Prólogo de Katara, Libro I Agua
Agua, tierra, fuego, aire. Mi abuela solía contarme historias de tiempos antiguos, aquellos tiempos de paz en que el Avatar mantenía el equilibrio entre las tribus Agua, el Reino Tierra, la Nación del Fuego y los Nómadas del Aire. Pero todo cambió cuando la Nación del Fuego atacó. Solo el Avatar era capaz de dominar los cuatro elementos, sólo el podía detener a los despiadados maestros fuego. Pero cuando el mundo más lo necesitaba, el Avatar desapareció...
Pero esa no es toda la historia. Más allá del desierto, de donde solo se contaban viejas leyendas y cuentos, se levantó una nación, forjada de acero y humo. No sabíamos de dónde venían, quienes eran, o qué querían. Con gran velocidad, empezaron a consumir toda la tierra a su paso, levantando grandes murrallas y creando nuevas y desconocidas armas. Cuando el Señor del Fuego Sozin invadió la ciudad de Han Tui, con su moderno ejército y sus horribles tácticas, parecía que se iba a alzar con la victoria. Sin embargo, en el último minuto, legiones y legiones de la nación desconocida atacaron, con máquinas desconocidas y la fuerza de la sorpresa, dándole la victoria al Reino Tierra, haciendo que el Señor del Fuego tuviese que huir. Y cuando parecía que el balance volvía al mundo, eso pasó.
Volvieron su espalda contra el Reino Tierra, conquistaron el Sur y se proclamaron a sí mismos, el Rukerreich. De allí, la Nación del Fuego volvió a atacar, esta vez con más suerte, y el Rukerreich se mantuvo neutral, en las sombras de su desierto y tierras, sin deseos de ser molestados más. Nadie sabe mucho de el Ruk, nadie habla con ellos y se habían convertido en leyendas de otro tiempo. Sin embargo, el destino es confuso. Hace un año, una nave que decía ser del Ruk se llevó a mi hermano y a mi padre, llamándolos a un consejo de guerra. Mi hermano era apenas un chico, pero papá decidió llevarlo a él, y me dejó a cargo de la tribu con Gran-Gran. Soy la última maestra agua del Polo Sur, la última de mi tribu aquí.
