Los héroes olvidados
Realmente va a morir.
Lo siente en cada poro de su piel, en cada dolorosa respiración y en la sangre, caliente y rojiza, que se desliza por su cuerpo.
Quiere detener la muerte de alguna manera. Intenta levantar su brazo en un último intento por retrasar lo inevitable, pero falla. Hace una hora, ese brazo sujetaba a una pequeña a punto de ser asesinada. Ahora, sólo tiene un entumecimiento severo en cada extremidad. Una idea lo asalta: En realidad no sabe si todavía tiene el brazo pegado a su cuerpo o está por ahí tirado, como uno de los cientos de restos humanos que lo rodean.
Intenta concentrarse en su respiración. Es inútil tener esas ideas ahora. Si sus pulmones todavía conservan ese precioso oxígeno, hay una posibilidad, aunque sea remota, de que alguien venga en su rescate.
5…
Una bocanada de aire más.
Le duele el pecho.
Es gracioso que ahora, aún cuando la idea de un futuro es impensable, todavía piense en Kacchan. Si muere, está seguro que él no lo soportará. Porque no importaban las peleas ni la rivalidad, antes de cada misión siempre le deseaba suerte con la mirada más dulce que hubiera conocido y, aunque el rubio no lo aceptara, Midoriya significaba el mundo para él.
4…
Sus pulmones no alcanzan a obtener el suficiente oxígeno. A pesar del dolor, intenta respirar más rápido.
Katsuki era un mentiroso. Le dijo que lo destronaría de la posición numero uno de héroe de la manera correcta. Izuku ansiaba que aquello pasara.
3…
¿Acaso estaba anocheciendo?
El rubio lo besó una vez.
Izuku no pidió explicaciones. No las necesitaba.
Desde el momento en que sus labios chocaron con los de él, lo supo al instante. Esa persona, aun con todos sus visibles y chocantes defectos, era aquel que lo complementaba. Su eterno rival y su eterno amor.
Kacchan lo impulsó a convertirse en el héroe numero uno. Izuku no sólo le hizo cambiar su forma de ver su mundo, sino que lo ayudaba a reconocer su vulnerabilidad y aceptar la ayuda de los demás.
Aunque no lo confesaran, estaban orgullosos de estar lado a lado.
2…
Intenta no entrar en pánico. Ya no puede ver.
Su mente está exhausta. Sus ojos no alcanzan a ver más de la penumbra en la que se ha convertido su mundo y está demasiado asustado. Cree que está temblando pero pareciera que sus sensaciones se han distorsionado a tal punto en el que el dolor es sólo una palabra difusa.
Una vocecilla, dulce y terriblemente cruel, le recuerda que no hay poder humano que le haga recuperarse de una herida de tal magnitud. Que, aunque sean sus últimos momentos de vida, podría abandonar todo aquello que lo ata a ese mundo y abrazar a la muerte.
¿Qué hubiera hecho Bakugo? Se pregunta.
¿Pelear hasta el último momento? Quizá.
Sin embargo, ¿tenía ya algún sentido hacerlo ahora?
1…
Escucha un grito desgarrador. Sólo espera que no sea de Kacchan.
Si tuviera un deseo, pediría que el rubio no lo viera así. No cuando últimas gotas de vida se esfuman de su cuerpo. Nunca se repondría. Y él sólo quiere que el chico tenga una vida feliz. Habría cambiado cualquier cosa en el universo con tal de verlo convertirse en el digno heredero de All Might.
-Deku, no cierres los ojos. Por favor-
Izuku ya no oye. No ve nada. Sin embargo, derrama un par de lágrimas. Su cuerpo le grita que pare, que ya es suficiente.
-No me dejes-
Deku quisiera estar por siempre al lado del rubio pero no será posible.
-Ka…chan-
Bakugou está arrodillado, con el cuerpo de Izuku en sus brazos. Nadie osa decir una palabra. Conocen al rubio y saben que lo mejor es dejarlo sólo.
Las horas pasan, pero el dolor sólo aumenta.
Ese día, el país sufre la pérdida de dos grandes salvadores.
Deku ya no existe.
Y Bakugo renuncia a ser un héroe. Simplemente ya no hay nada que él quiera proteger.
-FIN-
