Nota de autora: Este fic y sus personajes están basados en la saga de libros "Cazadores de sombras" de Cassandra Clare.
-¡Bórrame la memoria!-
-Alec ¿Qué estás haciendo? ¿De dónde has sacado todo este dinero? ¡No voy hacerlo!-
-No te lo estoy preguntando, te lo estoy exigiendo. Si no vas a perdonarme por lo menos déjame olvidarte-.
Las roturas son siempre difíciles para ambas partes, sea quien sea el que elija dejar al otro, pero cuando se habla de amor verdadero entonces el dolor se multiplica. Y eso es exactamente lo que les pasó a Magnus Bane y Alexander Lightwood.
Era un jueves por la noche y la fiesta estaba siendo un exitazo. ¿Qué por qué hacía fiestas un jueves? Porque desde que Alec ya no estaba a su lado sentía como si el pilar de su vida hubiese desaparecido, iba de un lado a otro y hacía cosas sin sentido… se sentía completamente perdido sin él. Aún y así si el Gran Brujo de Brooklyn hacía una fiesta entre semana todo el mundo acudía.
Como era habitual últimamente hacer fiestas ya no le divertía pero él seguía haciéndola pensándose que la próxima sería mejor. Estaba sentado en su sofá, rodeado de personas deseosas de complacerle cuando escuchó gritos que provenían de la puerta de entrada. Fue hacía allí a ver que es lo que estaba pasando y se encontró que un grupo de subterráneos estaban rodeando a alguien.
-¿Qué está pasando aquí?- Quiso saber el Gran Brujo.
- Se ha colado señor Bane, no se preocupe ahora mismo lo echamos-.
El que estaba siendo rodeado se giró y el corazón de Magnus le dio un vuelco. Era Alec. ¿Cómo había sabido lo de la fiesta? Dejó bien claro que no quería que ningún nefilim se enterase de lo de la fiesta.
-Vete, no quiero verte aquí- Las palabras de Bane decían lo contrario de lo que su corazón sentía, éste decía: quédate a mi lado para siempre. La música se paró de golpe y todo el mundo dejó de beber y bailar para parar atención a la ex pareja.
-Hablemos ¿Por qué no quieres hablar conmigo?- Preguntó Alexander. Magnus se quedó de piedra al ver que Alec estaba completamente borracho, casi no podía tenerse en pie y la lengua se le trababa cuando hablaba.
-Vete a dormir Alec, no tenemos nada de lo que hablar-. Esas palabras fueron como una bofetada para el joven ojiazul.
-Yo no puedo más Magnus- y empezó andar hacia su ex. Una hilera de hombres le prohibieron el paso pero el brujo les dijo que dejaran que se acercase.
-Bórrame la memoria. El dolor me está matando, ya no puedo seguir viviendo así.-
-¿Qué?- El brujo no se podía creer lo que le estaba pidiendo. El nefilim sabía de sobras que Magnus estaba en contra de borrar la memoria porque era peligroso.
-Bórrame la memoria- Su aliento tenía un fuerte hedor a alcohol barato y se sacó de los bolsillos puñados de billetes que tiró a la cara de su ex.
-Alec ¿Qué estás haciendo? ¿De dónde has sacado todo este dinero?- Le preguntó Magnus confuso aunque realmente le daba miedo escuchar la respuesta. Alexander, el que había sido su dulce angelito, tenía un aspecto irreconocible: estaba borracho e iba sucio, con las ropas rotas y manchadas de sangre al igual que sus nudillos (seguramente se había peleado con alguien) y olía realmente mal, no solo a alcohol, debía de haber estado unos días sin asearse.
-¡No voy hacerlo!- Le contestó el Gran Brujo de Brooklyn con su voz más autoritaria.
-No te lo estoy preguntado, te lo estoy exigiendo. Si no vas a perdonarme por lo menos déjame olvidarte-.
-¿Te estás escuchando? Deja de decir tonterías, no estás en condiciones para hablar y mucho menos para tomar semejante decisión-.
-¿Y cuándo será el momento? Dime ¿¡Cómo diablos voy a saber cuándo es el maldito momento para hablar contigo si no me respondes los mensajes!? ¿Cómo vas a perdonarme si no quieres escuchar mis disculpas? Oh, ya entiendo, nunca has querido perdonarme ¿Verdad? Es esto, nunca he sido suficiente para ti, tan solo otro de tus muchos juguetes del cual ya te has cansado y ahora tienes la excusa perfecta para deshacerte de mí-.
-¡Basta ya!- Levantó la voz Bane dolido – sabes que esto no es cierto-.
-¿Pues qué tengo que hacer?- Desesperado y con la voz rota de dolor, abriendo los brazos entregándose por completo – Te estoy pidiendo perdón, me visto como a ti te gusta, es así como te gustan los amantes ¿No? – Tirándose de las ropas. Llevaba el caro y elegante traje que Magnus le había hecho comprar para ocasiones especiales aunque en ese momento tenía un aspecto desastroso: sucio, roto y arrugado- Ya no uso las ropas que tan poco te gustaban y voy como todos ellos- con un exagerado gesto señaló a los allí presentes que miraban con estupefacción aquella escena – incluso estoy bebiendo alcohol y no estúpidos zumos para niños pequeños. Me he maquillado e incluso puedo fumar- con manos temblorosas quiso sacar un cigarrillo de un paquete que tenía en el bolsillo de la camisa de seda, pero el paquete entero cayó al suelo debido al nerviosismo del chico. Lo pisó con rabia. Magnus se fijó por primera vez en que Alec llevaba los ojos maquillados y las uñas de las manos muy mal pintadas. -¿Qué más quieres de mí? ¿Qué sea sexy como esas zorras?- Despreciando a un par de chicas que había allí y con dificultades empezó a quitarse la camisa.
-Para ya Alexander. Por favor - Le suplicó Bane que intuía que eso acabaría mal.
-¿Porque quieres que pare? ¿A caso ya no te resulto atractivo? Esa de allí casi no lleva ropa y tú vas con la camisa casi abierta ¿Por qué no puedo hacerlo yo? –Hubo unos segundos de absoluto silencio donde tan solo se escuchaba la acelerada respiración de Alec. -Porque tampoco será suficiente – se contestó a sí mismo – porque haga lo haga nada va a cambiar, nunca volverás conmigo. Me equivoqué con lo de Camille, lo reconozco, pero tú también hiciste cosas que no me gustaban y te perdoné porque yo creía en nosotros pero tú no, nunca lo hiciste. Entonces ¿Por qué me hiciste creer que me amabas? ¿Por qué me torturas así? ¿Por qué no dejas que me olvide de ti si jamás volverás amarme?-
Magnus notaba como el pecho se le oprimía y le costaba coger aire para respirar pero no tuvo tiempo de contestar ya que un grupo de cuatro licántropos se presentó de repente.
-Allí está. Ha sido él quien nos ha atacado- comentó uno de ellos.
Los dos que estaban heridos estaban acusando al mayor de los Lightwood de haberles atacado. El que parecía más joven necesitaba ayuda para poder andar y tenía el rostro magullado con un ojo tan hinchado que no podía ni abrirlo. El otro aunque visiblemente no tenía tantas heridas sangrándole se tocaba las costillas con cara de dolor. Los otros dos que les acompañaban se dirigieron hacia Alec sin pensárselo, pero éste al verles se sacó dos cortos pero afilados cuchillos de dentro del pantalón y les miró desafiante "aquí os espero" decían sus ojos acompañados de una sonrisa maliciosa. De repente se estado de embriaguez quedó remplazado por una persona segura de sí misma y de su victoria, una persona que se veía tan feroz que hizo que todo el mundo retrocediera. Magnus quedó helado: nunca antes había visto esa faceta del nefilim. Para él su "Garbancito" siempre había sido aquel tímido chico que se sonrojaba cuando le piropeaba, que se le aceleraba el corazón cuando le besaba o que se quedaba dormido en su regazo cuando le acariciaba el pelo lentamente. Había olvidado por completo lo que realmente era Alec: una autentica máquina de matar diseñada para ser infalible en combate.
De repente Magnus se encontró temblando como una hoja, estaba completamente aterrado pero no temía por su seguridad: como siempre había pasado cuando Alec estaba cerca de él su propia persona quedaba en segundo plano, solo le importaba que Alexander estuviera bien, que nada malo le pasase y ahora veía que la vida de su ex corría peligro: si había una pelea todos los subterráneos se pondrían en contra de Alec, y aunque éste podía ser un gran guerrero que seguramente se llevaría a un buen número de contrincantes por delante antes de ser derrotado, eran demasiados incluso para un Hijo del Ángel como él, entre todos lo harían picadillo ya que seguramente, en su estado, había atacado a dos subterráneos sin ningún motivo importante: había roto los acuerdos y ahora todos querían venganza.
-Tranquilo Alec, nadie te hará daño… vamos hablar ¿Te apetece?- Magnus Intentó controlar sin éxito su temblorosa voz. Alec se giró de nuevo hacía él y su enfurecido y peligroso rostro se convirtió en uno de dolor.
-¿Por qué estás asustado?- Le preguntó a Bane pensando que éste temía lo que le pudiera hacer- ¿Me tienes miedo? Yo nunca… nunca te haría daño. Te amo-. La voz del nefilim reflejaba una profunda pena.
-Alexander, cariño – prosiguió el brujo. Ahora que el chico había bajado la guardia intentaría acercarse a él y desarmarlo antes de que alguien intentara invertir justicia por su cuenta. – Está bien, tienes razón no he sido justo contigo, te borraré la memoria. Ven aquí.- Hablando muy despacio.
-¿Lo… lo harás?- Alec dejó caer los cuchillos al suelo y miró directamente a los felinos ojos de Bane. Su aspecto de seguridad y control se desvaneció y Magnus volvió a ver aquel dulce e inseguro chico que confiaba en él ciegamente. Los inocentes ojos de Alec, ahora inundados por lágrimas que no dejaba caer, le estremecieron el corazón, tan solo tenía ganas de ir hacia el nefilim y abrazarle con fuerza.
Claro está que el Gran Brujo no tenía la más mínima intención de borrarle la memoria, con la excusa de ponerle las manos en la cabeza para hacerle el hechizo que Alec tanto deseaba, lo que realmente quería hacer era dormirle y dejarlo fuera de combate toda la noche, hasta que su borrachera y el enfado de los subterráneos pasaran, pero su plan falló: aprovechando que Alexander se deshizo de las armas y estaba indefenso los dos licántropos se abalanzaron sobre él y le dieron un fuerte golpe en la cabeza con una barra de hierro, haciendo que el pobre chico cayera inconsciente sobre una mesa de cristal que al romperse le hizo varios cortes más.
-¡No!- Chilló Magnus pero ya era tarde: la cabeza de Alec reposaba sobre un charco de su propia sangre. Fue corriendo hacia el cuerpo desfallecido de su ex y le levantó la cabeza para ponerla sobre su regazo, llenándose las manos y las ropas de sangre. –¡Alec! Dime algo por favor. Venga. Despierta-.
-¡Válgame Dios!- Exclamó Catarina que de inmediato fue hacía el herido y lo exploró- ¡No tiene pulso! ¡No respira!-
-¿Qué?- Literalmente el corazón de Magnus dejó de latir por unos instantes.
-¡Hay que reanimarle! No podemos perder tiempo ayúdame-.
Mientras que Catarina le iba haciendo la reanimación cardiovascular, Magnus le iba realizando el boca a boca sin importarle el sabor de la sangre de su ex en sus labios, gracias a sus esfuerzos y coordinación en cinco minutos el joven volvió en si, tosiendo y escupiendo espesa sangre de la boca. Prácticamente no podía ni abrir los ojos del dolor. Magnus le hechizó y sedó para que durmiera toda la noche sin sentir dolor.
-Tenemos que avisar a la Clave de esto o nos meteremos en serios problemas.- Comentó una voz desde el fondo de la sala. Al oír eso muchos fueron conscientes de lo que estaba pasando: tenían un nefilim desangrándose y al borde de la muerte en su fiesta. La gran mayoría de los asistentes a la fiesta empezó a irse: nadie quería problemas con la Clave.
Aprovechando que la sala se había despejado de gente Magnus cogió al primogénito de los Lightwood y tumbó el inconsciente cuerpo de Alec en su cama, acomodando su cabeza en la almohada con toda la delicadeza que le fue posible, como si de una bola de cristal que se podía romper con un simple golpe se tratara, procurando que la herida creada por la barra de hierro no rozara con nada y se quedó mirándole: Alexander volvía a estar tumbado en su cama como tantas veces había deseado, pero no era así como él lo había soñado. El nefilim estaba repleto de heridas y moratones, tenía unas marcadas ojeras decorando esos enormes ojos que volvían loco al brujo y había perdido peso. Demasiado. Aunque él nunca había sido una persona a la que le sobraran quilos, su cuerpo solía ser atlético y con una musculatura bien definida, ahora tocases donde tocases solo notabas huesos. Magnus se sentó a su lado con un paño mojado con agua caliente e iba limpiando las feas heridas del joven. De vez en cuando iba hundiendo sus largos dedos entre el sedoso cabello del nefilim hasta alcanzarle el cuero cabelludo para acariciárselo.
-Tenemos que llamar a su familia para que vengan a buscarle- le recordó por tercera vez Catarina Loss después de picar la puerta a modo de permiso para poder entrar.
-Sí, lo sé, acabo de limpiarle y en cinco minutos llamo.- Catarina se fue mirándole con incredibilidad: Bane llevaba una hora diciendo que en cinco minutos haría esa llamada.
Cuando pasaron esos cinco minutos que prometió a Catarina, la vampira Lily Chen entró en el dormitorio y se sentó a la cama junto a los pies de Alec, cruzando sus largas y pálidas piernas con un sensual movimiento y jugando con su teléfono móvil.
-¿Cómo está?- Preguntó.
-Ha recibido un fuerte golpe en la cabeza y estaba completamente borracho, cuando despierte tendrá una fuerte jaqueca- tocando suavemente la frente del nefilim. –Lo he hechizado para que duerma hasta mañana-.
-Ya… ¿Y tú cómo estás?-
-A mí no me han golpeado- respondió secamente.
-Ya sabes a que me refiero- le comentó la vampira esperando unos segundos a que el brujo contestase, pero como no lo hizo fue ella quien volvió hablar. –Magnus… sé que me estás usando de distracción para olvidarte del chico y que piensas en él cuando hacemos el amor… cuando sueñas constantemente dices su nombre. Jamás te vas a enamorar de mí, jamás me amaras como a él.-
El brujo se tensó y siguió sin hablar pasando de nuevo el paño húmedo por encima de la piel del joven nefilim, piel que ya estaba sobradamente limpia.
-No te culpo- prosiguió Lily- ambos sacamos beneficios de todo esto: yo tengo el lujo de poder decir que tengo una relación con el Gran Brujo de Brooklyn y tú teóricamente olvidas a tu ex…sin embargo a ti no te está funcionando por lo que veo- dijo mientras buscaba un contacto en su teléfono móvil y llamaba. –Ya han pasado cinco minutos le comentó a Magnus antes de que le respondieran desde el otro lado.
"Buenas noches, soy Lily Chen... sí… tenemos a Alexander Lightwood… en casa de Magnus Bane…. no se puede poner está inconsciente…..no, no tranquilos está bien…..entendido aquí les esperamos"
La vampira se puso de pie y desarropó al nefilim para ver su esquelético cuerpo, se le marcaban todas las cosillas.
-El medio-ángel tiene razón- le digo a Bane sin pelos en la lengua- lo has destrozado. Si tú intención es seguir enfadado y no perdonarle quizá deberías borrarle la memoria y dejar que empezara de nuevo, sin dolor.- Le dio un beso en los labios (que Bane no le devolvió) y se fue.
Issy, Simon, Clary y Jace tardaron menos de veinte minutos en aparecer en el piso del Gran Brujo, seguramente Catarina Loss les abrió la puerta. Catarina, esa vieja amiga que siempre había estado al lado de Magnus. Daba igual la cantidad de décadas que estuvieran sin verse, si uno necesitaba al otro ese siempre estaría allí, pasase lo que pasase. Magnus no podía ver lo que estaba sucediendo en su salón pero escuchaba muchas voces que provenían de allí. La puerta de su dormitorio se abrió de golpe y un Jace enfadado como nunca antes le había visto entró sin miramientos seguido de sus tres amigos. Miró a su amigo de arriba abajo: aunque Magnus le había limpiado las heridas y la sangre resaca, su magia no podía esconder los cortes y cicatrices. Alec seguía teniendo un aspecto terrible.
-Cabrones- murmulló el rubio barriendo la sala con la mirada en busca de culpables. -Izzy despiértalo, nos vamos- ordenó.
-No se podrá despertar, está inconsciente- les explicó el brujo de Brooklyn.
-¡¿Inconsciente?! ¿Por qué? ¿Qué le habéis hecho desgraciados?- Jace amenazó a Magnus con la mirada.
-Nada, está bien. Ha tenido un altercado con unos hombres lobo y ha recibido un fuerte golpe en la cabeza. Lo he hechizado para que no sienta dolor-.
-¿Altercado?- Dudó Simon.
Magnus les explicó todo lo sucedido desde que Alec se presentó en su fiesta.
-Mientes- se enfadó Isabelle- mi hermano no es así, él nunca haría eso y tú lo sabes- negándose a creerle.
-Es verdad y siento de veras que lo sea, pero es la verdad. Yo… nunca le había visto así-.
-Me importa una mierda lo que haya hecho. ¡Nos vamos! Tú- le ordenó a Simon- ayúdame a cogerle-. Jace estaba que se subía por las paredes.
-¿Os lo vais a llevar? Podéis dejarle aquí ésta noche, no me importa – propuso Bane al que le asustaba la idea de que se llevasen a Alec. Tal y como iban las cosas temía que quizá esa era la última vez que vería a su ex en mucho tiempo. Se negaba a perderle de nuevo ahora que por fin volvía a estar tumbado en su cama.
-He dicho que nos vamos- remarcó Jace perdiendo la paciencia.
-Pero hace mucho frío para andar por las calles ¿Dónde le llevareis? ¿Al Instituto? ¿Quién se hará cargo de él, vosotros?- Insistía Magnus- Aquí yo puedo cuidar de él-.
-Déjalo, tú ya has hecho suficiente- le reprochó el joven Herondale quitándose la chaqueta con rabia para ponérsela a su parabatai. –Vuelve a tu fiesta y déjanos en paz-.
-Jace- exclamó Clary viendo la cara de dolor del brujo- solo quiere ayudar.
-¡¿Ayudar?!
-Jace…- le suplicó la pelirroja y el rubio calló aunque se veía a leguas que se moría de ganas de seguir con la disputa.
-¿Le has borrado la memoria al final?- Quiso saber Izzy preocupada.
-No, claro que no. Hacer esto es peligroso… nunca haría nada que le pudiera perjudicar-.
-¿Nos estás tomando el pelo?- Jace ya no pudo contenerse más. -Después de todo el calvario que le has hecho pasar ¿Pretendes hacernos creer que te importa lo que le pase?-
-¿Insinúas que…- Pero Magnus no pudo terminar la frase porque Jace le cortó.
-Por el Ángel ¡Cállate! ¿Nos vas a decir que esto no es en parte culpa tuya?
¿A caso estabas tú allí esa noche?-
-¿Qué?- Bane atónito.
-¿Qué si tú estabas allí esa maldita noche? ¿Escuchaste la conversación que tuvieron Alec y Camille? ¡No! Claro que no. No tienes ni idea de lo que hablaron y sin embargo decidiste creerte lo que te digo la zorra de tu ex novia y ni quisiste escuchar a Alec ¡Tú novio! Él lo arriesgo todo por ti ¿Tienes idea de todo lo que él podía haber perdido tras reconocer vuestra relación?-
-Yo no sabía que él lo estaba pasando tan mal… pensé que con el tiempo me olvidaría-
-Claro que no lo sabías porque tú no sabes absolutamente nada, lo único que sabes es destrozar el corazón de los demás. ¿Cómo vas a saber como está si te niegas hablar con él? Escúchame bien, Alec superará eso, nosotros le ayudaremos, pero te juro que si te vuelves acercar a él te mataré con mis propias manos. No te lo mereces, él es demasiado bueno para perder el tiempo con alguien tan rastrero como tú. Espero que no tarde demasiado en darse cuenta de esto-.
Y los cuatro amigos abandonaron el loft de Magnus llevándose el inconsciente cuerpo de Alec con ellos.
Continuará en capítulo 2
