CAPITULO UNO
Marzo 15. 2016
Jump City 06:00 a.m.
El sol se elevaba aquella tranquila mañana en la costa oeste, iluminando la ciudad de Jump City. Uno de los mejores centros tecnológicos del país, principalmente gracias a la baja amenaza de los villanos del lugar quienes parecen más interesados en el robo de Bancos y en causar desastre en los sectores comerciales, que alterar el curso normal del desarrollo en la ciudad.
La Torre de los Titanes, construida hace poco más de tres años, descansaba en una pequeña isla en la Bahía de la ciudad, cual faro para los perdidos o atracción para quienes desearan dañar la ciudad.
Dentro, la vida de cinco jóvenes comenzaba a desarrollarse con normalidad.
Raven (16 ½ años) comenzaba a despertarse luego de una noche de sueño tranquilo, las cuales agradecía cada mañana en silencio desde la derrota de Trigón hace ya un poco más de un año y medio.
Beast Boy (15 años) continuaba profundamente dormido, enredado entre las sabanas de su cama en una posición por demás incomoda, que dejaría completamente adolorida a cualquier otra persona.
Starfire (17 en años terrestres) salía de su cuarto con una enorme sonrisa, lista para preparar un platillo tamaraniano especial que había estado deseando desde hacía días luego de tomar unas cuantas horas de sol, pasando antes por el gimnasio para asegurarse de que su novio no estuviera sobre exigiéndose a sí mismo durante su entrenamiento matutino.
Cyborg (19 ½ años) recibía su carga matutina y se apresuraba a llegar a la cocina para preparar "un desayuno de verdad" antes de que a su amigo verde se le diera por despertar temprano y preparar ese asqueroso tofu. Había precedentes de situaciones como esa.
Una mañana tranquila, luego de una noche en silencio…
Al menos así se suponía que fuera, pero para Robin (17 años) las cosas no eran tan sencillas.
Desde hacía ya hora y media que entrenaba en el gimnasio, reacondicionado dos semanas atrás con un nuevo equipamiento, vestido con ropa cómoda. La máscara permanecía olvidada en la mesa de noche dentro de su habitación. Desde la carrera de Daddy Ding Dong, los demás habían llegado a conocer mejor al chico debajo de la identidad superheroica.
La razón por la que había comenzado tan temprano su entrenamiento matutino eran los problemas para dormir que le aquejaban durante la noche, aun cuando hubiera regresado tarde de su patrullaje nocturno a la ciudad.
Se acercaba una fecha importante para él y para la "familia" allí en Gotham. Se cumplirían en pocas semanas dos años desde aquella noche. Y aun así el dolor era tan palpable dentro de su pecho, asfixiándole lentamente; aquella ira y frustración que le quemaban como hierro ardiente, que le provocaban desear volver a aquel momento, haber estado allí, que Batman no le hubiera detenido…
Una voltereta hacia atrás le permitió abandonar los aros de equilibrio. Un suspiro profundo abandono sus labios. Sus músculos quemaban por el esfuerzo y el sudor pegaba sus cabellos negros a su frente y a su cuello.
Tenía que calmarse. Atormentarse por eso ahora no le ayudaría en nada, ni a él ni al resto. Debía tener la cabeza en el presente, concentrarse. "Dejarse atrapar por el pasado es peligroso" le advirtió la Verdadera Maestra. Si sus recuerdos le nublaban podría cometer un error, alguien podría resultar mal herido o peor, y lo último que deseaba era fallarle al equipo, a sus amigos.
Tomando una botella de agua que descansaba en la banca a un costado de la puerta. Mientras calmaba el desierto que era su boca, emprendió el camino hacia las habitaciones ubicadas en el piso superior. El sol que entraba por las ventanas en su camino le ayudaba a suponer donde los demás se encontraban. Raven estaría en su cuarto, dormida o despierta; Cyborg ya estaría en la cocina, preparando el desayuno; Kory estaría en la azotea, a ella le encantaba recibir la radiación ultravioleta a primera hora de la mañana; Gar estaría completamente dormido (a menos que hubiera sufrido alguna pesadilla durante la noche).
Luego de su misión y mini-vacaciones en Tokyo, las cosas en la ciudad habían estado calmadas desde la perspectiva de los titanes.
Luego de la derrota de la Hermandad del Mal, la mayoría de sus enemigos se encontraban en prisiones de máxima seguridad creadas especialmente para contener criminales de alto calibre: Bel Reve, la mejorada Blackgate, y un par más esparcidas por todo el mundo.
En ellas se había comenzado a utilizar unos collares con tecnológicamente creados para inhibir los poderes de los prisioneros y aplicar un shock eléctrico a cualquiera que intentase un ataque o intento de huida, probados inicialmente en Bel Reve en 2011. Aunque las fallas habían sido arregladas desde entonces, siempre había un hueco en el sistema, ya fuera por la programación o una falla humana.
"Siempre existe la posibilidad de un escape" pensó Dick mientras el cálido roce del agua de la ducha envolvía su cuerpo, relajándole poco a poco. "Y para cuando ese momento llegue debemos estar preparados".
Estar siempre preparado para cualquier eventualidad, esa fue una de las primeras lecciones al iniciarse en el combate contra el crimen, y aún ahora más de nueve años después, seguía siendo una de las reglas por las que se regía su vida.
Laboratorios S.T.A.R 09:00 am
El brazo mecánico se movió con precisión dentro de la habitación sellada para extraer el pequeño recipiente de muestra, acercándolo a una pequeña caja cuya apertura se cerró inmediatamente después de colocado el precinto.
El científico la tomo con cuidado, aun sentado en su silla, para colocarlo de forma similar debajo de su microscopio electrónico. El laboratorio en el que se encontraba era un recinto increíblemente amplio, de un color blanco que no llegaba a dañar los ojos e innumerables equipos científicos de última generación dedicados únicamente a investigación genética.
Dicho científico se encontraba tan concentrado en su trabajo no notó el momento en que las puertas dobles se deslizaron a su espalda para dar entrada a una persona, quien con paso seguro se acercó hasta él.
-Alex-le llamo mientras colocaba su mano en hombro tenso, provocándole un sobresalto. Alex, de 33 años, cabello rubio opaco, ojos marrones rodeados por unas profundas ojeras, tez pálida y una contextura delgada que hacia parecer que su bata de laboratorio era demasiado grande. Era una imagen lastimera, más no poco común dentro de los laboratorios.
-Mercy. No- no te oí entrar- su voz se escuchaba rasposa. Por primera vez en horas se daba cuenta de cuanto necesitaba un vaso de agua. Mercy, de 42 años, poseía una tez oliva, cabello negro por encima de los hombros, ojos miel, menuda y con una sonrisa amable con un toque maternal indiscutible. Ella era su superior en rango y en experiencia, sin embargo siempre veía porque Alex cuidara de su salud.- ¿Qué sucede?
-Sucede que ya es hora de que te tomes un descanso. Llevas trabajando desde ayer en la mañana sin detenerte- el tono en su voz era como el de una profesora regañando a un alumno. No era demasiada sorpresa después de todo, como bioingeniera con múltiples títulos y posgrados, al menos una vez al mes viajaba a las universidades de Metrópolis y de Gotham para impartir seminarios y cursos cortos. Desde el momento en que Alex había comenzado a trabajar allí, ella se había ocupado de ver por él y guiarle.
-¿Tanto tiempo?- froto sus ojos, sintiendo en ese momento el peso de las horas sobre su cuerpo- Debí haberme perdido en mi trabajo de nuevo… estoy tan cerca que…
-Sé que tus avances este mes fueron impresionantes- tomo su brazo con suavidad y le hizo pararse para comenzar a guiarle a la salida, procurando sostenerle en el camino – Pero sobre-exigirte a ti mismo hasta el punto del exhausto es de tontos. Ven te conseguiré algo de comer y podrás acostarte en la sala de descanso.
-Sabes… eso se escucha bien- una débil sonrisa se plasmó en su rostro. Inmediatamente después, las puertas se cerraron tras ellos dejando el laboratorio completamente vacío.
En medio del silencio algo pareció caer desde el techo pero a simple vista las cámaras de seguridad eran incapaces de detectar nada. Si una persona se encontrara en la habitación, y se tomará unos segundos para ver detenidamente en un punto específico del suelo, notaria con algo de esfuerzo los contornos difusos de una figura.
Esta figura se movió rápida y sigilosamente hacia el puesto de trabajo ocupado previamente por Alex y, sin dudar un segundo en sus movimientos, se acercó a la computadora establecida al extremo contrario del microscopio.
Con presionar unas pocas teclas, la pantalla se activó con el mensaje de "introducir contraseña", doce dígitos después le otorgaron un enorme "acceso concedido". Esta persona comenzó a buscar entre los archivos hasta dar con lo que necesitaba. De entre lo que seguramente era un compartimiento entre su ropa extrajo un pendrive de color negro que luego procedió a conectar a uno de los puertos a un lado del monitor. Ingresando algunos comandos más logró ver que estos archivos se descargaran en una copia al disco externo.
Hasta ahora todo iba según lo planeado, por ahora solo le quedaba esperar hasta que terminaran de descargarse. No tendría contratiempos si es que ese flacucho y pálido científico no regresaba antes, cosa que veía muy improbable siendo que estaba a poco de caer desmayado por la falta de comida y descanso, sino fuera porque esa mujer que se lo llevo a tiempo.
Tampoco tendría que preocuparse por las cámaras del lugar, que en este mismo momento se encontraban intervenidas para mostrar una grabación continua del lugar vacío hasta que él enviara la señal remota que reactivara el circuito cerrado de vigilancia.
Buscando evitar el tedio de la espera, comenzó a investigar dentro de múltiple archivos de los servidores principales que le llamaron la atención. Después de todo, los laboratorios S.T.A.R. eran una de las mejores firmas de investigación en todo el país y, con la colaboración de Wayne Enterprise, habían llegado a alcanzar un impresionante nivel de prestigio que les volvía merecedores de la confianza de múltiples empresas.
Es decir que tenían acceso a información que podría serle útil a alguien que pagaría mucho por ella. Ya sea para hacerse de ella o recuperarla.
Cuán grande fue su sorpresa cuando, husmeando en los sectores más codificados del sistema (que solo le tomo un minuto ingresar), se encontró con una carpeta especialmente archivada bajo las siglas JLA0161. ¿Qué podría ser tan importante como para que la Justice League decidiera confiárselo a los laboratorios?
"Vaya! ¿Qué es lo que tenemos aquí?" Sorprendido por su inesperado hallazgo se apresuró en revisar las partes más importantes de este antes de copiarlo dentro de la memoria separadamente de los archivos que había venido a buscar. Olvídate de los compradores. Ese tipo de información sería más beneficiosa para él en un futuro.
En pocos minutos la computadora volvió a bloquearse y cualquier rastro de su intromisión en los servidores fueron borrados inmediatamente después de haberse desconectado del sistema. El laboratorio volvía a quedar vacío y las cámaras filmaban devuelta a tiempo real.
Nadie supo del intruso, ni de la información peligrosa de la que se había adueñado.
Hasta aquí llega. Me encantaría que me dejen sus opiniones y, que conforme avance, me avisen si es que los personajes me quedan muy Oc y como creen que deberían actuar.
Re-editado el 27/05/2017
