Tan Lejos

Aioria caminaba en pasillos obscuros, refrescados por la brisa de la madrugada. Entre el hueco de sus pasos, pudo distinguir el ruido de otros que venían, y entre las tinieblas, descubrió aquella figura.

Podía reconocerla desde muy lejos, como algo erógeno y perfecto. Como el mayor de sus sueños y al mismo tiempo, la más terrible de sus pesadillas. Cerró los ojos para imitar al que venía en dirección contraria. Y no se miraron.

Sus caminos cruzaron y ellos siguieron de largo, fingiendo no verse, era mejor así. Querían estar lejos para siempre, sin esa constante tentación que los llamaba a entregarse uno al otro, aun cuando sabían que no era posible.

Porque sus vidas no eran suyas, pertenecían a otros y no podrían estar juntos, jamás.