Hermione colgó el teléfono y recorrió con la mirada sala de su apartamento
Hermione: Era el portero, Ron viene en camino(su mirada se detuvo en la atractiva pelirroja que estaba de pie, cerca de la puerta)Apaga las luces(le pidió, y fue a reunirse con ella. Ginny apagó la luz y miró a su anfitriona)
Ginny: Lista para la acción
Hermione era bajita, de pelo café y rizado y ojos cafés, y esa noche parecía nerviosa.
Hermione: Crees que le gustará una fiesta sorpresa por su cumpleaños?
Ginny: Hermione, tu marido te adora a ti y a tus adorados hijos; sabes que cualquier cosa que hagas le parecerá bien!
Hermione: Sí, tienes razón... ¿Qué me dices de nuestra apuesta, aún sigue en pie?(Ginny miró a los invitados reunidos en la amplia y cómoda sala, todos ellos amigos de Ron y Hermione)
Ginny: Por supuesto(sonrió)Pero con toda justicia, debo decirte que, puesto que todos los invitados han llegado y los solteros que están aquí son amigos míos, lo voy a tener muy fácil. Saldré durante un mes con el primero que cruce esa puerta. Es muy probable que gane.
Hermione: No importa(sonrió, maliciosa)Estoy dispuesta a arriesgarme.
Ginny: Bien(estrechando la mano de su amiga)
La puerta se abrió y Ron, entró en la habitación.
Ginny: Qué diablos...?
En la sala resonaron los acordes de «feliz Cumpleaños », y cuando Ginny encendió la luz, dejó de cantar y abrió los ojos horrorizada, al ver al hombre de pelo indomable negro y ojos verdes, y una cicatriz en forma de rayo en la frente, que había entrado detrás de «Oh, no», gimió, «no es posible...» Trató de perderse entre el grupo que rodeaba al departamento, pero en el entusiasmo del momento, se encontró al lado del hombre a quien trataba de evitar. Un brazo fuerte le rodeó la cintura y el hombre la miró.
Harry: Hola, Ginny Te veo muy bien(sonrió con cinismo)Pero debo reconocer que no pensé que fueras amiga de Ron y Hermione.
Ginny: Yo podría decir lo mismo de ti(logró responder, aún aturdida por la sorpresa, y se dio cuenta de que él no parecía muy sorprendido de verla ahí)
Pensó que eso era absurdo, alejándose de él. Entró en el comedor, cerró la puerta y se apoyó contra ella. Le temblaban las piernas y el corazón le latía aceleradamente. Miró la cena que había ayudado a preparar y que esperaba disfrutar, pero ahora había perdido el apetito. Maldijo en voz baja. ¿Qué hacía Harry, en la fiesta de Ron? Una fiesta familiar no era su estilo, pensó con amargura. Ni siquiera sabía que Ron conociera a ese hombre. Cerró los ojos y se borraron diez años de su vida.
Tenía un nudo en la garganta y tragó saliva, sintiendo de nuevo el viejo dolor de su adolescencia. A los dieciocho años, Harry casi la había destruido, y ahora reaparecía en su vida. Era el último hombre sobre la faz de la tierra a quien quería ver.
Respiró con fuerza y se acercó a la mesa. Se dijo que su reacción era exagerada. ¿Qué importaba que Harry estuviera en la fiesta? Ya no era una ingenua adolescente, sino una mujer madura.
Ron y Hermione eran su familia y no iba a permitir que la inesperada aparición de Harry la atemorizara y la hiciera abandonar la fiesta. Sonrió con ironía al recordar que Harry era el primer soltero que había cruzado por la puerta. ¡Bien, había perdido la apuesta! No podría salir con él durante un mes. Había sido una apuesta estúpida y debía aceptarlo... Hermione había ganado.
Tendría que pasar ocho fines de semana cuidando a Rose de cinco años. Ella tenía la culpa, pero no le importaba; quería a su sobrina y su vida social no era muy interesante. Todo había empezado esa misma tarde.
Ginny había prometido llegar a las tres para ayudar a preparar la cena. Hermione no quería camareros, porque había dicho que no estaría bien organizar una fiesta sorpresa para su marido y después pasarle la cuenta.
Ginny había planeado salir temprano de la oficina, pero se retrasó a causa de su compañera, a quien se encontró llorando desconsoladamente. El hombre del departamento de asesores con quien salía desde la fiesta de Navidad, hacía tres meses, al fin la había llevado a la cama. Por desgracia, su compañera soñaba con campanas de boda, pero a la hora de la comida, al entrar en un bar cercano, alcanzó a oír que dos hombres del personal hablaban con su novio y vio que unos billetes cambiaban de manos. Por lo visto, habían hecho una apuesta sobre las semanas que necesitaría para llevársela a la cama.
Ginny llegó a la casa de Hermione con dos horas de retraso, pensando con furia que los hombres eran unos canallas, y declaró que por una vez le gustaría hacer lo mismo con uno de ellos. Además, se sentía culpable, porque era ella quien había persuadido a la joven de que asistiera a aquella fiesta de la oficina. Compadecía a su compañera, que recientemente había llegado del norte de Inglaterra para trabajar en Londres.
Hermione:Bien, ¿por qué no lo haces?(la retó Hermione después de oír su colérico discurso)
