¡Maldito, pero sexy, James Potter!
Por ClockyEvans
¡Por Merlín y por todos los magos del mundo mágico!
Su corazón estaba palpitando con más rapidez que nunca y la garganta se le comenzó a secar. ¿Había sido él? ¿Es que acaso la había ido a visitar? Claro que no, eso sería un acto estúpido (aunque de, todas formas, muy característico de él). Habían dejado de verse hace años y el joven nunca tuvo intención alguna de encontrarla ya que nunca se vieron. Pero ¿Y si había sido él quien atravesó el pasillo? La verdad es que ese cabello desordenado no era muy fácil de olvidar y sus anteojos redondos negros no eran muy comunes en la locación en que se encontraba. Además, el que ella estuviese trabajando junto con los muggles lo hacía un lugar menos apetecible para aquél joven. No es que le desagradaran los muggles, simplemente prefería mantenerse en su entorno. Siempre fue así.
Pero ¿Por qué tuvo que ponerse tan nerviosa? Debía admitir que en sus años de adolescencia, el joven siempre tuvo alguna frase bajo su manga para dejarla desconcertada y ruborizada como un tomate, pero ella nunca sintió algún fuerte sentimiento hacia él, bueno... tal vez después de aquél incidente... ¡No, claro que no! ¿Era ella o es que hacía mucho calor en la oficina?
Tuvo que abrir la ventana que daba hacia la calle para que entrara un poco de aire fresco. Sus manos estaban tiritando y aunque ella era una persona nerviosa, llevaba tiempo sin ponerse así. Es que por fin su vida había tomado el camino que ella siempre había querido llevar. Le costó años llegar a ser Vicepresidente de producción en aquella empresa, en ningún momento titubeó porque fue siempre su sueño tener un alto cargo. Pero tenía que aparecer él y dejarle un desorden emocional.
Pero ¿Por qué tenía que darle tanta importancia? Tal vez no había sido él quien caminó por el pasillo, pasando frente a su oficina. Quien, con una mirada altanera, le sonrió y se dirigió donde el Jefe de la empresa... tal vez Lily estaba pensando demasiado y sólo buscaba excusas, porque la verdad es que todo era bien claro.
Su pasado había vuelto para molestarla una vez más.
Es que a él no le bastaba simplemente molestarla en el colegio. No, ahora debía venir a la empresa donde Lily trabajaba a buscar alguna forma de incomodarla, claro, porque Hogwarts no fue lo suficientemente divertido. ¡Oh, por Merlín! Sus años como estudiantes fueron terribles por aquél muchacho y sus molestosos secuaces. Tenían un grupito entre los cuatro lo cual hacía las bromas aún más pesadas. Y Lily fue su blanco por muchos años. Pero siempre que él le decía que era en broma, la joven sabía que lo había hecho con todas las ganas posibles de herirla. Pero Lily pudo sobrellevar eso y su inteligencia le hizo salir adelante socialmente. Aunque muchos le tenían envidia, siempre fue respetada por ser una de las mejores de la clase. Si es que ese joven no le pisara tanto los talones en todo lo que hacía... siempre le quería llevar la contraria e intentar ganarle en todo. ¿Es que acaso ahora venía a quitarle su empleo? No, eso no podía permitirlo.
El ruido emitido por las bocinas de los autos, de afuera, la hicieron volver al tiempo actual y dejar de lado aquellos recuerdos de su, no tanto, adorada adolescencia. El nervio le volvió a invadir cuando escuchó unas risas en la oficina de al lado. Y una de ellas le resultó bastante conocida.
¿Qué debía hacer si lo veía? ¿Sonreírle como estúpida, como si todos los años de bromas nunca hubiesen existido? Bueno, en realidad Lily poseía algo que el joven tal vez todavía no tenía; madurez. Por lo que sabía que gritarle todas las cosas que sentía, el odio, la rabia y su sentimiento de venganza, al chico no sería un acto adecuado para su edad. Y es que, a sus ya veinticuatro años, Lily tenía bien claras las cosas.
Volvió a escuchar risas y no pudo evitar recordar aquella vez cuando, en cuarto año, el chico le había quitado su diario el cual Lily, torpemente, dejó en la sala común con su bolso y demás libros. Sabía que debió haberlo guardado bajo llave en su baúl. Lo peor fue que toda su generación escuchó la narración del joven y aunque Lily era una gran escritora, sus sueños y secretos no fueron escritos para ser escuchados.
Ese idiota. Ya podía escuchar el sonido del golpe que le podría dar en su presumido rostro. Había quedado completamente humillada, pero no fue la última vez. Varias veces le tocó pasar vergüenza por culpa de aquél joven, pero la peor fue cuando estaba en séptimo año, y todo fue su culpa...
Escuchó la puerta de la oficina de su jefe abrirse y dos voces. La de su jefe, el señor Johnson, quien decía cosas demasiado simpáticas para ser un hombre de mediana edad, gruñón y amargado, y la de quien creía haber olvidado para siempre. ¡Ese cretino!
El señor Johnson se despidió del joven y cerró su puerta. Lily, sentada inmóvil en su silla frente a su escritorio, pidió a Merlín y al, extrañado pero no olvidado, Profesor Dumbledore que guiara al idiota derecho hasta la puerta de salida. Se escondió tras su computadora que era bastante grande y cerró sus ojos.
Escuchó los pasos que provenían de la oficina de su jefe acercarse y por un momento se escucharon lejos de la suya... pero luego de quince segundos, tal vez menos, un golpe se escuchó en su puerta. Y sin querer hacerlo, pero debiendo, dejó ver su cabeza por sobre la computadora y con una sonrisa, saludó a su invitado.
Lilian Evans
En el marco de la puerta, con una pose característica, estaba James Potter; el presumido más grande de todos los tiempos. Más aún que su amigo Sirius.
Por unos momentos, Lily se quedó estática con su cínica sonrisa y, aunque odiaba a la gente que pretendía, no pudo evitar llevar a cabo ese papel. Se sintió como si estuviese sobre un gran escenario y sólo ella en mitad del lugar, con un gran público de gente que no tenía nada mejor que observarla. James era todo el público.
- Tanto tiempo – Pronunció, sin interés en levantarse de su silla y saludar al joven. Éste caminó dos pasos más adentro en la oficina y Lily dejó de sonreír al notar que se estaba acercando mucho. Tuvo unas ganas inmensas de abrir todas las ventanas.
Veo que te ha ido muy bien – Sus ganas aumentaron y quiso abrir todas las ventanas del edificio. ¿Es que se estaba acabando el aire en esos momentos?
- Sí, me ha costado trabajo – James sonrió y observó la oficina. Lily sintió como si estuviese rindiendo una prueba. Por unos momentos recordó su olvido de limpiar el basurero y de regar la planta. ¿Lo habría notado James?
- No has cambiado nada - ¿Eso era un elogio? – Todavía eres una organizadora compulsiva, supongo... – James le indicó el estante a su derecha adornado con varias carpetas y libros, establecidos alfabéticamente. Lo divertido era que todos tenían diferentes colores con respecto a su letra. Lily le miró molesta.
- ¿Has venido a recordarme eso o sólo para hacerme perder el tiempo?
- Tampoco ha cambiado tu carácter – Le dijo James divertido, volviendo al marco de la puerta. Lily se cruzó de brazos y se recostó en su silla – Vine a hablar con tu jefe. Por si no lo sabías, es un gran amigo de mi padre. Y estoy pensando en hacer algunos proyectos con esta empresa.
¿Es que acaso James era un gran ejecutivo? Lo último que recordaba Lily de James era su perezosa iniciativa y desinterés por hacer las cosas bien. Era por eso que Lily lograba sobrepasarlo en trabajos de colegio.
– Me parece bien – Comentó Lily – Pero no veo la razón por la que pases por mi oficina, verás, estoy muy ocupada – Dijo, revisando unos papeles que tenía en su escritorio, que minutos antes había estado revisando... la verdad es que simplemente los había sacado de su cajón minutos antes de saber que James estaba en el edificio.
- Sólo quería pasar a saludar a una veja amiga – Lily le miró extrañada. ¿Así que ahora era una vieja amiga? Sí, claro... – Vine a la ciudad por un par de días. Mañana parte mi avión y no quería irme sin antes ver a Lilian Evans.
¡Por favor, que se vaya rápido!
Lily le sonrió con cinismo y asintió con la cabeza.
– Que estés bien – Se despidió James y se dio una vuelta para irse, pero cuando Lily ya estaba respirando normalmente al saber que se había ido, el joven regresó – Ah, quería recordarte. Todavía me debes una salida...
Esa oración hicieron que Lily le mirara con asombro, inmóvil en su silla. Al principio no entendía sobre lo que se refería James, pero microsegundos después, como un balde de agua fría, los recuerdos cayeron sobre Lily y el asombro se convirtió en remordimiento. Mientras Lily intentaba ahuyentar aquél recuerdo, que había estado intentando evitar desde que vio a James, éste le sonreía desde la puerta.
¡Es un cretino! Pensó que no se acordaría de lo que había pasado, pero la verdad era que James se venía acordando de aquél incidente desde que se vieron por última vez. Lo que Lily no sabía era que James recordaba todo sobre ella...
Pero Lily nunca tuvo el deseo de hacerlo, de recordar todos esos años y el rostro de aquél espectro. Había estado tan bien esos últimos años, pero tenía que llegar James Potter a joderle la vida... como siempre.
James se dio cuenta de que Lily se había acordado y le guiñó un ojo. Sacó un papelito de su billetera y se lo entregó a Lily. Ésta se demoró en levantar su mano, pero al tener contacto con los dedos de James, sintió un hormigueo en su brazo y una sensación de bienestar tan inesperada que Lily sacó enseguida su mano. James se despidió otra vez y se fue.
"James Potter, Presidente de Radioempresa. 555-4782"Aquél papelito emitía un agradable olor, aquél olor que le trajo un centenar de recuerdos a Lily, recuerdos que no necesitaba.
¡Maldito Potter! Pensó con desgana y arrugó el papelito y lo botó en el basurero. Estaba bastante lleno por lo que hablaría con Deena, la que hacía el aseo, para que lo limpiara pronto. Pero primero debía relajarse... aunque no pudo ya que el recuerdo que más le hacía sentir vergüenza de sí misma estaba en su cabeza y no quería irse.
Había sido séptimo año, el último en Hogwarts. Aunque Lily era una de las alumnas más perseverantes, y todo lo sabía, aún le quedaban cosas por conocer sobre la magia. Muchas veces se encontraba frente a sucesos que le enseñaban más sobre la historia del mundo mágico. Y en su último año, Lily aún quería aprender más, pero el final del camino había llegado para comenzar uno completamente nuevo. Lo bueno era que conocería a más gente, y podría olvidarse de los merodeadores, grupito de James Potter.
Aunque Remus, quien conformaba también aquél grupo, le caía bien, de todas formas tenía sus períodos de inmadurez cuando pasaba mucho tiempo con sus amigos. Lily no podía esperar más para irse. Sólo faltaba una semana...
Pero
justo esa semana, para celebrar el final de las clases y el final de
los exámenes, los de su casa decidieron hacer una fiesta. Secreta,
obvio, porque si se supiera más allá de su generación, la
profesora McGonagall nunca les dejaría. De todas formas nunca lo
supo, y qué suerte para Lily porque si no su imagen se hubiese
arruinado...
¿De quién había sido la idea? Pues, claramente, de Sirius Black, mejor amigo de James Potter. Lily siempre supo que era una mala influencia y a ratos pensaba que tal vez James se comportaba como un idiota por culpa de Sirius.
De todas formas, James secundó la idea con gran ímpetu y primera vez que Lily lo vio tan motivado en organizar las cosas. En ese entonces, Lily prefería quedarse en su habitación leyendo un libro en vez de beber cerveza sin ningún motivo y bailar estúpidamente para pasarlo bien. Prefería algo calmado. Hoy en día, Lily preferiría quedarse en su departamento pero también le gusta salir a bailar. No en exceso como algunos de sus colegas, pero no se arrepiente de no haber ido a fiestas en tiempos de Hogwarts y adolescentes.
Aquél día, Lily se había dado cuenta de lo bien que se veía James en uniforme. Nunca antes lo había pensado, ni siquiera se había quedado por más de dos minutos mirándolo, pero habían estado en el Gran Comedor y los merodeadores le habían hecho una broma a unos chicos de Slytherin; una de las cuatro casas con las que tenían más riñas. Lily disfrutó de la broma por unos segundos aunque, como aún tenía su cargo de prefecta, más rato decidió poner orden. Pero mientras los chicos de Slytherin intentaban quitarse el teñido naranjo de sus cabezas, Lily observó a James reírse con sus amigos. Le pareció muy lindo, claro que ese pensamiento sólo le duró unos segundos.
A la noche, mientras Lily se encontraba en un sillón frente a la chimenea de la sala Común de su casa, James y Sirius bajaron de la habitación de los chicos murmurando cosas y salieron de la sala sin siquiera fijarse en Lily, quien era la única persona en el lugar. Lily pensó mal de los chicos, y les iba a seguir para decirles que no salieran de la habitación, pero antes de que pudiese llegar hasta el cuadro que cumplía el rol de puerta, éste se abrió dejando paso a los dos jóvenes y a un grupo de mujeres y hombres que venían a sus espaldas.
Traían cerveza escondida bajo la capa invisible de James y vinilos para escuchar música más un tocadiscos. Todo dejaba ver que sería una gran fiesta pero, lo que no podía faltar, Lily no se demoró en protestar. Que despertarían a los más pequeños, que estaban pasando a llevar una de las reglas más importantes de Hogwarts y al mismísimo director; Dumbeldore. Pero, como siempre, nadie le hizo caso.
Decidió irse a su habitación y encerrarse allí, a terminar de leer su libro. Nadie podría molestarla ya que no se llevaba muy bien con las chicas de su generación (quienes estarían enfrascadas bailando) y ningún chico podía subir.
Por eso fue tan grande su sorpresa cuando vio a James y a Remus entrando a su pieza que soltó un grito y les apuntó con su varita. James logró quitársela mediante un hechizo y Remus, con una sonrisa, la cogió de la cintura y se la llevó a la sala Común. Lily protestó pero los chicos no tenían intenciones de soltarla.
- Queremos que disfrutes con nosotros, pelirroja – Era una de las cosas que James le había dicho que Lily recordaba hoy en día, simplemente porque le encantaba cuando él le decía pelirroja y porque se lo había dicho de una forma tan sexy que Lily aún recuerda cómo se ruborizó.
En la sala Común todos estaban bebiendo cerveza, algunos bailando y otros conversando. Una verdadera celebración.
Sirius fue el único que sonrió cuando vio a sus amigos con Lily en brazos.
– Hasta que has bajado – Dijo, besándole la mano en forma de saludo.
– Contra mi voluntad – Gruño la pelirroja, de brazos cruzados. Remus rió y James la obligó a sentarse en uno de los sillones que estaban vacíos. Peter, el último integrante del grupito de amigos, estaba sentado a su lado, con una cerveza en mano y una chica que le hacía cariño. Lily hizo una mueca de disgusto y se levantó del asiento para irse pero Sirius la obligó a volver a su asiento.
James le entregó una cerveza y se sentó a su lado.
– No voy a tomar – Dijo Lily negando con la cabeza, mirando a James fijamente. Éste se rió junto con Sirius, mientras que Remus desaparecía hacia un grupo de chicas.
– Sí vas a tomar, y te va a gustar – Lily volvió a negar – A la fuerza entonces... – Sirius suspiró, y con su varita que andaba trayendo dentro de su bolsillo, pensó en un conjuro y al segundo después, Lily comenzó a beber de la botella de cerveza. ¡Ese idiota de Black sí que jugaba sucio! – No podemos salir del colegio sin verte tomar, Evans.
– Son unos idiotas – Espetó Lily antes de que su mano le acercara, involuntariamente, la bebida. James le sonrió y le abrazó por los hombros. . Aunque Lily estaba furiosa, todo se le pasó minutos después porque tener el brazo de James cerca de ella y oler su colonia era algo que le hacía, en gran parte, sentir un calor en el estómago que le agradaba.
A la hora después, con la ayuda de algunos encantamientos por parte de Sirius (y de James también) Lily estaba ya bebiendo su quinta botella, y a la media hora lo estaba haciendo voluntariamente, sin necesidad de conjuros.
Estaban los tres riéndose y Remus se les unió después con una chica entre sus brazos. Lily decía cualquier disparate que se le venía a la cabeza y para todos era de lo más gracioso, aunque aún no sobrepasaban el límite entre sobriedad y borrachera. Claro está que al otro día, con la ayuda de Remus, supo todos los detalles de lo que había dicho y no pudo evitar sentir vergüenza y enojo hacia los chicos. Hoy en día, aquella fiesta todavía revivía a veces en la cabeza de Lily y los recuerdos le hacían ruborizarse.
Pero eso no había sido lo peor. Lily se convirtió en una persona completamente diferente en aquella fiesta. Su lado divertido que estaba antes escondido salió a la luz y bromeó tanto con Sirius como con chicos con los que nunca antes había pasado tiempo. Hasta pasó unos momentos abrazada con Potter, ¡Con James Potter! ¿Cuándo en su vida habría pensado que lo haría? Pues, había sido algo demasiado bueno. El olor de James era muy delicioso y cada vez que le hablaba, sentía su aliento en su mejilla. ¿Quién lo creería? Tal vez Lily estaba sintiendo cosas por James, que no debería. Pero se sentía tan bien estar entre sus brazos.
Lily aún recuerda ese momento, pero hoy en la actualidad con un poco de remordimiento. Aquél instante fue el que despertó algo en su interior que hoy en día estaba intentando mantener bajo raya.
¿Es que acaso James siempre le haría sentir esa calidez y bienestar? ¿No existía ninguna forma de evitarlo? Aunque le hacía sentir conforme, no le agradaba la idea de que él era el causante de aquello.
Pero aún recordaba su abrazo y en realidad, ese fue el inicio de su espectáculo. Lily, después de estar bajo los brazos de James por media hora y de tomarse su décima botella de cerveza, estuvo a punto de desmayarse. Tal vez le había dado mucha importancia pero en aquellos momentos se había sentido muy mal. Le dolía mucho la cabeza y, aunque aún no estaba completamente borracha, sentía muchos mareos. James se sentó a su lado e hizo que Lily se recostara sobre su pecho. Remus le trajo un vaso con agua y luego siguió bailando con una chica de sexto.
Sirius estaba con un grupo de mujeres y Peter había ido al baño.
James le hacía cariño en el brazo y Lily estuvo a punto de dormirse, pero miró al joven a los ojos y le sonrió. Le gustaba estar así con él y como sabía que al otro día no recordaría mucho, quería disfrutarlo.
Estuvieron tanto tiempo mirándose que Jame se acercó a ella para besarla. Lily se puso nerviosa ya que su último beso había sido hace mucho tiempo, y sabía que James besaba a una chica cada mes (aunque en realidad hace tiempo ya que lo veía solo) ¿Y si él se decepcionaba? Bueno, ninguno de los chicos con los que se besó le habían dicho que lo hacía bien. A lo más, su último novio le asentía con la cabeza cuando Lily le preguntaba. No sabía si daba buenos besos y eso le aterraba. Además, ¿Cómo debía actuar con James después del beso? ¿Debía ignorarlo? ¿Debía pedirle noviazgo? O mejor, ¿Debía besarlo? No sabía qué hacer, y James se estaba acercando cada vez más.
Pero James, antes de que pudiese siquiera tocar los labios de la pelirroja, se alejó de ella al notar que iba a hablar. Pero todo lo que salió de la boca de la pelirroja dejó a James impresionado. Era una declaración de amor que nunca pensó escuchar por parte de Lily. Ésta, que quería recibir un beso del muchacho, se acercaba a él y le decía que le quería mucho. Que sólo le regañaba porque intentaba alejarse de él, si no, no podría soportar no tenerlo a su lado.
¿Era Lily la que decía todas esas cosas? Hasta la chica quedó impresionada cuando le dijo que le quería, y ahí se quedó callada. Estaba teniendo un vómito verbal que la caracterizaba al estar tan nerviosa. Pero James le cogió de los brazos y la fue a dejar a su habitación. Lily no pudo olvidar nunca el momento en que estuvieron a punto de besarse, su horrorosa declaración y lo que James le dijo después de que la llevó a su dormitorio (luego de hacer un conjuro para poder subir) y la dejó en la cama.
- Me debes un beso – James le tenía tomada la mano. Lily se ruborizó, y sintió unas ganas incontrolables de dormir.
- Eso es mucho pedir – La joven le soltó la mano y le miró con vergüenza, intentando no caer dormida. James le sonrió y le besó la mejilla.
- Entonces me debes una cita – Lily tuvo otro dolor de cabeza y no pudo aguantar el sueño. Antes de que pudiese murmurar un "no lo creo" mientras se quedaba dormida, James ya había salido de la habitación.
Al otro día, Remus le contó todo lo que había dicho y James le miraba de forma extraña. Lily se ruborizaba cada vez que le veía y luego de que tuvieron unas cuántas peleas, la pelirroja le dejó claro que su supuesta declaración había sido una broma y que se olvidara por completo de ella.
Pero Lily no sabía que James no podía olvidarla.
El último día de clases, cuando tuvieron que abordar el tren para regresar a casa, Lily se acercó a James para darle, después de haber practicado toda la noche anterior en la que no pudo dormir como debió hacerlo, su despedida. Pero volvieron a discutir por la gran arrogancia de James quien dijo cosas que Lily non quería oír… Ella nunca olvidó esa despedida.
Y ahora, que volvía a verlo, con algunos años demás (cuando aún seguía igual de guapo) le hizo sentir otra vez todo ese desorden hormonal. ¿Es que acaso no entendía que la despedida había sido para siempre?
De ninguna manera iba a llamarlo.
La verdad es que nunca le gustó James Potter, simplemente se dejó llevar por el momento aquella vez y aunque aún se acordaba, todo lo que sentía era como respuesta a tantos años sin verse… Sí, eso era.
Habían pasado ya cuatro horas desde que James estuvo en su oficina, y aunque Lily había estado trabajando en varios casos y proyectos, sentía aún la presencia del joven. No pudo dejar de pensar en su visita y de enojarse con él. Su jefe le regañó más de dos veces por parecer desorientada y más de un colega le preguntó si algo malo le ocurría, pero Lily estaba bien ¡Estaba muy bien!
Salió de su oficina con paso seguro, a las ocho de la noche. Necesitaba unas horas para descansar, y tuvo la idea de tomar un baño con agua caliente. Necesitaba relajarse y pensar en James no era la solución. Pero su secretaria la detuvo antes de que se fuera y le dio un recado.
- Un James Potter la llamó. Dejó un mensaje; que por favor se acordara de llamarlo. Necesita verla – Lily bufó y le dio las gracias. Salió con decisión a pedir un taxi para llegar a casa y olvidarse de todo lo sucedido aquél día, y de todos los recuerdos que le llegaron a la mente.
Pero la verdad es que James no salía de su cabeza. ¡Maldito Potter! ¿Es que acaso le gustaba dejarla así? Lo pensó unos minutos, y cuando un taxi se detuvo frente suyo para llevarla a casa, Lily le sonrió al conductor en forma de disculpa y subió a su oficina, corriendo. ¡Corriendo! Algo raro en ella cuando se trataba sobre su oficina.
Al llegar a su piso, su secretaria estaba ordenando las últimas cosas y su oficina tenía la puerta abierta. Entró rápidamente a ésta y buscó el basurero. Encontraría el papelito que James le había entregado y lo llamaría. Sólo para decirle que la dejara en paz, claro… sólo para eso.
Pero el papelito no estaba, es más, el basurero estaba completamente vacío.
Salió al pasillo con el corazón latiéndole como en la mañana, y vio a Deena en la oficina del jefe. Le preguntó por la basura de su oficina pero Deena ya la había acumulado con la basura de las otras oficinas.
¡Por Merlín! Estas cosas le tenían que ocurrir sólo a ella. Si pudiese usar magia…
Su secretaria, quien la había estado observando extrañada, le preguntó qué cosa se le había perdido. Y Lily le dijo que necesitaba el número de James Potter, quien la había llamado. Por suerte su secretaria había anotado el número de joven cuando éste le llamó en la tarde.
Lily sintió alivio y le sonrió, agradecida. Se acercó al escritorio de la chica y cogió enseguida el teléfono. Mientras marcaba, le preguntó a su secretaria qué le podría decir. ¿Estaba bien comenzar con un "¿Qué tal todo?" o era muy aburrido?
Su secretaria le animó para que le hablara y Lily escuchó la voz de James por el otro lado del auricular. El único problema era que estaba escuchando una grabación. James no estaba en casa.
Le dejó un mensaje. Pensó en darle su dirección pero tal vez era demasiado pronto. Aunque no pudo pensarlo mejor, por lo que le dijo su dirección y que le fuera a ver mañana por la tarde, a las ocho y media porque habría vuelto del trabajo.
Al cortar, la secretaria le sonrió a Lily y ésta, ruborizándose, le dio las gracias y se fue al ascensor. ¡Qué día!
Definitivamente, que James apareciera era algo que le había dejado impresionada. Siempre tuvo la idea de que lo había dejado en el pasado, en los tiempos de Hogwarts y de magia (porque ya casi ni tocaba su varita). De todas formas, a Lily le gustaban las sorpresas.
El taxi le había dejado a unas cuadras de su edificio y, aunque estaba ya cansada de caminar, hizo el intento. Recordó, mientras iba en el ascensor, que James le había dicho que se iba mañana. Entonces… ¡no podría verlo!. Que estuviese en su departamento a las ocho y media de la noche era ya muy tarde. No sabía a qué hora partía el avión pero Lily pensaba que sería temprano.
¿Qué podía hacer? Había perdido el papelito y James no le contestaba el teléfono (de todas formas no lo había anotado). Antes de que se abrieran las puertas del ascensor, Lily se resignó a la idea de ver a James por última vez… y perdió aquella esperanza de tocar otra vez su mano.
Pero, aunque pensamientos negativos rondaban por la cabeza de la pelirroja, volvió a sentir aquél bienestar que el joven de anteojos le brindaba, simplemente porque éste se encontraba en la puerta de su departamento, con unas bolsas de comida china, un jugo de naranja y su cabello desordenado, como siempre lo había recordado.
Lily se quedó estática en su lugar, con su cartera y abrigo en mano. Al ver a James se acordó de su imagen unos siete años atrás y pensó en todo el tiempo que había transcurrido desde la última vez que se vieron cuando jóvenes. Había sido demasiado tiempo.
James le sonrió y ayudó con el abrigo.
- Hola – Dijo la pelirroja, sin encontrar nada más interesante que decir. Había quedado sorprendida ya que lo que menos esperaba encontrar afuera de su departamento era a James.
– Recibí tu mensaje – Lily le miró extrañada – Y como mi avión sale mañana, decidí venir enseguida. La verdad es que no me estoy quedando muy lejos de acá, y no me costó llegar. No sabía que eras fan de las ciudades tan grandes - Lily rió. No lo era, pero eso le ayudaba a dejar de lado las cosas que quería olvidar - ¿Mejor me voy?
- No… no, quédate – Atinó a decir Lily, porque lo último que quería era que James se fuera. James le sonrió, sinceramente. Lily notó que ya no tenía aquél gesto presumido ni altanero que antes llevaba consigo.
- Compré comida china, tu favorita – Lily le sonrió, nerviosa, comenzando a temblar de pies a cabeza, porque se acordaba de eso – Resulta que también es mi favorita
- Gracias – Lily se dio cuenta de que seguían afuera y no tardó en buscar, torpemente, las llaves en su cartera. Abrió la puerta del departamento y antes de que dejara entrar al chico, le miró y seriamente le dijo – No quiero hablar sobre lo que ocurrió hace años, todo ese tema de que te debo una salida o sobre mi declaración que te di en séptimo año… olvidemos eso y…
- ¿Empecemos de cero? – James le había quitado las palabras de su boca. Lily sonrió y asintió con la cabeza – Tranquila, no recuerdo de lo que me hablas – Lily rió por la ocurrencia de James y entró a su departamento, seguida por el joven quien dejó las bolsas de comida en la mesa del comedor y comenzó una conversación con Lily.
Estuvieron charlando y comiendo comida china hasta medianoche. James le demostró ser aún más divertido que cuando joven y mucho más maduro. Nada que ver como Lily se lo imaginaba. Habían cambiado los dos mucho, y aunque aún tenía los recuerdos de su adolescencia (todos esos años en que James la hizo blanco de sus bromas) Lily no podía negar que sentía fuertes cosas por él. ¿Acaso James había llegado para recordarle todo lo pasado?
La verdad es que no.
James había aparecido otra vez en su vida para hacerle olvidar lo malo y recordarle la razón por la cual se estaba enamorando de él… Ese maldito bienestar que le hacía sentir, y que nadie lo hacía mejor que él.
¡Maldito, pero sexy, James Potter!
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¿Qué tal? Espero que les haya gustado. De pronto se me ocurrió. Por un momento pensé en hacerlo una historia, tal vez podría… no lo se. ¿Qué me dicen ustedes?
Dejen los reviews que quieran, ya saben lo bueno que es recibir buenos mensajes (las críticas también son recibidas) ¡No os preocupéis!
Muchas gracias por leer =)
ClockyEvans
