****Hola todos/as! Esta es la nueva versión del anterior fic el secreto de kakashi, el cual cambie por que creo que esta versión nueva está mucho mejor que la anterior, espero que no se enojen, y les aviso de antemano que el 30 de junio me voy de viaje y no voy a escribir nada ( vuelvo el 14 de julio) y no se sí escribiré mucestas se semanitas previas a mi viaje. Así qué espero sus hermosos reviews!
p.d: los reciews me alegran y me inspiran, así que dejen siempre unito****
Capitulo 1
Kabuto caminaba por los interminables y confusos pasillo de una de las guaridas de Orochimaru, llevando consigo una bandejita con vendas, medicamentos y otros utensilios.
Camino por un largo rato hasta llegar frente a una puerta de madera. La abrió e ingreso en la habitación. La habitación parecía ser una enfermería, en la cual había varios monitores, un escritorio con varios medicamentos y plantas medicinales. En el centro de la habitación había una cama, en la cual descansaba una chica albina, de complexión delicada y femenina, las facciones de su cara parecían haber sido talladas por un escultor pulcro y detallista.
La chica estaba conectada a varios monitores, su respiración estaba acompañada de un molesto PIP-PIP de uno de los monitores. Tenía vendas en el vientre, brazos y piernas, las cuales estaban manchadas de sangre por las costras abiertas.
Kabuto dejo la bandeja en el escritorio, y procedió a remover las vendas viejas, dejando al descubierto el fino y delicado cuerpo de la chica (sólo las partes cubiertas por vendas) cubierto de varios cortes que intentaban cicatrizar, pero no lo hacían.
-Ya pasaron dos semanas y aún no cicatrizan- dijo Kabuto al vacío, saco por completo las vendas y las puso al lado de la bandeja-¿Cómo era qué me habías dicho que haga en estos casos?- parecía estar preguntándole a la chica
***RECUERDO***
-Y cuando no sepas como curar una herida o esta no se curé usas esta tecnica, pero recuerda que no la de bes usar mucho, por que utiliza mucho chackra- decía una chica albina, de cabellos largos y ojos rojos, mientras le mostraba a un joven de anteojos en un ciervo herido la técnica. La herida del ciervo se curó por completo- Ahora te toca. Hazlo en esta herida- le dijo con una sonrisa, señalando la herida restante.
El chico de anteojos puso sus manos sobre la herida, como le había mostrado la chica. Aplico la cantidad de chackra, haciendo que se pueda ver en sus manos. Siguió aplicando más chackra, y este envolvió toda el área de la herida, llegando a cubrir en totalidad la herida y su profundidad, haciendo que esta se cierre por completo. El ciervo se levantó y se fue caminando.
El chico se limpió el sudor de su frente, y mostró una sonrisa cansada.
-Eres un buen aprendiz, Kabuto- dijo la chica dándole una palmadita en el hombro
-Gracias, Shiro. Pero...-
-¿Pero qué?-
-No me sale como a ti, tu envuelves todo el cuerpo tu chackra y yo a duras penas la herida y su profundidad- dijo Kabuto con desgano
-Lo que te estoy enseñando es una técnica que requiere mucho chackra, y es algo que utilizamos los sabio de mi clan... Creo que eres la única persona fuera de mi clan que la puede usar, aunque parcialmente, pero aún así ya cuenta- dijo Shiro, intentando darle ánimos
-Gracias, Shiro- dijo Kabuto rascándose la cabeza.
***FIN DEL RECUERDO***
-Si, eso podría servir- dijo Kabuto pensativo
Con el paso de los años había conseguido adaptar la técnica a su cantidad de chackra, por lo que podía usarla con más facilidad. Aplico la técnica en las heridas consiguiendo que se curarán sin dejar cicatrices.
-Hm... Si con eso bastara, ahora solo falta que despiertes- dijo, removiendo un de los mechones blancos del fino rostro con delicadeza y tal vez, sólo tal vez, ternura.
Miro detenidamente los párpados cerrados, las blancas pestañas y cejas, cubiertos tras un rebelde flequillo de cabellos blancos. observo todo con detenimiento, su perfecta y recta nariz, los labios rosa pálido que normalmente dibujaban una sonrisa y ahora sólo daban una expresión serena, admiro la blanca y suave piel, las manos finas, el extraño tatuaje como ramas de cerezo en brazo izquierdo, todo
-Pero que demonios hago- dijo, enojado consigo mismo.
Salió de la habitación y camino sin rumbo por el lugar, pensando en lo que molestaba su organizada y prodigia mente. Era posible que el este enamorado, ¿el Kabuto Yakushi enamorado? No, imposible, ¿o posible? No, no, no y no.
Siguió caminando y no se dio cuenta de que término en el mismo lugar del cual había salido. Entro a la habitación para buscar la bandeja que había olvidado, y se encontró a la chica que hace nada más unos minutos estaba inconsciente, sentada en la cama examinado la habitación con sus ojos rojos. Ella tenía puesta una camisilla negra sin mangas que dejaba a descubierto el vientre y unos short negros. Su despeinado cabello llegaba hasta el piso. Parecía no haber notado la presencia de Kabuto.
-¿Buscas esto?- dijo Kabuto, tendiéndole ropa doblada, que consistía en la parte de arriba de un kimono color rojo, bordes blancos, obi y detalles florales dorados, uno leggins ( o pantalones de yoga, o calzas) de color negro y un par de sandalias ninjas con picos del mismo color.
-Gracias- dijo la chica con voz ronca por la falta de hidratación.
-Te traeré comida, ya vuelvo- dijo Kabuto dirigiéndose a la puerta - Que suerte que estas mejor, Shiro-
La chica lo miro, y sonrió.
-Gracias- volvió a repetir con la voz ronca.
Kabuto salió de la habitación, dejando a Shiro sola. Después de unos minutos volvió con un plato de sushi y un vaso de agua.
Al entrar a la habitación, se encontró con Shiro toda vestida, sentada en la cama. Le tendió la bandeja y Shiro se puso a comer. Una vez que término, le dio la bandeja a Kabuto, y este se dio la vuelta para ponerla sobre el escritorio.
Cuando se dio la vuelta, Shiro le abrazo, sorprendiendo a Kabuto. Se quedaron así por unos segundos, hasta que Shiro le susurro a la oreja.
-Perdóname-
-¿Qué...-
Sintió un kunai en su espalda y que de repente todos su músculos se adormecían, y cayo al piso. Lo último que vio fue a los ojos rojos de Shiro, viéndole desde arriba y una sonrisita de satisfacción un poco macabra asomarse por sus labios .
P.V ( punto de vista) Shiro
Mire a la persona que alguna vez había respetado y querido mucho, al la persona que alguna vez pensé sería mi mejor amigo, inconsciente en el suelo. La herida sangraba demasiado. Mierda se me fue la mano, ¿lo dejo así? No, no puedo. Mentira, si, si puedo, pero... A quien mierda engaño ¡no puedo!
Acumulo chackra en su mano, este era de color blanco, el chackra envolvió en cuerpo desfallecido y cerro la herida. Luego Shiro corto el flujo de chackra y acomodo a Kabuto contra la pared. Saco unas llaves del bolsillo de Kabuto y las guardo en el suyo.
-Es todo lo que puedo hacer si quiero escapar, hasta nunca viejo amigo-
Salió de la habitación y cerro la puerta con llave. Camino por los pasillos hasta que se encontró con el laboratorio de Kabuto. Abrió la puerta y se dirigió hacia donde guardaba sus cosas. Recogió su capa blanca, su protector de Konoha,
(El cual se lo ato al cuello), su máscara ANBU, su katana, pergaminos, venenos y antídotos, etc.
Salió del lugar y de vuelta llaveo la puerta. Esta vez dejo las llaves en el piso y se dirigió hacia la salida. Tengo que evitar a cualquier persona y si me topo con una tengo que actuar como sí nada.
De una de sus bolsitas ( tiene 3) saco una botellita que contenía un líquido verde musgo, lo tomo todo.
-Kuuchiyose no jutsu-
Una gata plateada, de ojos celestes, con un cascabel atado a una cinta roja en el cuello, apareció .
-Ya sabes que hacer, Shiruba- la gata desapareció con un POOF
Seguí caminado tranquilamente como sí nada.
Fin P.V Shiro
-¿Ya te vas?-dijo una vos siseante desde la oscuridad.
- Si- dijo como sí nada
- ¿Si qué?-
-Si... Orochimaru-sama- dijo, prácticamente escupiendo el nombre
-Sasuke-
- Chidori Eiso- de la katana de Sasuke salió un rayo que fue hacia donde estaba Shiro.
Shiro salto y dio una vuelta en el aire, y quedo detrás de Orochimaru y Sasuke.
- No quería hacer esto... pero ni tu, serpiente rastrera, y tu, mocoso emo, me van a dejar ir en paz, ¿no?-
-No eres boba después de todo- dijo Orochimaru
-Idiota-
-No puedes molde...-
-PALMA BLANCA-
Un chackra blanco rodeo las manos de Shiro, y con estas golpeo las espalda de ambos oponentes, enviándolos como metro y medio más adelantes, ambos cayeron en el piso y aprovechando su confusión, Shiro salió corriendo a una velocidad increíble.
No paso ni medio minuto y Shiro ya no estaba al alcance de Orochimaru.
-¡Maldita! La única oportunidad de obtener el poder de la deidad terrenal del clan Tuskinotsume se acaba de ir corriendo- despotricaba Orochimaru en el suelo.
****Con Shiro****
-Jajaja, idiotas- reía Shiro mientras corría- Más idiotas no podía ser, y algún vez me dijiste que el, Orochimaru alias serpiente rastrera, era uno de tus mejores aprendices Hiruzen-sensei. Pfft. Yo soy la mejor, no el- seguía diciendo Shiro, hasta que vio la tan esperada salida- Viste Hiruzen-sensei, te dije que no me iban poder matar. Ya no puedo esperar, ya quiero llegar-
Siguió corriendo, por un tiempo indefinido, hasta que un dolor punzante en el vientre la hizo parar.
-Carajo, ¿hace cuanto esta esto aquí?- dijo, intentando parar el sangrado de un corte que tenía en el vientre- No será que el emo menor me dio, ¿o si?- más cortes empezaron a aparecer y sangrar en sus brazos y piernas- ¿Qué acaso Kabuto no se había encargado de ustedes? A no ser que... ¡Mierda! Uso la técnica incompleta-
Shiro intento moldear chackra para sanarse las heridas, pero no podía moldear nada de chackra.
- Justo ahora se tenía que pasar el efecto de mi antídoto, ¡genial! Juro qué te mato la próxima vez que te vea serpiente rastrera- dijo a duras penas mientras que intentaba parar el sangrado agarrándole del vientre.
Siguió caminado, mientras empezaba a oscurecer y a llover.
- Eso no ayuda- dijo al cielo.
De pronto vio unas luces cercanas.
-¡Un pueblo! Eso si ayuda- dijo mientras caminaba pesadamente hacia al lugar.
Una vez que paso el umbral del pueblo se dirigió a la casa más cercana y con las luces encendidas. Abrió la puerta en un sonoro ¡PRAM! Y sintió que las fuerzas le fallaban, ocasionado que cayera al suelo y no pudiera moverse.
Con los ojos entre abiertos pudo ver la difusa figura de alguien acercandosele apresuradamente y preguntándole cosas que no entendía. Enseguida, sus párpados se rindieron, escondiendo sus orbes rojos tras unas pestañas blancas.
