Un nuevo one-shot vinculado al fic "Continuando con nuestras vidas", ambientado en el tiempo en los tres años de separación de InuYasha y Kagome y que permite explicar un poco el cambio que sufrió en su personalidad.

¡Espero les guste!

Resolución

No podía, simplemente no podía. Ya habían pasado dos años desde que se separaron, pero no podía continuar con su vida… no sin él. Sintió las lágrimas caer por sus mejillas, pero no le importó que todos en la calle la miraran extraño. Lo había traicionado. Llegó a una calle casi desierta y se dejó caer por la pared, llorando desconsoladamente.

Michael la había besado y por solo dos segundos ella le correspondió. Se limpió la boca con asco, restregándosela con fuerza, intentando sacar la sensación de aquellos labios. Ahora no le quedaba nada de InuYasha, su último beso había sido borrado. Lloró con más fuerza, con tanto ímpetu que sintió que sus pulmones se desgarrarían de un segundo a otro.

¿Por qué? ¿Por qué se dejó manipular? La presión que su familia había puesto en ella, preocupados de verla en un constante estado depresivo y la de sus amigas insistiéndole sin descanso que debía olvidar a InuYasha, que él ya había continuado con su vida, lejos de ella… sin ella. Todo eso la había hecho dudar.

Y ahora estaba pagando el precio.

No lo buscó, todas las citas que aceptó fueron para que sus amigas la dejaran de molestar, pero jamás fue a ellas con la intención de que realmente se formara algo entre el nuevo pretendiente y ella. Pero ahora Michael la había besado. Ese amigo que la hizo reír por todo este último año, que la escuchó hablar de InuYasha y de que pronto se reencontrarían, ese amigo en quien no vio nunca más que amistad, la había besado.

- Inu…Yasha…- hipó desconsoladamente.

Lo necesitaba. Cada segundo de su vida, rogaba por estar a su lado. Apretó las piernas contra su cuerpo e intentó regular la respiración.

Seguía siendo una niña llorona, que necesitaba que la rescataran, que no podía defenderse por sí misma. Todo aquel entrenamiento en el templo no le estaba sirviendo de nada, toda la fuerza física y espiritual que estaba adquiriendo no servía de nada, porque no tenía fuerza emocional. Se volvió a restregar los labios con ira. No era culpa de Michael, era de ella. Si bien siempre fue clara declarando su amor al hanyou, al momento de verlo acercarse a ella simplemente se quedó paralizada, su mente en blanco, y al sentir los labios, unos ojos dorados se le cruzaron por la cabeza haciéndola reaccionar y permitiéndole alejarse de inmediato.

La sonrisa de InuYasha se cruzó por su mente. "Kagome…" le sonreía de lado, "¡KAGOME!" gritó asustado, "¡Kagome!", le gruñía molesto, "Kagome." la llamaba extendiéndole la mano.

Miró su palma abierta por unos segundos y se golpeó en la cara con tal fuerza que se la volteó. Sintió el ardor en su piel y sus lágrimas cesaron de inmediato. Se acabó. Ya no sería más la niña llorona y chillona. Se puso de pie con firmeza y se limpió el rostro con el ceño fruncido.

A pesar de sus ojos hinchados caminó con paso firme fuera de la calle, llegando a la Avenida.

Es verdad, pensó mientras se dirigía al templo a entrenar, no podía continuar su vida sin él y no lo haría.

Abriría el pozo, resolvió apurando el paso. No tenía idea de cómo, pero lo haría. No se dio cuenta cuando había comenzado a correr con una enorme sonrisa en su rostro. Abriría el pozo y le daría todos los besos que no ha podido darle en todo este tiempo.

Espérame InuYasha, pensó decidida, Abriré el pozo y continuaremos nuestras vidas… Juntos.

Muy breve, lo sé, pero espero se motiven a pasar a leer "Continuando con nuestras vidas".

Besos desde Chile!