-Prólogo-
En una noche oscura de la 19° de la Segunda Semilla un vagabundo busca el calor y el cobijo de una posada, llegando a Paraje de Ivar. En seguida se dirige a la Posada de Vilemyr en donde se quita su desaliñada capucha y pide una botella de aguamiel.
Una vez conseguida su bebida se sentó en una mesa en dirección al fuego mientras bebía unos tragos del dulce licor. Las ruidosas conversaciones de los ebrios y clientes del lugar no captaban ni el más mínimo interés en él, sin embargo en un rápido momento escuchó algo que le causo intriga. Al fondo del salón un grupo de 3 hombres y 3 mujeres hablaban cautelosamente sobre algo que parecía ser un robo. El vagabundo se quedo mirándolos con curiosidad, intentando leer sus labios para saber su tema de conversación, pero en un momento el sospechoso grupo se dio cuenta que estaban siendo observados. Hablaron en voz baja durante unos segundos y luego una de las mujeres de la mesa le invitó a que se uniese a su velada. El vagabundo aceptó la invitación con timidez, sin embargo la presencia de los peculiares personajes de la mesa le intimidaba. Incomodo entre los sujetos de aura extraña, una de las mujeres le preguntó:
—¿Por qué estabas mirándonos con tanta curiosidad hace un momento? — Pregunta la mujer que hizo el llamado — ¿Acaso estas interesado en lo que hablamos?.
—Bu..Bueno, no puedo decir que no he intentado escucharles señorita, pero no ha sido con mala intención — Respondió balbuceante y temeroso el tímido vagabundo — Solo he sentido un poco curiosidad...
—De todos modos, no hay mucho secretismo en nuestros temas, así que no te sientas incómodo y acomodate, yo invito la próxima ronda — Dijo el hombre más grande — Por ahora creo que deberíamos contarte cual es nuestro tema de conversación, ¿Te parece bien compartir esta pequeña tertulia con nosotros?.
—Claro, no hay problema — Respondió el vagabundo ahora menos nervioso.
—Dime trotamundos, ¿Has oído hablar del Búho Añil? — Preguntó uno de los hombres de la mesa.
—A decir verdad nunca he oído hablar de él, soy nuevo en Skyrim así que no conozco mucho de los mitos de estos lares — Argumentó el vagabundo.
—¿Mito?, vaya que no mientes al decir que eres nuevo en Skyrim — Dijo una de las mujeres.
—Te diré quien es — Dijo el más grande de los hombres de la mesa — El Búho Añil es uno de los mejores ladrones de Skyrim, por no decir el mejor.
—¿Es...un ladrón? — Preguntó el vagabundo, confundido por haber oído que un ladrón tenia tanta fama — ¿Es alguna especie de Zorro Gris?.
—¡No, por Talos, no! — Negó una de las mujeres — Es impresionante, si, pero no tiene nada de parecido con el Zorro Gris.
—Te explicare con más detalle quien es él — Dijo el tercer hombre que aún no se había atrevido a hablar — El Búho Añil es un ladrón legendario, que cuando comete un robo siempre deja una carta de color añil con un búho dibujado con pintura negra. Nadie sabe de donde vino ni cual es su verdadera identidad. Muchos dicen que su llegada vino justo después de que los dragones regresaran, pero otros dicen que su llegada se debe a la guerra civil entre Los Imperiales y Los Capas de la Tormenta. Su habilidad para robar es digna de una leyenda, pues por muchas defensas que coloquen nada lo detiene de conseguir su objetivo. Uno de sus robos más legendarios fue el llamado Golpe del Palacio Azul, en el que robó un enorme zafiro de la Jarl Elisif.
—Entonces es un ladrón muy astuto, parece que ha robado una gran cantidad de riquezas — Dijo curioso el vagabundo.
—En la mayoría de las veces — Dijo una de las mujeres.
—¿En la mayoría? — Preguntó extrañado el vagabundo.
—Si, pues por alguna razón a veces devuelve lo que roba — Intervino el tercer hombre — Algunos rumores cuentan que también le roba a los thane corruptos solo para darles lo que robó a los pobres de los barrios bajos. Seguro pensarás que es muy benevolente, pero no siempre es así. Hubo una ocasión en la que asesinó a más de 34 hombres de la guardia imperial Penitus Oculatus...y yo estaba ahí para contemplar tal carnicería. Pude ver desde mi ventana como una sombra, sigilosa y letal se abalanzaba sobre los guardias y los mataba a sangre fría para luego desaparecer entre las sombras y disparar flechas bañadas con venenos tan potentes que harían derretir el mismo acero.
—¿Y pudiste verlo de cerca en algún momento? — Preguntó el vagabundo con un tono serio.
—No, no pude verlo de cerca — Negó el hombre — Pero si se algo compañero: el Búho Añil es un ladrón muy habilidoso, pero también es un asesino letal con el que no te conviene pelear, pues en el mejor de los casos solo te paralizará con una flecha envenenada. Vuélvete su peor enemigo y ten por seguro que terminaras con una flecha ácida en el pecho o con la garganta rebanada como mantequilla.
Después de esto todo el grupo quedó en silencio, hasta que intervino una de las mujeres:
—Creo que ya es muy tarde, y hay que continuar con la caravana temprano por la mañana.
—Tienes razón, hay que ir a descansar, hasta luego, chico — Dijo el hombre grande, despidiéndose del joven vagabundo.
—Esperen — Intervino el vagabundo — ¿Puedo ir con ustedes en su caravana, son comerciantes verdad?
Los personajes del grupo se miraron entre sí, sonriendo casi al mismo tiempo y el hombre que había relatado la historia le dijo:
—Entonces...bienvenido a la familia, compañero.
