Alix estaba esperando otra cosa. No es algo que admitiría, pero estaba pensando otra cosa.

"Te hare sudar y ver las estrellas..."

Definitivamente, Kim era muy literal. Pensaba Alix mientras corría detrás de él haciendo una mueca de desagrado.

"Te hare sudar y ver las estrellas..."

Su cara se había puesto roja por esas palabras y habían vuelto a su color original, cuando no era lo que creía.

"Te hare sudar y ver las estrellas..."

Últimas palabras de Kim antes de llevarla a Alix a correr a las tres de la mañana.

—¿Qué pasa, ya te cansaste?—preguntó divertido su novio, corriendo en reversa—Te daré un premio si ganas.

—¿Hacerme sudar y ver las estrellas?—ironizó.

—Si tú quieres...

—¡Ya lo estoy haciendo! —exclamó sintiendo como el líquido bajaba por su sien y las estrellas estaban muy brillantes esa noche.

—Hablo de otro tipo de sudor y otro tipo de estrellas.

—Idiota—masculló avergonzada.

—¿Te vas a rendir?

—Yo nunca me rindo —diciendo eso, corrió con todas sus fuerzas, llegando a la meta antes que él—¡Gane!—expresó en la cara de su novio. Ella era muy competitiva y no le daba vergüenza exteriorizarlo.

—¿Quieres tu premio ahora?—sonriendo torcidamente.

—¿Crees que voy a tener sexo en el parque? —cuestionó muy sorprendida.

—¿No quieres?

—¡No soy un perro! —exclamó.

—No es como si lo fuéramos hacer por detrás.

Alix arrugó su nariz y a pesar de corta altura en comparación de su novio. No se intimido y lo miro desafiante con las manos en cada lado de su cintura.

—No quiero tomar el riesgo de que un viejo nos vea —argumentó en puntitas de pie, como si eso la hiciera ver más severa.

—Son las cuatro de la mañana, todo el mundo está durmiendo... ¿No quieres sentir el poder de la adrenalina por temor a que nos descubra? —encorvándose para que sus labios estén a la misma altura.

Solo paso segundos, antes de que Alix no resistiera mas la tentación, rodeando con sus manos su cuello lo atrajo hacia ella, besándolo fogosamente mientras sus cortas piernas se enroscaban en la cintura de su novio, mientras Kim las tomaba de los muslos sin dejar de besarla.

A los pocos minutos estaban revolcados en el pasto, detrás de unos arbustos y la ropa regada por sus alrededores.

—¿No te dije que te haría sudar y ver las estrellas? —preguntó Kim, luego llevarla hasta el éxtasis.

—¡Cállate y bésame!

Espetó ella sin despegar su cuerpo sudoroso de él mientras se devoraban desnudos a besos en un parque a las cinco de la madrugada.