Una nueva historía, pareja Shiho-Shinichi.
Capítulo 1
Una joven se encontraba escribiendo delante de su ordenador. La estancia, escasamente iluminada por una el reflejo del ordenador, reflejaba perfectamente su estado de ánimo. Estaba cansada, llevaba toda la noche encerrada en la habitación completando el informe sobre la droga que había creado recientemente, el APTX 468. La prueba, según los resultados que esperaban sus jefes, había resultado exitosa y seguro que estaban satisfechos con lo conseguido.
Shiho, pues así se llamaba la joven científica de apenas dieciocho años de edad, suspiro con tristeza. La organización para la que trabajaba le había pagado todos sus estudios en el extranjero. Una vez tuvo los conocimientos necesarios, la llevaron de vuelta a Japón y pusieron a su disposición un gran laboratorio para empezar con su investigación. En teoría, estudiaban las células madre para conseguir una cura a multitud de enfermedades pero una vez la investigación estuvo desarrollada descubrió el verdadero motivo de todo. Ellos buscaban un método de matar sin dejar rastro, y lo pero de todo es que cuando quiso renunciar, pues ella todavía se consideraba una persona humana y no quería tener sobre su conciencia la muerte de personas inocentes, su superior dejo entrever sutilmente que su hermana, que estaba en la parte baja de la jerarquía de la organización, lo pasaría bastante mal si ella llegara a irse, asi que no tuvo mas remedio que continuar con la diabólica investigación. Se sentía miserable por las muertes causadas por su veneno, pero lo mas importante para ella en el mundo era su hermana Akemi, y no iba a dejar que se la quitaran fácilmente.
Tras acabar con su trabajo lo guardo en un CD y fue a preparar café. Vivía en un pequeño departamento pero lo suficientemente grande para ella. Después de todo vivía sola, pues al volver de Estados Unidos no había querido volver con su hermana, no quería ser una carga, y tampoco tenía amigos que la visitaran. Siempre había sido una chica bastante solitaria y tampoco que alguien se viese involucrado con la gente para la que trabajaba por su culpa, eran demasiado peligrosos.
Con la humeante taza de café en las manos observo a su alrededor. Todo estaba en penumbras, apenas se distinguían las siluetas de los pocos muebles que había en la habitación. En noches como esa muchas preguntas acudían a su mente, preguntas que prefería no hacerse porque lo único que hacían era torturarla, pero en aquellos momentos era inevitable que apareciesen en su cabeza. La peor de todas ellas era el cómo se sentiría estar enamorada. Había leído y escuchado cientos de relatos diferentes de cómo era enamorarse y de lo que se sentía en ese momento, pero a ella le estaba prohibido hacerlo. Ella misma se lo había prohibido, cualquier persona que se relacionara con ella estaría a merced de la organización, y eso era algo que no deseaba a nadie.
A veces fantaseaba con unos calidos brazos que la abrazaban tras un largo día de trabajo y unos susurros en la oreja que no hacían mas que decirle que dejara de esforzarse tanto. Incluso a veces creía sentir el calido aliento de otra persona haciéndole cosquillas en la nuca, solo para despertarse y descubrir que todo era un sueño. Porque eso era lo único que podía ser. En el mejor de los casos, aunque encontrase a alguien que le hiciese palpitar el corazón como su hermana aseguraba que le pasaba a todas las jóvenes enamoradas, tendría que construir una relación basada en mentiras. ¿Cómo podría decirle a alguien que trabajaba para una organización criminal y por su culpa habían conseguido una manera eficaz de matar sin dejar rastro? Estaba segura que después de eso, la tomase por loca o no, el hombre saldría corriendo.
Dejó de lado esos pensamientos, que lo único que hacían era atormentarla, y tras cambiarse se dispuso a dormir un rato antes de acudir con su contacto mañana para informar de los avances.
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