El Primer Día
El Entrenador Pokemon
Despertó. Un nuevo día llamaba a la puerta de su vida. Rodó por el suelo y se puso de pie con agilidad felina, para admirar el cielo despejado de Lacunosa Town: era una vista simplemente hermosa.
"¡Oye, Grey!" -Una voz le llamaba desde abajo. Caminó hasta el cerco más cercano y vio a un grupo de niños, mirandole expectantes, sonrientes y algunos de ellos preocupados.- "¿Lo viste?"
"Aún no." -Respondió el muchacho, y al unísono, la parvada de infantes dejó salir un suspiro de resignación. No pudo evitar sonreir ante esto.- "No se preocupen; ¡Seguro lo encuentro ésta misma noche!"
"Siempre dices eso." -Dijo una niña entre dientes.
"Vamos, no se trataría de una leyenda si fuese tan fácil de encontrar, ¿O si?" -Dando por finalizada la conferencia, Grey se apartó del cerco y comenzó a dar vueltas para familiarizarse con su entorno. Estaba en el techo de una casa. ¿Cómo llegó allí? No sabría decirlo. No recordaba exactamente cuando se quedó dormido.
Grey, como todos en el pueblo lo llamaban, era un muchacho joven. De aproximadamente 16 años de edad, cabello blanco opaco y ojos amarillos como mil granos de arena. Grey era el vigilante del pueblo, alguien a quien todos conocían.
"Grey, ¿Supiste del extraño que llegó al pueblo anoche?" -Preguntó una señora, mientras el muchacho engullía su desayuno. El aludido negó con la cabeza sin darle mucha importancia.- "Aparentemente es un joven, de Sinnoh."
"¿En serio?" -Preguntó desinteresado. Y enserio, ¿Qué le importaba?
"Es un entrenador Pokemon." -Ahora estaban en terminos. Si había algo que a Grey le fascinara, eran los entrenadores Pokemon. No los Pokemon en sí, sino sus entrenadores. ¿Por qué? Bueno, los entrenadores viajaban a lo largo y ancho del mundo, vivian aventuras que luego podrían contar. ¿Pero los Pokemon? Ellos no hablaban.
"¿Escuchó su nombre?"
"Realmente no lo ví yo personalmente." -Confesó la señora.- "Pero muchos de los adultos hablaron con él, y todos concuerdan en que tenía pinta de ser entrenador, y de andar buscando algo."
"Tengo que encontrarlo." -Afirmó Grey, levantandose de su asiento, pero aún entonces, se apuró en devorar el resto de su comida.
Sin embargo, después de varias vueltas al pueblo y más de una docena de indicaciones inutiles, el muchacho se rindió y decidió sentarse en una banca a descansar, en medio de los transeuntes que pasaban sin mirarlo. Tenía un buen presentimiento acerca de éste chico; ansiaba escuchar las anecdotas que podría relatarle, todas las aventuras que habría vivido, los peligros que habría enfrentado. No pudo estar mucho tiempo sentado, y en poco tiempo se encontró a si mismo recorriendo el pueblo nuevamente.
Al cabo de unas horas, finalmente encontró un indicio del extranjero. Un grupo de personas se habían reunido en la casa del alcalde, haciendo imposible entrar o tan siquiera ver al interior de la morada. Tendría que pensar rápido. Con toda la discreción que le fue posible, el chico se montó en una de las bardas detrás de la casa, y maniobrando de forma casi inhumana, llegó al techo.
Trató de ver algo a través del tragaluz de cristal, pero le fue imposible. Se pegó más al vidrió, hasta que finalmente pudo vislumbrar las siluetas de los presentes. Si tan solo pudiera escuchar lo que decían... Un momento; había escuchado algo. Si, era como un... crujido, o algo similar. Y antes de deducir cual era la causa de aquel ruido, Grey se encontraba cayendo al vacío, en medio de una lluvia de cristal.
Su encuentro con el suelo fue tan estrepitoso como el grito que profirió una de las señoras allí presentes. En medio de cuchicheos y gritos desesperados, Grey levantó la mirada para encontrarse con un par de ojos rojos... Una mirada que nunca olvidaría.
"¿Eres el entrenador?" -Preguntó el peliblanco, sin embargo el forastero no respondió, solo mantuvo esa pesada mirada sobre el intruso.
"¡J-Joven, está sangrando!" -Exclamó el alcalde, y por un minuto Grey pensó que le hablaba a él. Pero entonces tomó consciencia de los trozos de cristal incrustados en el brazo del entrenador. Y no pudo evitar notar que sus dedos estaban inusualmente pálidos.
"Eh, si." -Murmuró el ojirojo.- "No lo sentí; mi brazo está algo dormido."
"¡Grey! ¿Qué diablos crees que haces?" -Exclamó la señora del alcalde. Bueno, resumiendo: había irrumpido en una reunión privada, causó daños a la propiedad del alcalde, hirió a un visitante... Si, eso lo cubría todo.
"Quería hablar con el Entrenador Pokemon." -Explicó, como si fuese lo más natural del mundo. El aludido le miró con rabia, aún sin inmutarse por la herida sangrante en una de sus extremidades.- "¿Me permites hablar contigo?"
"Lo siento, pero tengo que estar en otro lado antes del anochecer." -Gruñó el ojirojo, antes de levantarse de su asiento, mientras retiraba de su brazo los trozos de vidrió, sin siquiera mostrar una mueca de dolor o emitir algún quejido. De verdad debía tener el brazo dormido. Espera: ¿Antes del anochecer?
"Vienes aquí por el monstruo." -Afirmó Grey, ganando la atención del entrenador.- "¡Yo lo sé todo acerca de él! Soy el vigilante del pueblo."
"No me quieras ver la cara de idiota." -Murmuró el forastero, para después pasarle de largo y dirigirse hacía la puerta. Entonces fue que Grey se percató de que seguí tendido en el suelo, pero no por mucho, ya que emprendió carrera tras el extraño.
"¡Por favor, solo escuchame!" -Tan abruptamente como su entrada a la casa del alcalde, el ojirojo se detuvo y Grey impactó directo en su espalda.
"Tienes 20 segundos. ¿Qué sabes de él?" -Grey ordenó sus pensamientos rápidamente. De verdad, ¿Qué sabía de él?
"Bueno, la verdad es que nunca lo he visto-"
"Desperdicias mi tiempo." -Y nuevamente se dispuso a irse, pero Grey sujetó su mano para detenerlo. Sin embargo, lo soltó de inmediato. ¡Estaba helado!
"¿Qué le pasó a tu mano?" -Preguntó Grey, recibiendo como única respuesta una gélida mirada del entrenador.
"...Kyurem."
"¿Kyurem?" -Repitió Grey, antes de sonreir burlonamente.- "¿Es ese tu nombre?"
"No, es el nombre de-" -El forastero se interrumpió solo, antes de suspirar molesto.- "Creí que sabías todo acerca del monstruo."
"Bueno, esa cosa solo aparece de noche, y yo siempre duermo a la intemperie." -Grey se llevó las manos detrás de la cabeza, en un gesto de genuina despreocupación.- "Personalmente, no creo que exista el monstruo, ya que si de verdad hubiera algo así, yo tendría que haberlo visto."
"La gente del pueblo no estaría de acuerdo contigo." -Murmuró el ojirojo, escaneando su alrededor.- "Todos parecen estar seguros de la existencia de... esa cosa. Algunos afirman haberlo escuchado o visto."
"Estás hablando con el vigilante de Lacunosa, muchacho." -Alardeó confiado el peliblanco.- "Te digo que si hubiera un monstruo, yo lo habría visto." -Dicho esto, el ojirojo le miró de una manera extraña; casi fascinado o intrigado.
"Ya veo..." -Murmuró el entrenador, antes de dar media vuelta.- "Por su bien, espero que estés equivocado... Es la única pista que tengo."
"¿Su?" -Repitió Grey, recibiendo como respuesta una mirada que gritaba "no es asunto tuyo. El muchacho apartó sus ojos de los del extraño, tratando de calmar un poco la tensión.
"Como sea, tengo que seguir mi camino." -Una vez más, el ojirojo hizo ademan de irse, pero Grey le detuvo.
"¡Espera! Yo- ¡Hay tantas cosas que quiero preguntarte!" -Exclamó, sonando increiblemente necesitado. ¿Por qué lo había hecho? Es cierto, quería escuchar sus historias, pero no era la primera vez que un entrenador se paseaba por Lacunosa Town, y ciertamente no sería la última. ¿Qué hacía tan especial a este chico.- "Para empezar, ¿Cómo te llamas?"
"No te preocupes, planeo quedarme por lo menos trés dias. Si me eres útil, habrá tiempo para responder cualquier cosa que me plazca responder." -El extraño se deshizo del agarre de Grey y avanzó un par de pasos, antes de detenerse si razón aparente.- "...Crimson."
"¿Qué?"
"Mi nombre es Crimson."
Crimson... ¿Había escuchado ese nombre en algún lado?
