Hola.
Este es uno de los primeros fics de Inu-Yasha que hago, llevo ya 5 capítulos. Son muy cortos para mi gusto, así que intentaré subirlos usualmente. La página se come los guiones y algunos signos de exclamación e interrogación, así que si véis que falta alguno probablemente sea que se me ha colado arreglarlo.
Espero que os guste y que me ayudéis a mejorar.
Capítulo 1. Una gran batalla.
Inu-Yasha saltó furiosamente contra las decenas de monstruos empuñando su espada con ambas manos. Miroku no podía usar el maldito agujero de su mano derecha, ya que las avispas de Naraku seguían sobrevolando la zona.
Uno de los violentos seres, de ojos pequeños e hinchados, se separó de su grupo. Su piel amarilla macilenta se arrugó y dejó escapar por todos sus poros un tipo de niebla muy espesa. Veneno. Curiosamente, no se dispersó, sino que se dirigió directamente al medio-demonio. Inu-Yasha respiró confiado, creyendo que no le afectaría, dispuesto a atacar, pero comenzó a toser. ¿¡Se había envenenado!?
Kagome sacó una flecha, tensó el arco, y disparó. A Inu-Yasha. Éste revivió su dolor con Kikyo, las imágenes le pasaron lentamente, como en un sueño. Y un pequeño y casi imperceptible dolor en el hombro lo hizo reaccionar; además respiraba mucho mejor… Miró momentáneamente a Kagome y comprendió que gracias a ella el veneno se había evaporado por una de sus flechas purificadoras, y además la punta de la misma estaba torcida para no hacerle daño…
El medio-demonio sonrió con maldad y despedazó a su adversario con sus garras. Los pocos demonios que quedaban estaban demasiado heridos para presentar algún problema y huyeron. Se acabó, por fin.
- Vaya… - Kagome suspiró – Inu-Yasha¿estás bien?
- Sí¿y tú? – lo preguntó con preocupación, acercándose a ella.
Últimamente Kagome se metía mucho en las batallas, aunque no podía negar que su ayuda le resultaba indispensable.
- Bien, bien, sólo tengo algún que otro rasguño.
Shippo avanzó a saltos hasta Kagome e Inu-Yasha, que se habían sentado en el suelo, apoyados el uno en el otro, exhaustos.
- No lo entiendo – dijo con su vocecita infantil -, los avispas siguen por aquí.
- ¿Qué¡¡Naraku¿¡Dónde estás, desgraciado!? – gritó el hanyou con rabia, levantándose de un salto.
- ¡Al suelo!
- … Kagome. ¿¡Se puede saber qué demonios haces!? – reclamó girándose.
Sin que apenas se diera cuenta, vio a Kagome acercándose más a él. La chica le tocó la frente con suavidad y él enrojeció.
- Estás débil ahora… No quiero que te pase nada; debemos curar esas heridas primero…
Inu-Yasha apartó la mirada.
Y entonces lo olió. Aquel olor tan familiar y a la vez tan odiado, que se acercaba a muchísima velocidad hacía el claro donde se encontraban.
- Maldito sea… ¡Huid de aquí, ya! – exclamó, mirando alrededor.
- ¿Qué pasa? – inquirió Kagome.
- ¡Viene Sesshomaru¡¡Miroku¡¡Cuida a Kagome!!
Kagome, extrañamente, empezó a correr junto al monje y al pequeño demonio zorro, sin oponer resistencia, hasta que llegaron a los árboles cercanos.
- ¡Divina Kagome, estamos muy cerca¡Debemos irnos!
- No pienso dejarlo solo – susurró, en un tono muy serio.
- Kagome…
La joven de cabello color azabache se apoyó en un tronco y preparó sus flechas todo lo rápido que pudo, mientras pensaba en cómo estarían Sango y Kirara.
A muchos kilómetros de allí, Kirara rugió. Ella y Sango estaban en esa montaña, con Kaede, y mientras ella descifraba el mensaje grabado en la roca, la exterminadora batía cualquier demonio que se acercara, atraído por el fuerte poder mágico que emanaba de la cueva.
Entretanto, en el claro del bosque, Inu-Yasha pensaba. "Estoy agotado… ¡Mierda! No sé si podré con Sesshomaru… Maldito..."
Y de repente llegó; una figura alta, de cabellos plateados más largos aún que los de Inu-Yasha, con un aire vagamente parecido. Llegó caminando, junto a su fiel siervo Jaken. Llevaba arrastrando su espada y la piel de perro en su hombro derecho, como siempre. Sonrió. Un escalofrío recorrió la espalda de Shippo, que observaba desde la copa de un árbol. Justo debajo, Kagome estaba lista para disparar.
- Miroku… ¿Puedes encargarte de Jaken?
- Claro… - aceptó el monje, algo sorprendido – Tengo ganas de machacar a ese enano verde – acabó, cerrando los ojos de forma mística.
- ¿¡Qué quieres ahora, desgraciado!? – dijo Inu-Yasha, escupiendo las palabras.
Muere.
Sesshomaru se lanzó a pocos centímetros de su hermano, haciendo que retrocediera con pasos algo torpes por sus heridas.
- ¡Ahora sentirás el poder de la Tessaiga!
Inu-Yasha blandió la espada, y Sesshomaru la paró con un simple movimiento de brazo.
- ¡Inu-Yasha está muy débil! – murmuró con crispación Kagome, tensando el arco y apuntando.
Parece que Sesshomaru bloquea los ataques y lo agote, pero no le golpea…
La flecha de Kagome salió con energía e increíblemente, Sesshomaru no logró evitarla. Lo traspasó por el pecho como un rayo de luz y lo hirió ante su mirada atónita. Indudablemente le hizo daño, porque Sesshomaru escupió algo de sangre, pero la ignoró deliberadamente y alzó una mano en dirección a Inu-Yasha. Éste le volvió a agarrar por uno de los brazos, intentando herirle por detrás, pero su hermano lo empujó y el medio-demonio salió disparado hacía atrás, colgando en el aire, inmovilizado.
- Qué… ¿qué… me has… hecho? – dijo Inu-Yasha, intentando moverse con todas sus fuerzas.
Sesshomaru sólo sonrió de medio lado. Cerró el puño e Inu-Yasha se retorció de dolor.
- ¡¡¡Suéltale!!! – y Kagome volvió a disparar, furiosa, y la flecha fue tan veloz que volvió a acertar. Inu-Yasha cayó al suelo terriblemente dolorido.
- ¡Maldita humana!
Fue hasta Kagome y la agarró del cuelo con una sola mano, y la elevó. Shippo y Miroku se lanzaron hacía él, pero Sesshomaru soltó una onda de energía y salieron despedidos.
Kagome estaba enrojeciendo por la presión, se iba a ahogar si continuaba así… Inu-Yasha no dejaba de dar gritos, maldiciéndole y diciéndole que la dejara, que lo iba a matar, y arrastrarse hacia él todo lo rápido que podía, pero no llegaría a tiempo.
- ¡¡Sesshomaru!!... Te… te lo suplico – pidió, desesperado.
Kagome dejó de dar patadas. Sesshomaru paseó la mirada por todos, clavándose un instante más en su hermanastro, sorprendido por su súplica, y soltó a la estudiante. Ella cayó y comenzó a toser, frotándose el cuello…
- Todavía no moriréis.
Y Sesshomaru se fue planeando, seguido de un magullado Jaken.
Notas de la autora:
Bueno¿qué os ha parecido? Muy breve¿verdad? A partir del quinto intentaré alargarlos más.
Muchas gracias por leer el fic.
