de su edad le llamaría la atención. Cuando tuvieron la oportunidad, se comprometieron, sin saber que realmente estaban firmando la sentencia de muerte, una más. Un día antes de celebrar la boda, el teléfono del departamento de Bella sonó desesperadamente:
-¿Bueno?- dijo Bella, soñolienta frotándose los ojos. Ya no tenía 6 años, ahora era toda una mujer hermosa y comprometida con el hombre de su vida.
-¿Bella?- dijo la voz de una chica desde el otro lado. Se escuchaba afligida y entrecortada, por lo que parecían ser sollozos.
-Jane si soy yo ¿Estás bien cuñada?- dijo Bella preocupada por la prima de su prometido, la única en la familia Mitchell que la había aceptado.
-Bella...- se escucho a sollozo. El corazón de Bella se detuvo en ese momento y con dolor dijo:
-Dime que Alec está bien. Él llegaba hoy. Jane háblame-
-Lo lamento...yo...no... Yo, Bella, Alec murió. Acaban de llamarnos. Venía desde el aeropuerto a casa. Al parecer, se quedo dormido y se estrello contra un muro, que por el impacto, se derrumbo sobre él. Bella lo siento no sabes cuánto lo lamento- dijo llorando Jane pero lo único que Bella había escuchado era, Murió, murió, murió. Aquel eco le rompió el corazón, ese que dejo de tener fe, y mientras lloraba en la tumba de su prometido, la lluvia de Londres la acompañaba. Aún así, tenía que seguir, debía hacerlo. A sus 20 años, tenía que poder con todo con su dolor y su sufrimiento. Se lo había prometido a Alec y ella siempre cumplía sus promesas. Así se le fuese la vida en ello.
Los Ángeles-California-11 de junio del 2000
Las puertas de emergencias del Central Medical Angels Hospital se abrieron dejando ver en la camilla el cuerpo inconsciente de Andrea Marie De Cullen.
-Mujer caucásica 20 años, signos de paro cardiorrespiratorio, presión arterial alta, embarazada de 32 semanas- El doctor escucho atento al paramédico mientras lo seguía por los pasillos.
-Necesito los Medidores cardiacos ¡Ahora!- gritó corriendo. La estaban esperando puesto que Edward ya había avisado a su padre el director de aquel hospital.
-El bebe va a nacer, preparen el quirófano 3- Gritó otro.
Los enfermeros corrían por los pasillos mientras que Carlisle Cullen detuvo a su preocupado hijo en la sala de espera.
-Papa…- dijo Edward viendo a su esposa desaparecer en los pasillos de aquel horrible lugar.
-Sabes que no puedes pasar. Nos haremos cargo desde aquí. Siéntate y espera hijo- Dijo Carlisle girándose y desapareciendo por aquel pasillo.
Edward a regañadientes se sentó, esperando ver las horas pasar a través del sonido rítmico del reloj. Su esposa tenía que vivir, ella no podía morir. Había sido tan cabeza dura al querer decorar la habitación del bebé, aún en su estado, y al verla tirada en el suelo con su mano en el pecho respirando con dificultad, había sido el peor golpe para su vida.
Cuando Carlisle salió de aquel quirófano, sintió que su corazón se detenía. Sabia, por la cara de su padre, cuales iban a ser sus palabras. Anddie no había querido abortar cuando se habían enterado de su defecto cardiaco. No podían operarla y no podían usar el tratamiento. NO. Ella prefirió morir antes que hacerle daño a un ser que no tenía la culpa de su fragilidad.
-Lo lamento mucho hijo, hicimos todo lo posible. Su corazón no lo resistió-
Escucho decir a Carlisle, quién le puso la mano en el hombro, en señal de apoyo y continúo:
-Tienes un hermoso hijo Anthony Cullen dijo Anddie antes de morir- Edward levantó el rostro inexpresivo. Anddie se había ido, lo había dejado, le había roto el corazón ¿Por qué iba a querer a ese niño? Ese niño que le robo a su esposa, sin embargo solo pudo decir:
-Encárgate de eso- sin decir más enterró a su esposa al día siguiente y en aquella tumba también quedo su corazón.
12 AÑOS DESPUES...
Los Ángeles- California-2012 Actualidad
Gritos, risas, chillidos de emoción como todo tipo de palabras se escuchaban a través de los pasillos de la Academia De Bellas Artes MC Coy. Un nuevo año escolar daba inicio y en la dirección los maestros se preparaban para enfrentarse a su grupo como si fuesen a la guerra.
-Ésta será una nueva experiencia- dijo la castaña, con una sonrisa amable, Ángela Webber, mientras bebía café, observando su plan de estudio.
Bella sonrió y le dijo como si nada pasara:
-Vamos Angie, es solo un nuevo año-
-Año en el que tendrás como alumno a Anthony Cullen- comentó Tanya la rubia sonriendo, mientras revisaba su bolso, intentando encontrar su maldito lápiz labial.
-Uf amiga te deseo suerte con eso- dijo Victoria la pelirroja sonriendo. Bella se levantó y dijo:
-Es solo un niño de 12 años que no habla-
-Es antisocial- aclaró Tanya, arreglando sus libros, luego le sonrió y le dijo:
-Lo sabrás cuando lo veas-
-Bella me acompañas a mi oficina- preguntó Leah, la directora de la academia, entrando a la sala de maestros. Las chicas, sus amigas desde que llego a ese país, silbaron en modo de burla. Bella como acto maduro les sacó la lengua mientras seguía a Leah, una chica castaña y alta, como si fuese modelo en lugar de directora de una academia. Cuando la puerta se cerró, Bella vio a una chica adentro. Era pequeña y su cabello era color chocolate corto y desordenado, pero se veía hermoso y sus ojos color miel la miraban con curiosidad. Vestía de una manera sofisticada, con sus pantalones apretados negros y una blusa azul de mangas, junto a unos enormes zapatos que causarían vértigo. Muy hermosa pensó Bella. La chica le sonrióy se levantó de su silla diciéndole
-Soy Alice Cullen ¿Usted debe ser Isabella Swan?- Bella sonrió y extendió su mano diciendo:
-Solo Bella-
La chica en lugar de tomarle la mano se acerco a ella y la abrazo. Bella sonrió abiertamente ante aquella demostración de afecto y la correspondió. Luego de las presentaciones Alice dijo:
-Estoy aquí por mi sobrino Anthony Cullen. Quería hablar con su nueva maestra. Bella, Anthony es muy especial y según dice la señorita Leah, tú eres una de las mejores maestras de la Academia, entonces quería pedirte que ayudaras a mi niño, quiero verlo reír, disfrutar de su niñez, cosa que extrañamente él hace. Se pasa la tarde en su habitación, pocas veces lo veo sonreír, lo hemos intentado todo, los psicólogos dicen que está bien, pero yo sé que no es así ¿Necesito saber si tú podrías ayudarme?- Bella notó la aflicción en los ojos de Alice. Ella tenía confianza y en los dos años que llevaba ejerciendo su maestría en los Ángeles, se había ganado el título de mejor maestra a pulso, todo alumn la amaba, ella era la maestra que no existía o que muy pocas veces se veía. Se acerco a Alice y le dijo:
-No te preocupes, lo intentaré. Intentaré hacer de Anthony un súper niño- Alice sonrió y volvió a abrazar a Bella. Cuando aquella plática terminó, Bella abrió la puerta y descubrió a sus amigas tras ella escuchando. Estas se sonrojaron y dijeron:
-Hay que ir a clase- Al mismo tiempo, Bella sonrió y levantando el dedo índice, señalándolas dijo:
-Chismosas-
Las chicas desaparecieron por los pasillos entre risas, dejando a Bella, que se encamino a su nuevo salón. Debía cambiar por completo su técnica, no podía ser la misma maestra de todos los años. Tenía que ganarse a un niño que tenía la fama de ser antisocial. Había oído hablar de Anthony Cullen. Todos decían que el niño era extraño no hablaba con nadie y este sería un nuevo reto sin duda.
Anthony por otro lado, como todos los días, se levanto temprano, beso el retrato de su madre, ese que le sonreía a diario y se alistó. Un nuevo año empezaba en la Academia, a la que prácticamente era obligado a ir. Se miro al espejo e intentó arreglar su cabello cobrizo desordenado, sus ojos verdes con el toque azulado le sonrieron. Muchas veces le habían dicho lo parecido que era a Edward, su padre, y día a día él se daba cuenta de que su tía Alice tenía razón. Era alto para su edad y de complexión delgada. Era inteligente y tenía, sus talentos, que muy pocos conocían o mejor dicho nadie más que él conocía. Bajo las escaleras de la gigante mansión y como todos los días Anthony espió a su padre, quién estaba en el estudio sumergido en su laptop, mientras tomaba café. Era siempre lo mismo. Su padre nunca le prestaba atención. Él quería desayunar con su padre, que pudieran disfrutar del silencio que la enorme mansión Cullen tenía. Una mansión enorme y triste. Sin embargo, no tenía el valor, ni las armas para llamar la atención de su padre o siquiera el valor de pedirle que desayunara con él. Su padre le evitaba. Cada vez que podía, llegaba tarde y se levantaba temprano a encerrarse en el estudio a tomar su café. Ni siquiera en su cumpleaños lo veía. Solo recibía un regalo, que sabía que la secretaria, la garza como él la llamaba, le enviaba. El mismo regalo de todos los años
-Deberías estar desayunando niño Anthony- dijo Sue, haciendo que este se asustara. Sue, la nana más perfecta que cualquier niño podía tener, con su cabello negro, a pesar de la edad la hacia ver fuerte y decidida. Sus ojos color miel la hacían cálida a pesar de ser pequeña cuando estaba enojada parecía ser mas grande.
-Nana ¿Que eres? Me asustas- dijo Anthony siguiéndola. Sue se volteó y le dijo con voz terrorífica o al menos eso creyó
-Un Vampiro-
Anthony sonrió y caminó con confianza a la mesa. Luego de un desayuno, a solas, el chofer lo llevo a la academia a tiempo. Corrió entre los pasillos y se adentró en su nuevo salón, con temor. Había tenido maestras y maestros buenos, pero este año temía que fuera otro maestro, que por todos los medios intentara, de manera interesada, ganarse su cariño hipócritamente. Se sentó al final y espero. Cuando Bella atravesó la puerta, todos sonrieron guardando silencio. Ella era la mejor maestra, según todos. Habían oído historias de su manera de enseñar. Bella no habló, tomó su arteline 509 y escribió en el pizarrón:
=Sta. Swan=
Se giró y dijo:
-Necesito saber ¿Quién sabe la capital de Inglaterra?- nadie habló. Bella sabía que su curso era joven y apenas comenzaban a aprender, pero quería llamar la atención de todos y llenarlos de un poco de miedo, aún así vio como un niño con ojos color verde levantaba la mano con miedo. Su cabello era desordenado y sus mejillas estaban rojas, seguramente porque se sentía avergonzado, era alto y vestía su uniforme de manera formal. Su mirada profunda tenia tristeza, una tristeza difícil de ocultar.
-¿Cómo te llamas?- dijo Bella intentando infundirle confianza.
-An...Anthony- dijo tartamudeando. Bella sonrió. Anthony, su reto, el niño sentado en el último asiento por alguna razón. Eso le recordó a ella cuando obligadamente había tenido que ir a aquel internado en Londres. Entonces le preguntó confiada:
-Bien Anthony dime ¿Cual es la capital de Inglaterra?-
-Londres- respondió rápidamente. Bella sonrió. Había logrado llamar su atención y continuó.
-Veo que eres más que ojitos lindos Anthony. Bueno, Londres es mi ciudad natal-
La clase rió ante el chiste y Bella dijo:
-Bueno señores los chistes para después. Yo soy Isabella Swan, su orientadora de grupo y maestra de música. Si necesitan algo, lo que sea, menos besos, esos no los regalo- dijo Bella haciendo que todos rieran nerviosos.
-Estoy aquí para ayudarles, si les duele una uña o un diente, háganmelo saber. Ahora, ¿por qué no pasan, se presentan y me dicen que instrumento les gustaría aprender a tocar?, el que sea, así este sea el xilófono, la armónica, el arpa hasta la campanilla-
Bella se sentó y escucho atenta a todos los niños que pasaron y dijeron contentos sus nombres y apellidos junto al instrumento que les gustaría tocar. Algunos aprovecharon la ocasión para decir tonterías. Cuando el turno de su reto llego, este solo dijo, apretándose las manos y mirando al suelo
-Mi Nombre es Anthony Cullen- y con eso se sentó. Bella no lo obligó a seguir y eso lo extrañó. Todos los maestros lo obligaban a hablar y Bella, en cambio, no le había obligado a nada. Ella solo se levanto y se dirigió al piano, que estaba en su salón. Este tenía todo tipo de instrumentos, ya que ella se había encargado de reunir la mayoría de ellos, pero el instrumento más hermoso de todos era el piano, idéntico al de su padre. Se sentó ante él y comenzó a tocar. La suave tonada inundó el salón, llamando la atención de Anthony, quién observó el piano con anhelo. Ese era un secreto que el guardaba. El quería aprender a tocarlo. Había oído a su tía Alice decir que su madre era magnifica en aquel instrumento y él quería aprender, para así sentirla más cerca de su corazón.
Todos aplaudieron cuando Bella terminó de tocar Claro de Luna de Debussy y ella dijo:
-La música no sólo son tonadas tristes. La música tiene el sentido que le demos, más cuando viene del corazón. Espero este año poder enseñarles el valor de una nota musical-
El timbre sonó y todos salieron, menos Anthony quien como todos los años se quedaba en el salón evitando el contacto con los otros niños.
-¿Anthony borrarías la pizarra por favor?- dijo Bella sonriéndole desde su asiento. Anthony le devolvió la sonrisa y respondió:
-Claro - Anthony caminó con cautela, acercándose al pizarrón y comenzó a borrar. Bella solo miro sus movimientos un rato y luego le pregunto:
-¿Qué edad tienes? - sabia la edad del niño, había leído su ficha, aún así era una buena forma de comenzar
-Doce- respondió este en un susurro. Bella asintió y saco unos sándwich de queso derretido de su bolso.
-¿Quieres?-
Anthony tomo el sándwich y dijo de manera educada:
-Gracias- y lo comió disfrutándolo.
Vio en Bella la sinceridad y la amistad, sin interés, que esta le mostró. Ese día Anthony hizo una nueva amiga, una de verdad y, aunque Bella no lo sabía porque Anthony no lo mencionó, ella le agradaba, era distinta y él podía pensar en confiar en alguien tan maternal como ella, alguien en el que él se imaginaria a su madre, esa mujer de la que no podía recordar nada, ya que había muerto el día que nació. Se sentía culpable y triste y a pesar de las palabras de sus abuelos, sus tíos, él las únicas palabras que quería oír eran las que no eran dichas por su padre. Era lo único que quería y su inseguridad era esa.
Pero en cambio, Bella vio ese día en él a un niño que solo necesitaba cariño y atención y ella tenia mucho para dar.
*Asterias: griego. Significa Estrella de mar.
Bueno esto es apenas el comienzo de mi primera aventura. La maestra de mi hijo, es mi bebe agradezco a jpv22 por hacer esto posible. Cariño gracias por la paciencia. Mayra mu gracias por la ayuda. Bueno GRACIAS POR LEER díganme lo que piensan
Besos y abrazos.
ANN ARSTON AARA (Diciembre de 2013.)
