-Historias inacabadas y tardes de estudios-

Abrí la página a pesar de que los apuntes se amontonaban en la mesa y se reían de mí, no iba a conseguir llegar a memorizar todo eso por mucho que lo intentase así que, ¿qué daño tenía hacer un parón? Releí los títulos de mis historias muy por encima, me los sé de memoria. Esas historias son parte de mí y recuerdo todas y cada una de las palabras. Sin embargo, ¿qué hay de las historias que se forman en mi cabeza día a día y que no tengo tiempo de transcribir? Abro el cajón como si fuese un autómata, veo en el fondo mi libreta roja, la abro por el centro a sabiendas de que voy a encontrar garabatos y flechas, nombres de los personajes de mis series favoritas, tramas y pedazos de argumentos inconclusos. Estoy a punto de cerrarla cuando me percato de que ha llegado un mensaje privado a mi perfil. Está ahí, esperando pacientemente desde hace días para ser abierto, realmente el emisor del mismo tiene eterna paciencia conmigo… En cuanto lo abro, lo leo con avidez, dos veces o quizá tres antes de ir a visitar el foro en el que cuelgo parte de mis historias. Repaso los nombres de los otros autores con los que comparto mi afición por una determinada serie y sonrío al ver que aunque hace tiempo que no paso por allí, hay muchos escritores que siguen acordándose de mí a pesar de que no me conocen en persona. No me han visto nunca y, sin embargo, me recuerdan, dejan correr treinta segundos de su preciado tiempo para pensar en un chico rubio con aspiraciones de escritor que puede estar a la otra punta del mundo e incluso en el hemisferio contrario.

Sonrío porque a veces no es necesario que una persona esté a tu lado para hacerte feliz. En ocasiones, ni siquiera hace falta que la conozcas en persona. En casos como este cuando no puedes más y crees que el mundo va a venírsete encima lo único importante es que alguien al otro lado de una pantalla piensa treinta segundos en ti.

Sonrío más ampliamente, abro un documento en blanco y escribo una pequeña historia para explicar esa felicidad que me embarga pero, sobre todo, para dar las gracias. Gracias porque aunque sé que tengo amigos cerca como Kari, Davis o Ken, también tengo amigos más lejos que, sin darme cuenta, se han convertido en alguien importante.

Antes de terminar el escrito, añado mi nombre verdadero al final del documento, mi firma. Ahora, con renovada energía, puedo volver a estudiar. Tal vez, ahora sí pueda empezar a memorizarlo todo.


Esto va dedicado a las chicas del Proyecto 1-8. Gracias por todo :)

Takari95