Los tres Taisho
Disclaimer: los personajes de Inuyasha no me pertenecen son de la gran Rumiko Takahashi, pero quizá algún día pueda conseguirlos, sobre todo al precioso de Inuyasha y si de paso puedo a Sesshomaru, tener a los dos para mi solita... la trama es de una película mexicana del director Ismael Rodríguez, protagonizada por Pedro Infante (me encanta)
Personajes:
Luisa García: Kaede
José Luis: Inuyasha
Luis Manuel: Sesshomaru
Luis Antonio: Koga
Lupita: Kagome
Tranquilino: Ginta
Margarito: Hakaku
Alcalde Don Cosme: Totosai
El señor cura: Hojo
Mr. John Smith: Tsudara
Era una mañana colorida y fragante de verano en san Luis de la paz, las aves trinaban, las flores y las frutas dejaban brillar sus colores, todo era serenidad, y en la villa familiar de la familia Taisho una dulce abuelita revisaba amorosamente sus plantas.
-¡Con un demonio! ¡Ginta!- llamo estrepitosamente mirando hacia la ventana de su sala apoyándose en su fiel bastón.
-¡ya voy patroncita!- respondió el criado corriendo al jardín.
-¡¿Qué no te mande que movieras esas macetas?! ¡Recógelas cabezón!- le regaño, el muchacho corrió a cumplir la orden.
-pero patroncita si pesan más que yo- se quejó intentando levantar las pesadas palmas.
-pero claro con semejantes piedras que traes en esa chirimoya que Dios te ha dado por cabeza- murmuro la anciana exhalando el humo de su puro.
-mira Hakaku, aunque estés de visita ayúdale a tu hermano- pidió a otro muchacho que reposaba junto a la fuente.
-mande usted doña Kaede- asintió llendo a buscar la otras macetas, Ginta paso a su lado arrastrando una de ellas.
-¡pon esas sillas en el pasillo condenado!- le ordeno haciéndolo saltar y correr hacia las susodichas.
-¡¿y que no vez esas tablas viejas?! ¡Recógelas!- le grito sin darle oportunidad de tomar las cillas, mas no le quedó otra opción.
-¿bueno pero, pero que estás haciendo caramba?- gruño la vieja señora cuando Ginta hubo agarrado las famosas tablas.
-pues lo que usted me manda- respondió medio fastidiado.
-"pues lo que usted me manda" yo no te manda que te quedaras ahí como vaca echada- le reprendió.
-pero ya me mareo con tanto grito- se quejó, mala idea pues eso se ganó un bastonazo en la cabeza.
-¡cállese! O le doy un bastonazo- le amenazas enfurruñada.
-¿otro?- pregunto Ginta sobándose el sitio del golpe.
-no me discutas mucosillo- le ordeno.
-hay patroncita debería usted apaciguarse que mañana es día de su santo- sé quejo el muchacho recogiendo el resto de las tablas.
-¡feh! ¿Día de mi santo? Y no aparece ninguno de estos tres condenados- gruño malhumorada.
-¿condenados los Taisho?- pregunto Ginta inocentemente.
-Cuándo digo condenados ¿a quién más me puedo referir cabeza de calabaza?-
-valientes nietos me ha dado Dios- refunfuño llevándose su puro a los labios.
-Luis Koga, Inuyasha Luis, Luis Sesshomaru. Mis tres Luises ¡hmph! ¿Qué estarán haciendo mis "angelitos"?- se preguntó acomodándose en su silla predilecta.
En otro lado del pueblo…
-"hombre que por el mundo vagas, mal que para ti no quieras, a otro no lo hagas" Luis Sesshomaru Taisho- recitaba orgullo el mayor de los nietos de doña Kaede, Luis Sesshomaru era un hombre joven, alto de porte real, con un lago cabello plateado, con ojos dorados característicos de su familia, que gustaba del buen vestir y las cosas caras, mas era reacio al momento de soltar el dinero además de presumido y muy vanidoso.
-patrón, aquí lo busca el prestamista- llamo Jaken su fiel criado.
-¿prestamista?- pregunto con una ceja alzada.
-¡aquí no hay más prestamista que yo!- declaró con altanería.
-señor licenciado, con esta profesión no se pica, y con usted no he podido- declaro el anciano prestamista con un documento bien enrollado en sus manos.
-¡feh! Nadie ha podido- concordó Sesshomaru.
-por eso le informo que me marcho del pueblo- suspiro tristemente.
-pero no sin antes pagarse lo que me debe- lo amenazo Sesshomaru dirigiéndose a su escritorio.
-sí señor, y con algo estoy seguro de que va interesarle mucho- sonrió el anciano desenrollando el documento.
-nada que no sea dinero me interesa-gruño acomodándose en su lujosa silla.
-¿ni siquiera la hipoteca del rancho de su primo Inuyasha?- sonrió el otro prestamista, aquello si llamo la atención de Sesshomaru.
-¿Qué?- pregunto con tono de indiferencia, más la sonrisa del anciano se incrementó.
-las escrituras de la hipoteca del rancho de Inuyasha Luis Taisho- volvió a repetir. Sesshomaru le arrebato los documentos y una sonrisa macabra apareció en su rostro solo un segundo antes de volver a su expresión pétrea.
-trato hecho, me quedo con ella y no me debe nada, y ahora lárguese fuera- lo corrió poniendo los papeles a buen resguardo.
-no se moleste con todo gusto- salió aliviado el anciano usurero.
-Jeje, ahora si va a molar usted a su primo ¿verdad?- sonrió Jaken que había presenciado todo.
-¿a molar? Ya lo tengo entre mis manos- sonrió Sesshomaru.
-por fin lo he de ver muerto de hambre… arrastrándose… pidiéndome caridad… y entonces ¿sabes lo que hare?- sonrió mirando a Jaken.
-¿Qué patrón?- sonrió el sirviente pelando sus de por sí ya saltones ojos.
-lo arrojare a los perros- finalizo.
-pobres de Ah y Un la de indigestión que les va a caer- murmuro Jaken sintiendo lastima por los caninos gemelos de su amo.
Mientras tanto en un rancho en la esquina norte del pueblo…
El segundo de los nietos de doña Kaede, Inuyasha Luis Taisho leía entretenido uno de los tantos libros que había dejado su padre mientras desayunaba en su modesto cuarto, una vez finalizados sus alimentos dejo el manuscrito a un lado y se levantó para arreglarse en el espejo. A diferencia de Sesshomaru él era un poco más bajo por uso 4 centímetros, su cabello plateado era rebelde y le llegaba a la cadera como una melena, su porte eras rudo y más desaliñado pero aun así cuidaba de tener buena presentación y aprovechaba sus dotes de buen mozo.
Sintiéndose la camisa en el pantalón tomo con un suspiro de enamoramiento la foto de su novia, Ayame Wolf, una linda pelirroja de ojos como esmeraldas y muy enérgica, además de dulce y lo que más el añoraba, muy fiel. Beso la foto con devoción pensando en la cita que ambos acordaron al anochecer.
-¡don Inuyasha! ¡Amo Inuyasha!- llamo uno de sus criados desde la puerta corriendo como alma que lleva el diablo.
-despacio Myoga, ¿Qué pasa?- le indico al anciano regordete para que respirara un poco.
-que… su primo Sesshomaru ya se quedó con la hipoteca de este rancho de usted- le indico temeroso.
-¿Qué?- gruño molesto.
-¡feh! Claro tenía que suceder, como soy el más pobre de los tres- suspiro encintando una de sus muchas pistolas.
-usted es pobre porque así lo quiere, mire tan solo todo este montón de ofertas de negocio y usted ni las mira- negó el anciano criado.
-¿para qué Myoga? Cuando uno no tiene capital propio todo lo que quieren es exportarlo- gruño arreglándose el cuello de la camisa.
-no Myoga, prefiero ganar una miseria por mi cuenta que regalarle mi trabajo a otros- finalizo.
-¿entonces porque no acepta el dinero que le ofrece su santa abuela? Es usted demasiado orgulloso- intento otra vez el anciano, le daba pena ver la condición de su señor siendo este inteligente y muy trabajador.
-¡feh! Tu no sabes de estas cosas- le regaño.
-no Myoga, no es orgullo es dignidad de hombre- expreso altivo.
-¿entonces va a permitir que don Sesshomaru le quite su rancho?- pregunto sin pensar el sirviente.
-me lo quita si me dejo, seré pobre pero no idiota- aseguro.
-¡ese es mi amo!- sonrió Myoga. Inuyasha estaba a punto de salir cuando de último monto se volvió.
-Myoga- llamo a su criado volviendo a tomar la foto entre sus manos.
-mande usted patrón-
-ve a casa de los Wolf y dile a Ayame que hoy no me espere- indico, tenía demasiado de que preocuparse como para pensar en su novia.
-con perdón de usted patrón, yo creo que me voy a ahorrar el viaje- murmuro cabizbajo Myoga.
-¿Cómo? ¿Por qué?- pregunto Inuyasha confundido.
-porque… yo no se lo quería decir a usted pero… su otro primo, Luis Koga… se madrugo con su novia de usted-explicó retrocediendo de inmediato.
-¡me lleva…! ¡Maldito lobo!- gruño estrellando la fotografía enmarcada contra la pared.
-tres Taisho somos demasiados en este mundo- gruño saliendo después de estrellar las puertas.
En un sendero no muy lejano del pueblo…
-ándale preciosa no te hagas la inocente- sonreía Koga intentando abrasar a Ayame.
-déjame ¡te digo que no!- grito ella fastidiada forcejeando con él.
-pues entonces dígame que si- Koga era el último de los tres nietos de Kaede, que a diferencia de sus primos tenía el cabello negro, siempre amarrado en una coleta alta, era amigo de la fiesta, un vividor empedernido que se sostenía gracias a los negocios hechos por su difunto padre.
-a lo mejor tu ni me quieres, y solo me buscas para darle en la cabeza a tu primo- se quejó la muchacha.
-querrás decir en los cuernos, pues lo que es él y mi otro primo, son solo un par de bueyes que ni para la yunta- se mofo Koga rodeando la cinturita de Ayame con un brazo.
-y no pierdo las esperanzas de borraros del mapa un buen día- Ayame frunció el ceño ante el cinismo de Koga.
-pero no me cambies la conversación, y dime ¿Qué hacías con Juana en la escondida?- pregunto indignada, siempre le había gustado Koga, pero le molestaba que solo se fijara en ella después de que empezó a fijarse en su primo.
-no seas celosa guapa, le estaba preguntando por ti- sonrió pícaramente Koga aflojando su agarre pero sin soltarla.
-¿por mí? ¿Y para eso le pegabas la bocota en las orejas?- la sonrisa del pelinegro se ensancho.
-es que se lo estaba preguntando en secreto- Ayame lo vio escéptica.
-¿Qué secreto? Lo desafío, Koga aprovecho para comenzar a darle pequeños besos en la comisura de su cuello cerca de su oreja, Ayame sonrió debido a las cosquillas que le provocaba.
-¿entonces? ¿Sí o sí?- sonrió Koga con altanería.
-debías ser tu para salirte bien librado-sonrió también Ayame.
-¿me vas a decir que no te gusta?- pregunto Koga acariciándole el rostro.
-ya déjame que se me hace tarde- intento empujarlo, pero no dio ni un paso antes de que el muchacho la abrazara y la besara apasionadamente.
-¡oh dios!- exclamo Ayame cuando por fin la dejo ir pues intentando calmar el rubor de sus mejillas su tacto le dijo que uno de sus pendientes había desaparecido.
-¿Qué buscas mi reina?- pregunto Koga al verla escudriñar el suelo con mal mirada.
-mi arete, que mal, debe habérseme perdido por el camino- suspiro triste, y después de que Koga le prometiera comprarle un par nuevo decidió marcharse.
-hasta luego princesa- se despidió el pelinegro con una sonrisa, más cuando la muchacha se perdió de su vista, extrajo de sus labios el pendiente.
-toma Okami, para mi colección- sonrió dándole el pendiente a su criado.
-qué bello, es muy parecido a ese que le quito usted a la Rosita- sonrió el criado.
-si aunque ya se me hizo tarde para encontrarme con María, pásame aquí eso que tengo sed- ordeno para luego tomar una botella de agua ardiente y vaciar la mitad de un solo trago para luego dar un grito de satisfacción.
-¡ESTO ES VIDA! ¡LO DEMÁS SON TARUGADAS!- sonrió.
-recuerda lo que te digo Okami, mientras cómanos, bébanos y amenos aunque no trabajemos- aconsejo a su criado.
Si esta era la vida de los tres Taisho de san Luis de la paz, pero poco sabían los tres primos que su rutina pronto se vería amenazada con un peligro ancestral para los de su linde sanguíneo… en un claro alejado del pueblo tres hombres también jóvenes tenían acorralado a un anciano, Bankotsu, Jakotsu y Renkotsu Shichinintai, tres hermanos hasta hace poco presos por numerosos crímenes, cuya familia había jurado muerte contra los Taisho hacía ya muchas generaciones y ahora que estaban prófugos buscaban su revancha.
-¡habla viejo zorro! Porque si no me lo dices por la buena me lo dirás por la mala- amenazo Jakotsu sujetando al anciano con su pistola en la otra mano.
-más te vale que nos digas donde están ahora los Taisho- secundo Bankotsu apuntándole con su propia pistola.
-¡mátenme si quieren! Por mí no han de saber nada ¡yo no he de cargar con la sangre de los Taisho!- se defendió valientemente el anciano.
-¿la sangre? Este algo sabe- sonrió Bankotsu.
-¡con lo que se me basta! Ustedes son los Shichinintai que estaban en presidio ¡Y EN MALDITA HORA VUELVEN! – estallo el anciano. Un disparo rompió la discusión para luego dejar caer lentamente el cadáver del hombre mayor.
-los muertos no hablan- sonrió Renkotsu que hasta entonces había estado viendo todo desde su caballo.
-¡caray hermano! Lo hubieras dejado que se defendiera- suspiro Jakotsu.
-ya te hemos dicho que es de mala suerte matarlos sin que se defiendan- lo reprendió Bankotsu guardando su pistola.
-ya será para la próxima- le restó importancia, sus hermanos se persignaron ante el cadáver.
-santiguaste- ordeno Bankotsu, de malas Renkotsu imito el gesto.
Tanto en la taberna del pueblo esa misma noche…
El sonido de golpes seguido de gritos femeninos inundaron las calles aledañas de la taberna de La Paz De San Luis, los músicos salieron corriendo varios muebles volaron, y cuando destallaron los disparos la gente salió desesperada de la taberna.
-¿Qué pasa ahí?- pregunto un policía a un compañero que salía justo con la multitud.
-¡loas Taisho se encontraron ahí adentro y se armaron en pleito!- respondió agitado.
-¡¿LOS TAISHO?! ¡CORRE VAMONOS!- dijo como quien ve un fantasma el otro policía.
-¿los Taisho?- pregunto un hombre para sí solo que pasaba por ahí, hasta que una mesa voló fuera del bar.
-¡LOS TRES TAISHO!- grito muerto del susto antes de echar a correr
Continuara…
