¡Hola! Me gustaría aclarar que los personajes que vais a ver en el siguiente fic no son míos, los he cogido prestados por una buena causa. Espero que disfrutéis al leerlo tanto o más que yo al escribirlo,

¡un saludo!

Patada ardiente

Pateó una piedra, impaciente, y ésta llegó rodando hasta el otro extremo del desierto parque.

Habían pasado dos años y pese a ello continuaban reuniéndose el mismo día en el mismo lugar en el que vieran partir a los valerosos digimons. A veces la pelirroja creía escuchar el dulce balbuceo de Calumon, o veía la silueta de Renamon al doblar cada esquina. Jamás lo confesaría, pero esperaba con ansias aquellas reuniones, porque cuando estaban todos juntos ya no se sentía sola.

Sin embargo, los otros se retrasaban. Cierto era que Rika había llegado demasiado pronto, pero llevaba ya veinte minutos esperando y comenzaba a temer que no acudiera nadie. Estaba a punto de marcharse cuando vio llegar a Jenny, visiblemente disgustada, seguida de Takato.

- Lo siento Jen, perdóname... No ha sido culpa mía...

- Ya, eso dices siempre.

- Pero, ¿qué os pasa ahora?

- He estado esperando cuarto de hora a que saliera de su casa, ¡eso pasa!

- Pero Jen...- La muchacha lo ignoró y se alejó, pero Takato la siguió, tratando de lograr su perdón.

Rika suspiró y se apoyó contra uno de los columpios. Desde que habían empezado a salir esos dos siempre estaban discutiendo, pero por lo general Takato lloraba y Jenny acababa consolándolo. En ese instante escuchó una voz que conocía demasiado bien:

- Hola, reina.

Rika miró al moreno. que le dedicaba una sonrisa de anuncio, al tiempo que alzaba una ceja.

- ¿Y a ti quién te ha invitado?

- He sido yo, perdón por el retraso- dijo Henry, que apareció detrás de él (entre humo negro)-. Me lo he encontrado por el camino. ¿Ya estamos todos?

Rika señaló con la cabeza al lugar en el que Jenny abrazaba a Takato. En vista de que parecía haber acabado la pelea, se dirigieron hacia ellos. Rika se quedó algo rezagada y observó a Ryo con fastidio. "Piel bronceada, dientes brillantes, sonrisa resplandeciente... y encima un culo bonito".

- ¿Me estás mirando el culo?- Ryo se había detenido para esperarla y la miraba con picardía.

- ¿Qué? ¿Estás mal de la olla?

- Puedes decirlo, no pasa nada ¿eh?

- Pero... pero ¿tú de qué vas?

Las mejillas de Rika se habían encendido. Sin pensárselo dos veces, le asestó una patada en el culo y aceleró el paso para reunirse con los demás.

- ¡Me pone de los nervios!- gritó lo suficientemente alto como para que Ryo le oyera.

El muchacho se frotó la zona dolorida y observó a la pelirroja alejarse con una sonrisa torcida. Ésta se detuvo y se giró hacia él.

- ¿Vienes o no?- vociferó.

Ryo dejó escapar una carcajada y alcanzó a Rika al trote, la cual aún estaba sonrojada y se negó a volver a tocar el tema.