"Camino hacia la luz"

By. Guaduchi.

Danny Phantom no me pertenece, sino a su respectivo creador Butch Hartman, esta historia la hago sin fines lucrativos, sólo para entretener a los lectores.

Prologo

Observaba con un poco de temor el camino serpenteante. Los setos ubicados a los lados de la vereda maltrecha, se encontraban secos- casi muertos-. La brisa, que en ese momento era cálida, se tornó fría. Su piel se erizó un poco, sabía...no...sentía, que alguien, en donde fuese, la veía, aunque solo fuese por curiosidad. Su maleta se encontraba casi vacía, le era obvió, pues, en su situación económica uno no se puede dar el lujo de poseer muchas prendas- solo lo necesario-.

Pues, debido a lo mismo – su precaria situación- era que se encontraba allí. Su madre le había dicho que trabajara, y pues, por hacerle caso iba camino a una casa. Llegó a ver un poco de ella. Grande, de aspecto lúgubre y rodeado de naturaleza muerta. Si, bien muerta. De acuerdo a lo que había escuchado sobre la persona a quien serviría era que, llevaba años completamente solo, durante unos meses una señora se había encargado de cuidarlo y ahora buscaba con rapidez la manera de irse de allí, y era ella quien ahora la cubriría.

Cruzó el portal oxidado y terminó de recorrer el camino de piedra maltrecha. La puerta era de madera tallada, sumamente hermosa y fuerte, los acabados eran exquisitos. No tuvo que tocar, pues, antes de tener contacto con la entrada, ya alguien la había abierto. Una mujer de edad, de cabellos blancos y ojos oscuros salió a recibirla. Se veía molesta y su manera de hablar fue todo menos cortés.

-Pensé que nunca ibas a llegar...- dijo dándole un gesto con la mano para que pasara- las habitaciones están a la derecha, el señor del lugar está en su estudio como de costumbre...

-Yo...-

-Nunca lo vayas a molestar, la comida se la preparas y la dejas en el mesa fuera de su estudio, no te metas en sus asuntos, mantén siempre el lugar limpio, a la izquierda está la cocina, el comedor y el lavadero...

-Ya entiendo...pero...- dijo la chica tratando de silenciar a la señora- cuando conoceré al señor del lugar..

-¿Cómo?- preguntó sorprendida

-Que cuándo conoceré al señor del lugar...- dijo con más seguridad

-¡Ja!... vamos chica no seas tan tonta...si lo vez, será, ya cuestión de suerte, el señor de este lugar no suele salir de su estudio sino hasta muy altas horas de la noches, nunca sale de día..

-Entonces lo más seguro es que no lo conozca ¿verdad?-

-Correcto, ahora, tu habitación es la tercera puerta a la derecha de la escalera, hay ropa...- acomodándose el chal y tomando sus maletas- suerte pequeña...espero que cambies algo en este lugar..."espero que le des vida"- fue entonces cuando se empezó a marchar.

Por su parte la recién llegada se quedó parada en la puerta viendo como su antecesora se marchaba. Fue entonces cuando empezó a recorrer el lugar. Su habitación era enorme, decorado de colores pasteles y de madera pura, su cama era gigantesca, era natural que eso le pareciera pues de muy pequeña le tocaba dormir en bultos de paja cubiertas por sábanas. Se sentó ahí y empezó a saltar ligeramente en el suave colchón debajo de los gruesos edredones. Ahora se dirigió a revisar lo que era el armario. Las prendas guardadas en él eran hermosas, vestidos de seda, muy finos a su parecer...

Terminó de revisar y salió del lugar. Sus pies la guiaron hasta una puerta, escuchó ruido y pensó que tal vez sería ese el estudio del dueño de tan hermoso lugar. Fue por mera cortesía que se decidió presentar, el hecho de estar ahí sin ser conocida por esa persona le era incómodo, no pensó que él fuese así. Siempre escuchó que desde muy joven él se encerró en aquella habitación y desde entonces no había salido. Prosiguió a presentarse.

-Disculpe...pero me llamo Samanta y creo que a partir de hoy trabajaré para usted, espero que no le importe...por favor le pido disculpa si lo he molestado, pero pensé que era necesario presentarme...- tomó un pausa y esperó a ver si tenía respuesta, pero nada..- Con permiso pero iré a hacer mis tareas señor.

Siguió por el largo pasillo lleno de cuadros familiares y lleno de mesas con cofres y jarrones vacíos, oscuros y algunos un poco resquebrajados. Continuó su camino, encontrándose con cuartos cerrados, otros oscuros y húmedos, todos olvidados por el dueño y deteriorados por los años de descuido. Soltó un suspiro, y entró a una de las habitaciones dirigiéndose a la ventana, corrió las cortinas vinotinto, que después de una lavada pasaron a ser rojo intenso, y así le dio la suave bienvenida a la cálida luz del mediodía.

Al bajar a la cocina, se dio cuenta que de a falta de víveres. No sabia que hacer, si el patrón pudiese comunicarse abiertamente, tal vez podría darle algo de dinero para la compra de los comestibles, pero como esa – para su desgracia- no era su situación, debía de arreglárselas por sí solas. Buscó en todos los cofres de la planta baja de la casa, esperando encontrar algo de dinero que usaba la antigua encargada, pero abajo no había nada, subió y allí continuó su labor.

El ruido se escuchaba con claridad, al igual sus quejas y lamentaciones, sobre cómo iba a alimentar al señor de la mansión sino tenía nada de dinero para hacerlo. Recorrió casi todo el lugar, y cuando por fin se había dado por vencida, pensó en la posibilidad de que su patrón la ayudara. Caminó con sigilo hacía la puerta del estudio y se detuvo en frente, con el corazón a millón y con las mejillas rosadas de vergüenza; bajo sus pies se hallaba un sobre, lo miró incrédula y mientras lo revisaba se dio cuenta que la cantidad era grande. Después de pasear un rato, se dio cuenta que eso debía durarle un tiempo, después de todo, no bastaba una semana, sino varias, para terminar la suma.

Buscó su chal negro y se colocó, luego revisó que su traje estuviese bien puesto. Las mangas grises estaban bien, igual que el delantal que su madre le había hecho, la falda caía ampliamente a sus anchas y el corsé estaba bien sujeto. Acomodó un poco su cabello negro y se dirigió a la puerta principal, la cual abrió con un poco de esfuerzo debido al peso de la misma. Al salir volteó a ver la ventana del estudio, las cortinas estaban cerradas...entonces fue al mercado recorriendo el camino que hacía un rato había cruzado.

-Samantha...- dijo un hombre de cabellos negros y ojos azules, mientras observaba por la ventana la figura de la chica irse...

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Este es mi primer fic de Danny Phantom, y aquí lo que les traigo es el prologo, espero que les guste.