Y después de jugar mucho a Skyrim, matar dragones, y leer un Doujinshi de dragones... Salió ésto. Y debería estar actualizando mis otros fics, pero, no puedo evitarlo, si me viene la inspiración debo escribirlo.
Una vez más, no sé qué me fumé.
Advertencias: Dragones, AU, malas palabras.
Pareja Principal: Dragón!Noruega x Belarus
Otras: Spamano, GerIta, RoChu, UsUk, SuFin, HongIce, PruHun. Y ya iré añadiendo más.
Insinuaciones: DenNor, AusHun, PruPol, FrUk.
Respecto al título, no sé si me suena por alguna película o libro. Si éste es el caso y dicha película o libro existe, ni la he visto ni lo he leído, así que dudo que tenga mucho que ver. Es que no se me ocurría otro título.
Hay más personajes que no son humanos, aparte de Noruega, pero eso es sorpresa.
Cuando los Dragones Surcaban el Cielo
1
—¡Matad al dragón! —La orden sonó por encima del ruido y un grito al unísono animó la orden.
Cientos de flechas fueron disparadas, algunas de ellas envenenadas o ardiendo; todas apuntadas hacia aquella criatura que surcaba el cielo, un dragón de un intenso color rojo. Sus alas eran enorme, así como todo su cuerpo, de su cabeza sobresalían dos cuernos, así como a ambos lados de su larga cola, enormes cuernos afilados que atravesaban a los hombres al asestarles un golpe. Tenía más, uno enorme en la punta de cada ala, con el que podía agarrarse al suelo clavándolo o simplemente atacar, y desde su cuello hasta la cola, recorriendo todo su lomo, más de aquellos puntiagudos cuernos ligeramente curvados. Tenía algunas cicatrices en el cuerpo.
La enorme bestia se deshacía de aquellos humanos con facilidad, pero había demasiados. Pronto las alas se llenaron de cortes, lo cual solo consiguió que la criatura se volviera más violenta.
Se retorcía intentando liberarse de las cuerdas que empezaban a apresarle las alas, rompía gran parte de ellas pero enseguida otra sustituían a las rotas; lanzó varios mordiscos con sus potentes mandíbulas, llevándose varias vidas, y extremidades. Las garras destrozaban a sus víctimas como si los cuerpos fueran de mantequilla, y la cola se encargaba de asestar fuertes golpes mortales a muchos de ellos.
Pero seguían siendo demasiados. Las cuerdas le inmovilizaban poco a poco, sus alas estaban completamente inservibles en ese momento, y cada vez tenía menos fuerza para resistirse. Un grito desgarrador por parte del dragón se escuchó en todos lados, al recibir éste un corte en pleno rostro. Ese ojo ya no serviría para nada. Sin embargo, el mismo hombre que realizó aquel ataque, no tardó en ser apresado bajo una de las garras del dragón, que empezó a hacer presión sobre él, sin llegar a matarle. Ese maldito humano iba a pagarlo, no merecía simplemente ser devorado.
—¿Papá? —Una niña, una chica de apenas diez años empujó a uno de los soldados sin miramientos, y miró al hombre atrapado bajo la zarpa de la criatura. El dragón resopló por la nariz, y su ojo sano se clavó en la pequeña. No podía moverse apenas, pero se encontró a apenas unos centímetros del rostro de la niña rubia en cuestión de segundos. Ella observó a la criatura, que, con un rápido movimiento, aplastó al hombre que tenía capturado, matándole al instante.
—Los niños deberían mantenerse alejados, ¿no crees? Eres valiente, pequeña niña. Me haces gracia.
La cría no podía reaccionar, las lágrimas resbalaban por su rostro, pero no fue capaz de moverse. Notó el aliento del dragón sobre su rostro, era caliente, muy caliente. Miró hacia los lados, pero todos parecían paralizados, como si todo se hubiera congelado a su alrededor.
—No te esfuerces, solo me escuchas tú, cuando vuelvan a la normalidad no sabrán que ha ocurrido. ¿Por qué no cortas estas cuerdas? Suéltame. Para que pueda matarlos a todos por atreverse a hacerme esto, ¡a mi! ¡Al gran...!
—Eres malo. —Fue lo único que pudo decir la chiquilla. La criatura soltó un ruido parecido a una carcajada.
—No esperaba que me obedecieras. Bien, recuerda esto, pequeña niña. ¡No van a matarme, aunque crean que ya me tienen, dentro de poco estaré libre de nuevo! Nadie captura al Rey. Y tú... tú vas a vivir esta vez, no vale la pena matarte. Crecerás y te dedicarás a matarnos, como ellos, para eso te educan. Puede que volvamos a vernos...
El tiempo volvió a la normalidad, y ella no consiguió hacer nada. Empezó a marearse, y lo último que recordó fue que alguien la cogió para alejarla de allí, muchos gritos, y el batir de unas enormes alas. Todo estaba borroso cuando la sombra del dragón la cubrió durante un segundo antes de que se alejara, y entonces perdió el conocimiento.
10 años después.
—¡Mundo llamando a Natalia! ¡Eo! ¡Vuelve a la Tierra! —Antonio agitó una mano por delante del rostro de la chica, que volvió a la realidad. —¡Por fin!
—¿Qué es lo que quieres?
—Ah, nada importante, no pretendía molestarte, pero te vi distraída... Y si el grandote te pilla así... Bueno, recibirás una de las interminables regañinas de Ludwig. Se supone que estás practicando con el arco.
—No es algo que deba preocuparte. Y solo estaba... recordando cosas, no tiene importancia.
—Bueno, somos amigos, ¿no? —El castaño rió de manera animada, al parecer no le afectaba que ella no compartiera esa alegría. —¿Has visto a...?
La chica señaló un grupito algo apartado que se dedicaba a charlar. Cuando Antonio se alejó, ella volvió a levantar el arco que tenía en las manos, colocó una flecha en él y tensó la cuerda, apuntando a una de las dianas colocadas más lejos.
—¡Lovi! —Antonio se acercó al nombrado, que se limitó a resoplar. —¿No deberíais estar practicando con las armas?
—Tú lo has dicho. Deberíamos.
—¡Exacto!
El chico del rizo puso los ojos en blancos considerando inútil usar cualquier tipo de ironía o sarcasmo con aquel tipo. En realidad solo unos pocos estaban practicando realmente, la mayoría aprovechaban que no había nadie para regañarles cerca y hablaban entre ellos.
—¡No voy a hacer lo que ese... cara de patata me diga! Me cae mal, que le jodan. Además, se cree que puede matarnos a entrenamientos porque le de la gana y esperar que todos obedezcamos. Bien, pues a mi no me sale de los mismísimos coj...
—Ve ~, hermano...
—Está detrás de mi, ¿verdad? —Lovino frunció el ceño y esbozó una sonrisa nerviosa cuando Antonio y Feliciano asintieron a la vez. —Merda...
Se giró, encarando a Ludwig, que le miró con los brazos cruzados.
—Ha sido un discurso conmovedor, Vargas. Y como efectivamente tú has dicho, aquí se hace lo que a mi me da la gana. Así que puedes adivinar quién va a ser el voluntario hoy para recogerlo todo mientras los demás nos marchamos a descansar.
—Figlio di puttana... Che tu possa morire, faccia patate... —Refunfuñó en voz baja.
Por suerte para el chico, Ludwig estaba ya ocupado imponiendo orden general como para haberle escuchado.
Tras un cansado y duro entrenamiento que consistió en una carrera de obstáculos a toda velocidad por el bosque, practicar combates individuales y por parejas, y un pequeño descanso... bueno, Ludwig le deseó suerte a Lovino con lo de recogerlo todo. Aún así, el chico no se quedó solo. Otras cinco personas decidieron quedarse a ayudarle, ya fuera simplemente por eso, ayudarle, o por no tener otra cosa mejor que hacer.
Antonio y Feliciano ayudaron a Lovino a recoger las dianas con las que practicaban el tiro con arco; Natalia se apartó un poco para ir a por las que estaban más lejos, y Gilbert y Elizabeta, el primero obligado por la muchacha a ayudar, algunas otras cosas que había por allí.
—¡Ese maldito armario con piernas se pasa tres pueblos! —Protestó el mayor de los gemelos, desahogándose. —Aquí no aparece un puto dragón, y siempre que alguna de esas cosas ataca una aldea o lo que sea, ¿quién va a capturarlo? ¿Nosotros? ¡No! ¡Mandan a los adultos, cómo van a mandar a unos críos! ¿¡Entonces para qué demonios nos matan a entrenar si luego nos tienen aquí muertos de asco!?
—En realidad yo prefiero no ir a luchar con ningún dragón. —Comentó Feliciano, asustándose solo con pensarlo. Lovino tragó saliva y asintió rápidamente, decidiendo que su hermano tenía razón.
—¿Habéis terminado de quejaros? —Gilbert se acercó a esos tres. —Bueno, cuando la rubia se digne a volver, nos podremos largar. No sé por qué tenemos que esperar por la señorita soy-demasiado-importante-como-para-dignarme-a-mira ros-siquiera.
—En primer lugar, imbécil, por educación. —Replicó Elizabeta.
—Bah. A lo que iba... ¡Yo creo que ir a matar dragones sería genial! Demostraría de una vez mi increíble talento para todo, capturando a una de esas bestias.
Antonio rió y los otros prefirieron no comentar nada, ya sabían lo inútil que resultaba siempre tratar de bajarle los humos al albino.
Se acercaron hacia los árboles donde tenían atados a los caballos, desataron también el de Natalia para que estuvieran listos para irse cuando ella volviera. Gilbert abrió la boca para decir algo, seguramente sobre su asombrosa persona, pero un rugido resonó por todo el bosque. Los cinco gritaron por el susto y miraron hacia todos lados, hasta que Feliciano gritó algo señalando al cielo. Un dragón pasó volando justo por encima de ellos, casi rozaba las copas de los árboles con las alas. Solo les dio tiempo a ver que era de un intenso color rojo, pues enseguida se alejó a gran velocidad.
—Él... —Murmuró la chica que acababa de acercarse. Los demás la miraron. Natalia dejó caer todo lo que llevaba en las manos y subió su caballo de un salto, ignorando las exclamaciones de sorpresa y los gritos de sus compañeros, salió como una bala siguiendo la dirección que había tomado el dragón.
El caballo galopaba a gran velocidad, saltaba troncos caídos y corría entre los árboles, guiado por la chica que lo montaba. Repentinamente el caballo relinchó y frenó bruscamente, agitando las patas delanteras en el aire al detenerse de manera tan bruta. Natalia consiguió mantener el equilibrio a duras penas, y acarició el cuello del animal, tranquilizándolo. Bajó de él con un salto, observando la enorme cueva delante de ella. El animal resopló y retrocedió, dando alguna patada en el suelo, hasta que se quedó quieta. Era evidente que no quería entrar allí, así que Natalia le dejó fuera.
Ató al caballo y caminó hasta la cueva, hasta que estuvo cerca de la entrada. Frunció el ceño y desenvainó la espada que llevaba a la cintura.
—¡Sal de ahí, maldito monstruo! ¡Aunque sea lo último que haga, voy a sacarte el otro ojo que mi padre te dejó sano! —Gritó hacia la cueva, su voz era devuelta por el echo. Dio una patada a un montón de huesos que había por allí.
—No es necesario que grites, chica.
Se quedó paralizada y miró hacia el interior de la cueva. Vio la silueta de un chico, bastante alto, pero estaba demasiado oscuro. Solo pudo ver difícilmente parte de su rostro cuando se acercó más. Tenía el cabello rubio y despeinado, de punta, y los ojos azules. Sonreía sin enseñar los dientes.
—¿Qué haces tú aquí? El dragón...
—Parece que eres rencorosa. —Dijo el hombre, riendo levemente. —Puedes llamarme Mathias, guapa. ¿Qué te trae por aquí?
La muchacha sintió que algo iba mal con ese tipo. Aún así ignoró la voz dentro de su cabeza que le suplicaba a gritos que saliera corriendo, que se alejara de ese chico. Lo único que hizo fue bajar la espada, sin soltarla. Él alargó un brazo hacia ella, pero Natalia ni siquiera lo miró, algo en los ojos de Mathias la llamaba muchísimo la atención. Él no bajó el brazo.
—Eres valiente, pequeña niña.
Natalia sintió como si algo hiciera se activara en su cerebro. Le miró con expresión sorprendida, y agarró su espada con firmeza.
—¿Qué has dicho?
Él esbozó una amplia sonrisa torcida, y ella vio aquellos colmillos, demasiado puntiagudos y largos como para ser normales. Natalia vio entonces lo que le había llamado la atención de sus ojos: estaba ciego de uno de ellos. ¿Cómo no había caído antes? Realmente no se notaba mucho si no se fijaba bien, pero eso era precisamente lo que había hecho. Frunció el ceño y agarró el brazo que el chico aún mantenía alzada, tirando de él hacia la luz. Mathias no se resistió, es más, dejó escapar una carcajada, completamente despreocupado.
Natalia chilló cuando vio las enormes alas rojas que sobresalían de su espalda, soltándole inmediatamente y retrocediendo.
—Me encanta que la cena venga a mi, pequeña niña...
NA:
Lo primero, traducciones:
Figlio di puttana... Che tu possa morire, faccia patate... —Hijo de puta... Ojalá te mueras, cara de patata...
Merda — Mierda.
¡Puf! ¡Lo que me costó escribir ésto! Me encantan las cosas de dragones, en serio. Y... sé que, tal vez por el simple hecho de que la pareja principal es hetero, y además una que no es muy popular, es probable que el fic guste menos, lo sabía mientras escribía éste capítulo y lo sé, pero aún así yo intentaré que le guste a alguien. Pero bueno, no va a ser solo NorBela, como veis, es evidente que ahora la estoy dando el protagonismo a Bela pero otros personajes van a tener mucha importancia también, como es Den y van a ser más.
Bien, aclararé algo, por si acaso: Los dragones pueden ser dragones normales, como el del principio, un dragón y punto; o tener el aspecto de un humano con las alas, que también tiene ojos de dragón, colmillos más largos y pueden usar las garras sin tener que transformarse del todo. Y hay distintos dragones, como veis, ya se ha revelado que Dinamarca es un dragón. El aspecto lo describo más o menos, al principio pensé en dejar una imagen para que se imaginara mejor, pero prefiero que lo imaginéis a vuestro modo xD
Y supongo que ésto se supone, pero es una especie de mundo fantástico, o sea, ni coches, ni ciudades, ni Internet (?)... Porque así mola más.
Eso es todo. Nos leemos ~
