Todo estaba negro, lo único que iluminaba el camino era la luz blanca y pura de la Luna, y algunas pequeñas estrellas que parecían más pequeños puntitos blancos, pintados por una brocha.
Él iba caminando, a paso lento, con cansancio, deseando llegar al lugar al que se dirigía.
De su boca chorreaba un fino hilo rojo similar a los de la lana, pero este, más líquido y espeso.
Su ropa estaba rota, como si le hubieran tirado de ella hasta romperla, quizás ayudados por una navaja. Su brazo estaba morado, señal de que le habían golpeado con brutalidad, hasta el límite de que el chico creyó habérselo roto.
Sus ojos verdes estaban cansados, notaba que de un momento a otro se precipitaría al vacío.
Rendido y agotado, notaba cómo el sudor le caía de la frente, al igual que en su cuello y sus manos.
Definitivamente, esta sensación le dio una necesidad de beber agua, fresca y sana, estaba sediento. Tragó saliva. Llegó al parque, un lugar por el que pasaba siempre, aunque no era su destino ahora. Divisó no muy lejos, en mitad del parque, una fuente ancha, con un pico sobresaliendo en medio, de donde caían varios chorros de agua, ese agua que estaba buscando nuestro protagonista.
Este, acelerando el paso, se acercó a la fuente. Al poner una mano en uno de los chorros, y sentir el agua fría rozando su piel, sintió hasta que sus heridas sanaban, y sin pensarlo más, bebió y bebió de esta, como si se le fuese la vida en ello.
El reloj casi marcaban las 12 de la noche, por fin el erizo terminó de beber. Se tocó la garganta y se la aclaró. Mojó una de sus manos, y con esta se frotó el brazo morado, intentando sin mucho éxito calmar el dolor que le producía. Se echó agua en los labios, limpiando los restos de sangre que le quedaban, y después se acomodó la rota ropa.
Acto seguido, volvió a caminar, pasándose una mano por sus espinas azules, peinándolas un poco, estaban muy alborotadas. Después de un rato caminando, llegó a una pequeña casa, la cual tenía la luz de la calle encendida, alguien lo estaba esperando en el interior. Cogió aire y entró. Dentro estaba una eriza rosada parecida al erizo, que se encontraba arreglándose el maquillaje, y otro erizo, este de color verde, que se encontraba leyendo el periódico. Ambos levantaron la vista para mirarlo, pero sus rostros no cambiaron al ver el estado del erizo.
-Por fin llegas, te hemos estado esperando- Comentó la eriza rosada, mientras se levantaba del asiento y se acomodaba la falda.-Llegas tarde.
-No empecemos-Dijo el erizo azul resoplando-Ya te dije que llegaría tarde.
La eriza iba a abrir la boca para soltar una bordería y responder, pero el erizo verde, con una sonrisa tranquila, se adelantó.
-Menos mal que has llegado unos minutos ANTES de la hora indicada, hora justa para ir a la cama. Mañana todos tenemos que madrugar. ¿Verdad, Sonia?- Dijo para mirar a la eriza rosa, la cual suspiró resignada.
-Tienes razón coleguilla, id a la cama-Dijo para después posar la mirada en el erizo azul.-Y tú pásame tu ropa, te la coseré.-
El erizo azul se quitó la chaqueta llena de rajas y se la pasó a la eriza, la cuál lo cogió y después le revolvió las espinas cariñosamente.
-En menuda pelea de gatos te has metido, Sonic. La chaqueta ha quedado hecha unos zorros-Dijo para después soltarla encima de la mesa, mientras el erizo se peinaba las espinas que le había revuelto.
-Dime al menos que les habeis metido una buena paliza a esos Hanran mierdosos.-Comentó el erizo verde viendo cómo la eriza cogía de una caja hilo y aguja, se sentaba, y empezaba a coser la chaqueta del azulado.
-La verdad es que los subestimé, son más duros de lo que pensaba. Hoy salimos empatados.
-¿Cómo acabaron los demás?-Dijo el erizo verde, sentándose en una silla con el respaldo hacia delante, a horcajadas, apoyando la cabeza en los brazos.
-Pues, casi como yo, menos Tails, hoy no se presentó a la pelea, aún sigue con las lesiones de la última.
-Pobre zorrito, va a matar a su madre adoptiva de un susto un día de estos-Comentó Sonia, sin apartar la vista de la chaqueta.
-Me preocupa más el "zorrito" que la madre-Dijo cruzándose de brazos.
-No te pongas así Sonic...
-No me pidas eso Manic, no, no me gustó nada cómo pudo mirarme tan fríamente y a la vez decirle a mi mejor amigo desde la infancia "no me gusta que te juntes con gente basura como él", se va a arrepentir de haberme llamado basura a mi.-
El erizo verde se levantó, y le dio una palmada en la espalda con algo de fuerza al erizo azul, el cuál dio unos pasos hacia delante por el impacto.
-No te sulfures hermanito, la noche te hace mal al cerebro, mejor vayamos a dormir. ¡Hay mucho estudio para mañana!
-¿Estudio? ¡Tú no estudias Manic, tú te pasas el día tras un mostrador leyendo o jugando con una maquinita o flirteando con alguna chica, mientras yo estoy en una mesa estudiando como un condenado! Odio la tarea, y más odio verle la cara a esos Hanran...
-Son gente normal y corriente-Dijo la eriza cansinamente- sólo tienen una forma diferente de pensar.-La eriza cortó el hilo con los dientes.
-Son gente normal y corriente y también rastrera y bocazas y odiosos y ricos y...-el erizo habría seguido faltando el respeto pero la eriza le tiró la chaqueta ya cosida a la cabeza, interrumpiéndolo.
-Dejate de historias y vete a la cama ya-Dijo agobiada.
El erizo decidió no seguir con la pelea y subió las escaleras para ir a su cuarto, el cual compartía con su hermano, y este lo seguía por detrás.
-¿Te duele el brazo?
-No, no demasiado.
-Déjame ver.- En cuanto estuvieron debajo de una luz que alumbrara lo suficiente el erizo observó el brazo de su hermano.-Menudo moratón-Dijo para sacar una crema de un cajón, para después abrirla y extenderla suavemente por el brazo del de ojos verdes. Este lo miró.
Su hermano siempre se había preocupado mucho por él. Tenía dos años más que él, un flequillo envidiable, y era tremendamente guapo. Dejó los estudios hacía algún tiempo, se dedicaba a vender en una tienda, y la verdad le iba bastante bien, sobretodo porque atraía a las chicas como la miel a las moscas, y eso aumentaba a la clientela. En ese sitio también trabajaba su amigo Knuckles, también amigo de Sonic. Manic era un tío alegre y divertido, inteligente a ratos, y siempre estaba dispuesto a luchar por sus amigos. A diferencia de Sonia. Ella parecía ser diferente a sus hermanos, usaba más la cabeza que los puños, ella también había dejado los estudios para poder trabajar y poder pagar las cosas necesarias para vivir, desde el fallecimiento de su madre. Superaba a Manic por un año más. Al ser la mayor, tenía una gran responsabilidad, y eso la obligó a madurar más rápido que los demás. Sonia es buena en su trabajo, demasiado la verdad, tal vez por ello tenga dos trabajos.
Y Sonic...bueno él...él era otro caso. Sólo hace falta saber que le gusta la velocidad. Lo que lo hace un erizo relajado, es un espíritu libre y aventurero, siempre se anda moviendo cuando, donde y como quiere. Y por eso se mete en algunos líos siempre. Él y su grupo de amigos se hacen llamar los Kosokus. No preguntes por qué esos nombres tan raros, pero así se llaman. Los Kosokus y los Hanran son personas distintas, nunca se han llevado bien, por ello se pelean en ocasiones, y el erizo azul siempre ha sido uno de los primeros en lanzarse a la pelea, por ello sus hermanos ya no se sorprendían de sus magulladuras en el cuerpo, aunque de vez en cuando Sonia le reñía o le daba un golpe para que aprendiera, sin éxito.
-¿Mejor?-Preguntó el erizo verde después de untar bien la crema en su brazo.
-Si...ahora solo necesito dormir...estoy cansado.
-No hace falta que lo jures.-Con la misma sonrisa tranquila Manic se metió en la habitación, seguido por Sonic, este se sentó en una cama y su hermano en otra. Ambos se tumbaron.
-Buenas noches hermanito.
-Buenas noches.- En cuanto el erizo azul cerró los ojos se quedó profundamente dormido.
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No sabía por donde caminaba, todo estaba demasiado oscuro, pero sin hacer caso al miedo que le golpeaba por dentro, siguió caminando. Hasta que se dio cuenta de que lo que había bajo sus pies, era tierra. La oscuridad pareció apartarse levemente, dando paso a unos pequeños rayos de luz, producidos por la Luna, que iluminaron el camino que seguía el erizo. Este caminó por un buen rato...hasta que sus pies le obligaron a parar en seco. La tierra tenía un gran bulto, como si hubieran enterrado algo allí no demasiado profundo. El azulado se fijó bien, y pudo ver sobresalir una mano de la tierra. Sus pupilas se dilataron. Se acercó con rapidez al cuerpo que había bajo tierra, empezó a excavar en aquella tierra, empezando a romper sus guantes por las piedras que había en esta, y haciéndose rozaduras, pero no le importó. El erizo temblaba, tenía que sacar ese cuerpo de ahí cuanto antes. Le vio la cara.
-¡Charmy, Charmy! ¡Despierta!-Dijo el erizo moviendo levemente el cuerpo de la abeja, que aunque fuera levemente, respiraba.-¿¡Quien te ha hecho esto!?-
La abejita entornó los ojos para ver al chico, no pudo evitar que le salieran unas lágrimas de dolor.
-Espio...no estaba...Vector...huyó...los...Hanran...me...atacaron...-Dijo con un fino hilo de voz.-Charmy no se pudo defender bien...eran muchos...Charmy fracasó...-Las lágrimas empezaron a correr por las mejillas de la abeja.
-¡Escuchame Charmy, no has fracasado! ¡Te pondrás bien! ¡Ya lo verás!-
La abeja lo miró, deseando que lo que dijera fuese cierto, y después cerró los ojos de nuevo.
-¡CHARMY!
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El erizo azul se despertó sobresaltado. Había sido un sueño. Bueno, no del todo. Aquello había ocurrido unos días atrás, desde entonces Sonic había tenido pesadillas de ese momento casi todas las noches. Recordó que llevó a Charmy al hospital, y que ahora estaba estable, menos mal que esa noche se peleó con Sonia y quiso dar un paseo por el bosque, si no, la abeja no lo habría contado.
Apretó los puños al recordar cómo el cocodrilo fue al día siguiente buscando a Charmy, avergonzado, porque al ver a tantos enemigos, al cocodrilo le entró pánico y salió corriendo, dejando a la abeja sola. Después de aquello muchos le habían perdido el respeto, y tuvo que aguantar algunos golpes de Sonic, pero más de Espio. Este, esa noche, había estado cuidando a su madre enferma, velando por que se recuperara, pero la enfermedad pudo con ella. Esa semana no fue precisamente la mejor.
-¡Sonic!-Exclamó Manic al ver a su hermano pálido y temblando.-¿Has tenido de nuevo esa pesadilla?-
El azulado asintió, para luego pasear su vista hasta el reloj.
-E-Es casi hora de levantarse.-Tartamudeó.-Vuelvete a dormir, voy primero a la ducha.-
Manic suspiró preocupado, y se volvió a tumbar. El erizo azul se levantó y, tal y como dijo, se metió en la ducha.
Mientras el agua fría le acariciaba el cuerpo el erizo pensó en todo lo que estaba pasando. Las peleas, las bandas, las muertes, las enfermedades, las palizas...En ese barrio, era lo normal. En ese barrio, fumar a temprana edad, pegarle a los niños más pequeños, acosar, enterrar a alguien vivo, llevar siempre una navaja consigo...eso era lo normal.
Después de terminar con la ducha, el erizo se vistió. Se puso la chaqueta que le había arreglado su hermana la noche anterior y unos pantalones vaqueros. Se miró al espejo. Cogió unas tijeras, y de su pelaje cortó lo que ahora sería su nuevo flequillo. ¿Por qué? Porque ahora estaban de moda. Su Amienemigo Shadow también se había cortado flequillo, su amigo Silver también, Tails...bueno él ya tenía desde siempre. Todos ahora tenían flequillo, ¿por qué iba a ser él distinto?
Cuando terminó su sesión de peluquería fue a su cuarto a coger la mochila, y encontró a Manic aún dormido. Sin hacer mucho ruido cogió la mochila y fue a la cocina, donde allí estaba Sonia preparando el desayuno.
-¿Ya te vas? ¿Sin desayunar?-Le preguntó al verlo bajar.
-No tengo mucha hambre.-Contestó sin ganas, para abrir la puerta que daba al exterior.
-Que tengas un buen día.-Ella siempre decía lo mismo todas las mañanas.
-Tu igual.-Dijo mientras cruzaba la puerta y cerraba, para caminar hacia su instituto.
Caminaba sin ganas, con la vista perdida, no había nadie aún por la calle a esas horas, o eso pensaba.
Delante de él caminaba una pegaso turquesa y de cabellos plateados y largos hasta la cintura. La reconocía perfectamente, era una Kosoku como él, estaba en su grupo, pero nunca intercambiaban muchas palabras. Sonic llegaba a pensar algunas veces que le caía mal.
Estaba a punto de saludarla, pero algo captó más su atención. Cerca de él caminaba una chica zorro rubia, de pelaje naranja claro, que al ver por el rabillo del ojo al erizo azul sonrió de lado. Ella era una Hanran, aunque no entendieron nunca muy bien por qué, no era la típica que buscaba bronca, pero sí sabían que era muy dura y le gustaba chinchar. Tal vez era por eso que no estaba con ellos...sería por su amor incondicional hacia molestar.
El erizo miró hacia delante, y se dio cuenta de que la pegaso había parado, y se encontraba ahora besando a un erizo dorado, que estaba apoyado en la pared. Sonic reconoció al erizo dorado, sabía que eran novios pero nunca los había visto besarse así.
La zorrita apuró el paso, pasando delante de ellos, y no pudo evitar soltar un comentario.
-¡Qué bonito! ¡De mañana temprano y ya andamos causando nauseas a los demás! Existen los hoteles ¿sabéis?-Dijo entre risas para después irse.
La pegaso se separó del beso sonrojada y avergonzada. Bajó la cabeza y el erizo dorado suspiró. No quiso contestar porque la zorro ya estaba bastante lejos.
-"Empezamos bien el día"- Pensó Sonic.
Sonic, Manic, Sonia, Tails, Charmy, Vector...(c) SEGA
Aqua (c)-BlueRosePegasus
Astro (c)-Sonamyfanlove
Esmeralda (c) -SweetSilvy
Gracias por leer~ ❤
