n/a:¡Buenas! esta es la primera vez que publico en , espero que el fanfic sea de vuestro agrado. La actualización sera regular. ^^! no es la primera vez que toco la Angst en un fanfic así que creo que hare un buen trabajo destrozando cada pedazo de sentimientos en nuestros queridos protagonistas. (?) Jenher out.

Advertencias: Yaoi, angst, violación, AU.

Diclaimer: APH no me pertenece.

Nikolai- Bulgaria

Vladimir- Rumanía

No creo necesario especificar a los demás, pues todos tienen sus respectivos nombres oficiales.


When you are depressed

Capítulo 1: El inicio del invierno.


En la pequeña habitación de paredes blancas se encontraba un joven reposando sobre la cama de sabanas impecables y perfectamente ordenadas con trabajo y dedicación del presente susodicho. Las enfermeras cada que pasaban por esa habitación no podían evitar esbozar una sonrisa de cariño y felicidad al ver que aquel paciente progresaba poco a poco y que cada vez tenía más ganas de vivir.

El muchacho de la habitación 1122 era un joven de cabellos negros y ligeramente despeinados. Junto con un color de ojos azules con pequeñas tonalidades verdes y una piel pálida y sensible que era común en eslavos tales como el búlgaro. Un chico tranquilo y tímido que bastante pocas veces solía causar problemas.

Mientras que a unos metros de ese lugar había todo lo contrario por lo que rumoraban los empleados de ese internado psiquiátrico. Habitación 1125, el olor de la putrefacción y el sonido de los vidrios rotos era frecuente por esos lares. Las enfermeras odiaban con fervor cada que les tocaba entrar a esa habitación, algunas siendo tentadas a renunciar y otras a pedir una reubicación que al final de cuentas, terminaría siendo ignorada.

Aquel chico que se mantenía en la habitación 1125 era todo un caso, llevaba dos años internado por voluntad propia. Rumano con cabellos rubios que seguramente tendrían un hermoso tono dorado de no ser porque el paciente se molesta poco o nada de cuidar su aspecto personal. Ojos rojos como la sangre con pupilas que se dilataban a la velocidad de la luz cada que un ser vivo se le acercaba. No tenía familia, ni un hogar, un empleo o estudios por los que sustentarse.

No tenía nada.

Las enfermeras desconocían los problemas del rumano, solo rumoran entre ellas que tal vez esté sufra de esquizofrenia, cosa que no comprobaran ahora ni nunca debido a que el paciente le pidió a su psicólogo que guardase discreción.

¿Cómo podían dos personas tan diferentes llegar a ser a la vez tan similares?

(-)


-esta vez me he decidido por traerte girasoles.-hablo un hombre alto de cabellos rubios cenizos y entusiastas ojos morados, sacándoles el lazo con colores de la bandera rusa y búlgara y dejando las flores en una jarra llena de agua, la cual estaba sobre el marco de la ventana que estaba perfectamente adornada con cortinas blancas con detalles celestes.

El búlgaro el cual se encontraba leyendo un libro levanto la vista, visualizando al ruso y casi al instante sonriendo con cariño por aquel gesto.

-¡es un detalle muy amable de tu parte, primo! -dijo marcando la página en la que había concluido su lectura, cerrando el libro y dejándolo en una pequeña mesa que se encontraba al lado de la cama.

-sabes que me encanta poder hacer cosas así para ti, Nikolai.-remarco Iván, sentándose en una silla al lado de la cama y cogiendo la mano del búlgaro.- tu terapeuta me ha dicho que has avanzado mucho y que ya no te lesionas con frecuencia.

El búlgaro asintió, a lo que el ruso arrastro un poco la silla para acercarse más y despeinar los negros cabellos del más bajo.

-¿es eso cierto o también la has manipulado a ella, pequeño bribón? -bromeo el euro asiático con una pequeña sonrisa en su rostro.

Nikolai sonrió también, riéndose un poquito antes de contestar.- tú mismo puedes comprobarlo.-dijo, arremangándose las mangas de aquella camisa larga de color azul, mostrándole sus muñecas al contrario.

El visitante se mostró sorprendido, pues de saberlo aquellas heridas que el búlgaro se había hecho más o menos hace un mes parecían haber cicatrizado ya.

-esto es realmente emocionante, Nikolai.-dijo sonriéndole a la vez que le cogía ambas manos al búlgaro y le daba un pequeño beso en los dorsos de las manos. El búlgaro se mantenía sonriente y el ruso estaba feliz por aquellos avances, se separó un poco, mirándole con un amor fraternal enorme.

-Erzsebeth me dijo que si seguías así probablemente pronto te den de alta.-asegura mientras acariciaba las manos del búlgaro.- Natalya y Ekaterina te extrañan.

-yo también las extraño a ellas.-admite, alejando poco a poco sus manos de las del ruso por las repentinas caricias, pues no podía soportar tanto contacto físico, ni siquiera viniendo de un familiar. Lo que menos quería era tirar todo su esfuerzo a la basura y obviamente las primeras señales de perder el control seria tensarse y luego ponerse nervioso, eso era lo que quería evitar a toda costa.

El ruso al principio se sorprendió, pero termino por comprender y sonrió de manera comprensiva. Sabía que debía evitar ser tan empalagoso, el búlgaro aun no ser recuperaba del todo y lo que menos quería era presionarle y pausar el avance del chico de ojos azules que poco a poco revivía de las cenizas.

-vayamos al jardín. Nikolai, las flores pronto dejaran de florecer con la venida del invierno y ya no será igual de especial.

-Da, vayamos al jardín.

Eran familia e Iván tendría que limitarse a seguir siendo eso, la familia de Nikolai. Aun si no podían estar juntos nunca, le apoyaría para que este superara aquella experiencia que le hizo terminar en ese lugar.

(-)


Una mujer de cabellos castaños y largos se dirigía con pasos pesados hacia la habitación 1125, tocando la puerta con algo de furia, ella era Erzsebeth Hedérváry la mujer encargada de brindar atención psicológica a todos los pacientes de aquel piso. Era de carácter fuerte cuando se requería, y sin duda esta ocasión era más que necesario.

Impacientada por no recibir respuesta saco la llave de la habitación, abriéndola y viendo el desastre que había en aquel chisquero.

-Vladimir, maldito imbécil. ¿Quieres explicarme que le hiciste a la enfermera de turno para que esta renunciase casi a los diez minutos de entrar aquí?

El rubio se cubrió perezosamente con las sabanas, sin prestar realmente atención a lo que la húngara decía.

-¿a cuál de todas? Por si ya lo olvidaste, ya espante a la mitad del personal.

-a Michelle, la chica que venía de las islas africanas.

-oh, la tía esa. -Vladimir se incorporó un poco, bostezando irritado por el alboroto.- no entenderé nunca eso... -dijo bajando la voz, haciendo un rostro de confusión y de cierta lastima.

La húngara se extrañó por la actitud intrigada del rumano, por lo que se acercó sorprendida para admirar su cambio.- ¿qué es lo que no entiendes? -pregunta, a lo que el rumano le mira con desinterés.

-si ella era de África... ¿por qué no se veía más negra?

La húngara que hasta ese momento se había sentido emocionada por creer tener un avance con el rumano, no pudo sentir más que desilusión y enojo por lo que le dio un zape en la cabeza.

Sí, porque Vladimir además de ser raro, misterioso, esquizofrénico y flojo; también era racista.

-No sé qué voy a hacer contigo.

-Nada, dejarme vivir tranquilamente los pocos días que me queden de vida...

-No digas tales cosas, sabes perfectamente que tu esperanza de vida es larga, y tú mismo puedes hacer más para alargarla.

-Eso no servirá de nada, Erzsebeth.

-No lo sabrás si no lo intentas.

-Detesto que seas tan terca...-suspira, revolviendo sus cabellos.- ¿Qué planeas?

-Sacarte de aquí, que veas la luz del día...

-Oh no, eso sí que no.-dijo frunciendo el ceño, negándose a hacer tal acción como salir.

-No es lo que tú quieras o no hacer Vladimir, ahora te aguantas.

-...realmente te odio.

(-)


El jardín era grande y se encontraba en la parte trasera de la clínica, lleno de flores y una que otra fuente de agua brotante en grandes cantidades. El ruso iba caminando al lado del chico de ojos ausentes, que a pesar de que ya habían recuperado algo de brillo, seguían sin emitir la misma chispa que antes.

-¿Realmente crees que algún día pueda salir de aquí? Estoy verdaderamente ansioso por ver la nieve caer. Verla desde la ventana es…triste.

El ruso enfoco su visión en el pelinegro, asintiendo con la cabeza.- Claro que saldrás, no deberías echarte para atrás. Has hecho muchos avances en poco tiempo.

-…Eso supongo.-Suspira.- Realmente extraño comer yogurt…

El de ojos violetas emitió una leve risa, dándole unas leves palmaditas en el hombro al búlgaro.

-Para la próxima te traeré yogurt entonces.

El búlgaro iba a asentir y a decir algo más, pero antes de siquiera intentarlo visualizo a poca distancia a su terapeuta; Erzsebeth, junto con otro paciente.

Ese paciente era verdaderamente extraño, probablemente dos centímetros más bajo que él y con grandes ojeras bajo sus ojos de un color que no supo identificar a simple vista.

Erzsebeth al identicarles a él y a su primo sonrió, jalando junto a sí al misterioso chico.

-Nikolai, Iván, este es Vladimir.-Les presento, dándole un pequeño empujon al rumano para que se acercase a saludar, este mantenía gran parte de su rostro oculto con una sudadera larga de color negro y rayas naranjas.

El búlgaro le iba a saludar, pero antes de hacerlo el rumano se le quedo viendo interminables minutos, fijando sus ojos rojos como cuchillas en el cuello del eslavo. El ruso fruncio el entrecejo por ello e intento obligar al búlgaro a retroceder un par de pasos, sin embargo este se quedo quieto donde mismo.

-Hola, me llamo Nikolai.-Empezó a decir el búlgaro, sonriéndole como si se tratase de un niño pequeño intentando hacer una amistad.

El rumano gruño, emitiendo un silencioso. ''hola'' para luego empezar a caminar de vuelta hacia la clínica, siendo regañado por Erzsebeth que le seguía de cerca.

-¿Por qué te has comportado de esa manera tan grosera? ¡Si quiera le hubieras regresado el saludo!

-¡Eso hice!...sólo que el tipo gigante de al lado me intimido…

Erzsebeth suspira, dándose una palmada en el rostro desesperada, pocos pacientes le sacaban tantas canas como lo hacía Vladimir. Sin embargo cayó en cuenta de algo que hizo que esta se detuviera en seco, como respuesta Vladimir también se detuvo extrañado por el comportamiento de la terapeuta.

-…Has hablado con alguien sin entrar en pánico, Vlad.

-….¿Y eso qué?

-¿Eso qué? ¡Es un gran avance! Nikolai es un gran chico, seguramente ustedes dos se llevarían bien y se ayudarían mutuamente para superar vuestros trastornos.

-¡Eso es una locura! ¡No pienso relacionarme con nadie!

El rumano se dio la media vuelta y corrió de nuevo hacia su habitación, esta vez Erzsebeth no lo siguió, sabía que el rubio necesitaba tiempo y que no le podía obligar a interactuar tan rápido con ese chico.

La húngara regreso a su oficina una vez se aseguró que el rumano estuviese en su habitación, revisando los expedientes de todos los pacientes ordenados por abecedario y por el número de la habitación.

Nikolai Konstantinov 1122

Búlgaro de diecisiete años, se le fue detectada una depresión grave y desde niño tiene trastorno de personalidad antisocial. Aunque se han visto varios avances conforme su tratamiento avanza, el sigue teniendo problemas en cuanto a que alguna persona lo toque o que alguien a quien considere una amenaza se le acerque. Tiene problemas nerviosos y una autoestima muy baja. Según la información que nos proporcionó su familia más cercana, este sufrió acoso y abusos por un alumno que desconocen.

Según varios estudios que hicimos en la institución, sufrió de una violación.

Erzsebeth sintió un hilo en la garganta al leer la última frase, reflexionando una vez más en lo que apenas hace unos minutos se disponía a querer hacer.

¿Sera realmente correcto forzar a una víctima de violación con problemas de depresión a apoyar a un esquizofrénico que era adicto a las drogas? ¿Si quiera son similares ambos casos?

En este caso, estando tan desesperada no le quedaba otra más que probar.


N/A:Ya esta, se que es un poco corto pero realmente no quería agobiarles con mucho texto siendo este el primer capitulo xDD el fandom RomBul merece más amor, mas atención, más fanfics por dios. (?)