Esta es la primera historia que escribí hace ya algunos meses, la modifiqué un poquito para quitarle algunas faltas de ortografía y acomodar de manera mas agradable los párrafos, pero sigue siendo practicamente la misma a pesar de eso.
Además tenía que empezar diciendo que Dragon Ball Z pertenece a Akira Toriyama.
Capítulo 1: Bulma.
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Todo había empezado realmente cuando los nameku se marcharon a su nuevo planeta, Bulma había sentido que luego de su partida la mansión se sentiría solitaria, pues no molestaban ni en lo mas mínimo y no se alimentaban mas que de agua, además eran colaboradores, amables y comunicativos y cada cual a su manera trato de agradecer a los anfitriones su hospitalidad.
Así, gracias a su ayuda, el jardín de su madre había ganado la categoría principal en el concurso más prestigioso de jardines de todo el país, ¡por fin!, luego de más de una década de estarlo intentando sin que hubiera logrado hasta ese momento llegar mas allá que a las semifinales y su papá había creado por lo menos doce nuevas divisiones de investigación y desarrollo gracias a los aportes de sus huéspedes.
Ciertamente había sido una relación de beneficio mutuo que había producido ganancias en amistades, conocimiento y muchísimo dinero.
No es que les hiciera falta antes, pero la verdad es que en un principio le preocupaba un poco lo que pudieran opinar sus padres tanto por el abandono de sus responsabilidades como futura presidenta de Capsule, como por meter sin avisar tantísima gente en su casa, así hubiera espacio de sobra.
Bulma sabía que para sus padres ya eran bastante malos sus habituales años sabáticos en los que conoció a los que serian sus mejores y en realidad únicos amigos y en los que puso su vida y por lo tanto el futuro de la compañía en riesgo, sin embargo también sabía que ellos comprendían el porqué de su comportamiento y la amaban y apoyaban en sus decisiones pues habían sido testigos de los cambios ocurridos en su vida.
Durante sus años de crecimiento su dotado cerebro hizo que para los catorce años ya hubiera terminado sus doctorados en ingeniería y química y las licenciaturas en administración y derecho que su padre creyó necesario para cuando se hiciera cargo de la compañía.
Claro que eso hecho a perder su vida social, sus compañeros de estudio fueron siempre muy viejos comparados con ella y al ser tan talentosa, joven y rica, jamás ninguno de ellos buscó conocerla realmente, o se sintieron demasiado intimidados por la jovencísima y privilegiada heredera de la compañía mas exitosa del mundo como para acercársele.
Ciertamente que al hacer su presentación en sociedad un poco mas adelante, tuvo su dosis de jovencitos adinerados y echados a perder como para perder ella misma su inocencia y no poder subir a la nube de Goku, sin embargo nunca pudo sentirse realmente aceptada y comprendida por ninguno de ellos.
¿Cómo podría?.
¡Estaban demasiado ocupados escuchando las idioteces que ellos mismos decían y admirando sus rostros y ropas como para relacionarse de manera real con ninguna otra persona!
Y no es que ella se creyera perfecta, conocía de sobra que no lo era, sabía que al igual que esos chicos ella era mimada, egoísta, vanidosa y manipuladora, pero trataba de mejorar poniendo todo su esfuerzo en cualquier cosa que hiciera.
Luego había aparecido Yamcha y se había sentido enamorada y aceptada, su vida se había llenado de aventura y romance y por primera vez tenia amigos cercanos.
La vida era como debía ser y ¡ella fue feliz!, por un tiempo...
Después llegó un período de calma en el cual Goku se casó y tuvo un hijo, Yamcha se convirtió en un jugador famoso.
¡Cómo no iba a conectar homerun tras homerun con lo fuerte que era!
Y también perdió su timidez frente a las mujeres...
Y ella por fin aceptó sus responsabilidades como vicepresidenta de Capsule, cosa que tenía que admitir le encantaba, especialmente porque se relacionaba con gente talentosa y desarrollaba nuevos artefactos, sintiendo que su creatividad se utilizaba de manera provechosa para toda la humanidad y que su vida ayudaría a que las de otros fueran mejores a través de posiblemente muchas generaciones, eso si efectivamente lograban ganar la batalla a los androides de los que había hablado el muchacho del futuro.
En eso ella también estaba poniendo su cerebro a trabajar, después de todo eso era en lo único en lo que podía ayudar, y lo había empezado a hacer por casualidad, antes de saber lo útil de sus acciones, en la forma de Vegeta.
Lo había invitado a quedarse en su casa porque sabía que era demasiado peligroso e inestable como para no tenerlo bajo algo de supervisión y que siendo un ser de otro planeta necesitaría de alguien que le enseñara las costumbres de la tierra.
También sabía que para hacerse cargo de ese trabajo se necesitaba de diplomacia y manipulación, características de las que carecían todos sus amigos, así que ella decidió que era la elegida por kami para esa misión a pesar de que también se necesitaría de paciencia que no era su punto mas fuerte.
¡Jamás se imaginó en los problemas en los que se estaba metiendo.!
Ahora su creatividad se dirigía casi exclusivamente a mejorar la capacidad y resistencia de los robots con los que él entrenaba y a hacer que la nave en la que Vegeta prácticamente vivía resistiera cada vez mas gravedad, a ver si algún día le llegaba la iluminación y se convertía en súper sayayin, cosa que por el humor con el que salía después de entrenar cada día no parecía que fuera a suceder en el futuro cercano.
¡Ah!, También estaba el asunto de alimentarlo, porque tal parecía que comía por todo lo que todo el pueblo de los nameku no lo hacía, y además como que no podía comer solo, al menos no solo con su madre, porque reclamaba su presencia a gritos, cada vez que no la encontraba en la cocina a la hora que Bunny lo llamaba a comer, cualquiera diría que el principito le tenía miedo a su mamà, cosa que para ser sincera no dejaba de tener algo de sentido por la manera en que ella se comportaba con él.
Si no la hubiera conocido toda su vida y supiera que era una especie de juego para ella poner incomodo a cualquier joven que encontrara medianamente atractivo posiblemente también estaría asustado si fuera Vegeta, más sabiendo después de haber vivido con él por mas de un año que era como un bebé gruñón que no sería capaz de hacerle daño a su madre sabiendo que era ella la que cocinaba, o al menos por el bien de su madre eso esperaba.
Y hablando del rey de Roma, como si hubiera estado esperando una señal para hacer de nuevo imposible su existencia oyó la voz de Vegeta rugiendo desde la cocina y poco después un golpecito en su puerta terminando con una merecida siesta luego de un arduo día de trabajo, justo para empezar su segundo turno laboral auto impuesto...
No quedaba más que suspirar y enfrentar como las valientes el siguiente round.
-Bulma, queridita, ¿quieres venir a comer algo? Vegeta ya está aquí y quiere saber si lo acompañarías a comer, ya está servido y sería una lástima que no probaras lo que hice, es una sorpresa que sé te va a gustar mucho...
-Sí, gracias Mamá, ya bajo...
