Introducción:

El guardia la llevaba por los estrechos pasillo de la prisión para que ocupara su celda. Era la primera mujer que ingresaba en aquella cárcel para cumplir condena. Una nueva reforma había dictaminado que esa cárcel sería mixta y ella fue la primera convicta en sufrir esa reforma.
Acababa de ser condenada por un asesinato múltiple que ella negaba haber cometido, y a pesar de la falta de pruebas había sido juzgada y condenada culpable.
-¡Entra ahí!-Gritó el guardia. Ella se quedó quieta, temerosa de lo que podría pasarle a partir de ese momento, siendo consciente de que no podría salir nunca de allí.-¿¡NO ME HAS OIDO!- Le pegó un bofetón y la empujó haciendo que cayera en el suelo de la celda- Si sobrevives a esta noche, yo te enseñaré lo que es obediencia personalmente- Cerró la puerta y se marchó silbando.
Ella lloró ahí tirada mientras su cabello le tapaba el rostro, sintiendo que era la persona más desgraciada del mundo.
-¿Por que lloras?- Se escuchó una voz masculina en la misma celda- Ya es tarde para lamentarse por los delitos que has cometido.
-¡No he cometido ningún delito! Alguien me tendió una trampa- Dijo en pleno llanto- Aunque supongo que eso ahora da igual, me moriré en esta maldita celda.
-Si piensas así desde luego que lo harás- La voz provenía de las literas que estaban detrás de ella- ¿De verdad eres inocente?
-Si, soy inocente. Lo juraré las veces que haga falta- Ella se aferró fuerte a sus piernas y lloró más fuerte.
Se escuchó el ruido de la cama al levantarse alguien, escuchó unos pasos que llegaron hasta ella y vio de reojo que el hombre se sentaba a su lado.
-¿Como te llamas pequeña? ¿Cuantos años tienes?
-Mi nombre es Isabella Swan y tengo dieciocho años- Respondió ella sin levantar la vista.
-Bien Isabella- Le cogió el rostro y la obligó a mirarle- Yo soy Edward Cullen y desde hoy cuidaré de ti.
Ese hombre era algo extraordinario a los ojos de ella, nunca había visto a un hombre igual. Aunque se notaba que era mayor que ella no dejaba de ser atractivo. Tenía algunas cicatrices en su rostro, pero eran antiguas y le daban un aspecto más duro y respetable además de sexy. A ella le pareció el hombre más hermoso que había visto.
-¿Por que quiere ayudarme?
-Porque eres una niña inocente y pura en medio de unos hombres malvados que intentarán hacerte daño- Él limpió sus lágrimas- Desde hoy tú serás mi protegida. No irás a ningún sitio sin mi. ¿Entendido?- Ella asintió- Y ya no serás Isabella Swan nunca más, ese nombre pertenece a alguien desdichado y débil. Desde hoy serás Bella, solo Bella.
-¿Que va a cambiar en mi vida que me llame de otra forma?
-Mucho- Él se levantó y tiró de ella para que se levantara- Te voy a enseñar a ser fuerte, a ser valiente. Te enseñaré a ser mi compañera.
-No te entiendo- Ella se alejó un poco de él asustada.
-No pensarás que voy a cuidar de ti gratis. ¿Qué prefieres? ¿Ser mi compañera con todo lo que eso conlleva o estar sola y que te destrocen los demás?- Bella se tensó- Yo te tratare bien elijas lo que elijas, pero no te defenderé si no eres mía. Y si elijes mi protección, serás mi compañera para siempre.
-¿Que quieres decir con para siempre? ¿Qué implica ser tu compañera?
-Quiero decir que serás solo mía hasta que ambos muramos. Y ser mi compañera implica ser mi amiga, mi confidente, mi mujer.
-¿¡Mujer!- Ella se escandalizó- ¿¡Como voy a ser tu mujer! ¡Ni siquiera me conoces!
-Lo tomas o lo dejas. Y te lo advierto, no hay marcha atrás. Si accedes será para siempre y si te niegas, el no sera definitivo.
Ella se quedó pensativa, en silencio. De ese modo pudo escuchar los gritos de otros presos diciendo obscenidades y golpeando cosas, sonidos que antes le habían pasado desapercibidos debido a su llanto. Entonces miró a Edward y lo vio tan tranquilo y sereno, seguro de si mimos. Entonces lo tuvo claro.
-Está bien, acepto.
-¿Estás segura? ¿Entiendes la magnitud de mi proposición? ¿Comprendes lo que te verás obligada a hacer?
-Antes de responderte me gustaría que me respondieras a algo- Edward asintió- ¿Por que quieres que sea tu mujer?
-Porque nunca he visto un alma tan pura como la tuya, quizá si consigo cuidar de ti y en la medida de lo que se puede aquí dentro hacerte feliz, mi alma quedé en paz.
-Acepto tu proposición- Se secó las lágrimas y lo miró a lo ojos.
-Muy bien- Edward la cogió y tiró de ella haciendo que sus labios se juntaran en un beso feroz- Así queda sellado nuestro trato, mi Bella.

Aquí tenéis la introducción de esta historia, espero que os guste, tiene mucho misterio, es la primera de este tipo que hago, espero que os guste la intriga.

¿Qué os ha parecido este encuentro entre Edward y Bella? ¿Os ha gustado?

Aviso de que esta historia tiene escenas fuertes, pero las avisaré para los que sean más sensible.

Gracias por haber leido el capítulo y espero que la sigáis.

Nos leemos en el próximo