Perdidos.
Resumen: Hay pocas cosas que las niñas inteligentes no pueden aprender o entender, Hermione. Pero sobre esas cosas jamás sabrán nada.(Sirius Black)
Rating: NC-17
Género: Romance/Drama
Notas: Este fic está escrito para Marcela. Es su regalo de cumpleaños (que debí dárselo hace milenios) pero quería comenzar a subirlo cuando supiera hacia donde me iban a llevar mis dedos. Sé que quizás debería terminar de una vez por todas "en la cama" y eso la haría más feliz. Pero como sus pedidos son ordenes, acá está con todo mi amor la historia donde Sirius Black conoce a Hermione y ambos tienen casi la misma edad.
Espero que lo disfrute tanto como me ha gustado a mi escribirlo.
This is the first day of my life
I swear I was born right in the doorway
I went out in the rain suddenly everything changed
They're spreading blankets on the beach
El Primer día de tu vida.
Lo normal es que la vida de todos nosotros este compuesta por muchos días que se estiran y encogen como si fueran el cuerpo de un acordeón. Hay días que te parecen normales, ordinarios. Te despiertas, trabajas, comes, vas al baño, hablas con un par de personas y te acuestas. No quedan en tu memoria, no se graban a fuego. Sólo existieron y fueron desechados sin que nadie lo sienta.
Los días aburridos abundan, te la pasas metida en tu cama sin hablar con nadie, ni siquiera te bañas y tampoco te importa lo que dan en la televisión. La luz que se cuela por la ventana pasa frente a tus ojos sin provocar ningún cambio en ti. Te aburres y no haces nada para salir de ahí, sólo esperas la noche para que el amanecer te traiga nuevas fuerzas y ganas para hacer de lo que viene un día mejor.
Hay días que son malos y que estás segura que si pudieras borrarlos lo harías sin pensártelo dos veces. Simplemente no deberías haberte levantado, no vale la pena molestarse en vivir días así. O eso creyó Lily Evans cuando su novio le dijo que no aguantaba más estar metido en medio de una guerra sin sentido, que no quería continuar reclutando y convenciendo personas para que luchasen contra un mago oscuro que vivía al otro lado del océano y que a él hasta ese momento no le afectaba en nada.
- En serio, Lily. Vámonos de aquí, dejemos todo atrás. Olvídate del Que no debe ser nombrado, de Dumbledore, de esa guerra que a ti ya no debería importarte y vente conmigo. En el Amazonas estaremos bien, a salvo. Sólo tú y yo.
No era aquel el primer día que alguien trataba de que ella olvidara sus convicciones, sus creencias, sus valores. Sólo respiró profundo y se aguantó las lágrimas cuando lo vio salir por la puerta en compañía de sus maletas. Cuando estuvo segura que no le escucharía, cuando le vio a través de su ventana caminar por la calzada sombría y concurrida como si él fuera una hormiga más en un plato de azúcar, corrió a su cama y enterró su cara en la almohada, llorando como nunca antes lo había hecho. Ese fue el primer día que los ojos verdes de Lily se llenaron con lágrimas amargas.
Pero pronto parecería costumbre. Un día en que Lily se sentía pequeña dentro de un departamento que parecía hacerse cada vez más grande, la arrancó de sus pensamientos el sonido del teléfono. No era la primera vez que escuchaba a su mamá llorando por el auricular, pero si fue la primera vez que la voz le ahogaba.
- Tú padre ha muerto. -No hubo más palabras, ni explicaciones. Fue una declaración que siguió acompañada de silencio. Y ella quería saber tantas cosas "Cómo" "Cuándo" "Por qué". Sí, sobre todo "Por qué". Esas cosas deberían tener una explicación lógica, sólo para hacerlas más digeribles.
- Me voy ahora mismo a casa. -Fue la respuesta de Lily.
Y se descubrió a ella misma diciendo lo más inteligente que había dicho en un mes. "Volver a casa". También aquel día descubrió qué era un día horrible. Pensó que deberían estar prohibidos, que eran ilegales, estúpidos y absurdos. Dolorosamente absurdos.
Y el tiempo en Inglaterra pasaba mucho más lento de lo que ella podría haber pensado. Parecía que el reloj de pulsera, en que siempre comprobaba la hora, se le había acabado la batería. Al igual que a su madre. Sonrisas cada vez menos frecuentes, la chispa de los ojos apagándose en medio de un mar de obscuridad y pena, y los latidos del corazón cada vez menos rítmicos, sin ninguna intensidad. Seis meses después de aquel día horrible, vino el día horrible dos. Se descubrió vestida de negro en un amplio cementerio, otra vez demasiado grande o ella demasiado pequeña.
Después del último día horrible, vino una serie de días malos.
La vida con Petunia era lenta, a veces tormentosa, y sobretodo desagradable, y aunque Lily se esforzaba por una sana convivencia, un jueves por la noche las dos hermanas se dieron cuenta que no eran felices y decidieron cada una probar suerte y seguir sus propios caminos.
Y aquel viernes se tituló el día de rehacer un intento de vida. Sacó cinta adhesiva, se pegó los trozos de corazón que todavía palpitaban, y le intentó sonreír al tenue sol que se aproximaba por las nubes. Y antes de que se diera cuenta protagonizaba su primer día de vestirse como una cualquiera.
- Alice, de verdad. No quiero ir a bailar. No veo en que me pueda ayudar. -Dijo Lily mientras se paraba de mala gana frente a un espejo. Miró su reflejo proyectado, y agregó. -Parezco una zorra, ¡Mira este pantalón! Parece que fuera para una niña de trece años y yo tengo veinte, Alice, no lo olvides.
- Lily, no te estoy escuchando. -Respondió la chica al tiempo que sostenía dos mechones del pelo rojo de Lily para afirmarlos con una traba. -Además, yo creo que te ves preciosa.
- ¡Tan preciosa como una puta barata! ¡No me gusta!, me gusta mi pelo suelto, además no quiero salir. -Lily se sacó el pantalón de spandex negro y se colocó un jeans común y corriente, de los que normalmente ocupaba y le quedaban un poco sueltos. -¿Por qué no vas sola, lo pasas genial y te comes a besos a Frank en un rincón oscuro? No veo porque tengo que ir. -Tomó un poco de algodón y limpio el excesivo maquillaje que adornaba sus labios y sus mejillas.
- ¡Porque no me conoce, Lily! En cambio a ti sí te conoce, y siempre te saluda con esos ojitos bailarines, te sonríe y te dice con esa voz que le sale de no sé donde "¿Qué tal, todo bien?"
Y Lily también sabía que hay momentos para ser débil. O dejar que tu mejor amiga sea fuerte, o por lo menos hacer que lo crea.
- ¿Comprendes que si hago esto serás mi esclava de por vida? -Preguntó mientras dejaba que Alice le enroscara el cabello.
- Sí. Y ordenaré tu cuarto, te prepararé tu comida y no tendrás que hacer aseo dos domingos.
- No hago aseo en un mes y trato hecho. -ofreció Lily sonriendo.
- Trato hecho.
El día en que Lily se mudó con Alice fue un día breve. No cargaba con muchas cosas, sólo una maleta y un abrigo que era de su madre. No necesitaba más. Las dejó en su habitación y se compró una cama. No era una cama grande, ¿Para qué? Con una de plaza y media le bastaba.
Y así Lily terminó viviendo con Alice, una chica que conoció cuando estaban en el colegio y que iba un curso sobre ella. Lily y Alice estrecharon sus lazos, cuando una mañana fría se encontraron en un café muggle de Londres y Lily bebiendo un dulce y espeso chocolate caliente no pudo evitar escuchar a una chica que lloraba amargamente diluyendo sus lágrimas en una taza humeante. No le prestó más atención, y trató de concentrarse en la novela que quería leer. Pero los sollozos de Alice eran demasiado fuertes para ser ignorados, y decidió acercarse a aquella desconocida, sólo para saber si había algo en que pudiera ser útil.
Alice la reconoció y cuando escuchó el ofrecimiento de Lily, le preguntó. -¿Sabes hacer filtros de amor?
Lily sonrió y le respondió. - No, pero siempre podemos aprender a hacer Cruciatus.
El lugar adonde iban aquella noche era un gran galpón de fachada sucia y que tenía luces en el frente iluminando el polvo como si estuvieran orgullosos de él. Era un rayado y feo club nocturno, con el gran plus que en ese lugar se encontraban todos los magos que consideraban que la juventud se demostraba bailando música mala y tomando brebajes mágicos que te hacen reír de un modo estúpido. No le gustaba ir a ese lugar, le cargaba de hecho, era como ir a la carnicería y darse una vuelta por los mostradores hasta encontrar el trozo de filete que te gusta, y que te pueden vender. Te lo comes rápido, y ya. Te vas a tu casa con el estomago (y el corazón) vacío, tal como habías llegado, sin contar que Lily hace mucho tiempo ya no tenía hambre.
Sus varitas, para identificarlas. -les pidió con voz ruda un hombre alto, rubio, muy musculoso, y que lucía muchas cicatrices en la cara. Lily lo miró de reojo y le atemorizó la sonrisa torcida que le dedicó. -Si te quedas hasta el final, te puedo invitar a una copa. -Agregó aquel tipo, mirándola detenidamente hasta que le guiñó un ojo. -¿Qué dices, preciosa?
- No, muchas gracias, bonito. Ella anda conmigo. -Respondió Alice y de un tirón del brazo la hizo entrar a aquel lugar tan oscuro como las fauces de un lobo. Tenues y pequeñas luces ubicadas donde estaba el bar constituían casi la única iluminación, haciendo lucir aquel lugar como un santuario resplandeciente gracias a las velas que dejan los devotos.
- No sé por qué te gusta venir tanto a este lugar. Es horrible, no veo ni un carajo y el aire es irrespirable -Alegó tratando de esquivar a un chico alto, de lentes que llevaba dos cervezas en la mano, pero con el cual igual chocó porque del otro lado alguien la empujó. -Fíjate por donde andas. -le dijo a aquel muchacho sin prestarle mayor atención.
- Lo siento. No fue a propósito.
Pero Lily no escuchó la disculpa porque Alice la seguía tirando mientras decía. -Abre bien los ojos, Lily porque en algún lugar debe estar Frank.
Recorrieron casi a ciegas el lugar, a veces Lily creía ver a Frank y terminaba saludando a cualquier persona, menos a él. La pista de baile estaba repleta y esa era la tercera vez que se metían entre el tumulto revisando casi cara por cara a todos los hombres que estaban bailando.
Cuando a Alice no le quedaban esperanzas y a Lily no le quedaba paciencia, decidieron tomar algo e irse de vuelta a la casa. Un poco de helado, y una película romántica no sonaba mal.
Ambas se sentaron en unos taburetes desocupados que estaban en la barra, pidiendo dos magic margaritas y se rieron de una chica que parecía que la habían maquillado con acrílicos una turba de monos rabiosos.
- Lily, mientras veía al cantinero secar vasos con un paño muy sucio, comía los maníes que le dejaba él en la barra.
- Disculpa, ¿Te vas a comer esos? -preguntó a un joven alto que estaba más allá, en compañía de otros tres muchachos.
- No, puedes quedártelos si quieres. -Y la luz del bar le ayudó a reconocer esas facciones. Era la cara serena y de ángulos amables de su ex compañero de clases de francés, aquel era el tipo que había estado buscando tanto rato por el club. Frank Longbottom. -¿Lily Evans?
- Hola, Frank. -le contestó sonriendo, como si él fuera un oasis en medio del desierto. -¿Cómo estás?
El chico se levantó de su asiento y se acercó donde estaba ella, Lily sentía los codos de Alice enterrándose con desesperación en sus costillas.
- Estoy bien, algo aburrido solamente, ¿y tú?
- Aburrida también, ¿Conoces a mi amiga? -preguntó con voz despreocupada que gracias a Merlín le salía muy bien. -Alice, te presento a Frank Longbottom. Frank, ella es mi amiga y compañera de casa, Alice Winbuttler.
- Mucho gusto, Alice. -Saludó el chico, e inclinó la cabeza con una breve sonrisa. -Eh, Lily ¿Quieres bailar un rato?
Lily no tenía que mirar a su amiga para imaginar la expresión que tenía en la cara, y le sonrió a Frank con un poco de decepción mal disimulada antes de decirle. -No tengo ganas de bailar, pero puedes bailar con Alice si ella quiere.
- No, gracias. -contestó apresuradamente la otra chica. -No voy a dejarte sola, Lily.
- Pero si ahí están Dan, Rup, y Josh. Me puedo quedar con ellos. No te preocupes, Alice, voy a estar bien. Aburrida, cansada, y acosada. En resumen, bien.
- ¿Segura? -le preguntó su amiga con un brillo casi cegador en la mirada.
- Segura. -contestó sonriendo. -Vayan tranquilos y pásenlo bien.
Vio como su amiga con pasos tímidos se alejaba, vio como Frank le guiaba el camino hasta la pista de baile poniendo su mano en la espalda. Sonrió y pensó que por lo menos alguien lo iba a pasar bien en la noche. Miró hacia donde estaban los amigos de Frank y les dedicó una mueca de fingida felicidad, saludándolos también con un movimiento de mano. Pero no se levantó de su puesto, no quería hablar con ellos y simular que le interesaba las últimas aventuras del escuadrón de Aurores. No era el día de mentir sobre su felicidad, así que pidió otro magic-margarita y un poco más de maní.
Y como suele ocurrir en estos casos, se sintió triste y sola, y aunque se alegraba por su amiga sólo quería irse a su casa. Ni aunque la sacara a bailar John Travolta iba a hacerlo, porque no tenía ganas y porque prefería estar en su casa llorando a su mamá, a su papá y tirándole dardos a la cara de Voldemort o a la fotografía de su ex - novio.
- Otro más, por favor.
Y Lily marcaba el pulso del tiempo taconeando contra el enlozado. Tenía la sensación que Alice se había ido a bailar con Frank hace horas. ¿Y si les pasó algo?, ¿Y si Alice necesita de mi ayuda? No, Frank es un buen muchacho...Jamás intentaría propasarse con Alice, y si ¿Alice se propasa con Frank y ahora lo tiene amarrado a un poste en algún callejón?
Sintió que alguien ocupaba la silla de su amiga, pero no prestó mayor atención. O al menos no lo hizo hasta que una nube de perfume llegó a su nariz, era agradable, varonil. Era más que eso, era tabaco, cuero, madera y sudor fresco, era el olor perfecto, el que deberían tener todos los hombres del planeta. Lily sin controlarlo cerró los ojos, y se deleitó con el aroma casi con lujuria. Pero no volvió los ojos hacia el tipo que se sentó junto a ella.
- Norbert, un whisky de fuego. -Lily no podía creer que alguien tuviera una voz tan gruesa y potente. Era un vozarrón que ponía los pelos de punta y pensó que le gustaría escuchar a ese tipo decir su nombre Lily. Lily. Lily. en su oído. Podría pagarle sólo para que pronunciara esas palabras. Sacudió la cabeza con violencia, intentado deshacer su absurda idea. -Y dale a la señorita una copa más de lo que estaba tomando. -dijo apuntando el vaso de Lily.
- A tu cuenta, ¿cierto? -preguntó el cantinero.
- Por supuesto que no, a la de la familia Pettigrew. -Y ciertamente, aquella voz también le sonaba conocida. Pero no sabía de donde, y tampoco se moría por descubrirlo.
- Hola, ¿Qué hace una chica tan bonita como tú en un lugar como este? -escuchó la pregunta dirigida hasta ella con la voz de pozo profundo que tanto le gustó.
- Nada. -sonrió misteriosamente. -Sólo beber y contar cuántos idiotas me puedo encontrar en una noche.
Aquel hombre de pelo tan negrísimo como la noche, se rió soltando un murmullo ronco de su vozarrón. Tenía unos ojos bonitos, y cuando se reía se le marcaba el hoyuelo que tenía en el mentón.
- No suena muy entretenido que digamos, ¿Y cómo vas?, ¿Con cuántos te has encontrado?
Lily rodó los ojos al tiempo que le devolvía la sonrisa.
- ¿Incluyéndote? -le preguntó de vuelta.
- No estás de buen animo, ¿Cierto? ¿Cómo te llamas?
La música sonaba fuerte por los parlantes, y era esa jodida melodía de las Pequeñas Reinas del Caldero la que resonaba en sus oídos. Lily lo pensó un segundo. Podía levantarse de su asiento y dejar aquel tipo hablando solo, también podía decir su nombre y continuar siendo hostil. O podía decir un nombre falso y ver hasta dónde le llevaba todo eso.
- Rose Curtis. -Mintió, utilizando el nombre de soltera de su madre. Sólo porque no quería ser antipática con aquel tipo, ni irse a su casa y arruinarle la noche a su amiga. Tampoco era el día de ser hostil. -¿Y tú?
- ¿Importa? -dijo para luego apurar su vaso. -Otro, Norbert. -le pidió al cantinero. -Rose, lindo nombre...-lo repetía casi arrastrando las letras, mirándola de reojo. -...pero presiento que no es el verdadero. No sé por qué, quizás será porque ustedes las mujeres suelen mentir acerca de sus nombres y edad. ¡Cómo si todos los hombres fuéramos psicópatas!
- ¿Y no lo son? -preguntó Lily, vaciando de un único trago su vaso como medida de cubrir su engaño casi detectado.
- No, no todos y para qué sepas, Rose... A mi las mujeres son las que me acosan.
Lily le miró avergonzada y un poco molesta por la actitud de aquel hombre. Se fijó en él detenidamente, en su pelo oscuro, brillante y sedoso, ojos almendrados y de un color especial, tan especial que opacaban sus propios ojos de un verde esmeralda relampagueante, y aquella sonrisa
Oh, esa sonrisa, ¿podría ser más socarrona? Imposible, pero le queda bien, muy bien de hecho... No sé por qué, pero me recuerda a alguien. Las manos grandes y dedos largos, el cuerpo tenso y templado, como si cada musculo fuera tallado a mano por un gran artista. No me extraña que las mujeres te persigan, realmente hasta yo te acosaría, pensó. Se llevó unos pocos manís a la boca, sólo para que su último pensamiento no se le escapara de las fronteras de sus labios.
- Parece que tienes sed, yo te invito a otro... ¡Oye! No comas esa mierda, ¿No sabes que por algo lo regalan?
- ¿Qué tienen de malo? Mira. -dijo extendiéndole uno. -No es un manjar sustraído del Olimpo pero están ricos.
- Rose o como sea que te llames, si sigues comiendo de eso en unas horas más estarás en un hospital y yo no tendré con quién bailar. Fíjate en el mantel que ocupa para secar los vasos. -Aquel misterioso hombre se fijó en la expresión de asco de Lily, -¿Ves? Ahora mira las manos de Norbet. Estoy seguro que no se las lava desde Navidad.
- Creo que voy a vomitar -dijo Lily, sintiéndose súbitamente mal, sentía un sudor frío bajarle por la espalda y un nudo en la garganta que no podía deshacer por más que tragara saliva una y otra vez.
Y aquel fue el primer día de Lily siendo irresponsable y desconsiderada, pero sin quererlo ni saberlo, claro. Porque acostada frente a un water devolvió todo lo que había ingerido, incluyendo los maníes, y cuando se levantó se sintió tan mareada que trastabilló un par de pasos. El agua con la que se lavaba le quemaba en la boca y su reflejo en el espejo le suplicaba por irse a casa. No pensó en Alice, ni en Frank. Era sólo ella y una cama cualquiera, por amor a Merlín, muchas gracias por el favor concedido.
Y con su abrigo puesto y completamente abotonado, con el aire frío azotándole las mejillas y finas gotitas de lluvia cubriendo su pelo, pensó en la determinación, en su destino y trato de hacerlo con tanta desenvoltura como le fuera posible y justo en el momento en que se giraba con gracia para desaparecer alguien le coge de la mano.
Lily recuerda el primer día que alguien la besó. Recuerda la primera vez que se juntaron sus labios con los de otra persona y recuerda que se abrió una puerta que dejaba escapar aire frío por sus venas. (Lamentablemente no todos los primeros besos vienen con aquella puerta, como en el caso de Lily) Pero no recordaba que alguien la cogiera de la cintura en una calle vacía y oscura y la estrujara tanto como si quisiera dejarle los ojos afuera, o como si quisiera que su cuerpo se amoldara al de él como si ella estuviera hecha de plasticina que se ablanda a cada segundo.
Ese fue el primer día que alguien le besaba contra una pared sucia y decían en su oído, con aliento cálido y voz de pozo profundo. -Rose. Rose. Rose.
Y fue el primer día que Lily sintió el brillo del sol en medio de la noche lluviosa.
You're strong, you're stubborn now
In an endless symbolic war
Brave or bored, either/or
Sometimes I ricochet from the past
And at times a future I've already had before
Champion or chore, either/or.
En Wonderlands pero sin gato raro.
No es la primera vez que Hermione camina por ese pasillo. Recuerda que pasó una tarde entera persiguiendo a Croockshanks porque Ron lo había espantando. Claro, el idiota estaba demasiado ocupado metiéndole la lengua hasta el ombligo a Lavander que le pisó la cola y el gato lo arañó. Probablemente lo echó de la Sala Común a patadas, y ella estuvo buscando a su mascota toda la tarde.
Ahora, hace el mismo camino, sólo que esta vez camina entre escombros y armaduras destrozadas.
Camina buscando algo que no sabe lo que es. Da pasos cortos, uno tras otro, y con sus ojos grandes observa el castillo como si fuera la primera vez que lo viera. En el fondo es la primera vez (y espera que sea la última) porque nunca pensó que Hogwarts podría sufrir tantos daños con esa guerra voraz que extendió sus tentáculos hasta la arquitectura del colegio.
Algunos cuadros están destruidos y ve a los personajes refugiados en otros marcos, apretados, pero sonrientes. Algunos están heridos, sin embargo Hermione quiere creer que el Profesor Flitwick podrá solucionarlo. Porque Hermione sabe del poder de la magia y entiende sus limites, le gusta la magia, tanto la que sale vibrante y certera de su varita como las exhibiciones no intencionadas que ha visto hacer a sus profesores. Se ha maravillado con las cosas que a veces puede hacer Harry, aunque él no sepa cómo.
Pero no toda la magia le gusta.
Se siente profundamente atemorizada con la magia oscura, y no porque sea cobarde, es sólo que ese tipo de arte parece funcionar en otro tipo de frecuencia a la que ella no está sintonizada. No la entiende. Es por lo mismo que Hermione, mientras camina acepta que a ella sólo le gusta la magia y que sabe un poco, muy poco en realidad. No comprende su esencia ni los por qué como Dumbledore. No tiene el presentimiento ni la intuición de Harry. Ella sólo sabe hechizos, recetas de pociones y datos históricos.
De magia no sabe nada.
Toc, toc
Se detiene de su paseo por los pasillos del sexto piso. Ha escuchado algo, no era una voz humana ni un murmullo animal, más bien es como si alguien golpeara algo. Busca con sus ojos alguna señal de que algo haya cambiado. Nada. Todo está igual. Da dos pasos más y ahí está ese "Toc, Toc" de nuevo. Es escalofriante escuchar cosas de las que no tiene idea de lo que puede ser, sobretodo si esta rodeada de escombros, de armaduras y las murallas repletas de agujeros que dejan entrar la luz del exterior, como si se tratase de mirar al cielo a través de un grueso sweater de lana. No sabe por qué pero ese sonido le asusta, comienza a caminar de nuevo y piensa en el padre de Harry, en el profesor Lupin y en Sirius y está segura que ellos sí sabrían qué es ese sonido y que no tendrían miedo (incluso cree que hasta Peter Pettigrew no tendría miedo) . Más que mal ellos hicieron un mapa de todo el castillo y descubrieron la mayoría de los pasillos secretos. Ellos comprendían el espíritu de cada ladrillo de Hogwarts.
Ve a través de su vaporoso cabello un tapiz que está colgado en un trozo de pared, en el centro tiene muchos animales que sonríen como faroles en medio de la niebla. Es colorido, bonito. Oye el maldito ruido nuevamente, y ahora hay frente al tapiz una pequeña luz amarillenta. Diminuta, casi minúscula. Tanto como se siente ella ahora.
Toc Toc
Y ahora Hermione no ve nada a través de su espesa cabellera. Sólo se ahoga en un túnel de luz dorada y cálida. No escucha nada ni a nadie, y trata de gritar pero su voz no logra romper la frontera de sus labios. Luz, luz y más luz. Pareciera que nunca acabará, y los mechones de su cabello se contornean como si fueran serpientes hambrientas. Hermione cree que morirá en medio de ese gran torbellino y piensa en sus padres, en Ron, en Harry, en las cosas que le faltaron por estudiar y piensa que nadie cuidará de Croockshanks. Quizás Ginny.
También se pregunta dónde irá a parar, (¿Por qué se detendrá algún día, cierto?) y qué cosa rara la ha absorbido. Eso es fácil, ella puede responder, pero no se siente aliviada porque de eso ella no sabe nada.
¡Maldita Magia!
Después no piensa más porque se queda dormida mientras su cuerpo se desplaza sepa Merlín hacia donde.
Nota de autora: No tengo mucho más que decir, salvo que subiré pronto pronto el resto de los capítulos. No sé que tan largo será, yo calculo cerca de quince capítulos más o menos.
Espero que los hayan disfrutado y estamos hablando XDDD.
Por si acaso, como siempre, se aceptan sugerencias, reclamos y etc. :Se agradecen reviews también, hazlo por el fandom!:
Besos!!
