*LAS PROTAGONISTAS FEMENINAS DE ESTA HISTORIA SON INVENTADAS POR NOSOTRAS.
Stella y Leyre son dos jóvenes policías que acaban de entrar en el "caso Kira" bajo las órdenes de L. Light es bueno en esta historia y no recuerda haber sido Kira.
Ninguno de los personajes de esta historia nos pertenecen, a excepción de Stella y Leyre. Esperamos que os guste el fic. Podeis dar ideas, sugerir cosas que os gustarían que pasasen... Nosotras estamos encantadas de ver las sugerencias, comentarios... Este fic mezcla humor, suspense, drama, romance...
iré actualizándola en cuanto tenga tiempo =)
Sin más que decir, esperamos que os guste.
CAPÍTULO 1: ¿QUÉ PASA CUANDO L SALE DE FIESTA?
Aquella tarde, las dos jóvenes policías Stella y Leyre, estaban realmente aburridas, ya que llevaban dos semanas encerradas en ese oscuro cuartel, a cargo del "caso Kira". La cosa no avanzaba, y no lograban dar con la identidad de Kira. Estaban realmente hartas, ya que parecían ellas las culpables, que cumplían su penitencia frente a esas cámaras.
-Tía, me aburro... ¡Quiero salir de estas cuatro paredes!- exclamó Leyre con un exagerado tono de desesperación.
-Ya ves tía, llevamos aquí dos semanas seguidas, parezco una seta aquí plantada todo el día- respondió Stella con una expresión aburrida.
-Me gustaría salir de fiesta... Mejor dicho, a los Bajos de Argüelles, he oído que mañana por la noche habrá fiestón y mucho ambiente- a la chica le cambió la cara.
-Vale, quiero ir a los Bajos, más bien, necesito ir a los Bajos, pero no creo que L nos deje salir solas por allí con toda la información que tenemos- Stella devolvió a la chica a la cruda realidad.
-Tienes razón, conociéndole nos pondría vigilancia 24 horas, y no podríamos ni oler el ambiente de los pubs- contestó Leyre cabizbaja.
Ambas chicas se quedaron unos segundos meditando sobre cómo convencer a su jefe, hasta que a Stella se le encendió la bombilla.
-¡Ya está! ¡Tengo una idea! Podríamos intentar convencer a Light de que viniese con nosotras. Es un chico muy responsable, y L sabe que jamás bebería, aunque no se fía del todo de él, ya que sospecha que es Kira- dijo Stella de forma concluyente.
-Buena idea, busquémosle e intentemos convencerle... Aunque creo que será difícil...- respondió Leyre.
Las dos chicas se dirigieron a la sala en la que diversos informes se amontonaban y observaron como Light los analizaba detenidamente. Seguramente fuesen de sospechosos relacionados con el caso. Se acercaron al joven por la espalda, pillándole desprevenido.
-Hola Light- saludaron ambas- Queríamos proponerte algo- dijo Leyre con voz dulce y convincente.
El apuesto joven las miró con una mezcla de confusión y temor.
-Claro, decidme, ¿Es referente al "caso Kira"?- preguntó mientras las dos chicas le miraban fijamente.
-Más o menos, es que llevamos dos semanas encerradas como perros sin avanzar nada en este caso, y nos preguntábamos si no era demasiada molestia que saliésemos una sola noche para despejarnos un poquito- dijo Stella con retintín y sarcasmo.
Light pareció pensárselo un poco pero acabó aceptando y asintiendo lentamente.
-Claro, no veo problema en que salgáis una noche. Sois jóvenes y estáis en vuestro derecho- contestó el castaño, como si él no fuese joven y quisiese evadir la situación. Pobre tonto, no sabía lo que se le avecinaba, el plan de las chicas estaba en marcha.
-Pero Light, tú también eres joven... Y seguro que te apetece salir un poco a tomar algo con nosotras- dijo Leyre persuasiva.
-Muchas gracias por ofreceros, pero tengo mucho trabajo en el cuartel y no quiero dejar a L solo con esto- contestó como si le estuviesen pidiendo que dejase el caso para siempre.
-Pero Light, que sólo es una noche, es más, son horas- replicó Stella intentando convencer al muchacho.
-Lo siento mucho, pero esas horas pueden ser cruciales, además... Misa nunca lo aceptaría- contestó con una expresión lastimera.
Esa respuesta fue como ver el cielo abierto para las chicas, habían encontrado dónde agarrarse.
-Osea, que... ¿tienes que pedirle permiso a Misa para todo lo que hagas? Jolín, ni que fuese tu madre, ya no eres un niño pequeño- añadió Leyre hiriendo gravemente el orgullo de Light.
La mirada del chico fue lastimera.
-No, no es eso...- el parecía pensárselo. Agachó la mirada y segundos después las miró con decisión- Tenéis razón. Una noche es una noche, ni L ni Misa deberían poner ningún problema.
Dicho esto, los tres se dirigieron a la sala de las cámaras para terminar de planear cómo convencer a L, ya que el chico llegaría junto con Watari en cualquier momento. Efectivamente, en apenas quince minutos, llegaron Watari y L.
L se sentó con su pose habitual en una de las sillas, al sentir tres miradas fijas en su espalda, se volteó para encararlas, y un extraño sudor frío recorrió su espalda.
-Primer Kira... Segundo Kira... Tercer Kira... Con esas caras que tenéis... ¿Planeáis matarme?- preguntó temeroso- Mira que yo en vosotras dos confiaba, pero ahora me estoy arrepintiendo.
Light soltó una risa nerviosa que hasta a las chicas les pareció increíblemente falsa, L siguió mirándole fijamente sin cambiar su expresión, dando a entender que iba enserio.
-Hahaha, ¡pero qué tonterías dices L! Mira que eres desconfiado- dijo Light dándole una palmada demasiado fuerte en la espalda, que hizo que el detective se tambalease y casi cayese al suelo, tornándose su expresión a terror.
-Ayúdame Watari...- pidió ayuda el asustado chico.
-Espera L, sólo hemos venido para pedirte un favor...- dijo Stella en tono tranquilizador.
-¿Qué tipo de favor Stella?- preguntó mirando fijamente a las cámaras con su habitual dedo en los labios. En sus ojos se podía apreciar un leve brillo depravado.
-Llévamos ya dos semanas en este cuartel sin salir a la calle, y hemos pensado los tres- dijo Leyre recalcando las dos últimas palabras para dar fuerza a sus argumentos- Que podríamos salir mañana por la noche a tomar algo, y despejarnos un poco de todo este ajetreo- terminó de contar el plan.
-Por supuesto, podéis salir, yo no os puedo prohibir nada- dijo esto mientras mantenía su mirada en las cámaras. Los tres sonrieron triunfales, pero L se dio la vuelta y les miró fijamente- Aunque deberíais tener en cuenta que como detectives del "caso Kira" que sois, no puedo permitir que vayáis solos por la noche, sin asegurarme de que ninguno de vosotros bebe alcohol y se va de la lengua. Por tanto, una persona responsable deberá acompañaros, es decir, Watari- el detective miró al trajeado hombre que asintió sonriente- Y por supuesto, tendré varias unidades controlando toda la zona que me mandarán un informe de vuestra posición cada media hora- los rostros de los tres se tornaron pálidos, pero L, aún no había terminado- Además hay una serie de reglas que deberéis cumplir: primero, nada de alcohol, ni mucho menos drogas, ya que cuando lleguéis al cuartel se os realizará un análisis, y el que dé positivo, quedará automáticamente expulsado del "caso Kira". Segundo, nada de problemas, si en alguno de los informes veo alguna anomalía, una de las patrullas le traerá directamente hasta aquí. Tercera y última norma, los tres deberéis estar a las nueve en el cuartel. Me da igual si habéis dormido o no, pero estando en condiciones de trabajar como normalmente lo hacéis. Eso es todo- concluyó con una dulce sonrisa engañosa.
Se hizo un silencio sepulcral, como si se hubiesen parado los corazones de los tres. Stella parecía que iba a romper a llorar en cualquier momento.
-¿Puedes explicarme cómo has hecho para quitarme las ganas?- preguntó haciendo un puchero.
-Sólo os he expuesto la realidad de la situación, es decisión vuestra si queréis afrontarla o no- contestó dando por hecho que los tres se negarían a aceptar esas condiciones y acabarían por no salir ¡qué equivocado estaba! Pues las ganas de salir, prevalecían ante sus normas.
-L... Estás medidas me parecen desorbitadas. Sólo vamos a tomar algo unas horas y vas a movilizar a medio cuerpo de policía- Light hizo una pausa- Además, si tanto miedo tienes, ¿por qué no te vienes con nosotros y te aseguras de que nada malo ocurre?- sugirió el castaño- Eso sería más fácil y menos extravagante.
L se llevó su dedo pulgar a los labios, analizando escrupulosamente la expresión de Light.
-Como te hagas el listo, Kira, tú y yo nos volveremos a esposar, es más, estoy pensando hacerlo, así me aseguraré de que no haces ningún movimiento extraño durante toda la noche- le advirtió L mirándole fijamente, aunque con algo de burla.
Light se tornó aún más pálido, hasta pareció adquirir un tono verde en la piel... Con lo que le había costado quitarse esas cadenas de encima...
-Pero L, no me parece tan mala idea eso de que te vengas...- dijo Leyre- No pierdes nada, y encima te aseguras de que todo está en orden. Dices que necesitamos a alguien responsable, ¿y quién puede ser más responsable que tú para eso?
-Eres el más indicado- añadió Stella haciéndole ligeramente la pelota.
L las observó con detenimiento y habló.
-¿Enserio queréis que vaya con vosotros?- preguntó llevando su pulgar de nuevo a los labios. Bajó la mirada pensativo, y dijo casi en un susurro- Pero... ¡Qué tontería! ¡Watari jamás me dejaría!- susurró victimizando.
En ese momento, Watari se aclaró la garganta y los cuatro se giraron a verle.
-En ningún momento he dicho que no te dejase ir. Es más, me parecen muy responsables y seguro que te cuidarán bien- dijo Watari sonriendo.
L le dirigió una mirada asesina y suspiró.
-Gracias Watari, has sido de gran ayuda- contestó L irónicamente.
-Entonces decidido, L... Te vienes- concluyó Stella sonriendo.
Al día siguiente por la mañana, comenzaron a decidir dónde quedarían y a qué hora, pero en ese momento, llegó Matsuda con su habitual sonrisa atontada.
-Hola chicos, ¿de qué habláis? ¿Alguna novedad en el caso?- preguntó amablemente.
-¡Qué va! Estamos hablando del plan de esta noche. Hemos quedado para tomar algo y despejarnos un poco- explicó Leyre ilusionada.
-Ala... ¡Qué bien! ¡Hoy salimos! La verdad es que ya tenía ganas de salir de este zulo- exclamó feliz.
Se hizo un silencio, y L le miró de forma directa.
-Perdona Matsuda... Pero tú no vienes. El plan sólo nos incluye a nosotros cuatro- dijo destruyendo todo ápice de ilusión en el rostro del policía. L se percató de esto y quiso arreglarlo- Comprende que eres muy importante en esta investigación y no podemos prescindir de tus servicios ni una sola noche. Es tu deber quedarte aquí y vigilar que nada ocurra, por el bien de la investigación- le alentó L sin que le temblase la voz.
Matsuda que no tenía ni dos dedos de frente, se lo tragó y se vio como su orgullo se crecía en su mirada chispeante.
-No te preocupes L, déjalo en mis manos- contestó el policía mirando fijamente al detective.
-Sabía que podía confiar en ti- dijo L sosteniéndole la mirada con una sonrisa.
Los jóvenes quedaron en verse a las diez de la noche frente al cuartel, allí Watari les recogería en la limusina, y los llevaría hasta los Bajos de Argüelles.
Las primeras en llegar fueron Stella y Leyre. Stella llevaba un conjunto negro de blusa de tirantes y unos pantalones cortos de lentejuelas con unos botines de tacón. Leyre llevaba un top blanco que mostraba el ombligo y unos pantalones cortos negros con unas cuñas negras.
Esperaron a que llegasen los chicos. En pocos minutos apareció Light. Llevaba una camisa negra de botones, una americana y un pantalón negro. Al poco rato llegó hasta ellos una limusina de color negro, y de ella bajó L con su misma vestimenta de siempre y junto a él, Watari.
-Pero... ¿No te has arreglado ni un poquito?- preguntó Stella incrédula por lo que sus ojos veían.
-Ya le dije yo que tendríamos que haber pasado por una tienda para comprar algo nuevo- le recordó Watari.
L lo miró de reojo.
-Te estás haciendo mucho el listillo, Watari. Esto huele a despido- sentenció L con seriedad.
-A ver, esto hay que solucionarlo de alguna forma, ¿cuánto tiempo tenemos?- preguntó Leyre mirando a Light y a Stella.
-Tenemos que estar allí a las once, así que tenemos poco más de media hora- respondió Stella.
-Y con lo tarde que es, sólo nos queda una solución- concluyó Light mirando a las dos chicas, que le entendieron al instante y entre los tres, cogiero le metieron dentro de la limusina que Watari condujo hasta la casa de Light.
Subieron a la habitación del castaño y allí empezó el cambio radical.
Light sacó varias camisas que podrían servirle al detective, mientras que las chicas escogían el pantalón, la chaqueta y los zapatos.
Le hicieron cambiar de ropa más de cincuenta veces, y el detective les maldijo y llamó a Watari más de cien veces. Tras mucho deliberar, al final L acabó vestido con una camiseta blanca, una chaqueta de cuero negra y unos pantalones negros con unas Converse negras. El pelo lo llevaba igual que siempre.
Bajaron hasta la limusina y fueron directos a Argüelles. Watari les estuvo dando la charla como si de una madre se tratase "No hagáis tonterías" "Aunque os peleéis, volvéis juntos"...
Watari les dejó en Argüelles frente a las escaleras que les llevarían hasta los Bajos. Allí se dirigieron a un 24 horas para comprar la bebida, fingiendo que sólo cogerían Coca Cola y Fanta. Light se quedó fuera entreteniend impidiéndole el paso. Las chicas se apresuraron a comprar el alcohol, los hielos y los vasos. En menos de un minuto ya estaban fuera con todo preparado, así que se acercaron a las escaleras, teniendo en su campo de visión todos los Bajos. La cara de L empalideció aún más, viendo como toda la zona estaba repleta de gente que formaba un barullo horriblemente sonoro.
Justo cuando Stella, Leyre y Light se iban a excusar con que no sabían que estaba tan lleno, un corpulento heavy arrastrando un carrito de la compra con otro heavy dentro, pasaron por el lado de L a toda velocidad haciéndolo perder casi el equilibrio para poder tirarse por la cuesta que llevaba hasta los Bajos en apenas unos segundos.
Leyre, Stella y Light se quedaron callados bajo la atenta mirada de L que les observaba confuso y asustado.
-¿Dónde me habéis metido?- preguntó incrédulo.
-No te preocupes L, esto es un sitio normal- intentó excusarse Leyre.
-¿Normal? ¿Normal es que un tío se tire con un carrito de la compra por una cuesta de más de cuatro metros?- preguntó seriamente y después miró a Light- Que sepas que tus posibilidades de ser Kira han aumentado en un 55%- concluyó señalándole acusadoramente.
Cuando Light iba a replicar, se oyó un ruido de botellas rotas, y dos tíos empezaron a pegarse cerca de ellos. La cara de L fue todo un poema.
-Yo ahí no bajo- dijo sacando el móvil del bolsillo para llamar a Watari.
Enseguida Leyre le quitó el móvil y entre Stella y Light le sujetaron y le obligaron a bajar a los Bajos.
-¡Que sepáis que esto supone una bajada de sueldo y un aumento de posibilidad de que seáis Kira todos!- gritó desesperado mientras le arrastraban hacia el tumulto.
Le llevaron a un rincón más solitario donde pudiese relajarse, realmente odiaba las masas.
-Venga L, que no es para tanto, en cuanto bebas un poco de zumo se te pasa- dijo Leyre reprimiendo una sonora risa.
L la miró expectante, como si no entendiese nada.
-¿De qué te ríes?- preguntó el chico desconcertado.
-No de nada, venga empecemos a llenar los vasos- contestó Stella tapando la botella con la bolsa, para que L no se percatase del verdadero contenido de la botella. También sacó Fanta limón para disimular y llenó más de la mitad del vaso con la Fanta y hasta el borde de Vodka blanco, esperando que con el susto, L no se percatase del agrio sabor.
Los demás hicieron lo mismo con su vaso sin que L pudiese notar que se trataba de bebidas alcohólicas.
L dio un pequeño sorbo al vaso y puso una expresión rara. Todos se temieron que hubiese descubierto que intentaban emborracharle para que no se echase al traste la noche con sus pataletas y quejas. L los miró atentamente.
-Es el peor zumo que he tomado nunca. No volváis a comprar en ese supermercado. Creo que está caducado- dijo L con indignación haciendo que todos contuvieran la risa y compartieran la indignación del detective.
Los vasos empezaron a vaciarse y todos sentían el efecto del alcohol. Aún así, L seguía con el ojo avizor, tratando de descubrir cuáles eran sus planes. Ninguno de los tres podía hablar con libertad sobre qué hacer para emborrachar a L, así que cada uno tomó las riendas como pudo y le dieron al detective copas de distinto contenido, mezclando Ron, Vodka y Whisky en pequeñas cantidades.
Cuando las botellas estaban casi vacías y el mareo por el alcohol se había intensificado, todos decidieron entrar a un pub para pedir una copa. Se sentaron en un sofá con la nueva copa en mano. Al rato de estar ahí sentados, Leyre y Light fueron a la barra a pedir otra ronda. Stella y L se quedaron en el mismo sitio, entonces la policía se percató de que el detective llevaba largo rato sentado con las rodillas cercanas al pecho y sin hablar, casi ni respiraba.
-L, ¿qué te pasa? ¿Por qué no hablas? ¿Estás enfadado?- preguntó Stella.
L ni siquiera se dignó a mirarla, y ella le dio un toque en el hombro intentando llamar su atención, pero al hacer este gesto, L comenzó a inclinarse lentamente hacia el lado izquierdo hasta que caer de lado en el sofá. La chica se preocupó de inmediato al pensar que había perdido la consciencia, pero en cuanto se acercó para reanimarle, L empezó a carcajearse.
-Quiero otra- pidió llorando de la risa.
Los otros dos llegaron y alucinaron al ver la situación en la que se encontraba el detective, sin poder parar de reír y rogando por otra copa.
Los tres se miraron preocupados.
-Este está muy mal...- dijo Light.
-¿Qué le habéis dado?- preguntó Stella nerviosa.
-Yo le di Whisky- contestó Leyre.
-Yo Ron- dijo Light.
-Pues yo le di Vodka- concluyó Stella.
El silencio perduró unos segundos, pensando en la metedura de pata que acababan de cometer, ¿cómo iban a llevar a L al cuartel borracho? El plan consistía en emborracharle un poco para que dejara de quejarse, no en que le diera un coma etílico.
-Tenemos que sacarle de aquí y que le dé un poco el aire- sugirió Light cogiendo de un braz levantándole. En cuanto L se levantó, le arrebató el vaso al castaño y empezó a beber como si no hubiese un mañana.
-¿¡Pero qué haces!? ¡Para ya! ¡No bebas más! ¡Idiota!- gritó Light alterado.
-Como me sigas insultando, tendré la total seguridad de que eres Kira- dijo L señalándole con el dedo meñique y tambaleándose.
Todos terminaron por salir del pub, debatiendo en cómo podrían hacer que a L se le pasase la moña.
En ese momento, el móvil de Stella sonó y la chica se apartó para poder hablar con la que parecía ser una de sus amigas. Mientras tanto Leyre y Light seguían debatiendo sobre qué decirle a Watari si encontraba a L en esas condiciones. Leyre mantenía sujeto a L por la manga de la camisa, pero en un momento dado, L se soltó y la chica supuso que lo había agarrado Light. Segundos después.
-¿Dónde está L?- preguntó Light buscando al detective con la mirada.
-¿No estaba contigo?- respondió Leyre con otra pregunta.
Light negó con la cabeza y cuando parecía que iba a hablar, sus ojos se abrieron como platos y su expresión se volvió aterrada. Leyre se giró para poder ver la misma escena que contemplaba el castaño.
Frente a ellos, vieron como L estaba rodeado de un grupo de Skins peligrosos, con chaqueta de cuero, cadenas y miradas furibundas.
El detective buscaba bebida que sus amigos se negaban a darle, y la encontró en el primer grupo que vio. Se había acercado a ellos sin pensárselo, y tras ponerse en medio del grupo, le quitó el vaso a uno de ellos y comenzó a beber. El Skin se puso frente a L.
-Pero... ¿A ti qué te pasa?- preguntó el susodicho con rabia.
L se encogió de hombros y contestó con toda naturalidad.
-Nada, tenía sed.
El Skin alzó el puño con intención de pegar al detective, pero este con gran agilidad lo esquivó y el Skin acabó lanzando un golpe al aire. Otro del grupo fue a agarrar a L para intentar lanzarle otro puñetazo, pero L casi sin mirar, le pegó una patada en la cara, haciendo demostración de su increíble flexibilidad. Lo más impresionante, fue que no derramase ninguna gota del vaso que tenía entre las manos. La sangre comenzó a salir a borbotones de la nariz, seguramente rota, del Skin. En ese preciso instante, Stella, Light y Leyre irrumpieron en la escena y cogieron a L, sacándolo de ahí a la velocidad del rayo.
Corrieron más de cinco minutos intentando despistar al grupo que los perseguía, y en un momento dado, encontraron una columna lo suficientemente grande como para esconderse.
Como Leyre se estaba quedando atrás en la huida, Light la había cogido de la mano para que no se detuviese, y al llegar a la columna, continuaban agarrados de la mano. L les miró con suspicacia, y entrecerrando los ojos dijo.
-Vosotros dos... ¿Sois pareja?- preguntó en un susurro.
Light le mandó callar para que no les descubriesen los Skins.
-¡SOIS PAREJA!- gritó alterado L- ¿Cómo no he sido informado antes? Tengo derecho a saber todo lo que ocurre en mi cuartel- les acusó señalándoles de forma rencorosa.
Stella por no matarle, le tapo la boca, viendo ya como los Skins volvían a correr hacia ellos.
Tras mucho correr, consiguieron despistar nuevamente a los Skins y pudieron recobrar la respiración, pero parecía que a L no le hacía falta, ya que enseguida se había recuperado.
-¿Dónde tomamos la siguiente copa?- preguntó con una sonrisa dulce.
-No habrá siguiente copa- respondió Light con voz autoritaria pero no se percató de que L ya estaba entrando al siguiente pub. Este sitio era bien distinto al interior, la iluminación era realmente pobre, olía a humo de cigarro y la mayor parte de los que estaban ahí eran Heavys. Enseguida encontraron al detective en la barra y consiguieron detenerle antes de que pidiese nada.
Le cogieron de los hombros y le sentaron en una de las mesas a la fuerza. Light, Leyre y Stella comenzaron a planear cómo escapar de los Skins exitosamente.
-Pueden escapar dos hacia el centro, y otros dos hacia las escaleras y nos encontramos en el cruce del mercado- explicó Stella.
-Es la primera vez que vengo aquí y no tengo ni idea de lo que estás hablando- contestó Light confuso.
-Vale, os haré un plano- Stella encontró la solución cogiendo una servilleta y un boli de su bolso.
Comenzó a trazar el mapa, indicando las zonas en las que podían estar los Skins y los puntos por lo que podrían escapar, pero cuando quisieron darse cuenta, el dichoso detective se había vuelto a escabullir.
Los tres buscaron a L con la mirada y lo encontraron pidiendo en la barra a voz en grito.
-¡QUIERO UN CHUPITO DE LO MÁS FUERTE QUE TENGAS!
El camarero le puso un chupito de un líquido oscuro que L tragó de una vez con decisión y sin miedo, pero al instante de tragar, su cara se tornó completamente roja y empezó a escupir al suelo como si quisiese arrancarse la garganta. Sus tres amigos se acercaron corriendo, pero L ya se veía rodeado de un grupo de Heavys que admiraban su valor por haberse tomado un chupito de Absenta Negra sin miramientos. Con todo el tumulto, les fue difícil cogerlo.
Cuando consiguieron llegar hasta él, un Heavy competía contra el detective para ver quién podía aguantar más tiempo bebiendo cerveza sin parar.
-¡TRAGA, TRAGA, TRAGA!- gritaba la gente a su alrededor golpeando las mesas.
Light se acercó a él, sin poder aguantar más le dio una colleja causando que L escupiese parte de la cerveza, y cogiéndole del cuello de la camisa, le arrastró fuera del local. Leyre y Stella les siguieron preocupadas por la reacción que pudiese tener el castaño contra el detective, como si realmente le fuese a pegar.
Light agarró a L del cuello de la camisa y empezó a zarandearle con fuerza.
-¿Quieres parar L? ¡Tú no eres así!- gritó nervioso- ¡Reacciona!
L parecía arrepentido por las palabras de su amigo, pero cuando este le soltó, L agarró al castaño de la misma forma mirándole fijamente.
-Me parece muy bien que seas Kira, pero eso no te da derecho a interrumpir mi apuesta- dijo seriamente como si no estuviese ebrio.
Los ojos de Light centellearon con rabia, alzando el puño para golpear la cara de L, pero milagrosamente, Leyre y Stella consiguieron separarles.
-No os preocupéis. Tenemos la solución- dijo Leyre de forma serena.
-Solo hacen falta agua y hielo para que se le pase la borrachera- añadió Stella.
-¿Y cómo vas a hacerlo?- preguntó Light con una mezcla de curiosidad y desesperación.
-Muy simple, solo tenemos que echarle el agua en la cara y meterle hielo por dentro de la ropa. Se le pasará la tontería enseguida- explicó Stella orgullosa.
Dicho esto, fueron al 24 horas donde habían comprado los "zumos" y esta vez cogieron una botella grande de agua y una bolsa de hielos. Salieron a la calle y cogieron un pañuelo, mojándolo de agua comenzaron a ponerlo sobre la cara de L.
-Oye... Eso está un poco frío...- se quejó mientras Leyre le pasaba el pañuelo por la cara. Entonces Stella separó un poco la camisa del cuerpo de L e introdujo dos hielos que recorrieron desde su nuca hasta el final de su espalda- ¿Y tú qué me quieres hacer?- preguntó insinuante.
Viendo que la borrachera no se le pasaba, Light se cansó y le tiró la botella entera de agua por la cabeza. La reacción de L fue de quedarse estático, sintiendo cómo el agua congelada empapaba su camisa. L miró a Light intensamente, puede que su borrachera hubiese bajado estrepitosamente, pero el odio en su mirada, había crecido hasta niveles insospechados. L cogió a Light del cuello de la camisa y este hizo lo mismo, iban a pegarse, cuando de pronto empezaron a sonar sirenas de policía increíblemente cerca, y en apenas segundos, les rodeaban cinco policías. Ambos chicos se soltaron y L miró con indiferencia a los agentes.
-Documentación- pidió uno de ellos.
L dio un paso al frente, encarándolo.
-¿Acaso no sabes quién soy?- preguntó de forma prepotente- Soy tu jefe- le aclaró altaneramente. Al parecer, no se le había pasado la borrachera.
Los agentes rieron ante su estúpido comentario. L siguió serio.
-¿De qué os reís? Soy L- repitió firmemente.
Los policías se carcajearon en su cara y uno de ellos se dirigió a él.
-Y yo Z, ¿no me reconoces?- el policía le vacilaba.
L se quedó pensativo y se llevó un dedo a la boca.
-Pues no, no te reconozco- aseguró.
Los policías dejaron de reírse y dejaron en paz a los chicos por pena, al comprobar que sólo eran un grupo de borrachos, se fueron.
Tras esto, decidieron irse a una zona con bancos más apartada para intentar reanimar a L con los hielos en la espalda. El teléfono de Stella comenzó a sonar y en cuanto la chica vio de quién se trataba, miró al resto con preocupación.
-Es Watari, ¿lo cojo?- preguntó Stella indecisa.
Light y Leyre asintieron y L extendió la mano tratando de arrebatarle el móvil a Stella.
-Quiero hablar con él- pidió el detective como si estuviese sobrio.
Ella le golpeó mano sin miramientos.
-¡Ni hablar! Lo cojo yo- dijo Stella descolgando el teléfono- ¿Hola?
-¿Stella? Soy Watari.
-¡Ah! ¡Hola Watari! ¿Qué tal está?
-Yo muy bien, ¿y L?
Sólo preguntaba por L, parecía que sabía lo que ocurría.
-¿L? ¡Muy bien! ¡Aquí con nosotros!
-Genial, ¿puede ponerse?
-Bueno... Es que justo ahora está en el baño.
-No pasa nada. Yo espero.
-¿No preferiría hablar con Light?
-No gracias, sólo quiero hablar con L.
Stella suspiró y le pasó el móvil al detective, rezando para que no metiera la pata.
-Hola Watari- contestó con una estúpida sonrisa en la cara.
-Hola L, ¿cómo estás? ¿Te han hecho algo? Tú no estás acostumbrado a estar en la calle hasta tan tarde- dijo Watari algo preocupado.
L empezó a reírse sonoramente.
-¡Qué va Watari! ¡Estoy genial! No te dés tanta importancia y vente- contestó L riéndose hasta de su sombra.
Watari se quedó en silencio unos segundos.
-¿Estás borracho?- preguntó el hombre.
-Nooooooo- dijo arrastrando la última vocal.
-¿Qué has bebido?- preguntó más serio ahora Watari.
-Ron, Vodka, Whisky, Absenta, Cerveza...- contestó como si fuese lo más normal en él.
Al oír estas palabras, Light, Stella y Leyre empalidecieron e intentaron quitarle el móvil como fuese, pero el detective les esquivó con gran agilidad.
L empezó a reírse de nuevo y siguió hablando.
-Watari, sólo era una broma. Estoy bien de verdad- contestó- A las nueve llegaremos al cuartel y todo estará como siempre- finalizó con un tono serio y una expresión indiferente como si no hubiese bebido una gota.
-Bueno L, confío en ti. Aún así tendré el móvil toda la noche conmigo. Si pasa cualquier cosa, no dudes en llamar- respondió Watari con serenidad.
-Muchas gracias Watari. Nos vemos- colgó con la misma seriedad.
Los otros tres le miraron llegando a plantearse si realmente estaba borracho o todo era fingido.
-Nadie miente como L- y acto seguido empezó a reírse. Se comprobó que estaba borracho.
Eran las cinco de la mañana. Los cuatro amigos decidieron meterse en un último pub para pasar el rato y volver al cuartel, pero cuando todo parecía de lo más tranquilo, L abrió la boca.
-Quiero un pastelito- dijo con un tono meloso.
Light se tocó las sienes suspirando fuertemente, pero para tranquilizar el ambiente, Stella se ofreció a acompañarle al 24 horas a comprar el dichoso pastelito. Light y Leyre se quedaron solos. El muchacho empezaba a encontrarse mal, por lo que tuvieron que salir del pub para que le diese un poco el aire. Es lo que hacía la falta de costumbre.
Sonó el móvil del castaño. Ambos pensaron que se trataría de un mensaje de Watari, pero al leerlo afortunadamente desecharon esa idea.
-Es Misa- dijo Light con un tono cansado.
-¿Qué dice?- preguntó Leyre con curiosidad.
El chico le dio el móvil para que lo leyese.
"Me he enterado de que has salido y no me has dicho nada, y encima sé que estás con esas dos. Sabes de sobra que odio verte con más mujeres. No me obligues a ir para allá y cruzarle la cara a las dos"
La cara de Light era un poema. Bufó con fuerza y apagó el móvil.
-¡No la soporto más! ¡Está loca!- exclamó desesperado.
-¿Siempre es así?- preguntó Leyre.
-¿Siempre? ¡Desde que nos conocimos ha estado chalada!- contestó- Pero sus celos han ido en aumento. El otro día amenazó a una chica sólo por mirarme- explicó desesperado.
-Madre mía... No sé cómo lo aguantas- contestó Leyre poniéndose en el lugar del chico.
-Ni yo tampoco- murmuró cansado.
En ese momento, el grupo de Skins apareció, percatándose de la presencia de ambos.
-¡Ahí están los de antes!- gritaron acercándose- ¿Dónde está vuestro amigo?- preguntaron rabiosos.
Leyre y Light se tensaron y en cuanto los Skins se acercaron más, ambos empezaron a correr como si de dos liebres se tratase.
La huida duró varios minutos, pero los Skins les pisaban los talones y tuvieron que meterse en una muy estrecha calle que cruzaba los suburbios, esperando que el amparo de la oscuridad les salvase. Se quedaron allí muy quietos y en silencio, notando muy cerca la respiración el uno del otro, de frente, ya que no había otra forma de que entrasen los dos en ese pequeño callejón.
Los Skins pasaron de largo sin percatarse de la presencia de estos dos.
Light apoyó las manos en la pared, a los lados de la cabeza de la policía, con la respiración agitada por la huida y la tensión sufrida.
La respiración de la chica no estaba mucho mejor, ya que se entrecortaba constantemente sin dejar que pensara con claridad.
-Hemos tenido suerte.-Consiguió decir Light con algo de dificultad y una sonrisa nerviosa.
-Pues sí...-susurró Leyre imitando su misma sonrisa.
Se hizo un silencio entre ellos dos, interrumpido solo por el sonido de sus respiraciones y el ruido lejano del tumulto de los Bajos.
Leyre miró hacia el final del callejón sin atreverse a alzar la vista y encontrarse al atractivo chico que se situaba increíblemente cerca de ella.
Por un momento deseó salir corriendo de ese sitio y deshacerse de las horribles mariposas que la carcomían el estómago.
Se mordió el labio inferior, desechando la idea de salir huyendo ya que los brazos de Light se lo impedían.
Le daba la sensación de que cada vez se encontraban más y más cerca, como si el caprichoso destino se dedicase a deshacer la pequeña distancia que aún les separaba.
El torso de Light ya se movía a un ritmo acompasado, dando a entender que la fatiga estaba desapareciendo.
Un rubor subió hasta las mejillas de la chica cuyos nervios aumentaban ya por segundos, agitando desesperadamente su corazón.
No era su imaginación, realmente la distancia entre ambos desaparecía lentamente, hasta que los labios del chico rozaron delicadamente los de Leyre, provocando un ligero cosquilleo que se propagó por toda su espalda.
Pronto esa pequeña caricia se convirtió en un beso mas fuerte, acelerando el pulso de ambos y haciendo que el corazón de la policía trepase con desesperación por su garganta, sin esperarse ni lo más mínimo esta reacción de Light.
El chico intensificó el beso abriéndose paso entre sus labios y los brazos que antes estaban a los lados de Leyre ahora bajaron hasta su cintura.
La primera reacción de la chica fue de pasar sus manos sobre la camisa del castaño y agarrarla siguiendo el juego del chico, pero pronto ella rompió el contacto.
-¿Qué pasa con Misa?-Preguntó retomando la compostura.
Light hizo un gesto de desagrado.
-No quiero hablar de ella ahora... No sabes cuanto puedo llegar a odiar a esa idiota.- Bufó con visible exasperación.
-Entonces...-Leyre no pudo acabar la frase ya que Light la había vuelto a besar con la misma intensidad de hacía unos segundos.
Esta vez ella no puso ninguna resistencia y dejó que el joven pasase sus manos bajo su top, acariciando delicadamente la piel de su espalda, provocando varios escalofríos.
Leyre rodeó con sus brazos el cuello del chico para intensificar el contacto del beso que se convertía intermitentemente en pequeños mordiscos.
La temperatura subía de forma vertiginosa, casi mareándoles y nublándoles la visión.
Light bajó sus labios hasta el cuello de Leyre continuando con los besos hasta el hombro, provocativamente.
Ella bajó sus manos hasta la cintura del chico para pasarlas por su torso, haciendo que la excitación de Light creciese y convirtiese sus besos en voraces mordiscos, que realmente pretendían devorar a la joven.
Leyre emitió un pequeño quejido en el oído del chico que hizo que este contuviese el aire unos segundos sin poder resistiese al roce de su aliento.
Pegó con fuerza su cuerpo al de ella, contra la pared, sin dejarse ni un centímetro de piel.
Cada músculo de ambos se tensó por el contacto y las manos de Light fueron hacia el top de la chica, bajándolo aún más para poder continuar con sus besos desde su hombro a sus pechos, sacando ya suspiros de la boca de la joven policía.
Ella enredó sus dedos en los suaves cabellos que tenían un agradable olor a menta.
Desabrochó los primeros botones de la camisa de Light, pero su bajada se detuvo con brusquedad cuando sintió las hábiles manos del castaño subiendo con descaro por los muslos de ella, haciendo que agarrase la prenda del chico con fuerza derritiéndose con sus caricias.
Consiguió concentrar su fuerza de voluntad en acabar de desabrochar la camisa y fijarse esta vez en el pantalón del chico.
Algunos besos de Light se tornaron en lametones convertidos finalmente en mordiscos placenteros, como si de un lobo hambriento se tratase.
La respiración de ambos ya era arrítmica, pero aunque la excitación ya era grande los movimientos del joven no eran para nada torpes.
Desabrochó con facilidad el botón de los shorts de Leyre y cuando retiró lo suficiente la ropa llevó una de sus piernas a la cadera.
Ese roce hizo que ambos se deshiciesen en suspiros.
Los besos se volvieron más feroces y Light, llevando sus manos a las nalgas de la chica, la alzó haciendo que fuesen las dos piernas las que rodeasen su cintura.
Terminó de desabrochar también sus pantalones, y entre besos y gemidos comenzaron los movimientos ya con fuerza, desesperación, de una forma casi violenta.
Leyre acariciaba el pelo del chico disfrutando del tacto y con la otra recorría los duros músculos del joven.
Las embestidas se hicieron más lentas, intensificando el contacto, notando cada ligero movimiento, haciendo que ambos temblasen por el placer.
Los gemidos eran cada vez más audibles y Light solo podía agarrar con fuerza los muslos de la joven, buscando aún más placer, aunque notase que solo un poco más llegaría a matarle.
Los movimientos se aceleraron con desesperación, olvidando todo lo que les rodeaba, manteniéndose así largos minutos, entre besos, mordiscos y caricias.
El chico se concentraba en la mandíbula, mejilla y labios de la chica, y ella atacaba su cuello al ritmo de los movimientos, ahogando suspiros y gimiendo contra su piel.
Con cada embestida el placer era aún mayor y, sin poder evitarlo, los movimientos se hicieron frenéticos, desesperados, hasta que ambos no pudieron más y llegaron al final.
Su fatiga era aún más pronunciada que la de la huida de antes, viéndose en ellos algunas gotas de sudor y con la temperatura de su cuerpo por las nubes.
Ambos se miraron a los ojos, algo cortados, pero cuando Leyre bajó la mirada al suelo, Light acarició su mejilla y la besó con increíble dulzura.
Mientras tanto, L y Stella acababan de entrar en el 24 horas buscando un pastelito dulce que pudiera acabar con el antojo del detective.
Empezaron a revisar todos los estantes buscando algo que le apeteciera, pero no hacía más que adoptar muecas de asco y disgusto.
-A mí esto me da asco. No me gusta. No quiero nada- dijo metiéndose las manos en los bolsillos y encaminándose hacia la puerta.
Stella se quedó petrificada mirándole. Acababa de hacerla recorrer medio Argüelles para ahora darse la vuelta y largarse como si nada.
Fue tras él a pasos agigantados. En sus ojos se podía notar el enfado y el ofuscamiento.
-¿Me estás vacilando? ¿Pero a ti qué te pasa?- le gritó la chica enfurecida.
-No te alteres Stella. Simplemente no me gusta nada- contestó como si con él no fuera la cosa.
-¿Que no me altere? Una cosa es que estés borracho y otra, que juegues conmigo- contestó indignada.
-Relájate un poco... Aunque pensándolo bien...- se llevó el pulgar a los labios- Estás más sexy enfadada- concluyó con su habitual sonrisa.
Stella se sonrojó y miró hacia otro lado.
-Vámonos ya anda, que nos estarán esperando- dijo adelantándose a L para que no viera sus sonrosadas mejillas.
Stella y L llegaron al pub en un silencio sepulcral que no parecía molestar al detective pero sí alteraba a la chica.
Entraron al local y buscaron con la mirada a sus dos amigos sin tener la más mínima idea de lo que había sucedido entre ellos. Recorrieron todo el pub buscando entre el gentío, ya que a última hora, se había llenado muchísimo. L se estaba agobiando por los numerosos empujones que daba la gente al pasar por su lado, y el volumen de la música, le mareaba. Enseguida empezó a encontrarse mal, y Stella lo notó.
-¿Qué te pasa?- preguntó la chica preocupada.
-Tengo algo de calor, creo que me estoy mareando- contestó recargándose sobre una pared.
Realmente tenía mala cara, así que Stella no tuvo más remedio que acompañarle al baño. Había mucha cola y pasaron directamente por la puerta, sin darles opción de quejarse a los que esperaban.
Llegaron hasta el baño formado por un lavabo, un espejo y el retrete. Bastante simple. Cerraron la puerta con pestillo, oyendo las quejas de la gente al otro lado de la puerta.
L estaba realmente fatigado. Se sentó directamente con la tapa bajada en el retrete. Sus ojeras se marcaban más que nunca y parecía no respirar bien.
-Relájate. Estamos aquí dentro, estamos solos- dijo Stella sabiendo que su agobio se debía al tumulto de la gente. L parecía estar a punto de sufrir un ataque de ansiedad.
Stella se agachó quedando a su altura.
-Bueno, relájate, ¿tienes calor?- preguntó la chica acariciando su mejilla suavemente.
-Sí...- susurró cansado.
Stella fue a retirar la mano de su mejilla para ir a por agua, pero L la detuvo.
-No, no te vayas- pidió manteniendo la mano de la chica sobre su mejilla.
-Sólo voy a por agua- le explicó con dulzura y se levantó para humedecer un pañuelo y volver junto al chico.
Volvió junto al detective. Stella pasó el pañuelo por la frente y mejilla de L, haciendo que cerrase los ojos ante el contacto.
-Estás algo rojo, ¿sigues teniendo calor?- preguntó la joven policía.
-Sí...- contestó algo azorado- Por aquí- llevó su mano a su nuca- Creo que esto de las fiestas no se me da bien...- sentenció apenado.
-No digas eso, es tu primer día. La próxima vez todo irá mejor. Ya verás- aseguró Stella pasando el pañuelo por la nuca del detective, provocándole un escalofrío por el tacto frío del pañuelo- ¿Mejor?
L asintió y señaló ahora la parte baja de su cuello.
-Aquí también tengo calor...- susurró con los ojos aún cerrados.
Ella obedeció y pasó el pañuelo por el lugar indicado. L siguió recorriendo diversas partes de su cuerpo hasta llegar al torso y Stella soltó una ligera carcajada.
-¿Te estás aprovechando un poco, no?- preguntó la joven policía con burla.
L abrió los ojos y la miró seriamente.
-Me has pillado- dijo algo sorprendido.
-¿Entonces no tienes calor?- volvió a preguntar Stella.
-Sí. Tengo calor y tengo hambre- respondió con voz melosa.
-¿Y qué quieres?- dijo la muchacha.
-Esto...- contestó con un tono caprichoso, y acto seguido, la besó.
El contacto fue intenso desde el principio, dejando a ambos casi sin respiración.
L había agarrado a la chica del cuello de la camisa para acercarla aún más, con ansia, como si llevase esperando esto desde hacía tiempo.
El detective se levantó poco a poco sin romper el beso, empujando a la chica y llevándola hasta chocar contra la pared.
L profundizó el beso demostrando una gran maestría haciendo que la joven perdiese por completo las fuerzas.
Poco después atacó su cuello sin miramientos, rozando la mejilla de Stella con su pelo, sacándole algunos suspiros.
-L... Has bebido demasiado... No estás bien- susurró la chica sobre su cuello, intentando recobrar algo de compostura.
Su comentario ni por asomo detuvo los ansiosos besos del chico, que seguían recorriendo desde la mandíbula hasta casi su hombro.
-¿Te parece a ti que no estoy bien?- su pregunta fue tan directa y precisa que Stella no supo que contestar, quedando en silencio cara a cara con el joven, que la miraba con fijeza, tan cerca que sentía el calor que desprendía su pálida piel.
L entrecerró los ojos, acercándose aún más a la chica de forma provocativa, bajando la mirada a sus labios.
-¿No quieres que siga?- su voz apenas era un susurro, fingiendo un tono lastimero impregnado de burla y seducción.
Una corriente magnética parecía estar empeñada en unirles, apretando el cuerpo de L contra el de la policía, sin llegar a unir de nuevo sus labios.
-Dime, ¿quieres que te bese?- las preguntas del detective hacían que los pensamientos de Stella se revolviesen y mezclasen sin sentido alguno, llegando incluso a cortar su respiración.
Ella llevó una mano a la mejilla del chico, acariciándola con ternura, como había hecho momentos atrás para acabar con su ataque de pánico.
Le observó con detenimiento, pasando su mirada desde sus desordenados cabellos, a sus oscuros ojos grandes, las ojeras profundizadas por la inminente resaca, hasta llegar a sus labios enrojecidos por el beso anterior.
La chica llevó su mano hasta la nuca del detective aproximando su rostro al de ella, acabando con la distancia que separaba sus labios a modo de respuesta.
L no perdió el tiempo y volvió a juguetear con la lengua de la joven, pasando sus manos por su cintura subiendo la camisa de la chica con picardía.
Ella rodeó la cintura del chico con sus brazos y pasó sus manos por la espalda de L, subiendo hasta la mitad de la columna provocando en él un escalofrío, y apretando el abrazo para juntar aún más sus cuerpos.
L sonrió, satisfecho con la respuesta de Stella, y llevó sus besos hasta la comisura de sus labios, llegando a la mejilla y bajando a la mandíbula.
El detective llevó una de sus manos hasta la cintura de la chica y bajó a una de sus nalgas, apretando realmente fuerte, y la empujó con firmeza por lo que ella soltó un pequeño quejido debido a la impresión.
El joven también jadeó soltando un cálido aliento en el cuello de la chica y tras esto mordió parte del cuello de Stella, soltando junto a su oído un gruñido felino realmente sexy.
La chica pasó las manos por el oscuro cabello del chico que mordía con saña la yugular y acariciaba sus pechos.
Cada vez les era mas difícil coger aire y respirar con normalidad, hasta el punto de escuchar perfectamente los latidos de sus acelerados corazones.
Stella pasó sus manos por los hombros de L, deslizándolas hasta las mangas de la chaqueta del chico, tirando de ellas y haciendo que esta cayese directa al suelo.
El detective no tardó en seguirle el juego a la joven y desabrochó algunos botones de su propia camisa.
Pronto esta acabó en el suelo, junto a la chaqueta.
L seguía entretenido con el cuello de Stella, al cual no le daba ni un segundo de tregua. Ella pudo apreciar cada centímetro del torso del joven, acariciándolo y disfrutando de sus melosos besos, a veces algo posesivos.
Como si lo hubiese estado esperando desde el principio retiró la camisa de la joven y la observó con detenimiento poniéndola algo nerviosa.
-Eres un poco pervertido...- le acusó divertida.
L sólo la miró con fingido asombro, queriendo aparentar inocencia.
-¿De verdad lo crees?- dijo con su habitual tono incrédulo.
Tras esto sonrió con dulzura y la volvió a besar llevando sus manos hasta los shorts de la chica, con intención de retirarlos.
La chica hizo lo propio con la ropa que aún conservaba el detective, repartiendo varios besos por el cuello del chico que sólo podía resoplar con deseo.
L no aguantó más la espera y comenzó algo brusco con las embestidas causando algunos gemidos en la chica, ahogados por los desesperados besos que ambos se daban.
Cada movimiento era más profundo que el anterior, volviéndose más tranquilos, haciéndose más sensible el contacto.
La chica rodeaba con una pierna a L, que dominaba el ritmo con precisión, sacando cada vez más gemidos de la boca de la joven policía.
El sudor ya había comenzado a aparecer, resbalando por el cuerpo de ambos.
El detective aceleraba el ritmo a su antojo, como si no le afectase el cansancio ni lo más mínimo, asemejándose a un león que por nada del mundo dejará que su presa se escape.
Ese león se deleitaba con cada gemido de su presa, buscando el placer de ambos sin perder la autoridad que le correspondía.
Mordía y hasta arañaba buscando más contacto, deshaciendo en suspiros a la pequeña víctima que tenía en sus brazos, sin compasión.
Aún siendo esas circunstancias un estado vulnerable L quería seguir teniendo el control completo de la situación, como siempre acostumbraba a hacer, anticipándose a cada movimiento y marcando los pasos a seguir.
Finalmente los quejidos de ambos se hicieron más sonoros debido al placer y satisfacción que ambos sentían, y que se encontraba en aumento hasta llegar al final, quedando ambos con las respiraciones entrecortadas y sin separarse ni un centímetro del otro.
En ese momento alguien aporreó la puerta.
-¡Eh! Los que están ahí dentro, salid, que el local va a cerrar- exclamó un hombre con voz grave desde fuera.
Stella se ruborizó a diferencia de L que se acomodó la ropa dispuesto a salir. Ella hizo lo mismo y salieron en un silencio incómodo. Una vez fuera del local, el chico habló.
-La verdad es que esto ha sido una sorpresa...- comentó el chico.
Cuando Stella se disponía a responder, llegaron los otros dos amigos.
-¿Dónde estabais?- gritó Stella- Os he llamado cien veces y no me lo cogíais- reprochó la joven policía.
-No, es que lo tenía en silencio- contestó Leyre agachando la mirada. Light ni siquiera respondió. Se limitó a quedarse en callado.
L, sospechando de las extrañas miradas que se estaban lanzando sus dos amigos, preguntó.
-Oye, ¿os ha pasado algo?
-Nos han perseguido los Skins y hemos tenido que huir de ellos nuevamente- contestó Light tratando de cambiar de tema con una risita nerviosa.
L, ni corto ni perezoso, le observó con mirada acusadora.
-Light, sabes perfectamente que no me refiero a eso- dijo el detective mirándole con fijeza.
Durante algunos segundos se quedaron en silencio. L seguía mirando a Light esperando una respuesta que no iba a llegar. Leyre, viendo el panorama, intervino.
-¡Qué tarde es! Deberíamos pedir un taxi para llegar al cuartel y poder dormir algo- sugirió la joven.
Todos asintieron y pararon un taxi que venía de un par de calles más arriba.
Llegaron al cuartel, ya que pasarían allí lo que quedaba de noche. Los tres acompañaron a L hasta su habitación asegurándose de que le había bajado la borrachera. Y así fue, ya que comenzaba a llegarle la resaca, doliéndole intensamente la cabeza y cayendo redondo en la cama.
Tras esto, los otros tres jóvenes se dirigieron a distintas habitaciones dispuestos a dormir y poder recuperarse de la fatídica noche.
