Disclaimer: Todo pertenece a Rowling salvo la trama que es mía. El coco te comerá si plagias y Sirius te morderá en la entrepierna. No, va en serio.
N/A:Puff. Hace SIGLOS Lexa cumplió años. Y quise escribirle algo sobre Sirius. Mucho tiempo después lo he recuperado, he borrado la mitad, he divivido en viñetas y... aquí está. La idea es que cada viñeta sea Sirius desde un punto de vista y en un período de su vida concretos. Pero eso es la idea. Luego Rach puede desvariar que da gusto. Espero que te guste, Lexa, aún después de tantísimo tiempo :)
Todo un animal
I
Sirius Black no superaba el metro y medio de estatura, pero había algo en su forma de comportarse que ya lograba hacer recelar a Walpurga. Quizás era esa forma de mirar tan intensa, irradiando fuerza. O quizás esa seguridad al caminar, como si creyera ser mejor que todos cuantos le rodeaban.
Y su madre, muy en el fondo, sabía que él así lo veía. Para bien o para mal, Sirius Orión Black era su hijo. Había crecido dentro de ella y lo había concebido después de muchas horas de dolor y gritos. Y por eso, le conocía y sabía lo que se escondía tras sus ojos.
Sin embargo, cuando Bellatrix llegó a Grimmauld Place aquella tarde, él aún era un niño de seis años y aún había quien confiaba ciegamente en él. Algunos, como su padre, estaban pensando ya en cómo sería la vida de aquel joven cuando fuera todo un Black. Pero esa tarde, algo cambió para todos.
Su prima Bellatrix tenía por aquel entonces dieciséis años y cursaba su penúltimo curso en Hogwarts. Tenía que reconocer que sentía debilidad con su primo, de la misma forma en que Regulus le aburría sobremanera. Tanto, que a veces se daba el placer de hacerle rabiar, sólo para ver si así era más entretenido. Pero aquel día, alguien se interpuso entre ella y el objeto de sus burlas.
-Déjale en paz.
-¿Y eso por qué?
-Porque no tienes derecho a hacerle daño.
Aquellas simples palabras quedaron grabadas en la mente de su prima, pero sobre todo en la de su madre. Quizás porque fueron el primer indicio de rebelión. Quizás porque fue la demostración de que se pensaba mejor que ellos. Pero por alguna razón, ella siempre supo que era por algo más. Porque detrás de aquellas palabras se escondía, y ella lo supo bien, un Gryffindor, probablemente un traidor a la sangre.
Acallar los murmullos entre la familia fue haciéndose más difícil. Conforme el mayor de los hermanos Black crecía, se volvía más rebelde. Aquel día defendió a Regulus, pero a aquello le siguieron muchas otras tardes de gritos y de esas miradas que marcaban la diferencia, muchos castigos y muchos gritos. Y muchos llantos de Walburga.
Tanto fue así que, en su decimoprimero cumpleaños, su madre estaba nerviosa y temblaba mientras servía el té. Temblaba porque sabía que pronto aquel hijo suyo tomaría el Expreso de Hogwarts. Y ella tenía miedo. Miedo a su hijo, a sus decisiones. Miedo a lo que pudiera pasar cuando escapara del influjo de la familia Black. Pero, sobre todo, miedo a aquel maldito Sombrero Seleccionador.
Las fans de Sirius... tenéis permiso para matarme, sí. Pero decidme por qué, que el botón del Go os ayudará gustoso ;)
