NOTAS DEL FANFIC

AUTORIZACIÓN: Las únicas páginas web donde tengo subido el fanfic es en Fanfiction. net con el usuario 'nlilium' y en AmorYaoi con el usuario 'Noelia16'.
Si el fanfic lo encontráis en cualquier otro lugar, sea Wattpad, foros, blogs, etc no tienen mi permiso para publicarlo (porque tampoco han intentado ponerse en contacto conmigo) ni mi bendición (ironía)
Estaría de maravilla -y de principio básico de respeto u.u- que si se os ocurriera difundir la historia por otros lugares porque simplemente os gusta mucho me lo comentarais y esperarais mi respuesta, puesto que quizás el lugar donde lo queráis poner yo ya tenga una cuenta preparada para empezar a subir allí estas historias en un futuro, como pasa en Wattpad (usuario: nlilium. No hay nada publicado)

¡Gracias por entenderlo! Y si no... ¡gracias por no hacerlo!
PD: La historia sigue escribiéndose... (21/03/2017)

Actualización: He decidido que empezaré a actualizar la historia una vez la haya acabado por mi cuenta. Como hoy por hoy mi primera prioridad son los estudios y estos no me dejan demasiado tiempo libre, voy a tardar mucho en empezar a subirla. Y por mucho me refiero a que pueden llegar a pasar un año o los que necesite tanto como para desarrollarla y acabarla como para estar satisfecha con la historia final. ¡Muchas gracias por vuestro apoyo y espero que comprendáis mi situación! :3

Disclaimer: Los personajes pertenecen a J.K. Rowling. Si tuviera su fortuna haría de éste mundo, un mundo más gay (wiiiiii)

Subiré cada semana dos capítulos los miércoles y sábados.

Puntos importantes: La historia comienza en Navidades y, como es normal, irá siguiendo durante el curso complicándose la trama y llegando a salir de la escuela. La edad de Hermione, Pansy, Daphne, Harry, Draco, y los de su curso es de 17 años. A partir de ahí; Ginny, Luna, 16; Cho y varios personajes del Ejército de Dumbledore y la Brigada Inquisitorial los dejo en los 18, y alguno hay de 19 que le reduzco un año para que puedan salir en el fic.

-Se sitúan en un Hogwarts dirigido por Umbridge (es decir, como si el quinto libro fuera el séptimo en este fic), utilizo muchas referencias de los libros (las películas parece que se hayan creado aparte de ellos) y algunas las sigo, otras me las paso por ahí que para algo soy mía -lo sé, con dos ovarios-, pero nada va a chirriar, todo proviene del mundo mágico y sigue su secuencia temporal, tranquilos (que os cuidaré muy bien). Ah, sí, todos los protagonistas principales son homosexuales, que ya que en los libros normales se esconden bajo las piedras pues hay que aprovechar los fanfics para dominar el mundo.

Advertencia: Más adelante aparecerán insultos, escenas de tortura, sexo y muertes. Aparte, si no te sientes cómodo/a leyendo las afortunadas y desdichadas aventuras de lesbianas y gays divinos de la muerte, no continúes este fic. No va en broma, son demasiados divinos para ti.

Muy importante: Mimo con mucho cariño mis escritos, una vez acabado cada capítulo lo repaso varias veces para corregir faltas. Evidentemente, escribo por intuición y segurísimo de que me dejo varias. Pido perdón por adelantado puesto que no tengo un Betareader.

Parejas: Pansy Parkinson/Hermione Granger; Ginny Weasley/ Daphne Greengrass; Harry Potter/ Draco Malfoy; Cho Chang/ Luna Lovegood; más. Y los personajes que tendrán algo que ver en la historia serán muchos y habrán varias parejas homos (of course) que tendrán mucho que ver con la trama.


Primeros pasos

Los primeros pasos que Hermione dio fueron para salir del Gran Comedor vacío con el regalo de Navidad de Ginny en brazos. Eran fiestas navideñas y, como cada año, la mayoría de las familias o, si más no, las que carecían de problemas, se reunían para olvidar los incesantes movimientos de Lord Voldemort. Ron se hallaba junto con su hermana y Harry en la madriguera, y de los demás no tenía información.

Apretó contra su pecho el regalo (un libro sobre curiosidades de magos famosos por sus descubrimientos) y exteriorizó un sonoro suspiro a medida que el paisaje que dejaba ver el portón que daba a los jardines se ampliaba. Acariciando el lomo del libro, maldijo por quinta vez a los jefes de sus padres.

—¡Eh! Vigila por dónde vas, inútil.

Hermione dio un brinco hacia atrás y miró sobresaltada a la joven que leía la revista Corazón de Bruja en la salida al jardín de Hogwarts acurrucada entre una estatua y la pared, pero con las piernas estiradas y cruzadas.

—No deberías de estar sentada en medio de un sitio por donde pasa gente, Parkinson. Quizá si hubieras elegido leer la revista (que por cierto podrías estar leyendo un libro más útil para los exámenes que esa basura llena de rumores) en otro sitio más idóneo, como la biblioteca, no habría estado a punto de pisar tus pies.

Pansy Parkinson la miró por encima de su entretenimiento y alzó una ceja, enmarcando la expresión de "ya está aquí la lista que lo sabe todo"

—¿Y qué te parece si empiezas tú por no estar ausente ni caminar como si fueras la única en este mundo?

Hermione se mordió la lengua. No podía quejarse, Parkinson tenía razón. "Por primera vez", pensó molesta. Vio cómo Pansy negaba con la cabeza y regresaba al mundo de las letras. Acto que la Leona vio mal. Ya notaba cómo su garganta ansiaba escupir palabras hasta que la falta de aire le obligara a parar.

—¿Por qué no estudias y dejas esa revista? Te iría mejor en los exámenes y no tendrías que ir amenazando a otros alumnos para que te hicieran los deberes, porque, aunque tú no estés enterada o ignores el hecho, Hannah Abbott ya tiene suficiente con que no se le caiga el pelo por el estrés que le suponen los exámenes como para que se preocupe por tus deberes. Bueno — para contar con una mano, se descruzó los brazos que mantenía fuertemente apretados contra su pecho y el libro, el cual lo aguantó debajo de su axila—, tus deberes, los de Millicent Bulstr-

La Slytherin suspiró de mala manera interrumpiendo el sermón. Se levantó, asesinó con la mirada a la Leona y se adentró al castillo unos metros para sentarse en las escaleras. Hermione, al no entender el porqué se había alejado y pensando que era por el frío, la siguió dispuesta a convencerla.

—Como te estaba diciendo-

—Oye —cortó molesta—, si me he ido es para que no me hablaras, ¿o acaso no lo entiendes? —echó un vistazo a la expresión de Hermione—. Está claro que no.

Hermione levantó el rostro y, con malabares, evitó que el libro se le cayera al suelo. Una vez lo alcanzó al vuelo, estrechó el libro contra su pecho con un ligero rubor por la vergüenza de haber mostrado su torpeza e indignada a más no poder.

—Estudia —ordenó irritada—. Algún día me lo agradecerás, aunque tengo las mismas esperanzas de escuchar salir de tu boca un "gracias" dirigido a mí, que Barnabás el Chiflado resucite y acabe de enseñar a bailar ballet a los trolls.

Y dicho eso, se alejó a paso ligero. Pansy la vio marcharse como si fuera la gemela de Luna Lovegood. "Menuda loca de remate", murmuró por lo bajo, sacudiendo lentamente la cabeza.

Durante eternos minutos, Pansy Parkinson observó a la joven alejarse hacia las afueras y después dudó realmente en si dejar la revista de lado. Quizás, pensó ella, era la mezcla de resignación y desespero de Granger por hacerla reaccionar.

Dirigió lentamente su vista a la fotografía en movimiento de una famosa bruja creadora de pociones y, poco a poco, comenzó a leer las primeras palabras. Le costaba demasiado, no podía llegar a concentrarse por la reprimenda anterior. Tiró la revista lejos de ella y se acurrucó enfadada "Maldita Granger, siempre metiendo sus narices donde no la llaman".

Se calmó mirando la lejana revista mientras pensaba en si repasar los apuntes o no. Decidida, se levantó, la recogió del suelo y, ahí mismo de pie, la abrió con la mente más clara y sin la orden de la prefecta. Su lectura retornó a la velocidad normal en el primer instante.

Hermione observó dudosa la salida por la cual había pasado. Desde aquellos matorrales podía distinguir la figura de la Slytherin de pie. Suspiró. Si hubiera caído en la cuenta de que afuera había una friolera ventisca, no hubiera salido para nada. Pero ahora no podía volver mientras estuviera allí su enemiga.

El orgullo de Leona enfadada estaba presente en aquellos momentos, y eso, lo odiaba. Se acomodó a la vez que intentaba acumular calor corporal y esperó a la decisión de la Serpiente. Por desgracia suya, ésta se sentó entre la columna que formaba el arco de entrada y una estatua de piedra, a resguardo del frío. Soltó un quejido de frustración mientras observaba cómo Parkinson volvía a estirar sus piernas, cruzaba los pies, y movía uno de estos como si siguiera el ritmo del villancico que se lograba oír a la lejanía. Seguramente sería Nick Casi Decapitado cantando distraídamente por el Gran Comedor.

Hermione quiso morir, ahora ni siquiera podía moverse, puesto que Parkinson la vería salir de entre los arbustos y se burlaría hasta finales de curso. Supuso que "ratón de campo" o "Doña jardinera" serían los nuevos motes. Fastidiada, arrancó una flor y la volvió a colocar arrepentida de la acción. Sin duda, aquella mañana iba a ser muy larga.

"Se descubre un nuevo símbolo que servirá para descifrar nuevos textos de...". Bla, bla, bla, Pansy se burló y giró página.

"Nueva integrante en el grupo de Las Brujas de Macbeth". La serpiente se concentró en la noticia y apoyó el hombro en la pared. "Es guapa" calificaba, "le falla la nariz, aunque su estilo de vestir es bueno" Asintió al aceptar a la nueva integrante y pasó de hoja, dispuesta a devorar nuevos temas de conversación.

Media hora tardó Pansy en levantarse. Estiró su cuerpo todo lo que pudo y bostezó admirando el paisaje. Llevaba nevando quince minutos. Apoyó satisfecha sus manos en la cintura y decidió, en su interior, dar más tarde un paseo bajo la lluvia congelada con capas y capas de ropa. Sonrió ilusionada. Y al segundo, se percató de que, a lo lejos, la profesora Sprout regresaba al castillo después de haber cuidado durante varias horas las plantas de los Invernaderos y se protegía de la nieve con un simple hechizo que lograba que los copos resbalaran de su ropa.

Pansy se giró sobre sus talones, hasta que un sonoro estornudo hizo que se fijara de nuevo en el paisaje. Extrañada, siguió a la débil tos y encontró, acurrucada tras unos arbustos, a una despistada Granger con la nariz y las mejillas rojas por el frío, tiritando sin parar y con el libro encima de su cabeza como si se tratara de un paraguas. La primera reacción de la Slytherin fue prestarle su abrigo pero la rechazó por costumbre, evitando parar las sonoras carcajadas de alborozo e incredulidad.

Esa mañana, para Parkinson, fue perfecta. Le habían sentado estupendamente el relax a solas y aquellas risotadas, a diferencia de la Gryffindor, que en aquellos momentos no sabía dónde meterse. Humillada y avergonzada, empujó a Pansy para entrar al castillo.

El agarre a su brazo se lo impidió.

—Toma —dijo la Serpiente, todavía riendo. Le aproximó su abrigo—. Espero que no te escondas debajo de él para que no te vea.

Y de nuevo, un aluvión de carcajadas contrastaron con el solitario paisaje. Hermione rechazó la ropa de un manotazo y se alejó. Pansy, después de secarse las lágrimas, la siguió brincando. Durante el trayecto, la situación se calmó y la Serpiente consiguió colocar el abrigo en sus hombros. Hermione volvió a rechazarlo.

—Ahora es cuando me dices que no tienes frío —se burló la Slytherin, insistiendo.

—Déjame.

—No tienes dignidad ya, así que no hagas tonterías.

Hermione calló y dejó que Parkinson la alcanzara.

—Te creía más inteligente, Granger, ¿salir en pleno invierno sin abrigo, en serio? Quiero decir, pfff, podrías haber usado un hechizo al menos, digo yo, que según vosotros los tontos del colegio somos los Slytherins.

Hermione volvió a acelerar apretando los puños. Contestarle que no se había atrevido a usar la magia por miedo a que la luz de los hechizos revelara su posición no entraba dentro de sus planes.

—Vale, vale, ya paro, Granger.

Anduvieron unos minutos en tensión: Hermione en guardia por si Parkinson volvía a burlarse, y la Serpiente sonriendo con descaro, dispuesta a mofarse una vez más en cuanto pudiera.

—Bueenoo... —Pansy dirigió su fingida mirada inocente hacia un lado, sin parar de sonreír. Hermione respiró preparada para atacar—. Hace buen tiempo, ¿no crees? Un poco de fresco pero se puede soportar si se tiene sentido de la supervivencia... O se es un pelín inteligente, ¿sabías que los idiotas de los trolls saben diferenciar el frío del calor? Ya me temía que no, ese rasgo es una característica de seres sutilmente evolucionados, característica que careces, por cierto.

Se agachó al instante en el que su abrigo fue estampado contra su cara. Rió una vez más y quiso parar al ver el rostro de enfado de la Leona. Su expresión asesina no era nada graciosa, incluso cualquier Slytherin pararía al verla, pero Parkinson no lo hizo. Ni siquiera ella misma supo el porqué. Sabía que no era por arrogancia, ni por orgullo reptil, simplemente no podía controlar su risotada.

Hasta que un bofetón la calló.

Se quedó quieta, sin sonreír ni mostrar cualquier mueca que exteriorizara lo que sentía en aquellos momentos. Quizás era que la sorpresa no la dejaba reaccionar.

Pansy, sin regresar al puesto inicial, puesto que tenía la cara girada por el golpe, la miró de reojo y vio cómo en el rostro de su agresora pasaban diferentes sentimientos. Del enfado, al arrepentimiento. Advirtió los pasos confusos de Granger hacia atrás, hacia las escaleras dispuesta a correr por miedo a una represalia. Pansy no supo qué hacer, si decirle algo para romper la tensión o hacer lo que Doña perfecta esperaba, devolverle el golpe.

De una cosa estaba segura, y era que en esos minutos nunca antes había tenido tantas sorpresas juntas, porque ahora estaba desconcertada al dudar en si comenzar una pelea, cosa que si hubiera sido otra persona, la hubiera atacado al segundo. Pero no era cualquiera, era Hermione Granger, y si alguien como ella te llegaba a atacar, un buen motivo habría.

Sí, era eso, pensó Parkinson, el simple hecho de que, por una vez, había cruzado el límite de la paciencia de la Leona, y eso era un hecho que la confundía. Y por supuesto, no hacía falta mantener una reputación en un lugar donde no se encontraba nadie.

Aun así, al ver que la come-libros empezaba a girarse para huir rápido, le agarró del cuello de su túnica y la obligó únicamente a mirarla a la cara, a los ojos. O a la nariz, que era donde estaba mirando Granger por el miedo de descubrir qué encontraría en aquellas pupilas.

La soltó y mantuvo una posición rígida. Hermione la interpretó como un "Vete ahora mismo y olvidaré lo que ha pasado". La Leona suspiró al tiempo que se alejaba y, justo en el momento en que pisaba un escalón hacia su preciada seguridad, notó un tirón en la falda. Al girarse agachada para no caerse, recibió un ligero golpe en su cabeza como advertencia.

—Has tenido suerte de que no haya nadie, la próxima vez acabarás en el suelo con el uniforme roto y sangrando.

—No era mi intención golpearte tan fuerte. Fueron los nervios y el momento, quiero decir, llevaba mucho tiempo pasando frío para que no te burlaras y después me encontraste y-y... Lo siento, sé que no tiene excusa...

—Ya, puede que "sin querer" algún día acabes mal. No soy Draco, yo no me voy así por las buenas por haber recibido un golpe tan muggle. Si recibo uno, devuelvo otro, y si hace falta empiezo un duelo aunque acabe mal ¿Te ha quedado claro, Doña Jardinera?

Asintió. Y en cuanto Parkinson volvió a dejarla libre, se precipitó hacia su Sala Común hasta la hora de la comida.

Pansy sólo suspiró observando con el ceño fruncido lo rápido que subía las escaleras. Se la había jugado bastante en aquella amenaza. Tenía la leve sospecha de que si Granger no se hubiera sentido culpable ni nerviosa por no haberse controlado, habrían tenido en pleno Vestíbulo un precioso duelo.


Tened paciencia con la lentitud de la historia: ellas dos son enemigas desde años, necesitan una base firme de confianza antes de que reconozcan lo que sienten (y hagan cosas perverts.., porque las harán :3)

Los reviews siempre son muy bienvenidos, dan muchísimos ánimos de seguir publicando historias ^^