Desayuno:

Normalmente cuando uno quiere tomar su desayuno con total tranquilidad y con los mejores deseos, jamás logra su cometido porque: Primero, no se puede tomar un desayuno tranquilo con dos de sus amigos a punto de matarse. Y segundo, no podía comer siendo él, mediador de la disputa entre ellos.

Ya llevaban casi un cuarto de hora gritándose y jalándose de los pelos por una estúpida discusión que habían decidido comenzar desde que se levantaron. ¿Cómo empezó todo esto? Bien pues, regresando unas cuantas horas atrás y en el momento en que él se dispuso a salir de su cama fue cuando escucho unos pequeños murmullos por detrás de su puerta.

- ¿Qué es lo quieren? – grito desde dentro de su cuarto, se levanto con parsimonia y camino a pasos lentos hacia la puerta de madera pulida.

- Préstame tu baño –fue el saludo del pelirrojo a penas y lo vio.

- Muévete de acá- le espeto Vanitas empujándolo y poniéndose enfrente de él –Yo vine primero así que, déjame usar tu baño.

- Joder, Van, yo llegue primero- Axel le empujo ahora al pelinegro.

- Yo llevo esperando desde anoche- le hizo frente y le frunció el ceño.

- ¿A, si? Yo llevo esperando desde la tarde de ayer.

- Yo llevo esperando desde ayer.

- ¡Eso es mentira! –le recrimino Axel y le hizo a un lado.

- ¡Tu también estas mintiendo!

Riku intentaba mantenerse calmado, todo por su bien y por el de ellos. Se sobo las sienes frustrado y les cerró la puerta en las narices. A los pocos segundos, y como se lo esperaba, escucho las suplicas y gimoteos del par de idiotas que hace unos momentos peleaban. ¿Dejarlos entrar o no?, ese era el dilema. Estuvo a punto de romper a carcajadas, algunas veces podía ser muy inusual con sus pensamientos.

Volvió sobre sus pasos y les abrió la puerta aun con la duda de si dejar al par de engendros entrar. Ya era demasiado tarde pues a penas y lo hizo, de nuevo, Axel corrió con una extrema velocidad hacia el baño del susodicho y los dejo a ambos, Riku y Vanitas, con la palabra en la boca.

-Estúpido pirómano – murmuro entre dientes el pelinegro.

- Ni para menos – concluyo Riku.

Tras el pasar de los minutos, y los gritos persistentes de Vanitas, Axel salió satisfecho del baño. El de ojos ámbar le lanzo una mirada fulminante y entro apresurado al trono de Riku. Axel se quedo mirando la puerta y después volvió su mirada verdosa hacia su otro compañero, lo regreso hacia la puerta y después hacia Riku.

-¿Qué paso con su baño? –empezó diciendo mientras caminaba con un puño en alto- No, no...¿Qué paso con SUS baños?

-Bueno, je, te parecerá una graciosa historia… - retrocedió por instinto cuando Riku había alcanzado invadir su espacio personal. Se vio atrapado entre la pared y el puño con unas venas palpitantes de rabia.

-Entonces empieza.

- Veras… Ayer mientras estaba en mi ducha, tomando mi baño matutino, se me pasó un poquito la mano y termine cayéndome junto con las cortinas y pues, caí al lado de váter y una de mis manos jalo el cable que tiene conectado y lo rompí.

-¿Dónde está lo gracioso?

-Ah, eso, cuando le pedí prestado el baño a Vanitas, ocurrió lo mismo.

No sabía si mandarlo a la calle, o patearle el culo en ese mismo instante. Opto solo por darse un pequeño golpe en la frente y susurrar pequeños insultos que ni llegaban a oídos del pelirrojo.

¿Cuándo fue que decidió alquilar una casa para ellos 3? Ah, sí, fue hace mucho. Casi unos 7 meses que convivía con ellos y siempre era lo mismo, a veces los problemas variaban pero no dejaban de ser fastidiosos para su persona.

Vanitas salió del baño y con el rostro demacrado por el cansancio. Uno de estos días mataría al pelirrojo y lanzaría sus pedacitos al mar, bailaría por sobre su cadáver, aunque pensándolo bien no podría ya que los restos estarían en las profundidades del mar, reiría como psicópata y regresaría a su vida normal. Para desgracia suya, y alivio de Axel, Riku detuvo sus pensamientos homicidas y les invito a que de una vez fueran a comer algo, su estomago pedía a ruegos que lo llenaran de comida. El pelinegro simplemente asintió y obligo a que Axel saliese junto con el del dormitorio.

Cuando salieron de la habitación del peliplata, tomaron rumbo hacia la cocina que se encontraba en el primer piso. Bajaron las escaleras completamente calmados, lo cual le pareció raro. Normalmente se peleaban de cualquier cosa y esa era la excepción, supuso que por una vez en su vida tomarían las cosas con calma y tendría aunque sea un minuto de tranquilidad.

Entraron sin decir palabra, sacaron la leche, la mantequilla, la mermelada, el yogurt sin pronunciar ni pio. Se sentaron y cruzaron miradas. La tensión no tardo en llegar y reinar en el lugar.

-¿Me pasas la leche? – pregunto amablemente mirando hacia donde estaba Vanitas, quien no despegaba sus ojos ámbar de los ojos verdosos de Axel, retándolo.

- Toma –fue su única contestación antes de lanzarle, literalmente, la caja de leche en la cara.

- Idiota – le reprendió Axel.

- Pelo teñido –contraataco.

-Pasivo- murmuro sonriendo, logrando que Riku casi se atragantase y que Vanitas abriese los ojos sorprendido.

-¡Eso ni tú lo sabes!- grito sonrojado el pelinegro.

-Oh, claro que lo sé.

-Grrr…

-Eso ni siquiera es un insulto- se burló el pelirrojo.

Claro, y así decía que tendría un minuto de tranquilidad. Mientras el par de idiotas, como siempre solía decirles, peleaban, él tomaba con la poca paciencia que le quedaba su desayuno. Agarro un pequeño pan y lo unto de mantequilla; milímetros antes de que llegase a su boca el pelirrojo se lo arrebato.

Riku frunció el ceño fastidiado y le miro esperando alguna explicación.

-La mantequilla engorda- fueron las palabras que colmo la paciencia del peliplata.

Si antes estaba fastidiado, ahora estaba cabreado. Con ira contenida se levanto de la mesa y tomo los puntiagudos cabellos de Axel y lo jalo hacia donde estaba Vanitas quien contenía la risa, pero poco duro su alegría al verse en la misma situación que el pelirrojo y pidiendo que le soltasen, a lo cual no cedió. Jalando con más fuerza sus hebras para que avanzaran, los llevo hasta la habitación que ambos compartían, a pedido de este, y los encerró dentro. Puso candado, por si las moscas siempre llevaba uno, y se alejo de ahí silbando despreocupadamente.

Desde ese día y después de que los bomberos apagaron el incendio que provocaron en la habitación compartida de sus amigos, nunca más los dejaría solos con un encendedor a manos de estos.

De compras:

Los días en que normalmente le gustaba salir era en invierno: con el aire helado y congelante, le reconfortaba, por más raro que pudiese sonar. Ese día iría de compras, no porque quisiese sino por obligación. Hace poco la comida que tenían en el refrigerador, y que supuestamente se habían repartido entre los tres, se había acabado por culpa de un pelinegro, (Véase, Vanitas), y tenía la conchudez de pedirle que fuese a comprar más comida para saciar su hambre.

Tomo las llaves que reposaban en la mesa de vidrio, al lado de la entrada, y una bufanda que su mejor amigo le había regalado unos días atrás. Le había gustado pues era de su color favorito, aparte de que cuando le dio el regalo tenía un adorable color en sus mejillas y le dijo que lo había tejido él mismo.

''- He demorado en hacerlo, así que más te vale ponértelo- dijo Sora antes de salir corriendo en dirección a su casa con las mejillas sonrosadas, sin esperar respuesta de él. ''

Sonrió al recordarlo. Abrió la puerta y salió de la casa a paso lento, sintiendo de qué se olvidaba de algo, algo importante, pero le resto importancia y siguió su camino hacia el centro. Poco después un apresurado pelirrojo salía en busca de su compañero que se digno en dejarlo atrás porque se demoraba en arreglar el caos que tenia por cabello. No era su culpa que sus hebras rojas y brillantes fuesen un problema en su vida.

Le grito a lo lejos cuando lo diviso cruzando la calle, pero ni se inmuto, o supuso que le había ignorado.

Hizo un pequeño mohín, completamente enojado, y corrió con más prisa, logrando alcanzarlo y retomando el aire perdido en su carrera. Se recargo en su hombro mientras continuaban caminando. Debido a la altura le resulto un tanto incomodo

-Casi me da asma por tu culpa – le dijo cansado y exhausto, queriendo obtener aire de forma dramática.

-Bah, no es para tanto – respondió mirando las tiendas que comenzaban a aparecer por sus alrededores, al igual que las personas aumentaban en numero.

-De acuerdo, me he resignado a que no te importa mi salud - y bien que estaba en lo correcto- … ¿Hacia dónde vamos?

-Al súper. Necesitamos comprar comida si es que no quieren morirse en esta época.

-Yo odio el invierno – frunció el ceño, ahora ya mas compuesto – Prefiero el verano, en donde el sol brilla y calienta con más energía.

-Eso lo dices porque eres pirómano – y con eso dejo por finalizada la conversación.

Siguieron el trayecto hasta llegar a un pequeño puesto donde vendían verduras, casi derretidas por la calefacción que le ponían las vendedoras. Riku las observo con cuidado, viendo si estaban en buen estado. Mientras, Axel, completamente aburrido, se dedico en mirar alrededor, buscando algún lugar interesante al cual ir. Vio, un poco mas allá de donde estaba, un puesto de chocolate caliente en donde, ya de por sí, rebalsaba de clientes.

-Quiero ir allí – sentencio Axel señalando el puesto. El peliplata, quien agradecía a la vendedora después de pagar las verduras, volteo a verle y dirigió su mirada azul-verdosa hacia donde le señalaba.

-Ve si quieres, yo tengo trabajo que hacer. Me llamas al celular cuando termines –sin más, se fue.

Axel sonrió para sí y salió corriendo hacia el puesto. Le costó trabajo esquivar a los miles de entes que se cruzaban por su camino y llegar hacia su destino. Pero a fin de cuentas lo logro.

Tomo una de las sillas que había ahí y se sentó a esperar a que le atendieran, no demoro mucho pues, una joven de ojos azules y cabello rubio se le presento enfrente de él y, con una sonrisa, le pregunto su pedido. Jamás le habían tratado con tantos modales como lo hacía aquella joven. La vio con más detalles antes de responder, su cabello no era tan largo como se esperaba de alguien tan simpática y linda. ''Debe ser la moda'', pensó cuando vio su cabello rubio en púas.

-Una taza de chocolate caliente- dudo por un instante, y añadió:- por favor.

-Una taza de chocolate saliendo – lo anoto en su libreta y se fue hacia la recepción en donde mando el pedido.

Durante el momento en que espero por su ansiada bebida se le quedo mirando embelesado. Era bonita, de piel clara y buen cuerpo, aunque se esperaba más 'curvas'. No dejaba ver sus piernas pues estaban cubiertas por unos pantalones largos de color crema. Su sonrisa se ensanchaba a cada segundo y aquello le pareció divertido.

-Toma, tu chocolate – le dijo la joven con una sonrisa en los labios y poniendo delante de él una taza con diseños multicolor. Por dentro se veía como el humo de lo caliente que estaba su bebida salía. Lo rodeo con sus manos para obtener el tan ansiado calor.

-Gracias – respondió apenas y cohibido – Disculpa, ¿Puedo saber el nombre de la persona tan linda que me atendió? – añadió esa pregunta con una suave sonrisa.

-Eh… - la rubia dudo por un instante, pero respondió aun así- soy Roxas.

-Entonces, Roxas, muchas gracias por el chocolate –la joven se sonrojo- eres una de las pocas mujeres que conozco y tratan bien a una persona.

Fue entonces cuando se dio cuenta que la mirada azulina que le dedicaba se apagase para encender en furia. Un golpe en la cabeza le saco de la ensoñación al darse cuenta de su error. Aquella ''joven'' frunció el ceño irritada y negó con la cabeza, absteniéndose de golpear a aquel pelirrojo idiota que le confundió de género.

-Soy hombre, ignorante- el joven rubio dio media vuelta, indignado, y se fue a atender a otra mesa.

-Mierda… -Axel volteo sorprendido encontrándose con Riku y con unas grandes bolsas a su lado- La has cagado hasta el fondo.

-Ni me lo digas.

Sin duda él para arruinar momentos era el mejor. Después de la confusión, y el tratar de pedirle disculpas al tal Roxas, pago su chocolate y se largo, rendido, junto con Riku hacia su tan esperada casa, en donde Vanitas los esperaba con un hambre voraz y caminando de un lado a otro como si fuese un zombi pidiendo comida.