De acuerdo, les voy a decir como es la cosa… este finc no es mío, quiero decir que la idea no ha sido mia sobre la trama de la historia (y no se como se llama el tio o tia que lo escribió porque retiró el finc y no copié su nombre) por lo que he hecho un esfuerzo en ser fiel a la historia pero agregandole ideas mias tambien.dejo dicho desde ya que la historia original no es mía. Dejen su opinión porfa y dependiendo de ellas veré si la continuo o no…


No Deberíamos

Cap.1

No debería

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Oscuras nubes cubrían el cielo, creando una densa niebla al mismo tiempo en que Inuyasha alzaba victoriosamente a Tetsusaiga en el aire. "Toma eso Naraku! Nadie puede hacerme frente ni a mi ni a mi espada!" Aquel odiado monstruo se había ido hace ya un tiempo, pero Inuyasha no podía quitarse de encima la sensación de que éste se encontraba por algún lugar. Echando un último vistazo a los restos de su oponente, otro de los subordinados de Naraku, Inuyasha sonrió petulantemente mientras sacaba el fragmento de la perla ensangrentado y rodeado por un aura brillante y rosada. La victoria no duró mucho, al oír el gimoteo de Kagome en el momento en que Miroku le ayudaba a ponerse de pie. "Kagome!" Con su rapidez de demonio ya se encontraba a su lado en solo un segundo, asegurándose de que no tuviera heridas o fracturas. Cuando cogió su mano, ella se quejó inmediatamente por el dolor.

"No hagas eso, duele!"

Inuyasha resopló. "Niña estúpida, no se supone que se sienta bien cuando te tuerces la muñeca. Tendremos que llevarte donde Kaede, vamos." Él se arrodilló y la acomodó en su espalda, esta vez teniendo cuidado con su mano.

Sango se encontraba a unos pocos metros del grupo, limpiando con un paño su katana ensangrentada. Nadie aún le había preguntado si se encontraba bien. Pero después de todo, ella era una exterminadora, así que naturalmente ella estaría en perfectas condiciones. No es que así eran las cosas? Sango supuso que estaba bien, a pesar de los pocos rasguños que tenía en sus antebrazos y piernas. Pero no pudo evitar desanimarse sabiendo que debería cargar su Hiraikotsu, el cual agregaría mas peso a sus músculos que ya sentía cansados. Quejándose solo le estaría dando a alguien más la carga, o recibiría una reprimenda por parte de Inuyasha, y tampoco quería eso. Sango suspiró y ato partes de su único kimono sobre sus heridas. Unas pocas ya estaban sangrando a través de la tela. Solo podía esperar que nadie lo notara. "Vamos Kirara." Le susurró a la pequeña demonio y la tomó en brazos. Pobrecita, pensó. Había múltiples cortes en el cuerpo de la gata, prohibiéndole transformarse para transportarla.

"Vienes Sango?"

Sango sacó una pequeña bolsa que mantenía oculta bajo sus ropas y miró hacia donde se encontraba el resto. Se dio cuenta de que Miroku se dirigía hacia ella con una leve cojera. Si podía ayudar a Kirara a sanar más rápido, tal vez podría ser capaz de cargarlo.

"Sango?"

"Voy Houshi-sama." Abrió la pequeña bolsa que contenía una crema y la esparció sobre las heridas de la gatita mientras el monje la observaba.

"Que es? Un remedio de Kaede?"

Sango asintió mientras que Kirara ya se iba recuperando. Tal vez ahora la pequeña demonio podría transformarse. "Tenga, use esto en sus brazos. Debería ayudar con el proceso de recuperación." Dicho esto vio que Kirara se encontraba ahora transformada, pero aún sin recuperar toda su fuerza. "Siéntese en ella hasta que se haya recuperado. Tiene suficiente fuerza como para llevar un pasajero."

Miroku le echó un vistazo a los brazos y piernas de Sango. "Que hay de ti?"

Sango puso un poco de la crema en la mano del monje. "No se preocupe, me encuentro bien. Yo ya me puse un poco hace un rato." Mintió, sabiendo que si utilizaba la crema, no habría suficiente para el resto. "Le voy a llevar un poco a Kagome."

Miroku cuidadosamente se montó en Kirara mientras observaba como Sango caminaba hacia la joven miko. Seguro, ella había dicho que estaba bien, y aparte de las pocas heridas visibles que había recibido, no parecía estar muy lesionada. Pero el monje se preguntó que le estaba escondiendo la exterminadora.

"Toma Kagome-chan, traje un poco solo por si acaso." Kagome bajo su mirada desde donde su cabeza descansaba en los hombros de Inuyasha. "Esa fue una buena idea- Oh Sango estás sangrando!"

Sango miró su cuerpo con despreocupación. "Sí, lo sé." Había sentido como la sangre corría por su pierna hace ya un rato. "No te preocupes por ello. La medicina debería hacer efecto muy pronto de todas maneras."

Kagome asintió, pero aún miraba las piernas de Sango. E Inuyasha, quien había estado callado durante toda la conversación, sin que nadie se diera cuenta olfateó el aire. El remedio tenía un aroma un tanto penetrante, y el único aroma parecido que podía detectar en Sango provenía de sus dedos.

"Aún queda un poco más Inuyasha." Dijo Sango, observando el brazo ensangrentado del muchacho.

"Keh. De ninguna manera usaría esa basura humana." Dijo mirándola fijamente. "Apesta."

Sango le dio lo poco que quedaba de la crema a Kagome como si estuviese desafiando al hanyou por no usar el resto en ella. Él sabe que yo no la usé. Pensó ella. Con su sentido del olfato...

Inuyasha apresuró al grupo para que siguieran su camino, con él, claro, a la cabeza y una somnolienta Kagome en su espalda. Sango deseaba poder dormir, ella iba en la parte trasera del grupo. Su Hiraikotsu parecía estar más pesado de lo que ella recordaba. Y su respiración se agitaba cada vez más. Intentaba no jadear tan fuerte, asustada de que Inuyasha la oyera y regañara por ir retrasándolos. Los párpados de Sango permanecían medio abiertos, mientras ella luchaba por ignorar el calor del líquido que fluía e iba cubriendo su pierna, mientras que el resto de sus heridas gritaban por reconocimiento. Vamos Sango tú puedes hacerlo. Eres una exterminadora. Eres fuerte. Se tropezó con una piedra y terminó por caer al suelo lo cual hizo que su Hiraikotsu cayera también sobre su espalda.

"Sango." Miroku la llamó desde el lomo de Kirara provocando que Inuyasha y Kagome se voltearan a ver que ocurría.

"Estoy bien, estoy bien." Intento reafirmar, pero Inuyasha no se lo creyó.

Quitó a Kagome de su espalda y se dirigió hacia donde se encontraba la debilitada exterminadora. "Deja de actuar como si estuvieras bien y dame esa estúpida cosa."

Sango se quedó mirándolo, luego a su Hiraikotsu, y de vuelta a él. "Pero tienes que cargar a Kagome-"

"No te preocupes Sango-chan. Puedo caminar." Kagome sonrió, pero no mirándola a los ojos. En su interior estaba celosa de Sango, celosa de la atención que estaba recibiendo de Inuyasha, aún cuando sabía que no debía estarlo.

Sango, resignada le entregó su arma y observó como Inuyasha fácilmente lo pasaba por entre sus hombros. "Gracias Inuyasha, se estaba poniendo un poco pesado-" Fue callada por el hanyou en el momento en que éste la alzo en sus brazos. "Que-que estás haciendo?! Bájame!" Sango luchó contra él y rozó la tela del haori de Inuyasha contra su piel herida.

"Cálmate o te dejo caer!"

Sango le dio una seria mirada. "Nada me encantaría más."

"Um..." Miroku tosió fingidamente. "Sango puede ir en Kirara y yo puedo ir caminando-"

"Con esa penosa pierna? Solo nos retrasarás a todos. Yo la cargaré y eso es todo." El monje lo miro de manera sospechosa. "No es como si me gustara o nada de eso! Así que deja de verme de esa manera Houshi!" Dijo Inuyasha a la vez que afirmaba más firme y apretaba a la chica en sus brazos. Inclinándose hacia ella, para que solo Sango pudiese oírle, susurró con aspereza, "Quédate quieta. Será más rápido de esta manera."

La taijiya, quién miraba con odio la manera en que el hanyou hablaba de ella como si no estuviese allí presente, se detuvo y dirigió su vista hacia Miroku y Kagome. Estaban agotados. Ella bajó su cabeza avergonzada. Si cualquier cosa les sucedía sería su culpa por retrasarlos. Mi culpa... Kohaku...

Inuyasha movió a Sango en sus brazos y revisó sus heridas. "De acuerdo vamos. Tendremos que acampar pronto. Parece que va a llover."

Kagome aminoró su paso para ir a la par con Kirara. Sujetó su muñeca contra su pecho y no pudo evitar que su garganta se apretara ante la vista de Inuyasha y Sango juntos. Miró a Miroku, intentando leer sus pensamientos.

Lentamente el monje se dio cuenta de que tenía audiencia y miró a la solitaria miko. Sonrió suavemente. Pobre Kagome. Era cierto que él sentía celos de Inuyasha, y deseaba ser él quién sujetara tan de cerca a Sango, Miroku sabía que eso no resultaría. Su pierna evitaba cualquier cosa de esa índole. Y Kagome...

La joven mujer arrastraba sus pies en el suelo, pateando las piedras que encontrara. Miroku supuso que Kirara era lo suficientemente fuerte como por lo menos llevar una persona más. Se inclinó y tocó el hombro de la muchacha, y cuando ella dirigió su vista hacia él, le ofreció su mano.

"Gracias." Murmuro ella, y con la mano que se encontraba bien, consiguió subirse en Kirara.

Miroku la situó enfrente de él y aprovechó la oportunidad de poner sus brazos al rededor de su cintura. Se sorprendió cuando, pasado un tiempo, Kagome se inclinó contra él, dormida, permitiendo que su cabeza descansara contra el cuello del monje. Él solo deseó que sus manos se comportaran y sonrió ligeramente mientras la chica roncaba suavemente.

Inuyasha había estado observando toda la escena por la esquina de sus ojos, y sintió como los músculos de sus manos se tensaban ante el pensamiento de Kagome en los brazos de ese pervertido. Por un momento se había olvidado totalmente de la otra chica, la que se encontraba en sus brazos. Pero cuando ella se movió para acomodarse, todo chocó nuevamente contra la realidad. Inuyasha frunció el entrecejo. Había sido él quién bajo a Kagome de su espalda y ayudó a la taijiya. Él la había dejado, no viceversa.

Sango acomodó su rostro contra el pecho del hanyou, dormida. Una de sus manos había, inconscientemente, apretado la tela de su haori. Solo por un momento Inuyasha pensó que se veía completamente inocente, como una niña pequeña. Pero no que toda la gente se veía así cuando dormía? Se preguntó si sus instintos de demonio habían detectado aquella inocencia infantil en ella, y le habían hecho tan protectivo. Supuso que tenía un poco de sentido. Que demonio conocía que había adoptado una pequeña niña porque había detectado aquella 'inocencia infantil'? Sesshoumaru. Inuyasha luchó por reprimir una carcajada. Su medio hermano era la última persona en la tierra que haría aquello, pero entonces, cómo alguien podría explicar la presencia de la pequeña niña que le acompañaba. Cuál era su nombre? Rin? Inuyasha suspiró internamente. Tal vez estaba suponiendo muchas cosas. Sango luchó con él en contra de Naraku. Ella arriesgaría su vida solo por salvar la de él. Porqué no debería ser él protector con ella?

Por qué no debería serlo? Se preguntó a sí mismo, pese a ya saber la respuesta. Sango suspiró suavemente y presionó más fuerte su rostro contra su pecho. Inuyasha soltó la mano de la exterminadora de su ropa y miró como sus delgados dedos se juntaban y apoyaban en su pecho. No puedo ser tan protector.

Porque yo ya he prometido proteger a alguien más.