Nota: este es mi primer fanfic, es una idea loca que salió de mi cabeza los personajes no me pertenecen son de la inteligente, talentosa y hermosa Stephenie Meyer. El resultado de esta historia nace del inmenso amor que siento por la saga que capturo mi alma y corazón desde el principio.
Este fic va dedicado a mi beta flor carrizo muchas gracias flor por esto, al grupo en Facebook groups/FFAddiction/ FFAD (twilight) , a las diseñadoras de FFAD en especial a Martina Bennett.
Un amor inesperado
Summary:
Bella es una inteligente, hermosa y simpática joven que, desde pequeña, soñaba con el perfecto cuento de hadas, pero por la muerte de su padre, en un accidente de auto, tuvo que olvidarse de lo que tanto anhelaba cuando era tan solo una niña, hasta resignarse a pasar su vida sola. Lo que ella no sabía era que su vida estaba a punto de cambiar a causa de un magnífico accidente.
Capítulo 1
Era un frío día de invierno en la ciudad de Nueva York. Tuve que cubrirme muy bien para salir de casa, y al mismo tiempo recordaba las palabras que mi madre me decía "no porque haga frío vas a perder el sentido de la moda, ¡eso nunca!". Esa frase era muy comprensible, ya que ella era una famosa diseñadora.
Como todos los días, iba hacia mi trabajo a comenzar mi rutina. No recordaba la última vez que me había olvidado de todo, la mayoría de las personas creerían que mi vida era perfecta, y yo a veces me preguntaba si mi vida tenía sentido, porque yo no se lo encontraba. Para mí, mi vida era lo mismo todos los días, sin nada por qué seguir adelante.
Pero esa mañana, sobre todo, la tristeza se notaba en mi rostro. Mi padre, el hombre que más había amado en la tierra, estaba cumpliendo 12 años de haber fallecido. Desde ese entonces tuve que convertirme en otra, a veces me hacía la fuerte, ya que, todo el peso recaía sobre mí. Era la mayor de tres hermanos, tenía a mi hermoso y chistoso hermano Seth; y a mi dulce hermana Leah, y eso significaba que debía ser fuerte y un respaldo para ellos, pero esto me dolía demasiado. A veces se me olvidaba como había sido hace algunos años, sólo recordaba lo que era hoy la gran Isabella Swan.
Desde que papá había muerto no le encontraba sentido a la vida. Era tan sólo una adolescente, tenía 12 años cuando él murió en un accidente de auto; a él le gustaba mucho la velocidad.
Desde el momento en que me enteré de que papá murió, supe que tendría que enfrentarme con todo. Siempre había sido su niña consentida y, por ende, era muy lógico que, al morir, me dejara toda su fortuna; pero nunca pensé que podría pasar tan pronto. Él sabía que su niña era la única que había decidido estudiar su misma profesión: economía. Por ser muy inteligente me habían saltado algunos años en la escuela y entré muy joven a la universidad, él sabía que terminaría mi carrera muy pronto y podría hacer frente a todos los negocios de la familia: el gran imperio Swan. La principal empresa de ese imperio era Swan Advertising Company. La fortuna, que era inmensa, había sido heredada de generación en generación. El dinero que mi padre poseía en ese momento era herencia de su padre Billy Swan y luego pasaría a mis manos.
Dos días después de darle el último adiós a mi padre y sentirme totalmente infeliz y destrozada; ya que, para mí en esos momentos se había ido la persona más importante en toda mi vida, tenía un inmenso amor y una afinidad especial con papá y con mamá no tanto; el abogado Harry Clearwater entró a mi casa para leer el testamento que papá había dejado. Para sorpresa de mamá, y no la mía, él había dejado toda su fortuna a mi nombre, pero había una condición: tenía que velar por mi madre y mis hermanas.
En ese momento no presté mucha atención, sólo firmé, y mi madre también, ya que ella sería la albacea de todo hasta que yo cumpliera la mayoría de edad. Estaba tan triste, en ese momento, que eso era lo que menos me importaba. Al principio mamá se enojó mucho, pero con el tiempo había comprendido que era la mejor decisión que papá pudo tomar.
Entré a la universidad cuando tenía 15 años y me gradué a los 20 en Columbia University. Y desde ese momento empezó mi gran vida. El tiempo en la universidad era lo último que recordaba haber vivido sin ninguna presión, después de todos estos años al frente de la fortuna heredada mi vida era una completa rutina.
Esa mañana tan fría me había levantado con imágenes de mi padre en la mente, toda mi infancia y aun toda mi vida. Pensaba que siempre había estado en New York, pero había nacido en Los Angeles, y cuando papá tuvo que hacerse cargo de la fortuna Swan tuvo que mudarse a New York por los negocios. Esa mañana lo recordaba más que nunca, y la imagen estaba grabada en mi mente, el último beso que me dio antes de morir; así como también las miles de veces que jugábamos en el jardín.
Se me enrojecieron los ojos y sentí un horrible nudo en la garganta. En ese momento pensé si el haber firmado y aceptado mi herencia había sido la mejor decisión, pero en realidad ya no importaba, ya que no había marcha atrás.
Tenía pensado tomarme la tarde libre para ir al cementerio a llevarle flores a papá. No pensaba decirle a mi madre que me acompañara, ya que, estaba muy ocupada con su nueva línea de ropa y preferí no recordarle esa fecha tan dolorosa. Y a mis hermanas no les era agradable ir a ese sitio.
Llegué a la oficina y, como todos los días, mi chofer esperaba para abrirme la puerta.
—Gracias Taylor —susurré.
—De nada señorita Swan.
—Bella, Taylor —lo reprendí, en varias ocasiones le había dicho que me llamara por ni nombre; aunque había nacido en una cuna de oro siempre pensé que era un lugar equivocado para mí. En eso me parecía mucho a mi madre, a pesar de que papá tenía mucho dinero ella se casó con él porque lo amaba, y en una fecha como esta prefería estar muy ocupada antes de recordar.
Cuando bajé, como tantas veces, vislumbré el magnífico edificio del One World Trade Center, un rascacielos que medía más de 500 metros, allí se encontraba la primera empresa de publicidad y una de las más grandes de la ciudad: Swan Advertising Company.
Subí en el ascensor hasta el décimo piso, y llegué a mi oficina. Saludé a Jessica, mi secretaria, que se acercaba a mi oficina detrás de mí para decirme la agenda del día; teniendo en cuenta que en la tarde no estaba disponible. Ella era una rubia hermosa y de ojos claros. Comenzó a hablarme, pero sonó el teléfono de la oficina y contesté. Era la dulce voz de mi padrastro: Charlie.
Charlie había sido como mi segundo padre, aunque nunca nadie podría ocupar el lugar de papá. Él había aparecido en nuestras vidas, para hacernos un poco más felices, hace 10 años cuando se casó con mamá. Su llamada era de esperarse, él recordaba perfectamente la fecha.
— ¿Cómo está mi nena? —susurró con su voz dulce.
—Hoy no es un buen día, Charlie, y lo sabes.
—Me ofrezco a acompañarte a visitar a tu padre —aseguró, siempre tan bueno y comprensivo.
Yo sabía que, por ser el dueño de una firma de abogados, era un hombre ocupado, así que intenté negarme; aunque al final insistió y terminé aceptando.
—Bueno… tengo que dejarte Charlie, gracias por todo.
—De nada Bells —respondió con voz dulce.
Me quedé un momento pensando en mamá… a ella nunca le había agradado el dinero, pero sus dos esposos, mi padre y Charlie, eran muy ricos; y pensé que tal vez se había acostumbrado tanto que ya no le importaba.
Jessica interrumpió mis pensamientos cuando empezó hablarme de mi primera reunión en el día, que era un desayuno con Jacob Black. Él quería hablar conmigo y la publicista de la empresa acerca de la imagen de su nuevo negocio, le dije que me avisara en cuanto la hora se aproximara para no hacerlo esperar.
Transcurrió una hora hasta que por fin llamaron a mi teléfono, y supe que era mi secretaria; le dije que ya salía. Me puse mi abrigo, y afuera ya estaba esperando por mí Taylor, y la publicista y mi mejor amiga: Alice. Ella era hermosa, dulce y pequeña, con unos ojos llamativos y su hermoso cabello negro. Me alegró enormemente saber que no iría sola a ese desayuno, que, por otro lado, era en mi restaurante preferido Hilton Garden, en Times Square.
Cuando llegamos allí ya se encontraba Jacob. No se podía negar que era un hombre muy atractivo, corpulento, sexy, divertido y muy rico, como todo lo que me rodeaba. Alice decía que él estaba enamorado de mí, pero nunca le presté mucha atención a sus comentarios, lo único que importaba eran los negocios. Al llegar al restaurante, él estaba esperando por nosotras, y nos saludó con mucha felicidad.
—Es un placer volver a verlas, estoy muy satisfecho con su trabajo.
Después de muchos halagos, nos sentamos y sentí las miradas de muchas personas en mí. No me imaginaba por qué, pero no presté la más mínima atención, ¡tal vez era por ser una de las mujeres más jóvenes y ricas de Estados Unidos!
El desayuno transcurrió con tranquilidad, hablando de la imagen que quería para su nuevo negocio y, entre medio de chistes que eran muy divertidos, finalmente terminó el desayuno, cerrando el nuevo negocio para Swan Advertising Company. Era una buena noticia, pero ese día nada me hacía feliz, y Jacob lo notó.
— ¿Te pasa algo? —preguntó.
—Es el doceavo aniversario de la muerte de papá.
Él me abrazó y me dijo en el oído:
—El sol brillará para ti algún día.
Me sorprendieron sus palabras, pero sólo sonreí a su gesto tan amable; y me marché del restaurante.
— ¿Qué te dijo Bella? —preguntó Alice.
—Nada importante —respondí, intentando sacarlo de mi mente, pero en realidad su frase me estaba taladrando la cabeza. Me hizo pensar si algún día esa frase se haría realidad o pasaría sola el resto de mis días; si mi esposo e hijos serían mi empresa y mi fortuna; si, tal vez, seguiría manteniendo por el resto de la vida a mis hermanos.
Mientras íbamos en el carro estaba muy distraída con todo lo que estaba pensando: si mi vida nunca sería lo suficiente buena o si nunca tendría la oportunidad de conocer el amor. Y recordé que sólo había tenido un novio cuando tenía 18 años. En ese momento entendí que mi vida se me estaba pasando en un abrir y cerrar de ojos. Pero todos esos pensamientos quedaron lejos de mi mente cuando Taylor casi se choca con otro automóvil…
Quedé pasmada y asustada por el movimiento tan brusco que el chofer se había visto obligado a dar. Miré detenidamente la cara de Alice, que estaba totalmente pálida y la tomé por el hombro. La sacudí porque nunca la había visto así.
— ¿Estás bien? —le pregunté.
—Me siento bien, tan sólo fue el susto —dijo.
Luego miré hacia afuera, y vi como Taylor bajaba del auto y entonces yo intenté hacerlo también; aunque antes de que pudiera abrir la puerta, él me advirtió que no lo hiciera, que todo estaba bajo control. Hice caso omiso a su consejo y me bajé enfurecida, quería saber quién era el dueño del auto que nos habría podido matar a todos.
Vi a un hombre elegante, alto y con ojos color miel; era demasiado bueno y hermoso para creer que era verdad. Me quedé en shock por su belleza; pero, casi en un instante, reaccioné.
— ¿Cómo pudo haber cometido tal acto de inconsciencia? ¡Casi nos mata a todos! —le grité enfurecida.
Él sólo me miraba de pies a cabeza, recorriendo cada centímetro de mi cuerpo, y eso me halagó, pero no hizo que mi rabia cediera.
De repente él tomó mi mano y me dijo:
—Mucho gusto, mi nombre es Edward Cullen. Disculpe, todo es culpa de mi torpe chofer; aunque para mí este incidente ha sido lo mejor que me ha podido pasar en la vida. —Él respiró profundo y me miró a los ojos—. Es un gusto para mí poder conocerla, aunque lamento mucho que haya sido en estas circunstancias.
— ¿Qué está diciendo? ¿Cómo se atreve a decirme eso en esta situación? —pregunté entre ofendida y halagada—. No estoy para coqueteos y mucho menos en estas circunstancias. No lo conozco, ni quiero hacerlo, además tengo cosas muchísimo más importantes que hacer que perder el tiempo con usted —afirmé, pero él hizo caso omiso a mis palabras.
—Le ofrezco disculpas señorita, pero es imposible no admirar tal belleza. New York es grande, pero no lo es tanto como para no haber conocido una mujer tan hermosa como usted. ¿Dónde estaba escondida?
—No estoy para perder mi tiempo con usted, tengo mucho que hacer. Entiéndase con Taylor, él sabrá cómo solucionar esto —respondí, tratando de evitar sus palabras.
En mi mente pensaba que debía haberle hecho caso a Taylor, pero al mismo tiempo pensaba que el hombre era hermoso, tanto que dolía. Pero cuando estaba a punto de subir a mi auto, él me gritó:
—Por lo menos me gustaría saber su nombre…
—Soy Isabella Swan —respondí, finalmente.
Entonces, sus ojos brillaron.
—Siento el incidente, pero me alegro de haberla conocido. Espero volver a verla de nuevo —volvió a gritar en mi dirección.
En ese momento sonreí sin que él se diera cuenta, me causaba risa la forma en que había tomado toda la situación.
Pasé el resto del viaje a la empresa pensando en qué había significado para ese hombre, y que encanto que tenía, no podía ser cierto.
Olvidé todo el incidente, y así se me fue la mañana muy rápido.
Mi padrastro era muy puntual, estaba a las 12 en punto esperándome para ir almorzar y luego acompañarme a ver a papá. Cuando lo vi me abrazó fuerte y me preguntó si estaba bien, Alice le había contado todo.
—No pasó nada, estoy sana y salva.
Mis palabras parecieron aliviarlo y al parecer no le había dicho nada a mamá, aunque fuera la mayor, era a la que Charlie más quería de mis hermanos, ya que había sido la que tuvo que enfrentar todo. Él se había encariñado mucho conmigo cuando me conoció, era una adolecente y él fue quien me guió en todo. Le agradecía mucho lo que hizo por mí, y lamenté mucho que mamá no quisiera darle hijos propios, pero él, por el amor que sentía por ella, lo había aceptado y nos había querido a nosotros como a sus propios hijos. Tenía que decir que la belleza de mi madre era absoluta, ella era rubia, con unos hermosos ojos verdes y muy dulce; tal vez eso le alcanzaba a él. Yo no me parecía mucho a ella, más bien a papá.
—Por más grande que seas siempre serás mi nena, mi nena pero más grande y madura. Anda… vamos a almorzar —me dijo Charlie en el oído, y me causó mucha risa.
Le di una gran sonrisa y nos tomamos las manos, así solíamos andar por la calle. Decidimos caminar, ya que, Swan Advertising Company estaba en el centro de Nueva York. Fuimos a comer pizza, él sabía que me encantaba. Entramos a NY PIZZA, era mi favorita, y como Charlie ya sabía lo que me gustaba pidió una pizza de salami y queso, y malteada de chocolate. Lo miré y sonreí.
— ¡Me gustaría verte sonreír todo el tiempo! —me dijo.
—Sólo tú lo haces Charlie, sabes que te quiero mucho.
—Eso no hace falta que lo digas, yo lo sé Bells.
Después de comer nos dirigimos al cementerio, fue muy duro para mí llegar a ese lugar. En el camino habíamos comprado unas hermosas flores para papá, y recordé el día en que escogí la placa para poner en su tumba; coloqué su nombre en grande "Billy Swan II" y debajo decía "Permaneceremos juntos aun después de tu muerte".
Las lágrimas corrieron por mis mejillas y Charlie me abrazó fuerte.
—Yo sé que es duro para ti, sé que lo extrañas, pero quiero que sepas que voy a estar para ti siempre que me necesites —me susurró.
—Gracias por amarme Charlie, gracias por todo.
A veces creía que mi padre había mandado a mi padrastro para remplazar su lugar. Siempre me había preguntado cómo podrían haber dos personas tan parecidas en su manera de ser, quizá por eso mamá se había enamorado de él y se habían acoplado tanto.
— ¿En qué piensas nena? —me preguntó Charlie.
—En mamá… en que ya sé por qué Renée Dwyer o debo decir Swan se casó contigo… eres un excelente esposo y padre. Lo digo por el amor incondicional que has tenido para mí y mis hermanos.
—Eso lo he hecho porque, desde el momento que me casé con tu madre, los acepté a ustedes como mis hijos y eso son para mí. Pero tengo que confesar que tú eres mi preferida, porque eres una jovencita muy valiente. Y a partir de hoy quiero que me prometas que pensarás más en ti y tu felicidad… —pidió con una sonrisa—. Prométemelo nena…
—Lo voy a intentar Charlie… —Él gruñó ante mi respuesta—. Está bien, te lo prometo —respondí riendo por su actitud.
Le había pedido a Taylor que se adelantara, ya que, Charlie quería llevarme a mi apartamento. He vivido sola desde los 21 años, pues quería sentirme libre y no asfixiada. Quería mi independencia, aunque me gustaba la compañía de mamá, tenía que reconocer que me gustaba estar sola. Por lo general siempre me quedaba trabajando hasta altas horas de la madrugada.
En ese momento mi padrastro me preguntó algo, pero estaba tan distraída en mis pensamientos que no escuché muy bien lo que me dijo.
—Discúlpame Charlie, no te escuché.
— ¿Vas a ir a cenar con nosotros hoy? —volvió a preguntar.
—Oh rayos… disculpa lo había olvidado.
— ¿Qué pasa Bells?
Hoy era día de cena familiar, era una tradición desde hace seis años.
—Se me olvidó la cena —respondí a su pregunta y él me miró asombrado—. Sí, lo sé, no volverá a pasar… ahí estaré como siempre.
—Además tus hermanos quieren hablar contigo de su futuro.
— ¿Es un chiste verdad? ¿Mis hermanos hablar de su futuro? —pregunté sorprendida.
—Que conste que ellos lo dijeron, Bella
—Eso da risa Charlie, pero ok. Ahí estaré.
Llegamos a mi apartamento, que estaba ubicado en Central Park West, en el edificio de apartamentos de lujos Beresford.
Llegamos más rápido de lo normal y Charlie se despidió de mí justo en la puerta del elevador.
—Nos vemos esta noche a las siete, Bella.
—Vale, Charlie.
Ahí, como todas las noches, estaba el portero Mike que siempre me saludaba con una sonrisa cálida. Llegué al piso 15, donde se encontraba mi apartamento. Tenía que reconocer que, aunque lo ostentoso no me gustaba, mi apartamento era hermoso y lujoso. En el momento que lo vi sabía que le pondría mi sello personal, tenía unos hermosos pisos de madera, paredes blancas, pero la decoración era una combinación de rojo y dorado; me encantaba, pero tenía que dejar de admirar mi apartamento para alistarme para la cena.
Espero les haya gustado este primer capítulo espero sus comentarios y sugerencias, estaré actualizando cada 15 días.
Que les pareció el accidente de bella….
Nos leemos pronto.
