"Quien como tú"
La mirada de Francia no podía dejar de verlos. Dentro de la cocina, ocultos de la mayoría de las miradas (aunque lamentablemente no de la de él), Inglaterra abrazaba a Japón y este se dejaba abrazar. No había peleas ni nada parecido, solo su amor mutuo. Amor mutuo era lo que más le dolía. Inglaterra nunca lo vería con los mismos ojos que tenia al ver a Japón. La única relación que se podía decir que tenían era de enemigos. Una pelea aquí, otra allá. Sí, era cierto que no siempre ganaba, pero esos momentos que lo tenía cerca de él, eran muchísimo mejor que cualquier victoria.
El perfume de su almohada tú lo conoces bien
y la humedad de sus sábanas blancas también.
qué suerte la tuya
que puedes tenerlo a tus pies
sintiendo en tu boca sus besos que saben a miel,
mirando cómo le hablas de amor
el tiempo no se detiene
y nada tengo yo que esperar
aun que me quede en el aire.
Como envidiaba a Japón. Esos ojos que podían ver aquellos verdes sin tener que decir nada. Esas manos que podían entrelazarse entre las de inglés cuando se le antojara. Ese pelo que era acariciado hasta quedarse dormido. Esos brazos que eran usados como almohadas después de un largo día. ¡Pero esos labios! Esos labios que disfrutaban de otros aun más perfectos, que disfrutaban de esos besos tiernos que podía darle el inglés.
Quien como tú que día a día puedes tenerle,
quien como tú que solo entre tus brazos se duerme
quien como tu...
Quien como tú que tarde a tarde esperas que llegue
quien como tú que con ternura curas sus fiebres
quien como tu...
Y en las noches ya no puede dormir, imaginándose donde estará Arthur y, peor aún, si estará con él. ¿Acaso Inglaterra lo disfrutaría? Que pregunta más tonta. Contestarla con un no era simplemente negarse la realidad, aunque la realidad doliera más. Inglaterra amaba a Japón, y seguramente cuando estaban juntos, el tiempo se detenía, justo como se detenía para el cada vez que se encontraba frente a Inglaterra.
Esas noches de locura
tu las disfrutas bien
y entre sus brazos las horas no pasan lo sé,
mirando cómo le hablas de amor el tiempo no se detiene
y nada tengo yo que esperar
aun que me quede en el aire
Inglaterra miró su reloj y se sorprendió al ver lo tarde que era.
-Kiku, lo siento tengo una junta con mis superiores.
-Pero ¿nos veremos mañana cierto? – preguntó el japonés
-Por supuesto que sí- respondió con una sonrisa el otro
Inglaterra salió apresurado topándose con Francia en el pasillo
-Oye fíjate por dónde vas – dijo el ingles
- Tú eres el que debería fijarse idiota ¿o es que tus cejas no te dejan ver nada?
- ¡Cállate!
Inglaterra siguió su camino y Francia solo le siguió con la mirada, conteniendo las ganas de ir tras él y decirle lo que sentía. Momentos después, Japón salió de la cocina. Francia lo miró y sonrió.
-Quien como tu- suspiró resignado el francés.
Quien como tú que día a día puedes tenerle,
quien como tú que solo entre tus brazos se duerme
quien como tu...
Quien como tú que tarde a tarde esperas que llegue
quien como tú que con ternuras curas sus fiebres
quien como tu...
