Hola!
Os presento "Once upon a time...the Prince's tale", una serie de viñetas independientes que participan en la comunidad livejournal de 30vicios, con Severus Snape y Lily Evans como protagonistas. Obviamente, la mayoría (sino todas) las viñetas contendrán spoilers del último libro. Así que si no lo has leído, no te recomendaría que sigas leyendo esto.
Ahora mismo no se me ocurre más que decir. Espero que os guste. Realmente me hace ilusión, porque esta es mi OTP, y escribir de ellos, siempre es gratificante :)
Ni que decir tiene que ninguno de los personajes me pertenecen, son de J.K. Yo sólo escribo lo que ella no ha puesto en los libros.
28.- Disfraz
"…- No, escucha, no quería…
-¿Llamarme sangre sucia? Pero así es como llamas a todos los de mi clase, Severus. ¿Por qué yo debería recibir un trato especial?..."
La respuesta, el origen y la causa del problema era él mismo. Todo era su culpa. Su culpa era haberla llamado aquello, su culpa no haberle sido sincero, su culpa verla aquel día en el jardín con los columpios.
Era su culpa ser falso. Llevar un disfraz, una doble vida. ¿Era justo aquello que hacía? No necesitaba escuchar la respuesta, sabía que no.
Pero por otro lado¿cómo no hacerlo? No le cabía en la cabeza no verla, no estar con ella, no hablarle, o quedarse callado, simplemente mirando cómo ella le hablaba. Tampoco le convenía dejar aquel grupo. No quería. Se sentía minimamente aceptado, minimamente incluido.
Respiró con fuerza y llevó su vista a la ventana de la habitación. Mil veces había deseado dejarlo todo atrás. Echar a volar, como las aves. Sólo preocuparse de seguir volando. No del destino, ni del modo.
Urgía tomar una decisión, y no se sentía capaz de hacerlo. Prácticamente, eran dos bandos contrapuestos, dos enemigos. No podía estar de ambos lados. O estaba con Lily, o estaba con los mortífagos.
Ellos no eran sus amigos, no les necesitaba por eso. Eran sus compañeros, su ego, su vanidad les necesitaba. Lucius había reconocido su valor. Su valor. En aquel momento, se sentía el ser más cobarde de la tierra. No era momento para hablarle de valor.
A ella la necesitaba. Sí, porque le hacía sonreír. Porque sentía que debía defenderla, aunque fuera de sí mismo. Sí porque era ella. Y con eso bastaba.
Apoyó la espalda contra la fría pared y llegó a la conclusión. Ella no le merecía. Ellos tampoco. Ninguno merecía un tipo como él. Pero estaba claro que, de una manera o de otra, los necesitaba a ambos.
