Hace mucho tiempo que no estaba tan nerviosa. De no haber sido por Tomoyo, que sostuvo mi mano todo el tiempo, quizás estaría teniendo un ataque de pánico. Veía a las personas del aeropuerto como si estuviera loca, y tal vez fuera un poco así, pero desde el momento en que supe que Shaoran regresaba a Tomoeda, mi estabilidad mental se había ido en picada hacia la oscuridad misma.

Ya teníamos 15 años. Seguramente conoció a muchas chicas mientras estudiaba en China… ¿qué pasaba si ya no era lo suficientemente buena para él? Podría sonar como un miedo tonto, pero no era un secreto lo popular que Shaoran era con las chicas, incluso antes muchas se interesaban en él. Tomoyo me repitió mil veces que mis temores eran infantiles, si después de todo antes de irse me dio un osito de felpa que había hecho con sus propias manos y además, la última vez que hablamos por teléfono dijo que volvía por mí.

Claro, Tomoyo era una chica lista, pero seguro no contaba con mis problemas de autoestima, algo que me había sorprendido ya que en general solía tener la confianza suficiente para lograr mis metas. Por supuesto, esa era la pequeña Sakura, cuando se involucran otro tipo de sentimientos, empiezas a descubrir cosas de ti que ni sospechabas, como que eres una tonta insegura respecto al chico que te gusta.

Mi amiga pareció ver en mi rostro que seguía preocupada.

-Tranquila, Sakura –su dulce voz me hizo sentir un poco mejor. –Te prometo que todo estará bien, seguro Shaoran debe estar más nervioso que tú en este momento.

-¡¿Qué?! –la miré incrédula. ¿Shaoran nervioso? No podía imaginarlo.

Ella respondió con una sonrisa tierna y un suave apretón mi mano. De verdad no sé qué haría sin ella, incluso me había hecho un vestido especial para la ocasión, rosa, como una especie de nubecita. Y claro también me grabó un montón, pero bueno, así es ella.

Mis ojos seguían paseándose entre la multitud, hasta que el tiempo se detuvo. Era él. Caminaba hacia mí y, yo sin darme cuenta iba hacia él. En la mitad del aeropuerto nos encontramos, una sola fracción de segundo bastó para que nos abrazáramos. Juro que entonces todo era perfecto. Cuando nos separamos grabé su rostro en mi memoria, estaba prácticamente igual, sólo que sus rasgos estaban más definidos (lo que lo hacía infinitamente más sexy) y había crecido mucho, era más alto que yo, y se veía muy fuerte.

-Es bueno volver a verte, Sakura –dijo, con su voz tan linda.

-Lo sé… Shaoran…

Su rostro estaba cada vez más cerca, entrecerré mis ojos, pero entonces logré divisar un sonido, era…

-¡TOMOYO! –grité, nerviosa. La muy loca se encontraba prácticamente al lado de nosotros grabando con su cámara, y con un micrófono arriba de nosotros.

-¿Pero de dónde sacaste ese micrófono? –pregunté sin poder creerlo.

-Ay, Sakura, a veces la imagen no es suficiente cuando se trata de grabar tu pureza. También es de primera necesidad contar con un dispositivo de audio, así tengo un respaldo de tu hermosa voz –dijo, mirando al vacío con sus ojos entrecerrados.

-Había olvidado tu afición por grabar a Sakura, Daidoyi –susurró Shaoran, nervioso.

-Y yo había olvidado lo molesto que eres, Mocoso –se quejó Kero, que salió de la mochila de Tomoyo.

-¿Pero y tú que haces aquí, Kero? –me asuste, por suerte nadie miraba hacia donde estábamos nosotros.

Él me observo, extrañado. –Vengo por la comida, obviamente.

Tomoyo que tenía las mejillas ligeramente coloradas añadió: bueno, tal vez yo lo invité sin decirte, Sakura. ¡Pero Kero es el único que entiende mi pasión por grabar tu preciosa existencia!

Ay, mis amigos, pensé mientras caminábamos hacia el nuevo departamento de Shaoran. Tenía muchas ganas de poder tomarlo de la mano, pero con ellos mirando (y grabándome) me daba mucha vergüenza. Ojalá tuviéramos más tiempo para estar a solas. Fue en ese momento que sentí una presencia rondando cerca de nosotros, traté de identificar de dónde provenía, pero había tantas personas rodeándonos que me era muy difícil.

-¿Estás bien, Sakurita? –preguntó Kero, abriendo sus ojos de muñeco.

Asentí sin decir una palabra. Me había quedado preocupada, pero conforme seguimos avanzando logré despejar mi mente al respecto.

El nuevo apartamento de Shaoran era muy grande, habían traído sus cosas desde antes por lo que se veía muy arreglado. Imaginaba los lindos momentos que podríamos pasar aquí juntos, quizá no hoy (gracias, amigos), pero pronto habría muchos días para nosotros. La idea me hizo sonreír.

Comimos de un rico pastel que hizo Tomoyo (que le tenía prometido a Kero), y entre nuestra conversación y las risas de a poco mis amigos se fueron quedando dormidos. Ya era tarde cuando solo estábamos yo y Shaoran despiertos. Me contaba acerca de su entrenamiento en China y de algunas divertidas anécdotas que le sucedieron en el colegio. Estábamos en eso cuando él se levantó y estiró su mano.

-Acompáñame –susurró.

Pude haberme hecho la difícil, pero estaba llena de pastel y amor, así que mi resistencia fue nula. Tomé su mano y, antes que me diera cuenta me dirigió a su cuarto. No quería que pasara, sin embargo, mi mente comenzó a ir hacia recónditos y particulares tipos de pensamientos. Estábamos los dos en su cuarto, a solas. Maldita sea, si hubiera comido menos pastel… de repente me sentí gorda.

-Hay algo que quería hacer desde el momento en que te vi –me dijo Shaoran, con una sonrisa tímida. –Pero quise esperar a que estuviéramos solos.

Dios santo, le dije a mi cerebro, está bien, contrólate, todo estará bien. Estamos hablando de Shaoran, él va a ser tierno conmigo, yo lo sé. Mis mejillas me quemaban, seguro se veían rojísimas. Vi cómo se acercaba a mí, y un momento antes cerré los ojos y levanté mi mentón, esperando el momento. No era la manera en que había imaginado que sucedería, pero era mi Shaoran, si había una persona en quien podía confiar, era él.

Espera, se estaba demorando mucho, ¿qué diablos sucedía? Abrí mis ojos solo un poquitito, y vi su sombra dibujada en el suelo. Me giré y lo vi entre sus maletas, rebuscando en la ropa.

-¡Ah! Aquí está –dijo, triunfante. Tenía una bolsa café en sus manos, la abrió y allí estaba un peluche de mí. Era una Sakura peluche, y con un traje de florcitas azules. –Seguí aprendiendo a hacer estas cosas –dijo algo avergonzado-, creí que te gustaría esto.

Pude notar mis ojos humedeciéndose. –Está hermosa, Shaoran. Muchas gracias –lo abracé con todas mis fuerzas. Incluso tuve un pequeño dejo de culpa por mis extraños pensamientos. Shaoran era un caballero, debí esperarlo de antes.

Afuera sentimos el ruido de Tomoyo, levantándose. Nos separamos rápido y salimos antes de que comenzara a crear teorías raras sobre nosotros. Claro que tampoco sería demasiado descabellado.

Al principio creí que la habíamos engañado, pero algo en su mirada me dijo que algo intuía por lo menos. Decidí no hacer preguntas al respecto. No quería darle más material audiovisual.

Esa noche, después de que nos despedimos y mientras ya descansaba en mi cama abrazada a mi yo peluche, Kero se me acercó.

-Sakura –me dijo, con su mirada seria. – ¿Hoy te pasó algo mientras caminábamos hacia el departamento del mocoso ése?

-No pensé que te hubieras dado cuenta –susurré, avergonzada. –No es que desconfíe de ti, Kero, solo no quería causar problemas en el primer día de Shaoran acá.

-Ya lo sé, pequeña –me dijo, dándome unos pequeños golpecitos en mi cabeza. –Pero cuando algo malo suceda tienes que decírnoslo, ¿qué pasa si hay peligro? Recuerda que eres la mejor Card captor del mundo, tienes una obligación.

-Kero, soy la única Card Captor del mundo –resoplé, entrecerrando los ojos.

Él no me respondió, solo se quedó allí, mirando al techo, con la mirada perdida. Después de un rato se decidió a hablar. -¿Crees que pudo ser Eriol?

Negué con la cabeza. –No. Era una presencia distinta, Kero… sentí que tenía mucho odio. Me asustó mucho.

-No te preocupes. Si algo malo pasa siempre puedo tomar mi forma real y darle una paliza a quien sea que trate de lastimarte –Kero se las estaba dando ya de súper guardián, pero no entendía el verdadero problema.

-Ahí está lo que me preocupa, Kero –dije, casi ni escuchaba mi voz. –Sentí que ese odio no era hacia mí, sino... hacia Shaoran…

Aquello pareció dejar aún más pensativo a Kero. –Mira, Sakura, creo que lo mejor será que por hoy te duermas, mañana tienes tu primer día de clases y será mejor que tengas muchas energías. No te preocupes por lo demás, pensaré en quién está detrás de esto, lo prometo.

Me encontraba muy cansada, asentí y me di la vuelta para acomodarme. Me dormí enseguida.

Al día siguiente desperté con la cabeza dándome vueltas.

-¡Monstruo, date prisa! –me llamaba mi hermano. El muy tonto nunca cambiaba sus apodos hacia mí. Tenía ganas de pegarle, pero ya iba tarde al colegio. Me vestí muy rápido y bajé corriendo las escaleras.

-Hasta que te dignas a bajar –se burló el tonto. –Papá se fue temprano al trabajo, me dijo que nos haría algo rico para comer a la tarde, así que procura llegar a tiempo, animal.

-¡Yo no soy un animal!

-Solo un animal puede gritar tan fuerte –respondió él, mirando su plato de comida.

Le quise tirar todo en la cara, pero me dije que no valía la pena. Comí lo más rápido que pude y guardé mi almuerzo en mi mochila. Me tomé un segundo para guardar una manzana y cuando volví mi hermano ya se había ido en su bicicleta.

-¡Maldito! –agarré mis patines y salí detrás de él, como siempre. -¡Todos los días haces lo mismo! ¡Cómo puedes ser tan malvado!

-¡Relájate, Bestia! ¡Esto te ayuda a adelgazar todo lo que comes!

Iba a responderle pero entonces…

-¡Yukito! –dije al verlo esperarnos con su linda sonrisa. -¡Buenos días!

-Buenos días, Sakura –me sonrió. Luego se acercó a mi hermano y se dieron un pequeño beso. Yo sabía que estaban juntos hace un tiempo ya, pero nunca me acostumbraría a verlos así, sobre todo cuando Yukito era demasiado tierno para el tonto malvado de mi hermano.

-Ayer supe que tu amigo había llegado a Tomoeda, Sakura –dijo Yukito, haciendo que me pusiera roja. -¿Lo fuiste a buscar al aeropuerto, verdad?

-¡¿Qué?! –se indignó mi hermano, mirándome con rabia. – ¿Y tú por qué vas a ver a ese niño tonto?

¡Maldita Tomoyo! Seguro que fue ella la que le dijo a Yukito de Shaoran. -¡Porque es mi amigo! –dije, sin mirar a ninguno de los dos.

El resto del camino lo hicimos en silencio, pero lograba sentir la rabia de mi hermano y la sonrisa de Yukito. Cuando llegué a la puerta de mi escuela, Yukito me dio un dulce antes de seguir adelante. Lo miré entre mis manos, y por alguna razón me puse a pensar en lo difícil que debería ser para ellos estar juntos. No podían decírselo a nadie y tenían que vivir escondidos. Al menos yo y Shaoran no tendríamos ese problema.

-¡Sakura! –alguien me abrazó por la espalda, y claro, debía ser…

-Tomoyo –respondí, mirándola con los ojos entrecerrados. – ¿Oye, tú le dijiste a Yukito que fui a buscar a Shaoran al aeropuerto?

-¿Qué? –se extrañó ella. -¡Ah! No, sólo lo puse en mi Twitter, quizás ahí lo vio. O en tu grupo de fans en Facebook.

¿Grupos de Fans?

-Tomoyo, ¿de qué estás hablando?

-¿Ah, no te lo dije? Hice un grupo de fans en Facebook para que toda la gente pueda admirar tu belleza cada vez que usas alguno de los lindos vestidos que hago solo para ti. Es tan lindo poder conversar con otros que tienen el mismo Hobbie que yo. Y antes que digas otra cosa, déjame decirte que quien administra el grupo es Kero.

Pude haber dicho varias cosas pero decidí callarme. Me daba vergüenza pensar en gente viéndome usar los trajes que hacía Tomoyo, pero bueno, quizás el grupo no tuviera muchos integrantes. Revisé discretamente mi celular y…

-¡Pero Tomoyo! ¡El grupo tiene más de un millón de seguidores!

-¡Lo sé! ¡Estuve encantada al ver que tantas personas sabían reconocer tu belleza!

Me senté en mi pupitre, tratando de racionalizar el hecho que me había vuelto famosa sin siquiera darme cuenta. ¿Qué tan lejos iría Tomoyo con sus locas ideas? No, mejor ni siquiera pensarlo.

-Buenos días.

Su voz me trajo de vuelta al mundo. Todos nos quedamos mirando hacia la entrada del salón, allí estaba Shaoran, en un segundo, todos nuestros compañeros fueron a saludarlo. Hace mucho que no lo veían, yo solo lo observé desde lejos, sabía que pronto tendríamos tiempo para estar juntos. Sin embargo, no fue tan simple como lo pensé, Shaoran se pasó todo el día hablando con mis compañeros y el resto poniéndose al día con la materia, siempre había tenido uno que otro problema con el idioma, aunque trataba que no se le notara. Seguramente después de pasar tanto tiempo fuera de Japón le hacía que fuera más difícil acostumbrarse nuevamente. Decidí darle un poco de espacio, a pesar que moría por hablar con él.

Cuando al fin sonó el timbre que indicaba el término de las clases, me volteé rápidamente hacia el pupitre de Shaoran. –Hola –dije, nerviosa. – ¿Podemos hablar?

Él asintió y nos fuimos hacia el tejado (fue algo difícil convencer a Tomoyo de irse, pero al final mencionó algo sobre postear más fotos en el grupo de Facebook, una cosa que personalmente no me tranquilizaba mucho, pero al menos me daba tiempo a solas). La piel de Shaoran se veía muy linda a la luz del sol.

-¿Qué querías decirme, Sakura? –preguntó él. Se tomaba del brazo, tratando de pasar desapercibido, me dio la impresión que estaba algo ansioso.

-Mira yo… hay algo de lo que deseaba hablar desde ayer…y…

Quería decirle todo. Cuanto lo quería, que deseaba que nunca se fuera de mi lado. Eso y mil cosas más, pero como si fuera una cruel broma del destino, esa maldita presencia del otro día volvió a aparecer, y más fuerte que antes.

-¡Shaoran…! –dije, preocupada.

Él también se veía alterado. -¿Sientes lo mismo que yo? ¡Alguien muy peligroso anda cerca!

No tuvimos ni un momento para prepararnos cuando una figura salió de la nada, poniéndose entre nosotros. Era una chica, usaba el uniforme de la escuela, tenía el cabello azul y los ojos grises, me llamó la atención que fuera casi tan alta como Shaoran.

-Vaya, así que al fin nos conocemos… Li Shaoran –dijo, ignorándome por completo. Miraba fijamente a mi Shaoran.

-¡Oye, tú quién te crees que eres!

Ella chasqueó la lengua, quitándome importancia. –No te metas en asuntos de grandes, niñita.

-¿Qué quieres? –la amenazó Shaoran que ya había sacado su espada.

-Me rompes el corazón, Li… ¿acaso no me recuerdas?

Aquello me confundió, acaso ellos ya se habían visto antes. ¿Qué estaba pasando?

-¿Alguien podrí explicarme qué sucede?

La chica se volteó, claramente molesto, pero en vez de hablar sacó de su muñeca un reloj precioso de color dorado, que se terminó convirtiendo en una especia de guadaña resplandeciente. Se abalanzó contra mí, el filo de su arma iba directo hacia mi cuello, sin embargo, y gracias a mis buenos reflejos conseguí esquivar la estocada, apenas, pero lo hice. Shaoran corrió hacia mí y lanzó su espada con el reloj-guadaña de la chica, ambas armas hicieron un fuerte sonido metálico mientras ninguno de sus dueños daba un pequeño espacio para la debilidad.

No podía seguir perdiendo el tiempo.

Tomé la pequeña llave que guardaba en forma de collar y recité:

"Llave que guardas el poder mi estrella, muestra tu verdadera forma ante Sakura, quién aceptó la misión contigo. ¡Libérate!"

En un segundo tuve el báculo en mis manos. Corrí hacia esa maldita mujer para golpearla en la cara, pero de una patada de alejó de mí y de Shaoran. Dio una vuelta en el aire y cayó sobre su pie izquierdo, a la orilla del tejado. Era muy fuerte y rápida. No podía correr riesgos.

Saqué a viento y la lancé al aire. -¡Viento! ¡Conviértete en cadenas de justicia!

La carta de abalanzó contra la chica tratando de atrapar sus extremidades, pero la maldita era demasiado rápida. Se lanzó a correr por el extremo del tejado a la vez que daba pequeños saltos para esquivar a Viento. Ni siquiera la miraba, por un momento me pareció que estaba jugando con nosotros.

-No funcionará. Ella es muy veloz para que Viento la atrape. –me dijo Shaoran.

-¿Pero y qué podemos hacer?

La guadaña empezó a tomar un color rojo vivo y en un momento la chica cortó las ráfagas de viento que la perseguían. Escuché como la carta gritaba de dolor.

-¡No! –volvió a mi mano, pero algo extraño había en su imagen. Era…

-¡Sakura, cuidado! –Shaoran me empujó justo a tiempo para evitar que fuera cortada por la mitad. – ¡Maldita sea, Alma, ya basta!

-¡Tú quisiste que esto fuera así!

Ambos pelearon, dando estocadas mortales. La espada de Shaoran relucía contra cada golpe, él era mucho más hábil, pero esa chica era endemoniadamente rápida. En un segundo enganchó la espada entre la punta de su guadaña y logró lanzarla a lo lejos, dejándolo indefenso.

-¡No! –grité, asustada como nunca en mi vida, pero antes que pudiera hacer algo, la maldita hacía colocado el filo de su arma contra la garganta de Shaoran. -¡Por favor no lo lastimes…!

Eso la hizo reír. -¿Lastimarlo? Sería una pena acabar con la vida de un chico tan guapo, aunque…

Presionó un poco más, un pequeño hilo de sangre corrió hacia abajo por su cuello. -¡No lo hagas por favor!

-Alma… -dijo Shaoran-, piensa bien en lo que haces…

Tan veloz como pudo, la chica agarró la muñeca de Shaoran y lanzó un pequeño y suave corté justo en el medio. Luego, sin decir ni una palabra más se lanzó hacia abajo por el tejado. Ni siquiera me importó si estaba viva o no, corrí hacia Shaoran, llorando. Lo abracé tan fuerte como pude. Nunca me había sentido tan estúpida y asustada. Debí haber hecho algo más para ayudarlo…

-Sakura…

Su voz sonaba extraña. Me separé un poco y vi como su herida comenzaba a brillar, luego su cuerpo se sintió extraño. Luz emergía dentro de él. Tomé su rostro en mis manos, sin poder decir nada mientras la luz me cegaba, y… cuando al fin pasó, creí que estaba ciega porque debía de estar mirando mal.

Entre mis manos tenía el rostro de una chica. Una cara, obviamente femenina, con una piel blanca muy bonita. Sus labios estaban muy rojos y sus ojos de un color verde claro. Su cabello, rubio, caía hasta su cintura. Era…. era…

-¿Shaoran…? ¿Eres tú?

-Sakura…

Realmente era él. Todo en sí era distinto, pero algo en lo profundo de sus ojos me lo decía. Era él. Mi Shaoran estaba allí dentro. Lo sostuve contra mi pecho y le dije que todo estaba bien, que no tuviera miedo. Una lágrima se me escapó, pero logré limpiarla antes que se diera cuenta.