Disclaimer: Personajes de Rowling, blablabla, no gano dinero, blablabla, la trama es mía, blablabla, si la robas el coco te comerá, blablabla.
N/A: Hice una encuesta en mi LJ, ¿Astoria/Ginny o Sirius/Lily/Remus? Empataron, así que escribiré las dos xD Ésta en particular será una correlación de viñetas. Pretenden contar una historia. Y pretende ser un número finito de viñetas, también, pero eso no sé hasta que punto será posible. Femslash, lemon en un futuro, lo siento si mi Daph y Astoria no os molan, blablabla.
Una Ginny, dos Ginnys, tres Ginnys
I
Astoria lo supo siempre, en realidad. Si se paraba a pensarlo, probablemente cuando era una niña y dejaba de lado a todos los varones en las historias y los juegos, ya sabía que prefería las mujeres. Y nunca le supuso un problema, porque ahí estaban su tío abuelo Gaius y su esposo, que había muerto un par de semanas atrás. Bueno, ellos y otros tantos. En sus años en Hogwarts, cuando aún cursaba Estudios muggles, una de las cosas que más le sorprendió (y no gratamente) fue ver la reacción de los muggles hacia un hecho tan normal. Esos muggles y sus rarezas.
Pero igual que siempre supo que le gustaban las mujeres (porque sólo ella tenían esas piernas infinitas y esos escotes en los que perderse y esas melenas que la volvían loca), también supo siempre que tendría que casarse con un hombre, porque los Greengrass creían que tener herederos era lo más importante que una mujer debía hacer en su vida. Y es que, le gustara o no, seguía procediendo de una familia cuyas costumbres eran tan antiguas como el ajuar de bodas que pasaba de madres a hijas (y que contaba con tantos años que ella aún se preguntaba por qué no se había hecho pedazos).
Quizás por eso, cuando su madre la llamó al salón, con voz solemne, ya sabía lo que iban a decirle.
-Siéntate y escucha atentamente. Acabamos de venir de hablar con los Malfoy. Lucius y Narcissa nos han invitado a comer y hemos hablado. Hemos… hemos concertado tu matrimonio con Draco, su hijo.
Su madre siempre había sido parca en palabras, y siempre había ido directa al grano. Su padre, en cambio, torció el gesto y le dirigió a su esposa una mirada airada, para luego mirarla a ella.
-Sabemos que te llevas bien con el joven Malfoy. Y él tiene interés en ti. Hemos pensado…
-Sí, claro. Casarse con un Malfoy siempre es un motivo de alegría, aún en estos tiempos.
Así había quedado todo. Astoria Greengrass se había prometido a Draco Malfoy, y pronto los periódicos de tirada nacional se hicieron eco de la noticia. Todas sus amigas, e incluso su hermana, la felicitaron por su futura boda y empezaron a hablar de flores, mantelería, orquestas y demás parafernalia, mientras ella pensaba en cómo disfrutar sus últimos dos meses de soltería. O más bien, con quién disfrutarla.
Pero la respuesta tardó en llegar. De hecho, no llegó hasta el día en que, tomando unas cervezas de mantequilla con Pansy (en Las tres escobas, por los viejos tiempos) vio a aquella chica, un año mayor que ella, de larga melena y sonrisa traviesa, que se sentaba a la barra junto al famoso Potter.
Y es que, aunque Astoria siempre había sabido que le gustaban las mujeres, lo que acaba de descubrir era que, además, le encantaban las pelirrojas. Y cuando a ella le encantaba algo, tenía que conseguirlo, costase lo que costase.
