Tengo debilidad por ellos. Son demasiado buenos el uno para el otro...¡Y no lo entienden! GRRRRR, Ya me entraron ganas de pulverizar a mì también.

¡Disfruten!


"Marie llora ante la huida de Stein; aunque la depresiòn no puede durar mucho en la pulverizadora. No iba a dejar que èse hombre la dejara tirada"


-Ser profesora es difícil. Yo misma pensé que no podría ocupar el puesto – Marie detuvo su triste monólogo por un instante para evitar tragarse una lágrima –Pero estar con ellos me hacía tan feliz...

Desvió la vista hacia la mesa, interrumpiendo su meditaciòn. Los lentes de Stein estaban ahí, como preguntando por su dueño. Estaban en una sola pieza, impolutos y sin una sola grieta o rasguño. Irónicamente, Stein dejó lo mejor de sí mismo atrás, al alcance de su mano pulverizadora, de sus estudiantes…

-No pude dejarlos – admitió a media voz, como si confesara un secreto vergonzoso.

Un sollozo se abrió paso desde lo más profundo de su pecho. Luchó por desterrarlo y ganó a medias.

-A ti te pasó lo mismo, ¿no, Stein?

Lo supo siempre. Ni ella ni Stein tenían planes de enseñar, ambos eran independientes en todo. No esperaban tomarle cariño a una panda de pardillos.

Sinceridad, ambos contaban con ella. Ganas de ayudar a las personas en apuros. Marie más que otra cosa, más que Stein.

-No deben verme con esta cara – se auto-ordenó bruscamente. ¿Qué iban a aprender de alguien que se derrumba ante los problemas, cuando es más necesitada? Se enjugó las lágrimas con decisión, borrándolas de su cara con su brazo.

Se obligó a dejar su autocompasión de lado, si pensaba en ella nada más, ¿Qué ocurriría con Stein? ¿Y con los chicos? ¡Sería un despojo humano si pudiera verlos con los mismos ojos!

Se palmeó la cabeza sin excederse o contenerse en cuanto a fuerza.

Dejó el laboratorio lo más rápido posible. Aunque éste era la esencia misma de Stein, no tenía caso permanecer en ése sitio frío si él no estaba.

Una persona determinada es fuerte. Pero una persona con la motivación de recuperar a su antiguo amor, ahora amigo, colega, empleado, maestro y cómplice es mejor.

Dejar ir un hombre así es inaceptable, tantas personalidades, tantas cualidades en un mismo hombre, una pérdida, un desperdicio ¿Así iba a casarse? ¡No, tenía que ganarlo a pulso!

Ella era la mejor fuerza a fuerza, las competencias de pulso. Y si a Stein le entraban ganas de despedazar, ella no responderìa por sus impulsos de pulverizar.

Sonrió sintiéndose mejor, camino a Shibusen.

Esta vez un hombre no la dejaría tirada. No ése hombre, no ésta vez.


Marie, eres fuerte. ¡Dales caña!

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